Festividad de la Inmaculada Concepción de María
Gran acontecimiento y gran fiesta esta de la Inmaculada Concepción, a la que El Español Digital se une con todo su fervor, ofreciendo a su lectores los siguientes textos para celebrar tan significativo y magnífico dogma.
«Escogida en los designios de la eternidad; asociada con el Hijo de Dios desde el comienzo del plan sagrado; revelada a los ángeles con su Hijo; atacada por el orgulloso y esperanzado Lucifer por su pequeñez, a causa de Él que levanta a los pequeños; reverenciada por las huestes angélicas como su Reina y el templo vivo de su Señor; proclamada a nuestros primeros padres como la antagonista de su destructor y destinada por su Hijo a aplastar la cabeza de la serpiente; contemplada y predicada por los profetas como la Mujer y la Virgen quien traería al mundo su añorado salvador; prefigurada por las mujeres más nobles de Israel; renombrada en la tradición de los Gentiles a través de sus sibilas y cantada por sus poetas; hija de Abraham, de Judá y de David – de un linaje que Dios había sostenido y protegido por más épocas de las que la Iglesia Cristiana incluso ha contado, y tan ilustre sólo porque está destinado a terminar en ella; cierra el Viejo Testamento y abre el Nuevo; la reparadora de la mujer y la Madre de salvación de la humanidad; exaltada a un oficio, a una dignidad, a una alianza con su Dios, el cual, al lado de su divino Hijo, la hace una e inalcanzable en excelencia; por encima de los ángeles, sí, por encima de los Serafines, por qué quién de ellos puede decir: ¿tú eres mi Hijo? – esta Madre de Dios está a punto de pasar, del designio eterno de Dios, a la vida creada.» (Arzobispo W. B. Ullathorne; Yorkshire, 1806 – Birmingham, 1889).
«La Santísima Virgen María, en el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio concedido por Dios Todopoderoso, en vista de los méritos de Jesucristo, Salvador del género humano, fue preservada inmune de toda mancha de pecado original.» (Bull Ineffabilis Deus).
Esta “resplandeciente santidad del todo singular” de la que ella fue “beneficiada desde el primer instante de su concepción” viene entera de Cristo: ella es “redimida, de manera más sublime, en razón de los méritos de su Hijo” (LG ,. n 53, 56). El Padre bendijo a María más que a cualquier otra persona creada “en Cristo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales” y la escogió por puro amor “en Cristo antes de la fundación del mundo, para ser santa y sin mancha delante de él” (Efesios 1: 3 -4). Los Padres de la tradición oriental llaman a la Madre de Dios “la Toda Santa” (Panhagia), y celebran ella como “libre de toda mancha de pecado y como modelada por el Espíritu Santo y hecha una nueva criatura” (LG, n 56). Por la gracia de Dios, María ha permanecido pura de todo pecado personal durante toda su vida. (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 492 a 493).
María Inmaculada fue proclamada Patrona de España el 25 de Diciembre de 1760, por parte del Papa Clemente XIII mediante la Bula Pontifica “Quantum Ornamenti”. La solicitud partió del Rey Carlos III, apoyada en el sentir mayoritario del pueblo español. El dogma de la Inmaculada Concepción de María, creído ya por los españoles y hasta defendido por muchos con voto de sangre, fue proclamado en 1854 por el Beato Papa Pío IX. Su día quedó establecido el 8 de Diciembre. Tres años después, el 8 de Diciembre de 1857, el mismo Papa hizo construir en la Plaza de España de Roma el monumento a la Inmaculada que sigue enalteciendo a la ciudad eterna. Al bendecir la imagen, declaró al embajador español: «Fue España la nación que trabajó más que ninguna otra para que amaneciera el día de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María».

También la Inmaculada es la patrona del Arma de Infantería del Ejército español. La protección de María fue sentida de forma especial el 8 de Diciembre de 1585 en la batalla de Bombel (actual Holanda) en lo que se conoce históricamente como el milagro de Empel, cuando las aguas que rodeaban a la guarnición española cercada por el enemigo se helaron por una sorprendente acción del viento, y ello posibilitó a la tropa española salir del cerco y evitar la derrota. Antes, el enemigo había propuesto una rendición que los españoles rechazaron a la vez que encontraron una imagen de María Santísima bajo tierra que les dio ánimo para seguir luchando.
El patronazgo oficial sobre la Infantería se proclamó en 1892 por parte de la Reina Regente María Cristina representada por el Ministro de la Guerra. La II República, en su política atea y de persecución religiosa, suprimió tal patronazgo. Al término de la Cruzada de Liberación Nacional en 1939, el Generalísimo ordenó restablecerlo y en 1961 fue confirmado canónicamente no sólo sobre la Infantería sino también sobre otros cuerpos militares, como el del Servicio de Estado Mayor y el Cuerpo Jurídico.

Patrona de las Españas: ruega por nosotros.
Madre de Dios y Madre Nuestra: Bendita seas.
Por cierto, en España desde el siglo XVII y hasta 1965 (año en el que se decidió trasladar de fecha, por aquello de democratizarnos y el Concilio) la celebración el Día de la Madre siempre fue el día 8 de diciembre, festividad de la Inmaculada Concepción.
Signo de los tiempos, de los «Últimos Tiempos, en la actualidad el único país que sigue celebrando el Día de la Madre el 8 de diciembre es Panamá.
O sea que la Tymieniecka ayudó a Karol Wojtyla, después Juan Paulo II, a hacer más anticatólica su filosofía
Prosiguen los biógrafos: «Durante cuatro años trabajaron juntos en el manuscrito en Cracovia, Roma, Vermont, Suiza y Nápoles, y mantuvieron un diálogo y una correspondencia regulares que versaban principalmente de filosofía»… «Tymieniecka se dedicó de lleno al proyecto durante cuatro años…».
Dice Tymieniecka: «En Persona y Acción se encuentran (Antes de Wojtyla hubo dos detentadores del Trono Pontificio de cuyo, itinerario previo, fijado por judíos no tenemos pruebas, salvo su mentalidad judaizante, es decir Roncalli y Montini. De la realción con este último, que también fue preceptor del cerdenal Wojtyla, hay también mucho que decir), sus principales políticas como Papa. Eran la razón por la que fui a Cracovia, la primera vez, la razón, por la cual podía ser el jefe de la cristiandad.
Aquí hay que hacer un comentario. ¿En razón de qué una mujer sabía qué mentalidad tenía que tener el que fuera el próximo «jefe de la cristiandad»?.. ¿En razón de qué los judíos, en particular?.. ¿No acusa esto claramente la existencia de un plan, y la elección prevista con mucha seguridad de la persona considerada indicada?… La conclusión es: Juan Paulo II fue preparado desde mucho tiempo antes para consumarse en la mentalidad -que ya tenía por principio- propia para ser el (uno de ellos) que desde hace siglos querían poner en la Sede de San Pedro. Pero había uno anterior, de cuya trayectoria fijada por judíos no tenemos pruebas, salvo su mentalidad; es fácil sacar la conclusión: Paulo VI. De la relación con este individuo que también fue maestro particular del cardenal Wojtyla, hay también mucho que decir.
Pero no hay que dejar de mencionar que el judío Houthhakker; aunque un poco más a la sombra, tuvo también un papel relevante en la elección por judíos de Juan Paulo II. Houthhakker no dejó de comunicarse con Wojtyla. En primer lugar está el hecho de que haya consentido en que su esposa -de la cual no estaba separado- fuera a dar clases al cardenal, -en Cracovia y otras ciudades del mundo-, conviviendo en la misma ciudad, o siguiéndole a todas partes para cumplir su finalidad, -finalidad agradable a su discípulo Wojtyla-. Houthhakker, interrogado por los biógrafos, -tenían que intercalar alguna explicación a lo que todo el mundo se preguntaría- manifiesta que «ambos tenían diferentes esferas de intereses»… Aquí cabe decir que no lo parece, dada la importancia que también tuvo para el marido de la maestra particular de Wojtyla la relación con el cardenal. Houthhakker, decimos, continuó su relación con Wojtyla ya siendo éste «pontífice». Y también colaboró activamente a dar a conocer al discípulo de su esposa en diferentes círculos importantes. Tan semejante era la «esfera» de trabajo del profesor judío, que fue él quien le presentó ante la comunidad de Harvard como «el futuro Papa». Esto hubiera podido ser una ironía sarcástica para el cardenal Wojtyla, sino hubiera tenido seguridad el profesor. Un polaco desconocido, -pero muy conocido en ciertos círculos-, cuya filosofía de aprendiz había sido rechazada públicamente por la comunidad filosófica católica, ¿cómo podía ser presentado nada menos que como futuro Papa, en un país distante del suyo propio y a gente universitaria?.. El cumplimiento no fue pues, de una profecía, sino de un PLAN.
Creemos que no hay quien habiendo leído la obra «Su Santidad» pueda llegar a otra conclusión. El libro es una especie de loa, de bandera de triunfo. Pero además están la palabra y obra de Juan Pablo II favorecedoras del imperio judaico de los espíritus, de la tierra, y… del cosmos, pues todo es «cósmico» en esta seudo-teología judeo-esotérica de Juan Paulo, por parte del Vaticano II, conciliábulo en el que influyó intensamente la judería.
http://www.catolicosalerta.com.ar/papas-concilio/comentario-a-la-obra-su-santidad02.html
Muy interesante, pero no es el lugar, en este día dedicado a La Inmaculada, nuestra Patrona.
Festividad de la Inmaculada Concepción de María
Patrona de las Españas: ruega por nosotros.
Madre de Dios y Madre Nuestra: Bendita seas.
Inmaculada Concepción, Reina de (las) España(s): protege nuestra(s) Patria(s), guarda nuestra fe.
Por cierto, en España desde el siglo XVII y hasta 1965 (año en el que se decidió trasladar de fecha, por aquello de democratizarnos -asimilándonos a los Usa- y el Concilio) la celebración el Día de la Madre siempre fue el día 8 de diciembre, festividad de la Inmaculada Concepción.
Signo de los tiempos, de los «Últimos Tiempos, en la actualidad el único país que sigue celebrando el Día de la Madre el 8 de diciembre es Panamá.
En el XI Concilio de Toledo (675) el rey visigodo Wamba ya era titulado «Defensor de la Purísima Concepción de María», abriendo una línea de fieles devotos entre los reyes hispanos. Monarcas como Fernando III el Santo, Jaime I el Conquistador, el emperador Carlos I o su hijo Felipe II fueron fieles devotos de la Inmaculada y portaron su estandarte en sus campañas militares.
El rey Carlos III, muy afecto a esta advocación mariana, creó una orden en su nombre (la Orden de Carlos III) y la declaró patrona de sus estados.
Desde el siglo XIV existen en España referencias de cofradías creadas en honor a la Inmaculada. La más antigua, en Gerona, data de 1330. En el siglo XVI se revitalizará este fervor con un ingente número de cofradías constituidas bajo la advocación de la Pura y Limpia Concepción de María, hermandades consagradas a las labores caritativas y la asistencia social. Los franciscanos fueron muy fieles a la creencia en la Inmaculada, y contribuyeron a su arraigo y extensión por todo el mundo.
La fiesta de la Inmaculada fue fiesta de guardar en todos los reinos de su Majestad Católica, es decir, en todo el Imperio español, desde 1644 (Felipe IV de España, llamado «el Grande» o «el Rey Planeta»; Valladolid, 8 de abril de 1605-Madrid, 17 de septiembre de 1665); se declaró fiesta de guardar en toda la Iglesia desde 1708 por orden del papa Clemente XI.
España celebra a la Inmaculada como patrona y protectora desde 1644 (Felipe IV, y luego Carta de Carlos III y bula de Clemente XIII), siendo el 8 de diciembre fiesta de carácter nacional. Durante la celebración de dicha festividad, los sacerdotes españoles tienen el privilegio de vestir casulla azul. Este privilegio fue otorgado por la Santa Sede en 1864, como agradecimiento a la defensa del dogma de la Inmaculada Concepción que hizo España.