El separatismo sepulta la Historia
¿Cómo se materializa el intento nacionalista por dominar totalmente el alma y la mente de los catalanes?
El nacionalismo catalán, desde el principio de esta ideología a finales del XIX y ahora más que nunca, ha intentado e intenta sepultar y erradicar cualquier tradición histórica, social, cultural y política para que el nacionalismo sea el único discurso político y simbólico en esta región. Así, por ejemplo, la memoria de tradiciones políticas diversas que fueron muy importantes en la historia contemporánea de Cataluña como el carlismo, el liberalismo progresista del XIX, el monarquismo liberal, el republicanismo federal o el unitario lerrouxista e incluso el anarquismo revolucionario se encuentran hoy oficialmente proscritas o muy marginadas.

Eran tradiciones políticas muy distintas y enemigas incluso, pero tenían en común que no negaban la españolidad de Cataluña. Por eso están hoy oficialmente marginadas. Mientras, por el contrario, hay una multitud de calles, plazas, monumentos, placas y homenajes simbólicos a todo tipo de personajes nacionalistas catalanes del último siglo, aunque se trate de personajes de quinta categoría a quienes casi nadie conoce. Pueden ser personajes conservadores o de izquierdas pero siempre que sean nacionalistas.
¿Qué consecuencias tiene en el presente este intento por monopolizar el discurso histórico y simbólico?
El nacionalismo catalán, por su propia esencia no tolera la presencia de nada que recuerde la auténtica historia de Cataluña, católica e hispánica. Ni puede convivir con respeto con otras visiones de Cataluña y de España. Necesita aplastarlas. Ya tratamos en otra entrevista la cuestión de la manipulación de la historia como componente fundamental del nacionalismo catalán. Y es que, como se trata de una ideología de naturaleza totalitaria, no solo intenta dominar el presente sino condicionar todo el relato histórico, aunque para ello tenga que ignorar una multitud de figuras y hechos históricos que no concuerdan con sus tesis.
O incluso ignorar siglos enteros, como el XVI, el XVIII a partir de 1714 o el 90% del siglo XIX como ha señalado con acierto recientemente el profesor Barraycoa. Todo ello con la evidente intención de convencer a los catalanes de que la única cosmovisión que deben adoptar es la nacionalista.
En los últimos tiempos se advierte una tendencia cada vez más preocupante y creciente por parte de los nacionalistas por someter, incluso hacer desaparecer, de hecho, a la propia religión Católica, vaciándola y convirtiéndola en un instrumento más al servicio del nacionalismo catalán.
Así es, por desgracia. Está más que denunciado y demostrado por los autores más solventes como el nacionalismo catalán ha sido el perfecto catalizador para provocar el hundimiento de la Fe católica en esta tierra, antaño cuna de tantos santos y hoy totalmente descristianizada y donde ya se anuncian los primeros y muy preocupantes síntomas que apuntan al futuro predominio del islam. En la Cataluña rural, antaño bastión carlista y católico, el cristianismo se halla totalmente invisibilizado mientras la presencia política y simbólica independentista está omnipresente. La práctica religiosa y la asistencia a Misa en esas zonas está en mínimos históricos y es la menor de la Europa de hoy. Los seminarios están desiertos. Todo ello coincidiendo con la extensión del nacionalismo allí.
Más triste aún si cabe es que parte de la Iglesia en Cataluña haya colaborado en ello, incluidos algunos obispos. Últimamente este fenómeno se está acelerando y ya vemos como los actos públicos religiosos en la Cataluña interior o han desaparecido o se están convirtiendo en actos políticos nacionalistas como ha pasado en la Patum de Berga y en otros similares.
Los fieles asisten desconcertados a esta apostasía colectiva y se esfuerzan por mantener su Fe en difíciles condiciones. Incluso los símbolos religiosos más queridos tradicionalmente en Cataluña como la Virgen de Montserrat han sido profanados y blasfemados impunemente por el nacionalismo En el fondo lo que ocurre es que el nacionalismo catalán ya no puede convivir ni con la religión católica pues no tolera otra cosmovisión que la suya propia. Incluso en ocasiones parece configurarse como una especie de religión idolátrica.
¿Es posible un catalanismo moderado que no busque la división y el enfrentamiento ente catalanes y con el resto de los españoles?
Pueden darse intentos, pero la realidad es que la historia de este último siglo parece dejar claro que no es posible un catalanismo” moderado”. A menos que se considere como tal al pujolismo del cual ya hemos visto cuál era su “moderación”; 23 años preparando a conciencia la desespañolización de Cataluña hasta desembocar en un proceso abiertamente separatista.
De ahí que los intentos por conformar un catalanismo “moderado”, más constructivo y abierto a España han acabado siempre en un rotundo fracaso. Así ocurrió con la Lliga Regionalista de Cambó a principios del siglo XX y en nuestros días con la Unió Democratica de Duran Lleida. Y es que, tratándose de una ideología totalitaria, la propia esencia del nacionalismo catalán le lleva a intentar imponer su proyecto a cualquier precio y a toda costa, marginando, sometiendo o haciendo desaparecer a todas las demás cosmovisiones.
