Franco y el abad Cassià M. Just

Es bien conocido el problema que Franco tuvo con el abad de Montserrat Aureli M, Escarré, cuando en 1963 éste se despachó a gusto con unas declaraciones en el periódico francés Le Monde, en que criticaba duramente el régimen del Generalísimo. No siempre fue así, Franco y Escarré habían pasaron por muy buenos momentos y por épocas de una gran confianza mutua, todo empezó a cambiar radicalmente cuando el abad se dio cuenta que los otros monjes de Montserrat veían con muy malos ojos su buena relación con el entonces Jefe de Estado. El nacionalismo catalán se había apoderado del cenobio benedictino y Escarré decidió sacrificar su amistad con Franco y dar muestras evidentes ante sus monjes de su postura crítica con el régimen entonces gobernante.
Ya sabemos lo que sucedió después de aquellas declaraciones, Escarré tuvo que irse al exilio a Italia en 1965, donde estuvo tres años, Franco permitió que volviera a España con una salud muy delicada y murió el mismo año de su retorno en 1968. El nacionalismo catalán lo elevó rápidamente a héroe de la patria, ocultando su etapa franquista y casi todos los defectos de aquel hombre autoritario y vengativo.

En 1966 los monjes de Montserrat, con Escarré en Italia, eligen a Cassià Maria Just como su sucesor, un nacionalista pata negra sin pasado franquista, eso sí mucho más humano y permisivo que su antecesor. El abad ya mostró desde un principio su poca proximidad con el régimen de Franco, acogiendo en Montserrrat diversas iniciativas de la oposición y del nacionalismo. Una de las más sonadas fue la creación de Convergència Democràtica de Catalunya en 1974, Allí empezaría una relación intensa inseparable entre Jordi Pujol y después sus sucesores con el monasterio y con el abad de turno.

Mientras el Abad Cassià, tan acogedor él, estaba pendiente de los movimientos del nacionalismo catalán, algunos de sus monjes, campaban a sus anchas abusando de menores, como el destapado caso del Germà Andreu, y no sólo eso sino que todo un lobby homosexual se hacía con el control a la sombra del monasterio, cuando el sucesor de Cassià, Sebastià M. Bardolet intentó poner orden se vio superado por la situación y tuvo que renunciar al cargo de Abad. El actual, Josep Maria Soler si que puso orden aunque en algunos casos de forma dudosa como fue pagar con billetes de 500 euros el silencio de uno de los abusados por el Germà Andreu.
Pero volviendo al Abad Cassià hay que decir que intentó emular a su antecesor Escarré, en un episodio poco conocido, con unas declaraciones en 1969 a un medio televisivo de Baviera, en que criticaba al régimen franquista, pero en esta ocasión no tuvieron ninguna trascendencia mediática. El que sí se enteró fue lógicamente el Generalísimo que dolido llegó a calificar a Cassià como peor que su antecesor.

En una conversación con su primo Francisco Franco Salgado-Araujo, el entonces Jefe de Estado pronunció estas palabras: «Nunca el clero y la comunidad de Montserrat se habían quejado de ningún atropello contra la Iglesia católica en la época de la Segunda República marxista-comunista y anárquica. Estuvieron callados sin quejarse de nada».
Qué ciertas y qué actuales son estas palabras del general gallego, la Iglesia catalana, empezando por su símbolo máximo que es Montserrat sólo se queja y expresa sus protestas cuando se ataca al nacionalismo, pero cuando se ataca a la propia Iglesia o cuando se vulneran los derechos de los cristianos permanecen callados y sin mover un dedo.
Cuánto se ha movido una parte de la Iglesia catalana para apoyar a sus políticos presos por vulnerar las leyes de todos y qué poco se va a mover cuando el gobierno español o el catalán ataquen a la Iglesia y a los principios cristianos. Y Franco ya lo dijo ahora hace cincuenta años.

Y así le va a la «catalanaiglesia»…
El día menos pensado, nos enteramos de que han convocado oposiciones para cubrir miles de «plazas» vacantes de feligrés, a fin de disimular en lo posible la angustiosa soledad actual de los templos; otrora atestados de creyentes, y ahora vacíos de una sola alma que llevarse al Purgatorio siquiera (al Cielo no es posible, porque Espanya ens roba).
En España, los separatismos obran el mismo tipo de «prodigio» que se le atribuía al caballo de Atila (en lo campestre), pero con especial predicamento en los ámbitos de lo moral y de lo espiritual. Dicho de otra manera, no dejan títere con cabeza.