Francisco I: un bocazas impenitente
No sabemos si es por su carácter o porque es argentino; tal vez por ambas razones. Pero está claro que uno de los problemas y defectos más graves que presenta Francisco I es el de no saber controlar su lengua. Es decir, la manifiesta imprudencia de la que una y otra vez hace gala al hablar. Más le valdría a este hombre aprender de una vez a callar, a cerrar la boca para que no le entren moscas o no le salgan sapos.
A cerca de la creencia, que ya es secular y que está muy arraigada entre cada día más fieles, de que Nuestra Santísima Madre es «corredentora» –en el sentido de colaboradora esencial y especial en la obra de redención de Ntro. Señor, nuestro único Salvador–, el Papa dijo no hace mucho lo que sigue: “Jesús extendió la maternidad de María a toda la Iglesia cuando se la encomendó al discípulo amado, poco antes de morir en la cruz. Desde ese momento, todos nosotros estamos colocados bajo su manto, (…) la Virgen que, como Madre a la cual Jesús nos ha encomendado, envuelve a todos nosotros (…) como Madre, no como diosa, no como corredentora: como madre. Es verdad que la piedad cristiana siempre le da bonitos títulos, como un hijo a la madre: (…) Pero estemos atentos: las cosas bonitas que la Iglesia y los Santos dicen de María no quita nada a la unicidad redentora de Cristo. Él es el único Redentor. Son expresiones de amor como la de un hijo a su madre -algunas veces exageradas-. Pero el amor, nosotros lo sabemos, siempre nos hace hacer cosas exageradas, pero con amor.”
Y no conforme con ello, anteriormente había soltado por esa boquita lo siguiente en relación a lo mismo: “Fiel a su Maestro, que es su Hijo, el único Redentor, jamás quiso para sí tomar algo de su Hijo. Jamás se presentó como corredentora. (…) Nunca robó para sí nada de su Hijo (…) María mujer, María madre, sin otro título esencial. (…) Y tercer adjetivo que yo le diría mirándola, se nos quiso mestiza, se mestizó. (…) Se mestizó para ser Madre de todos, se mestizó con la humanidad. ¿Por qué? Porque ella mestizó a Dios. Y ese es el gran misterio: María Madre mestiza a Dios, verdadero Dios y verdadero hombre, en su Hijo. Cuando nos vengan con historias de que habría que declararla esto, o hacer este otro dogma, no nos perdamos en tonteras: María es mujer, (…) mujer de nuestros pueblos, pero que mestizó a Dios.”
Pues bien. Sobre el particular, lo primero que hay que decir es que lo mejor que podía haber hecho en ambas ocasiones es haber cerrado el pico. O sea, actuar con la extrema prudencia con la que siempre lo han hecho los Papas, máxime al hacerlo verbalmente y de forma improvisada. Porque no es un cualquiera el que habla, sino el Papa y todo lo que dice un pontífice no sólo se coge, lee y analiza con papel de fumar por propios y extraños, amigos y enemigos, sino que los fieles de a pie lo suelen tomar como dogma aunque no lo sea. Por eso, hablar sobre asunto tan especial como el de la creencia de que María es «corredentora», y máxime sin especificar, es una imprudencia temeraria indigna de su cargo.
Lo segundo es que hablar sobre tal asunto cuando Francisco I ha demostrado hasta la saciedad que de teología no sabe nada más que las generales de la ley, o sea, que de tan complicada e importante materia está pez y que cuando la menta no hace más que meter la patita y obligar luego a que sus adláteres tengan que corregirle, bien que haciendo equilibrios para no dejarle en mal lugar, le debería llevar a no pronunciarse sobre asuntos teológicos, o sea, a practicar la humildad de la que carece y con ello, de paso, doblegar la inmensa soberbia que le caracteriza.
Lo tercero es que si el pueblo fiel considera a María «corredentora», en el sentido ya dicho de colaboradora especial y esencial en la Redención, siendo Jesucristo nuestro único Salvador, en lo cual no hay mal alguno, mientras no reciba una inspiración particular del Espíritu Santo en contra de tal creencia, más le vale no pronunciarse, no sea que ocurra como con el dogma de la Inmaculada Concepción, que fue creencia secular del pueblo fiel, defendida además por no pocos santos, pero que sólo se declaró dogma en 1854, y llegue un día en que la «corredención», por obra también del Espíritu Santo, se declare dogma y entonces Francisco I quede en evidencia y a la altura del betún ante la historia.
Lo cuarto es que al menos antes de hablar sobre lo que no sabe, debía consultar lo que sobre la «corredención» de María han dicho sus predecesores en el solio papal, los santos y los doctores, porque a estas alturas, y tras dos mil años de Iglesia en la Tierra, está todo dicho, todo escrito y todo al alcance de cualquiera, máxime del Papa. A título sólo de ejemplo, sobre la «corredención» de María en la obra salvadora de Ntro. Señor, basta con los siguientes y más que autorizados ejemplos: San Ireneo: «así también María, teniendo a un varón como marido pero siendo virgen como aquélla (Eva), habiendo obedecido se hizo causa de salvación para sí misma y para toda la humanidad (Heb 5, 9)»; San Luis María Grignon de Montfort: «María, al permanecer perfectamente fiel a Dios, se convirtió en causa de salvación para sí y para todos sus hijos y servidores, consagrándolos al Señor. -53- (…) Lo que digo en términos absolutos de Jesucristo, lo digo, proporcionalmente, de la Santísima Virgen.»; Pío XII: «¿No son acaso el nuevo Adán (Jesucristo) y la nueva Eva (María) a quienes el Árbol de la cruz une en el dolor y el amor para redimir el pecado de nuestros primeros padres en el Edén?” y «desde el siglo II María Virgen es presentada por los Santos Padres como nueva Eva estrechamente unida al nuevo Adán, si bien sujeta a él, en aquella lucha contra el enemigo infernal» (Munificentissimus Deus definiendo el dogma de la Asunción de la Virgen María a los Cielos); León XIII: “Cuando María se ofreció a si misma completamente a Dios junto con su Hijo en el templo, ya estaba compartiendo con Él la dolorosa expiación a favor de la raza humana. Es seguro, por tanto, que sufrió en lo más profundo de su alma con los sufrimientos más amargos y los tormentos de Él. (…) muriendo con Él en su corazón, atravesada con la espada de dolor” (Encíclica Jucunda Semper); San Pío X: “nunca son separables el tenor de la vida y de los trabajos de la Madre y del Hijo.” (Encíclica Ad diem illum); Benedicto XV: “Hasta tal punto entregó sus derechos maternales sobre su Hijo para la salvación del hombre, y lo inmoló -hasta donde le fue posible- para calmar la justicia de Dios, que podemos correctamente decir que redimió a la raza humana junto con Cristo.” (Carta Apostólica Inter Sodalicia); Pío XI: “cuando vuestro dulcísimo Hijo estaba consumiendo la Redención de la raza humana en el altar de la cruz, permanecisteis de pie junto a Él, sufriendo con Él como la Corredentora.” (Oración en la clausura del Jubileo de la Redención de 1933); Pío XII: “Fue Ella quien, libre de toda mancha personal y original (…) lo ofreció como nueva Eva al Eterno Padre en el Gólgota (…) por todos los hijos de Adán manchados con su deplorable pecado; (…) la que era Madre corporal de nuestra Cabeza, fuera (…) Madre espiritual de todos sus miembros.” (Encíclica Mystici Corporis).

Muy oportuno y acertado, desde el título, pues la cabeza del Vaticano aborrece lo de Francisco «Primero»
No es que no sepa, porque podría asesorarse. Es que le gusta, promueve el escándalo y la herejía (Amoris Laetitia como ejemplo sin posibilidad de refutación).
Y lo de mesitzaje tiene muy difícil explicación también.
No sé si vendrá otro falso profeta, porque con este vamos servidos.
¡Aterradora época!
Si no son los últimos tiempos del Apocalipsis (no el fin del mundo), se le parecen mucho
¿Para y Argentino…?
¿No sera un Antipapa argentino, es decir, UN FALSO PROFETA?
Pero el Papa no depende de una designación de Dios?
El Papa habla en nombre de Dios.
Estimado seguidor:
No es correcta la expresión «el Papa habla en nombre de Dios». El Papa habla con autoridad como Vicario de Cristo en aquellas cosas que tienen que ver con la fe y costumbres. La autoridad del Papa pasa por su fidelidad a la fe recibida y única de la Iglesia y a las costumbres centenarias o milenarias.
El Papa no tiene autoridad para enseñar cosas contrarias a la fe. La asistencia del Espíritu Santo la tiene cuando enseña según la fe.
La historia nos muestra Papas de vida reprobable, impuros, sensuales, mundanos, malvados….
¿Su vida era la de un Vicario de Cristo? Indudablemente no. Pero eran Vicarios de Cristo. Pues a pesar de su vida del todo reprobable, sin embargo cuando ejercieron su responsabilidad magisterial como Papas no les faltó la asistencia del Espíritu Santo. Por qué? Porque ninguno se apartó de la enseñanza tradicional de la Iglesia. Ninguno tuvo la tentación de trasladar su pecadora vida a la esfera del Magisterio.
Ningún impuro aflojó la disciplina eclesiástica del celibato, por ejemplo.
La autoridad del Papa se limita a la fe y costumbres con la responsabilidad de mantenerlas y de confirmar en la fe a los débiles.
Cuando un Papa habla «ex cathedra» lo hace para definir una verdad de fe que ha de creerse y no discutirse.
En resumen:
. No es correcta la expresión de que el Papa habla en nombre de Dios.
. El Papa es el Vicario de Cristo por lo cual está sometido a la fe de la Iglesia sin autoridad para cambiarla, porque si así lo hiciera actuaría en nombre propio y no en el de Cristo. Sólo habla en nombre de Cristo cuando confirma en la fe, no cuando expresa una opinión o un comentario.
.El Papa no está exento de error si como hombre pecador que es, como todos, guiado por soberbia se atreve alterar el Magisterio.
. La promesa de la asistencia del Espíritu Santo no excluye que un Papa se oponga a tal asistencia. El Señor no dijo que todos los sucesores de Pedro serían fieles porque Él así lo determinó. Sólo dijo que a ningún sucesor de Pedro le faltaría tal asistencia.
. Cuando el Señor dijo que estaría en su Iglesia hasta el final de los tiempos quiere decir exactamente eso, que Él siempre estará en su Iglesia. Pero… tales palabras no excluyen que los hombres de la Iglesia, y por tanto un Papa, lo puedan negar.
El Papa depende de su obligación como Vicario de Cristo, que es mantener la fe tradicional y las costumbres.
Si se desvía de ello por debilidad o pecado no estamos en conciencia de seguirle en tales falsas enseñanzas. Porque la fe no le crea el Papa sólo la custodia.
Saludos cordiales