El que peca se autoexcluye del Reino de los Cielos

Escuchad lo que dice el mismo Jesucristo: En verdad, en verdad os digo, todo el que peque, es esclavo del pecado (Jn. 8,34).

El pecador no pude huir de su pecado, la mala conciencia no puede huir de sí misma, no hay lugar a donde pueda ir para ser libre, el pecado le persigue, siempre está allí, porque está en su interior.

Cuántos no ven pecado en sus maliciosas acciones; otros no se lo recuerdan; todos viven como si no hubiera juicio, sentencia y condena. Insensatos y necios los que pecan, y los que son cómplices del pecado con su silencio. Hablan de libertad, de misericordia mal entendida, pero no tiene misericordia de sus propias almas y de las de los demás. Prometen libertad, dice san Pedro (2. 2. 19), cuando ellos mismos son esclavos  de la corrupción; pues quien de otro es vencido, queda esclavo del que venció.

El que comete pecado mortal es esclavo del demonio; es esclavo de la tentación; es esclavo de las pasiones, de la muerte, esclavo del infierno y destinado a la condenación eterna.

El que vive según el mundo no puede ir a Dios, por la sencilla razón de que tiene muchos amos. El amo Avaricia le dice al mundano: me perteneces, porque todo lo que posees es el precio por el que te has vendido a mi autoridad. Y llega el amo Gula y le dice: por un solo festín sin medida has pagado por tu vida. Y llega el amo Ambición y le dice: me perteneces del todo, acaso, ¿no sabes que te he dado el mando sobre los demás con la condición de que fueras esclavo mío? Y el amo Lujuria le dice: revuélvete en el fango de la impureza, goza sin medida, tu cuerpo es tuyo para hacer lo que quieras, no te prives, no tengas medida, usa de quien quieras y desees, todo lo pongo al alcance de tus deseos; pero ya sabes que mi infierno te espera: es la condición a la que hemos llegado, y yo te la recordaré a su debido tiempo. Todos los vicios acuden al pecador reclamando su parte y recordándole que es su esclavo. Y ya el pecador, que no puede ir a Dios, resignado dice: soy tuyo, y el demonio, que escucha, responde: mío eres.

Sólo el justo es libre, pues la verdadera liberta consiste en obedecer a Dios , cumplir sus Mandamientos. Dice san Agustín, en la Ciudad de Dios (libro 4, cap. 3) algo muy hermosos, una verdadera enseñanza para no olvidar:  Aunque el justo fuera esclavo, es libre; no sufre el yugo del pecado, de la concupiscencia, del mundo, ni de su propio cuerpo. Es duelo de todo esto…. Está en  posesión de la virtud, de la gracia, de la felicidad, del cielo y de Dios mismo.

La verdad os hará libres, dice nuestro Señor; y la verdad es Él mismo: Yo soy el camino, la verdad y la vida (Jn. 14,6). Jesucristo ha destruido cuatro servidumbres, y nos ha dado cuatro libertades: 1º. Ha roto el yugo de la antigua ley, y nos ha dado la libertad del Evangelio. 2º. Ha destruido el yugo del pecado, trayéndonos la libertad de la justificación. 3º. Ha destruido el imperio de la concupiscencia, y nos ha traído la libertad del espíritu, y el dominio de la caridad y de la gracia. 4º. Ha destruido la muerte, y nos ha traído la vida.

Seamos servidores de Jesucristo y tenderemos la libertad de los hijos de Dios, tendremos el espíritu de Dios. Porque donde está el Espíritu de Dios está también la verdadera libertad (2 Cor. 3, 17).

Haced lo que os digo, libertaos a vosotros mismos, dice el Libro de los Proverbios (6, 3).

Ave María Purísima.


3 respuestas a «El que peca se autoexcluye del Reino de los Cielos»

  1. La verdadera libertad es poder elegir, que es lo que nos diferencia del resto de las especies (dominadas en gran medida por el instinto); haciéndonos participar, a semejanza suya, de nuestra propia suerte.
    Si elegimos el instinto animal, el sacrificio de las bestias entre los de nuestra propia especie; renunciamos a ese regalo de libertad.
    Si elegimos la misericordia entre los de nuestra especie, le aceptamos como Padre, y en EL perduramos.
    Así pues, hay que preguntarse: que cosas de las que nos rodean y nos mueven, nos alejan en cada momento de la misericordia.
    Misericordia quiero y no sacrificio.
    La misericordia interesada del filántropo no es tal, porque el fin no justifica los medios. La misericordia se da desde la humildad del que sirve, para ser tal, y cada medio es un fin en si mismo.

  2. El que peca no solo se autoexcluye del Reino de los Cielos, pues conlleva que se auto incluye en el infierno. Son 2 sentencias extremas y diametralmente opuestas del resultado del Juicio de N. S. JESUCRISTO. El mayor premio, el mayor gozo, la mayor alegría de un ser humano es disfrutar de DIOS con todos los suyos en el Reino de los Cielos. Y el mayor dolor, sufrimiento, castigo es el que soportará por la eternidad aquel que sea condenado. No existe, aquí en la Tierra, ningún sufrimiento, tortura o dolor semejante; sería como anecdótico y prácticamente inexistente al lado del castigo eterno en el infierno. En el infierno la condena es por grados en relación a la maldad realizada en la vida mortal; en el infierno la existencia transcurre ininterrumpidamente con la compañía conflictiva de los demás condenados -en su grado máximo de desesperación y odio- agravado con las torturas constantes de los demonios sobre el condenado (el hombre fue el motivo de su rebelión y el odio de los demonios hacia el género humano es sin límites), todo ello, “envuelto y endulzado” en una estancia de fuego inextinguible sin posibilidad de salirse uno del medio (imposibilidad del suicidio) y por la eternidad. Ya N. S. JESUCRISTO le dijo a Judas aquello de “mejor que no hubiese nacido”. Es todo un aviso a navegantes.
    Los Mandamientos de la Ley de DIOS no es algo figurativo, no es algo a tomar a la ligera, es un MANDATO, es una LEY, es una obligación. En caso de caer en el pecado lo inmediato será arrepentirse y confesarse a la primera oportunidad. A DIOS hay que amarlo y, al mismo tiempo, temerlo. Sencillamente nos jugamos la maravillosa e indescriptible existencia en el Reino de DIOS y, por el contrario, nuestro indescriptible sufrimiento eterno.
    En estos últimos tiempos, que nada nos perturbe, no desanimarse con la maldad y odio desatados «globalmente»: fumigaciones, radiaciones ionizantes, pinchazos tóxicos, crisis económica y laboral, pérdida de familia, de jerarcas traidores a CRISTO, pérdida de la identidad nacional, corrupción generalizada e institucionalizada, etc. etc. La salvación es INDIVIDUAL, de nada sirve que todo vaya bien si nos condenamos o que pocos o muchos se salven, si UNO mismo se condena. DIOS te pide cuentas a ti, no al vecino. Nuestra maravillosa Madre, la Santísima Virgen María nos promete protección y ayuda, tan solo es cuestión de rezar un Rosario todos los días y refugiarnos en su Inmaculado Corazón y, también, en el Sagrado Corazón de su Hijo JESÚS, arrepentirnos y enmendar nuestros malos actos, pensamientos y omisiones y, evidentemente, confesar nuestros pecados.
    Ser siempre fieles a CRISTO.

  3. Dios quiere nuestra salvación, somos nosotros los que nos condenamos por nuestras malas decisiones , es complicado debemos orar constantemente porque el demonio está al acecho y nos quiere engañar y llevarnos a su terreno pero hay veces que no se sabe pues el mal más grande que puede tener una persona , se enmascara muchas veces pareciendo un bien y nos confunde hasta a los más piadosos arruinando nuestra vida el diablo es muy sigiloso , tenemos que pedir al Espiritusanto mucho discernimiento para que nos vaya llevando por una vida hacia Dios , las palabras mentirosas vienen de la serpiente astuta y siempre tiene un fin, hoy en día parece que el fin justifica los , medios y ya no se ve la persona que peca como haciendo un gran mal y daño sino algo normal para sus propios fines y proyectos , satisfaciendo sus necesidades propias, no se piensa en el prójimo , y de la bondad del corazón se ríen..estos acabarán en la condenación eterna , no tienen consciencia de su mal , pues su corazón es duro y solo mira sus proyectos y su propio bien , Amarás a Dios sobre todas las cosas y al projimo como a ti mismos , sería buenos recordar de vez en cuando los Mandamientos de la Ley de Dios , pero no es así, como se dice ; pésame Señor y la burra por los trigos , obras son razones , pidamos a Dios Nuestro Señor nos ilumine en todo momento para discernir entre el bien y el mal.

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