«España. De reserva espiritual a albañal de Europa», Amadeo Valladares

Amadeo Valladares

Amadeo Aureliano Valladares Álvarez, es maestro de artes marciales, empresario, servidor público y presidente fundador del movimiento cultural, social y moral Nuevos Tercios, del que es muy conocida y activa su división cultural (Idearium) (www.ideariumhispanidad.com) y juvenil (Cruzados). Es hijo del eminente científico humanista D. Ysidro Valladares Sánchez.

Su libro España, de reserva espiritual a albañal de Europa (SND) nos habla con mucha pasión de la grandeza de España y su decadencia actual. Un libro, especialmente dirigido a los jóvenes, que recopila a la perfección las palabras más enjundiosas de los sabios que nos precedieron, unificadas, armonizadas y proyectadas por las reflexiones del autor, que las vivifica y actualiza, haciéndolas presente permanente, activas e intemporales. También lo enriquecen las palabras de algunos autores coetáneos.

¿Por qué decidió escribir un libro sobre la grandeza y la actual decadencia de nuestra patria?

El libro es un ensayo histórico moral sobre España, con la característica singular del apoyo y aportación de la ciencia etológica al mismo. La obra es un impulso del alma por el dolor causado al ver a la patria ultrajada, envilecida por todos sus enemigos de siempre, hoy unidos en lo que se llama Nuevo Orden Mundial, y miserablemente abandonada por sus hijos, por aquella generación de estos a los que correspondía el honor y la satisfacción de su defensa, imbuidos en la falaz idea de la arcadia feliz de la democracia liberal, que asomaba con su luz magnánima en el horizonte de una nueva y renovada España, solaz de propios (los españoles) y extraños (las democracias liberales del mundo).

Nadie (casi nadie) parecía advertir que las aparentemente pequeñas renuncias a los valores y principios eternos y permanentes que conformaban la esencia social e individual de España, por cobardía, por miedo a ser rechazados y tachados de inmovilistas perversos, por abulia del alma adocenada en la comodidad de la moda, era el camino cada vez más amplio en el que se encaminaba la decadencia patria. Nuestra situación no es producto de un acaso repentino, sino nuestra posición en el camino progresivo de la degeneración.

Decía acertadamente D. Jaime Balmes, que la verdad es la vida de las sociedades, renovar y revitalizar el alma de España con ella, es recuperar la patria y la paz. El contraste entre la grandeza y la decadencia mostrado en la obra, es un medio para despertar conciencias, al menos la de los mejores.

¿Por qué está especialmente dirigido a los jóvenes?

Los jóvenes son el futuro de las naciones, someterlos a una doctrina perversa, es el triunfo del futuro para el tirano. Por eso la tiranía lo primero que hace para someter a una sociedad es manipular la historia, hasta que su invento justifique y sustente su aberración, y hasta (como hemos visto en “nuestra” democracia libérrima) hacen de ello ley.

Decía nuestro extraordinario mártir de la Hispanidad D. Ramiro de Maeztu, que la historia es el faro de la humanidad; es necesario recuperar esa luz, sacudir las tinieblas que la ocultan, para que los jóvenes puedan retomar el camino de la verdad y el bien.

¿Por qué no se puede comprender España sin su catolicidad?

La nación española, su cultura y moral, se forjó en el crisol del cristianismo, su antiguo y esencial estoicismo se suavizó e hizo uno con el cristianismo; tanto es así, que España, con sus santos y sus teólogos, se permitió afirmar y matizar el propio dogma.

La Hispanidad, el sentido español de la vida, la hidalguía, es Cristiandad con estilo propio. No se trata de ser piadoso y creyente, se trata de entendimiento. España no se puede entender sin ese sentido de trascendencia, desde una perspectiva estrictamente materialista. Quizá por eso tengamos hoy tanta confusión.

De hecho, se dice que en los tiempos que en España el Santo Rosario se solía rezar era España la dueña del mundo por tierra y por mar.

Las convicciones, las esencias nacionales y personales, no se pueden conservar y fortalecer sin maneras, sin protocolo, sin lo que nuestro genial D. Baltasar Gracián llamaría preservativos, es decir, lo que preserva la esencia. Cuando se pierden estas formalidades, las esencias quedan en carne viva y se dañan, se degradan.

Rezar el Santo Rosario no es solamente la simple manifestación de unas creencias y una tradición, las protege, las fortalece, las aclara, las difunde, y, entonces, esa convicción se hace parte del alma individual y colectiva de la nación.

Para finalizar, ¿Por qué el espíritu español está perfectamente reflejado en los Tercios?

Cuando España explosiona al mundo para evangelizar y llevar la buena nueva de que todos somos hermanos, de que todos tenemos voluntad para salvarnos o condenarnos, lo hace tras una Reconquista de casi ochocientos años, con insuficiente capacidad poblacional, con una mala economía, rodeada de enemigos, y con una patria aún por consolidar.

El gran secreto de su impar energía histórica, debemos estimarlo en las virtudes de la raza y la fortaleza en sus convicciones. Las virtudes de la hidalguía (rectitud, valor, cortesía, benevolencia, sinceridad, honor, lealtad, camaradería) se hicieron carne en nuestros invencibles y sorprendentes Tercios, y se manifestaron en sus triunfos y derrotas magníficas, en sus imposibles cotidianos, porque, para esos hombres, para aquella España, para España, lo extraordinario era lo cotidiano.


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