Francofobia: la nueva Leyenda Negra

Debo comenzar pidiendo disculpas a los lectores. Y a María Elvira Roca Barea por un título tan poco original. Sirva de justificación y disculpa que en España, desde que Pedro Sánchez okupara la Moncloa, el plagio es tendencia, como se publicita la moda de primavera en el Corte Inglés.
Porque ha sido precisamente la lectura de dos obras magistrales de esta autora, “IMPERIOFOBIA Y LEYENDA NEGRA” y su continuación “FRACASOLOGÍA” lo que me ha sugerido el título de este artículo. Difícilmente se podría encontrar otro más acertado.
Resulta inaudito, a la vista de su trayectoria vital, y de su obra social y política, la vesánica fobia a Franco. Por ello antes de analizar las indudables analogías entre la francofobia y la imperiofobia, poniendo de relieve la similitud de sus orígenes y su evolución, nos detendremos siquiera superficialmente en otras obras relacionadas con la Leyenda Negra como son las del profesor Marcelo Gullo Omodeo, MADRE PATRIA y NADA POR LO QUE PEDIR PERDÓN. También en otra obra imprescindible para el objeto que nos ocupa: LA LEYENDA NEGRA, HISTORIA DEL ODIO A ESPAÑA de Alberto G. Ibáñez.
En todas ellas queda desmontado con rigor académico la Leyenda Negra. Y se pone en evidencia su injusticia histórica a la vista de la inmensa obra de la Hispanidad. Algo de indudable paralelismo con la Francofobia, que también pretende negar la ingente obra del Franquismo. Algo que ha sugerido este análisis comparativo, e incluso el título que se ha elegido para ello.
Así pues, antes de entrar en materia, se hace preciso un preámbulo sobre Franco y sobre su obra a la que pretende satanizar la Francofobia del Antifranquismo. Porque un régimen político no solamente debe reconocer los derechos y libertades de los ciudadanos, también es su obligación garantizarlos. Si comparamos el “Régimen de Franco” con el surgido tras su muerte sustentado en la Constitución de 1978, veremos que en el primero, respaldado por la Constitución de 1966 -aprobada en referéndum por el pueblo español el 14 de diciembre de ese año- las libertades individuales -esencia de la verdadera libertad- estaban reconocidas y garantizadas. Aunque algunas libertades colectivas tuvieran ciertas restricciones.
Por el contrario, en el actual régimen político sustentado en la Constitución de 1978, están reconocidas tanto las libertades individuales como las colectivas… Pero no están garantizadas. Podrían ponerse multitud de ejemplos. Pero veamos como botón de muestra alguno de ellos.
De nada sirve que la Constitución de 1978 en su artículo 33 garantice el derecho a la propiedad, si después en la práctica vemos como el fenómeno “Okupa” lo deja en papel mojado. Igual podría decirse del derecho a la vivienda que consagra el Art. 47 cuando la especulación dispara los precios obligando a los ciudadanos a endeudarse de por vida para adquirirla. O simplemente se les hace imposible con sus ingresos acceder a la categoría de propietarios, teniendo que vivir de alquiler. Lo que a su vez, debido a la poca oferta (inducida por la escasa seguridad jurídica que tiene el propietario de percibir el alquiler) da lugar a que el inquilino deba abonar una elevada renta.

Renta elevada que al no estar en consonancia con sus ingresos, solamente le permite malvivir. Pues buena parte de estos le serán necesarios para pagar la vivienda detrayéndolos de todos los demás gastos que debe afrontar una familia. Y así vemos como otro de los derechos que reconoce la Constitución al ciudadano, el de la vivienda, queda en agua de borrajas. Y aún podríamos abundar en otros problemas. A las familias, para poder hacer frente a una necesidad vital como es la vivienda, se les hace imprescindible el trabajo de ambos cónyuges, con el efecto inmediato de un drástico descenso de la natalidad y los consecuentes “efectos colaterales” que esto ocasiona. Falta de relevo generacional, envejecimiento de la población, insostenibilidad de las pensiones, necesidad de inmigración masiva -con todas las consecuencias políticas y sociales que ello conlleva- y el gasto sanitario insostenible de una población envejecida que obliga a las nuevas generaciones -vía impuestos- a sufragar estos elevados gastos sociales con su trabajo, a costa de ver reducido un nivel de vida al que tienen derecho. Nivel de vida que si pudieron disfrutar sus padres en el Régimen de Franco y que paradójicamente les garantizaba una dictadura (en realidad un régimen de autoridad) pero que actualmente, aunque también reconocidos por la Constitución, no los garantiza.

Este problema del descenso de la natalidad se refleja en un incremento del desequilibrio económico del sistema. Es decir, la pescadilla que se muerde la cola. Decir finalmente que la progresiva degradación del Régimen Constitucional, ha dado lugar a que mediante la acción legislativa de los distintos Gobiernos, se vayan restringiendo o anulando los “derechos” que reconoce la Constitución. Tanto individuales como colectivos. Y si en el artículo 33-1 se reconoce el derecho a la propiedad privada y a la herencia, mediante impuestos abusivos se conculcan ambos derechos. Algo que no sucedía en el Régimen de Franco sustentado en la Constitución de 1966. Régimen arteramente demolido al propiciar una RUPTURA contraria a lo aprobado en referéndum por el pueblo español, que era un Ley Para la REFORMA Política que excluía un proceso constituyente.
Frente a esta poco halagüeña situación, se tenía la facilidad en tiempos de Franco de poder acceder a la compra de una o varias viviendas -y no por la “oligarquía” sino por los trabajadores- como forma de invertir sus ahorros. Esto era posible gracias a la seguridad laboral, el pleno empleo y la gran oferta de viviendas de nueva construcción, promovidas por El Instituto Nacional de la Vivienda.
Igual podría decirse de la seguridad personal en consonancia con el derecho que el actual sistema político garantiza a los ciudadanos. Tanto su integridad física, como la propiedad de sus bienes. Pues si en el Régimen de Franco las FOP eran suficientes para garantizar el derecho a la integridad física de las personas y a la propiedad, ahora los particulares se ven obligados a contratar seguridad privada. O a realizar grandes gastos para dotarse de elementos de seguridad, tales como puertas blindadas, sistemas de alarma etc. Porque aunque el ciudadano paga ingentes cantidades de impuestos -directos e indirectos- (en el anterior Régimen de Franco sólo se pagaban impuestos indirectos) las FOP no son capaces de garantizarle unos derechos que retóricamente le reconoce la Constitución.
Y volviendo al ya mencionado derecho a la vivienda -que el Régimen de Franco y su democracia orgánica reconocía y garantizaba de iure y de facto- vemos que en la actual democracia solo se reconoce de iure, pero no facto. Tanto por la dificultad de materializar el derecho constitucional a tenerla, como por la laxitud legal ante el fenómeno okupa y el expolio al transmitirla en herencia. Lo que invalida el derecho que teóricamente consagra el artículo 33-1 de la CE.
Tal vez ello sea la causa de la obsesión por hacer desaparecer de las viviendas de protección oficial -la inmensa mayoría de las construidas en tiempos de Franco- la modesta placa que atestiguaba que el edificio se había construido bajo el amparo, condiciones y subvención del Instituto Nacional de la Vivienda.
Unas placas que se han hecho desaparecer alegando, torticeramente, que era en aplicación del Art. 15-1 de la infame ley 52/2007 cuyo tenor es: “Las Administraciones públicas, en el ejercicio de sus competencias, tomarán las medidas oportunas para la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la dictadura”
A la vista de las placas retiradas con inaudita saña, en cuantos edificios se conservaban, resulta evidente que de ninguna forma puede alegarse que se hacía por imperativo legal. Siendo una muestra más, clara y evidente, de la Francofobia.
Hecha esta somera comparación entre el Régimen de Franco (sustentado en la Constitución de 1966 que conformaba una democracia orgánica) y el actual Régimen partitocrático sustentado en la democracia liberal que consagra la Constitución de 1978, vamos a ver el notable paralelismo entre la “Hispanofobia” y la “Francofobia”. Tanto en la génesis como en su evolución. Pero sobre todo, lo más importante: la razón por la que los españoles han asumido definitivamente la hispanofobia y la francofobia haciendo suyas las tesis del enemigo.
Sirva este exordio para justificar que con el permiso de María Elvira Roca Barea, he dado el título de Francofobia: La nueva Leyenda Negra a estas reflexiones. Cabe decir que tanto Imperiofobia y Leyenda Negra, como Fracasología son dos textos magistrales, en los que su autora, con sorprendente erudición y rigor, expone y analiza hechos históricos de los que habitualmente sólo se tiene ligeras nociones. Y si utilizo el adjetivo sorprendente, no es solo por la capacidad de trabajo que pone en evidencia la autora, sino también por haber sido capaz de conjugar esa erudición con una sencilla exposición y narración ágil que hace muy amena la lectura.
Si realmente hubiera un Ministerio de Educación en España, y si como sería lo deseable y lógico, las materias de historia y geografía fueran comunes en todas las Comunidades Autónomas, estos dos libros deberían ser propuestos como lecturas recomendadas para alumnos de bachillerato.
Y ahora vamos a ver cuáles son las razones por las que considero que la metodología que sigue Elvira Roca Barea es esencial para explicar -y entender- la Francofobia que se ha instalado en el relato histórico.
La Francofobia -como la imperiofobia en general y la hispanofobia en particular- tiene su origen como un arma de guerra o herramienta utilizada por el enemigo en su enfrentamiento con el contendiente. La Leyenda Negra y su consecuencia la hispano fobia, comienza siendo el procedimiento con el que los enemigos de España; Inglaterra, Francia, Holanda y otros países que a raíz de las llamadas “guerras de religión” se enfrentan al imperio español. En el caso de Francia, desde mucho antes, desde los tiempos de los Reyes Católicos y años posteriores, cuando por razones puramente geopolíticas llega hasta aliarse con “El Gran Turco” en nefanda alianza que escandaliza a la Cristiandad.

De forma similar, la Francofobia tiene su origen durante la Cruzada o Guerra de Liberación Nacional, como instrumento bélico o propaganda de guerra mediante la cual, los gobiernos del Frente Popular (la República como ente político había desaparecido desde febrero del 36) buscaban el apoyo internacional. Y de entre los cientos de ejemplos que podrían citarse de esta acción propagandística, citaremos el más señero paradigma: la utilización del GUERNICA, el famoso cuadro de Picasso que constituye, dicho sea de paso, una doble estafa; artística e histórica. Sin que el otro contendiente, la España Nacional o España de Franco, se preocupara de hacer frente a esa propaganda del enemigo con una acción similar. Como hubiera sido el caso de divulgar el bombardeo de Cabra por la aviación roja. En tal sentido conviene resaltar que curiosamente, la única gran acción de propaganda de la Zona Nacional, fue originada involuntariamente por sus propios enemigos. Tal es el caso del Alcázar de Toledo. Cuando el Gobierno rojo, tras filmar el asedio, los sucesivos asaltos e incluso la voladura de las minas y la salida de los defensores hechos prisioneros, hicieron saber al mundo entero la rendición del Alcázar… algo que al ser finalmente desmentido por los hechos, redundó en propaganda para la España de Franco y en descrédito para el Frente Popular
Esta indiferencia de la España Nacional para contrarrestar la propaganda de la zona roja, continuada después en el franquismo, tiene su paralelismo en lo que Elvira Roca llama “menosprecio alegre” Que aunque Elvira lo sustenta en la “soberbia española” tiene un origen mucho más profundo: la confianza en la razón que asistía al imperio español y a su justa causa. La creencia de que podría contrarrestarse la propaganda del enemigo con la realidad de los hechos. Unos hechos que si en el caso de la Leyenda Negra demostrarían la razón que asistía a España, por su ingente obra civilizadora e integradora -a diferencia de la depredadora del mundo anglosajón y de otros países europeos como la misma Francia- en el caso de la hostilidad al Régimen de Franco se pensó ser suficiente para contrarrestar la acción propagandística del enemigo la incuestionable verdad del progreso y la justicia social en el seno del Régimen. Este menosprecio por la propaganda del enemigo, lo explica María Elvira Roca diciendo que la propaganda es una forma de gestionar la mentira que el español nunca ha podido aprender. Lo que puede sin duda extrapolarse diciendo que los nacionales a diferencia de los rojos –la derecha a diferencia de la izquierda- no han sabido gestionar la mentira mediante la propaganda. O dicho sea con mayor propiedad: no han podido hacerlo: condicionados por su propia ética. Y también añade la autora una verdad incuestionable; que la actividad propagandística es creadora y destructora de realidades.

Veamos ahora, siguiendo los pasos de María Elvira Roca, como se ha ido transformando lo que en su origen fue propaganda de guerra (mentira gestionada en forma de propaganda por el enemigo) en verdad asumida por el otro contendiente. Que de esta forma pasa a ser doblemente derrotado. La mayor derrota posible, que es asumir las tesis del enemigo. Con un lacerante e inaudito añadido en el caso de la francofobia, por haber sido Franco el vencedor en la contienda. A diferencia por ejemplo de lo sucedido en Alemania tras su derrota en la Segunda Guerra Mundial, cuando la propaganda bélica de los Aliados vencedores -mantenida tras la derrota- hizo sufrir al derrotado pueblo alemán el rigor del ¡Vae Victis!
Expone acertadamente María Elvira que esa propaganda de los enemigos de España, despreciada o ignorada durante dos siglos por el menosprecio alegre, toma carta de naturaleza y comienza a ser asumida por los españoles cuando la nueva dinastía, procedente de de uno de esos seculares enemigos de España -Francia- llega al Trono tras la Guerra de Sucesión.
Por razones obvias de su limitada extensión, no puede este trabajo abarcar el análisis de la obra de María Elvira Roca Barea. Así pues solamente se pueden hacer algunos apuntes y recomendar la lectura de Fracasología si se quiere entender cabalmente la Francofobia y la responsabilidad de quien encabezó en 1975 el cambio de Régimen.
Es cierto que S.M. Juan Carlos I ha dicho alguna vez, en tímida manifestación pública, que él nunca hablaría mal de Franco…. ¿? pero no es menos cierto que tampoco lo ha defendido. Ni como persona, ni como estadista, ni en razón de su ingente obra. Mediante la cual redimió a España de una decadencia multisecular propiciada precisamente por su propia dinastía. Recordemos el refrán: Es de bien nacidos ser agradecidos. Y a contrario sensu… Porque no debemos olvidar que tras el entierro de Franco nunca más ha vuelto a pisar el Valle de los Caídos, ni tan siquiera para asistir a misa un veinte de noviembre.

En una actitud similar el primer Borbón, el Rey Felipe V y sus sucesores, ignoraron a sus antecesores los reyes de la Casa de Austria a pesar de deberle al último de ellos, Carlos II, el haber accedido al Trono de España. Es más, se esforzaron en borrar sus huellas resaltando que tras su llegada, España había salido del “oscurantismo” para integrarse en “las luces” que irradiaba la cultura francesa. ¿No es similar esto a lo sucedido tras la llegada al Trono de S.M. Juan Carlos I que supuestamente trajo la democracia tras haber “redimido” a España de la dictadura?
También Felipe V con los Decretos de Nueva Planta barrió el orden político preexistente, que entre otros supuestos casos de modernización supuso la eliminación de la organización militar española basada en Los Tercios, sustituyéndola por la francesa de los Regimientos. Por más que hasta la batalla de Rocroi en el muy cercano 1643 los tercios españoles habían demostrado la superioridad de las armas españolas sobre las francesas en todos los campos de batalla. De hecho los Decretos de Nueva Planta rompieron el equilibrio político y social creado por los Reyes Católicos, creando con ello unas “tensiones territoriales” que aún siguen vigentes. O mejor dicho, han resucitado tras abolir un Régimen que trató de resucitar a España -cual ave fénix- de sus cenizas, volviendo los ojos a la de los Reyes Católicos (de Isabel y Fernando el espíritu impera, decía una de las canciones del nuevo Régimen) y del que por ello tomó su nuevo escudo en el que se proclamaba la voluntad de que España fuera Una, Grande y Libre.
Este desprecio de la nueva dinastía borbónica, o mejor dicho animadversión, que tan certeramente expone María Elvira Roca, también es resaltado por Marcelo Gullo en su obra Madre Patria, donde llega a consignar (pg. 98) los libros y obras de teatro que de forma inaudita se traducían, publicaban y se representaban en España. Lo cual indica la connivencia de los Monarcas Borbones y la vil subordinación de las élites autóctonas. También pueden encontrarse estas consideraciones en la otra obra citada La Leyenda Negra: Historia del Odio a España de Alberto G. Ibáñez donde por ejemplo (pg. 57) dice: La España de los Habsburgo no fue derrotada por las armas convencionales, lo fue porque perdió la batalla propagandística… no nos vencían en el campo de batalla, por lo que tuvieron que combatirnos en el terreno de la propaganda. Extrapolemos esto a la francofobia. Franco vencedor en la guerra y en la paz, primero como general invicto y luego como innegable estadista, pretende ser derrotado ahora por la propaganda. Lo que ahora ha dado en llamarse el relato. La mentira puesta al servicio de una historia prostituida.
Es cierto que tanto en el cambio dinástico de los Austrias a los Borbones, como en el paso del Régimen de Franco a la Monarquía Parlamentaria actual, no sólo fueron los nuevos monarcas los responsables de la damnatio memoriae. También los fueron las “elites” –pelotas los hubo desde los albores de la humanidad- queriendo granjearse el “real aprecio” a fuerza de halagar los reales oídos de los monarcas, a los que gustaba escuchar el que gracias a ellos España había llegado a la modernidad. En la versión actual a la democracia. Y en esa utilización de las palabras para dirimir la guerra ideológica (en la guerra ideológica la primera batalla que se gana o se pierde es la semántica) si con la llegada de Felipe V las palabras “reforma” y “reformista” se convierten en conjuros mágicos. Luego vendrán “regeneración” y “regeneracionista” (pg. 116 de Fracasología) Sin duda algo muy similar a lo que sucede tras la restauración borbónica de 1975 con las palabras “progreso” y “progresista”
Esto no hubiera sucedido de haberse producido la instauración de una nueva monarquía prevista en el Régimen que fue ilegalmente demolido en la “Transacción” pues la Ley para la Reforma Política aprobada en referéndum por el pueblo español, facultaba para una reforma que excluía un proceso constituyente, lo que significaba ruptura con el anterior Régimen. Y es preciso insistir en que se utiliza el término de Transacción porque la esencia de la transformación política a la muerte de Franco fue la venta de la España Una, Grande y Libre a sus enemigos, sin otra contrapartida que esos enemigos -que también lo eran de España- no cuestionaran la Corona.
Corona instaurada por Franco y por el pueblo español, tras el referéndum del 14 de diciembre de 1966. Pero que ahora se pretende establecer que fue restaurada siguiendo un inexistente derecho dinástico, puesto que el Decreto del Gobierno Provisional de la República de fecha 26 de noviembre de 1931, firmado por Manuel Azaña, declaraba al Rey Alfonso XIII degradado de todas sus dignidades, derechos y títulos que no podrá ostentar legalmente ni dentro ni fuera de España, de los cuales el pueblo español, por boca de sus representantes elegidos para votar las nuevas normas del Estado Español, le declara decaído, sin que pueda reivindicarlos jamás, ni para él ni para sus sucesores. Siendo precisamente el hoy denostado Régimen de Franco, el que había declarado nula y sin efecto la Ley de Cortes Constituyentes de la República mediante una Ley de la Jefatura del Estado firmada por Franco el 15 de diciembre de 1938 (BOE Nº 137 de 20 de diciembre, página 3039. Por ello dinamitar toda la obra de Franco, tanto la material como la legal, además de ser una indigna ingratitud, resulta suicida para la Monarquía. Algo así como serrar las patas del Trono.

Este pecado original del Régimen del 78 es el que ha propiciado que la monarquía se haya sumado, por acción u omisión, a la Francofobia. Lo que además de ser suicida para la Institución, como ya se ha dicho, lo será también para España.
Y una consideración final. En un intento de impedir que mediante un riguroso estudio histórico se desmonte la nueva Leyenda Negra en la que se sustenta la Francofobia, se han promulgado las llamadas “leyes de memoria” (histórica y democrática) cuyo objetivo no es otro que impedir toda investigación que establezca la verdad, desmontando la falacias de la propaganda. Y para ello se establece la persecución legal con medidas punitivas.
Por ello, mientras no sea posible investigar libremente, se impida divulgar las conclusiones de la investigación y se trate de poner fuera de la ley asociaciones como la Fundación Nacional Francisco Franco, expoliándose sus fondos documentales, en este caso -como en otros similares- es preciso declararse negacionista. Porque la mentira, para perpetuarse, necesita leyes que la impongan. La verdad, no.
De igual forma que recientes investigaciones históricas están desmontando la Leyenda Negra, haciendo aflorar la verdad sobre la propaganda, es de esperar que en un futuro no lejano se puedan desmontar las falacias de otras leyendas negras.
Esperemos que estos apuntes sirvan para que alguien se anime a escribir una obra que ya se hace imprescindible: FRANCOFOBIA: HISTORIA DEL ODIO A FRANCO
Haciendo con ello verdad lo que mi madre q.e.p.d. siempre me decía: Para verdades, el tiempo. Para justicia Dios.
Que Dios así lo quiera: Porque es justo y necesario.
Post scriptum:
Un lector me advierte que el 20 de noviembre del año 1976 S.M. Juan Carlos I asistió en Valle de los Caídos a la Santa Misa funeral en el primer aniversario de la muerte de Franco.
No es que tal presencia tenga mucha relevancia, porque “una y no más Santo Tomás” Pero puesto que en el artículo se afirma: no debemos olvidar que tras el entierro de Franco, nunca más ha vuelto (S.M) a pisar el Valle de los Caídos, ni tan siquiera para asistir a misa en un veinte de noviembre. El rigor y la fidelidad a la verdad, obliga a consignar esta precisión.
Pido disculpas por haber hecho una afirmación que no es cierta. Por más que esa única asistencia al funeral al cabo del primer año, haya sido “la excepción que confirma la regla”.

Te felicito ,por tu analisis comparativo de estos dos momentos de nuestra historia.
Desgraciadamente hoy el pueblo español ha perdido su capacidad luchadora y traga con todo
Excelente artículo, la autoría de la leyenda negra contra España, es el mismo enemigo de todas las leyendas negras de todos los pueblos del mundo. Son tantos los reseteos en la humanidad a lo largo de la historia, destruyendo, deformar lo que no pueden destruir, enterrar lo que no se puede tapar, la verdad que tanto odian de nuestro origen. La memoria histórica es una lanza contra el maligno de la mentira, quien controla la memoria del pasado, gobierna el presente. La desorientación espiritual es la clave de todo, sin este hechizo, no podrían mantener su gobierno y sometimiento contra la humanidad y su diversidad que tanto odian. Pero el tiempo también se les termina, no se puede mantener eternamente dormido al espíritu, en los tiempos finales, todo será revelado.
Saludos cordiales
Está más que claro que tanto la Leyenda Negra como la Francofobia es promovida por aquellos personajes que tienen por denominador común el odio acérrimo a DIOS y a España, al mismo tiempo es una constante en estos iluminados del mal destruir todo a su paso, perfectos cínicos dementes productores de ruina, rencor y dolor.
El de Franco fue un régimen autoritario, no totalitario, que el paso del tiempo -poco- reveló providencial y el único posible para situar de nuevo a España como potencia pujante, algo que se ha encargado de destrozar, también en poco tiempo, la chusma política -en especial la roja pero en total connivencia y criminal complicidad y cooperación necesaria con la falsa derecha o «derechita cobarde»- y la monárquica, verdadero cáncer que nos está conduciendo a la ruina total y a la destrucción de nuestra Patria.
Un saludo y mucho ánimo y fuerza.
¡Arriba España!
Buenas tardes.
Gran admiración y respeto siento por el Generalísimo Franco. Muy acertado muchas veces, pero la pidió con J. C. No hubo Instauración sino Restauración – la 2ª- y lo que tenemos se lo hemos de «agradecer». ¡Ale, a disfrutar lo votado en 1976-78!
Escribo desde el teléfono y desde el teléfono me resulta muy dificultoso escribir, así que no hace falta salir corriendo que seré breve.
Me parece un trabajo magnífico como magníficos son los trabajos de este autor que nos malcría como a niños pequeños con ellos.
Ayer se publicaban en estas páginas un sobresaliente trabajo sobre la guerra civil en la Isla de Menorca, y se referían los asesinatos del Sargento rojo que junto a la tropa y marinería rojas habían conseguido hacerse con el control de la isla, asesinar a los Jefes y Oficiales (unas 100 personas), violar, y después fusilar y despeñar por un acantilado cuando todavía estaba con vida, a la esposa del segundo Jefe de la Base Naval de Mahón, y otros no pocos crímenes y desmanes.
El terrible delito de esta mujer, la esposa del segundo Jefe, es que asesinados sus maridos las esposas de los militares muertos solicitaron permiso para salir de la Isla, y cuando las viudas iban a embarcar para Barcelona, a esta mujer le cogieron entre sus pertenencias una hoja de papel con los nombres de las personas que los rojos habian asesinado, básicamente los cerca de 100 oficiales asesinados, los señalados como cristianos de las parroquias y algunos sacerdotes como el joven Juan Huguet al que en presencia de sus padres le descubrieron que llevaba por dentro de la ropa colgado al cuello un Crucifijo y una medallita, creo que de la Virgen del Carmen, y el Sargento rojo que se había hecho con el poder en la isla, se las puso delante de la cara al joven cura, ordenandole que escupiera sobre la Cruz y sobre la Virgen, a lo que él sacerdote se negó, y empezó a rezar un Padrenuestro que interrumpió ante las amenazas del Sargento, puso los brazos en cruz y dijo Viva Cristo Rey, lo que fue contestado por el Sargento rojo con dos tiros que le pegó con su pistola en la cabeza al jove Huguet, que expiró horas después.
Su madre, en el dolor de ver morir a su hijo de esta manera, lo vistió con las ropas de cura con las que dio su primera misa y lo velo toda la noche.
Viene a cuento este relato por dos razones,
– la primera para desenmascarar el significado perversamente falso, intrinsicamente inmoral, descaradamente antijuridico y diabolicamente contrario a la verdad histórica de la llamada «memoria histórica o democrática» (la manía de los rojos de ponerle a las cosas el nombre contrario de lo que verdaderamente son) porque en esta ley falsaria el Sargento rojo que asesinó a 98 oficiales que no habían matado a nadie, que torturó y violó a la esposa de uno de ellos, que era una señora, y a la que ultrajó y después fusiló y todavía con vida la despeñó por un acantilado, y que mató al joven cura Juan Huguet de una forma tan miserable, y a otros muchos después, este hijo de puta es presentado en la versión falsaria de la historia que hace el gobierno y sus cómplices con esta Ley, es presentado como la víctima de la represión franquista y no como lo que realmente fue, que es un canalla, de cuyo lamentable ajusticiamiento (de las circunstancias previas que rodearon al mismo para indignidad del clero y de la justicia nacional, en algunos casos en manos de gente que no estaba a la altura), ya di mi opinión en un comentario ayer en el referido artículo.
Es decir, los asesinos en estas leyes falsarias son presentados como víctimas y las víctimas como verdugos, que es a lo que se reduce la basura de ley, lo que supone un falseamiento de la Verdad histórica que no puede ser aceptable para nadie que sea medianamente honrado con independencia de su particular pensamiento político. Ser comunista o socialista no autoriza a imponer por Ley que América la descubrió Santiago Carrillo en un viaje en barco con la Pasionaria, o el que primero llegó a la Luna fue Felipe González. Y el que se atreva a decir que no, va a la cárcel.
– La segunda cosa es que si en 1936 los asesinos no estaban dispuestos a que saliera de la isla el papel con la lista de nombres de las personas que los rojos habían asesinado hasta ese momento (luego asesinarian muchas más) y para tratar de que no trascendieran esos crímenes consideraron el poseer ese papel un acto de espionaje y acusaron absurdamente de espionaje a la esposa del segundo oficial de la Base, para que la lista no saliera de la isla y quedará tapada y oculta, ESTO MISMO ES LO QUE ESTÁ HACIENDO EL GOBIERNO Y SUS CÓMPLICES con las leyes antidemocraticas de falsificación histórica: tratar de tapar la verdad no sólo arrancando Cruces y placas del tremendo holocausto sufrido pir los españoles sinobtsmbien prohibiendo la verdad, imponiendo una verdad oficial que es falsa, y amenazando con la cárcel y la pérdida de condición de funcionario al que se atreva a defender la Verdad.
La lectura moral y jurídica que todo esto tiene es que estamos en presencia de unos auténticos malhechores.
Sentadas estas bases, todo funcionario del rango y cuerpi que sea, sea General de la Guardia civil, sea del equipo Edite que rastrea las redes sociales, sea Fiscal que ejerce la acción penal fraudulenta, sea funcionario administrativo o judicial que se presta sin oposición a participar en este fraude, cae en indignidad, porque el código ético de los funcionarios (arts. 52, 53 y 54 del Texto Refundido del Estatuto Básico del Empleado Público, y normas concordantes en otro colectivos de funcionarios), es incompatible con la desviación de poder que supone el imponer la iniquidad a través de una Ley que de todas las injusticias es la mayor de todas ellas, como expresa la famosa frase de Montesquieu:
«No existe tiranía peor que la ejercida a la sombra de las leyes y con apariencia de justicia», y frente a esta indignidad ya Franco dio la solución en 1936: los militares que se opusieron al Movimiento Nacional, aunque fuera con el pretexto o la patraña de la «legalidad republicana», cuando la legalidad republicana no existía, las elecciones de febrero de 1936 se habían falseado los resultados, y hacia una semana que el propio gobierno había asesinado al jefe de la oposición parlamentaria D. José Calvo Sotelo, incurrirán ellos mismos en delito de rebelión militar, por defender un régimen indigno y de malhechores cuyo último fin era entregar España a una potencia extranjera como era Stalin, y baticinó Lenin cuando dijo que el siguiente país donde triunfará la dictadura del proletariado sería España, y como reos de tales delitos fueron después juzgados.
El Movimiento nacional no se levantó ni acabó con la democracia que no existía ya entonces sino todo lo cotrario: fue la falta de democracia y de legalidad la que provocó el Alzamiento, y no al revés, como reconoció después de la Guerra el propio Azaña cuando dijo (creo que en «La velada de Benicarló») aquella famosa frase de que «Franco no se alzó contra la República sino contra la CHUSMA que se había apropiado de la República» ( lo que se calló es que él mismo armó a esa chusma y se erigió en su capitán durante toda la guerra).
En cuanto al tema del nivel democrático del régimen de Franco, hay que decir que prácticamente todas las críticas no soportan el más mínimo analisis:
– Así por ejemplo los partidos políticos no estaban prohibidos por falta de democracia, sino justo por el motivo inverso, para impedir que los partidos políticos terminaran con la democracia, tal como estamos viviendo en el momento presente.
Han tenido que pasar 40 años para que los españoles podamos comprobar por nosotros mismos, en nuestras propias carnes y en nuestro bolsillo, el efecto maléfico para la sociedad de la mafia de los partidos políticos, que han terminado siendo una oligarquía que explota al resto de la sociedad y que son un peligro cierto para una convivencia verdaderamente democrática y pacífica.
Franco prohibiendo los partidos políticos nos estaba salvando de esta mafia, y como la gente se dejó engañar, en parte porque los que en aquél régimen tenían la obligación legal de prevenir y alertar del peligro que se venía encima si se abría esa caja de Pandora, formaban parte del complot y lejos de alertar engañaron también ellos a la gente, al final la estupidez de los más prevaleció sobre la sensatez de los menos en 1976 y estamos donde estamos pir culpa de ellos, viendo y sufriendo, a estas alturas, que los partidos políticos son en realidad un nido de ratas.
Por tanto, aspectos aparentemente negativos de la democracia de Franco en realidad eran aspectos de lo más positivo porque estaban establecidos en garantía de la verdadera democracia para salvar y preservar al Pueblo del efecto perversamente disgregador y dañino de los partidos políticos.
Qué caro hemos pagado la estupidez de la mayoría de dejarse engañar.
– Otra acusación que se achacaba y ha resultado ser también falsa y dicha en fraude de ley, es el de la censura y falta de una libertad de prensa.
Podemos mirar a nuestro alrededor la falta de pluralismo y veracidad informariva que hay, con TODOS los medios de comunicación en manos de los enemigos de España. Tanto criticar a Franco para ahora ver que hay menos libertad de prensa que nunca, con todos los medios al servicio del sistema.
No es verdad la crítica que se hacía porque Alexander Solzhenitsyn cuando llegó a España y vio la realidad española no entendía que se acusará a España de falta de libertad de prensa cuando él paseaba por Madrid y veía los kioskos de prensa llenos de periódicos y de prensa extranjera, o de emisoras de radio en español que se podían sintonizar y oir libremente en España, de la BBC o de Francia, para atacar a España, impensable para él que en su país hacer una sola fotocopia, aunque fuera de algo ajeno a la política, estaba penado en la URSS con 20 años en un gulag.
Y en cuanto a la censura, que sufrían más en la época de Franco los que defendían al régimen que los que lo atacaban, nótese el fraude de ley porque los que se rajaban y se rajan las vestiduras por aquella censura, son los que ven como normal cómo plataformas como YouTube, Twitter o Facebook censuran hoy a los que se enfrenta al Poder mundial o hacen una defensa frente la perversión sexual de la infancia. Esta moderna censura se tolera cuando es mucho más restrictiva que la nimia de la época de Franco, que se burlaba sin la menor dificultad. Ahora a la censura se le llama de otra manera, como lenguaje políticamente correcto, y los medios represivos se disfrazan con nombres falsos como «delito de odio» o Fiscalia del odio, version «guay del paraguay», del Sim, la Cheka o de la Stasi de toda la vida.
La libertad de prensa tan cacareada entonces ha resultado ser otra patraña más, hoy hay menos libertad de prensa que nunca.
En 1964, cuando se capturó y juzgó en España
al jefe de policía chekista rojo Julián Grimau, y los periódicos más importantes del mundo mandaron a sus corresponsales para seguir las sesiones de la vista del juicio, y aprovechar para crucificar a Franco y a España en sus editoriales, a medida que iba desarrollándose el proceso y se iban escuchando los testimonios de los testigos y de los supervivientes, la actitud de los periodistas extranjeros fue cambiando de un extremo a otro.
Los testimonios eran tan estremecedores de los crímenes de Julián Grimau y su banda de policías rojos, que algunos periodistas llegaron a confesarle al periodista del diario «Arriba» José Luis Gómez Tello, que si por ellos fuera la crónica que mandaban a sus periódico sería a favor de Franco y contra ese asesino, pero que eran los directores de sus periódicos los que les exigían que no dijeran nada positivo a Franco de ese juicio. Ellos no podían hacer nada ante el temor y las amenazas de ser despedidos de sus periódicos. Algunos periodistas extranjeros fueron retirados por sus periódicos ante el temor de que se hicieran franquistas, dada la crudeza de los testimonios y la diferencia entre la España horrible que le habían vendido en sus países de origen y la realidad de la España que observaban.
Este testimonio sitúa la realidad de la libertad de prensa», en los países «democráticos» o «aliados», en otra de tantas patrañas, como podemos sufrir en España con los medios de comunicación todos a favor del rojerio.
Si España no hubiera sido un país libre de verdad no habrían venido a miles los extranjeros, algunos de ellos militantemente antifranquistas como Ernest Hemingway, a vivir a pierna suelta en España.
En cuanto a la vivienda, son dos conceptos conceptos diferentes:
– en la España nacional, con todos sus defectos, la vivienda era una política pública y una política pública orientada al bien común.
– En el sistema actual el Urbanismo y la vivienda es concebido únicamente como una operación especulativa, cuya razón de ser es el enriquecimiento de unos cuantos, la especulación y la corrupción, y para obtener financiación para los partidos políticos, y un medio de enriquecimiento para los políticos.
La diferencia moral y conceptual entre ambas concepciones, es abismal.
El aspecto social y benéfico de la política de vivienda del Régimen de Franco puede apreciarse cuando en la última crisis economica los padres pudieron sostener a sus hijos casados con hijos que se habían quedado sin trabajo, porque estos padres poseían sus viviendas (las viviendas de Franco) en propiedad, y por tanto teniendo pagadas sus casas podían emplear sus pensiones íntegramente en sostenerse ellos y a sus hijos, algo que no habría podido hacerse si una parte de su renta, de sus pensiones, la hubieran tenido que distraer para pagar alquileres o hipotecas.
Por último, en cuanto al atropello social que supone la falta de viviendas, los precios abusivo/especulativos de las mismas y unos alquileres desorbitados, decir para añadir a lo ya dicho, que a los precios abusivos hay que añadir las exigencias de fianzas de varios meses y cantidades totalmente inasumibles, como 5000 ó 6000 € solo como fianza. La sociedad española ha pasado de despreciar en la Edad media a los hebreos porque en Cuaresma, que los cristianos no comían carne, subían especulativamente el precio del pescado, a que toda la sociedad española ha experimentado un proceso de judsizscion o de descristianizacion, y las acciones especulativas, de las que las inmobiliarias son un claro ejemplo, es ya una actitud que se ha generalizado en el común de la sociedad, que también en este punto se ha corrompido, porque exigirle a un joven que llega a una ciudad a empezar a trabajar, sin haber cobrado todavía su primer sueldo, y exigirle dos o tres mensualidades de alquiler por adelantado y además 5000 ó 6000 € de fianza añadida, retrata la basura de sociedad especulativa en la que vivimos. Es un honor que está sociedad usurero sea antifranquista y atea, lo que nos ofenderia es que dijera que es todo lo contrario
Y una última cosa, la Leyenda negra antiespañola de la que habla la profesora Roca Barea, es obra de los mismos autores de la Leyenda negra antialemana y de la ahora Leyenda negra antifranquista.
La derecha y extrema derecha española ha estado décadas promocionando la Leyenda negra antialemana, que en tiempos de Franco era una vergüenza cómo estaba implantada desde los medios oficiales, en buena parte porque luego en la Transición se demostró que esos medios oficiales en realidad eran enemigos del régimen que no tardaron en cambiarse de chaqueta (buena parte de los políticos traidores Ministros incluidos, habían sido Jefes provinciales del Movimiento, desde Roson, Martin Villa, el Secretario de Estado de Seguridad cuando el 23F Francisco Lainez, y un largo etc hasta el propio Suárez jefe de todos ellos), sin caer en la cuenta los que de buena fe abrazaban esta actitud, que si las barbas de tu vecino ves cortar, pon las tuyas a remojar, porque estaba cantado que de a Alemania luego nos tocaría a nosotros,. Así que de esta Leyenda negra antifranquista tienen una parte de culpa nada desdeñable la estupidez de los que durante décadas aceptaron y aplaudieron la Leyenda Negra antislemans y le hicieron el juego y se lo siguen haciendo a los enemigos de la Civilización Cristiana en este punto . Las puertas del Infierno están empedradas se buena intenciones.
Ya me callo.
Enhorabuena por el artículo.
Gracias al Col. Fdez. Navarro de los Paños, por su tan brillante como oportuno trabajo de clarificación histórica.
A mi hay algo que me sacaría de quicio, sino fuera porque de sobra se ya que estos son los bueyes con los que hay que arar y no hay más tú tía. ¡Cuánto más, si comparo desde una nación como la alemana lo que pasa en la mía! Pero es el caso que tras la lectura del artículo del coronel me vienen a las mientes las palabras de dos militares españoles, dos coroneles también, a los que he escuchado hace poco en la red, opinando, el Col. Baños, sobre geopolítica, ya saben, tan de moda, aunque este lo haga con cierto fundamento; y el otro, el Col. Escribano, hablando sobre la batalla de Teruel (batalla del Alfambra) y sobre la caballería, arma a la que pertenece, pues se refirió a la carga o mejor cabalgada sobre la meseta de Singra de los tres mil jinetes que bajo el mando del general Monasterio constituían entonces la I División de caballería nacional. Se le olvidó al antiguo profesor de la AGM (¿oportunamente?) la acción del teniente Sanlinós, el que con su sección de una treintena de jinetes, empleando la intuición e iniciativa propia de su arma, lanzó la que bien pudiera denominarse, al menos como racional hipótesis de trabajo, la última carga victoriosa de pecho petral lanzada por la caballería en Europa; y victoriosa, (nada que ver por lo tanto con el desastre sistemático, sin una sola acción victoriosa, que constituyera la acción de la caballería polaca frente a la Wehrmacht alemana en 1939), porque Sanlinós, con unas bajas propias cercanas al 70%, consiguió sin embargo su objetivo de paralizar la acción ofensiva de toda una división enemiga, provista de armas automáticas y blindados, sembrando el terror y haciendo huir a la desbandada a su vanguardia, sobre la que infundió el pánico causándoles una auténtica escabechina, tras haberles hecho en el encontronazo ¡solo en muertos! más de un centenar. La tesis bien fundamentada de que bien pudo ser esta acción la última carga de la caballería europea, no se le ocurre por supuesto al «docto» coronel; para él, es de suponer, sería atribuir demasiado honor a un ejército como el de España del que, aunque miembro ¡coronel!, evidentemente reniega.
Pues bien, Baños, el que habla de geoestrategia, en este caso en la página de un comunista (Armesilla) que se define como nacionalista español, -lo llaman los de su camada «rojipardo»-, cita varias veces como ejemplo de estadistas europeos y de forma destacada, entre otros pocos, a De Gaulle, pero igualmente a la Merkel; conocida esta también, entre los alemanes, como la «Ferkel» (=gorrina), apelativo con el que no parecen ir descaminados los que así la denominan, como bien se ha demostrado antes y después de dejar la individua la Cancillería. No se le ocurre al coronel, ahora en la reserva, citar ejemplarmente ni por asomo al general Franco, y eso que lo tiene más cerca, o sea, en casa como quien dice. Cuando Francisco Franco, si de méritos se trata, le pasa por encima a De Gaulle, como cualquier honrado observador avisado sabe, no una sino un millón de veces. Pues el francés a las claras está que es criatura inglesa, nación sin cuya protección no hubiera llegado a nada; sus éxitos en la guerra, al contrario que en el caso del español, son siempre ajenos; y su política, plagada de tan ciertos como oportunamente escamoteados a la opinión pública crímenes y fusilamientos varios, culmina en otro fracaso, pues si bien restauró la república acumulando los tanques en las afueras de París en 1968, en realidad no siguió nada que no fuera el método de «patada a seguir», pues a los sesentayocheros no consiguió sino muy momentáneamente echarlos del poder que ya cercaban, y en todo caso, no antes de que hubieran dejado su asquerosa impronta sobre una sociedad francesa tan degenerada, que, a la vista está, hoy vive literalmente en una Francia donde se propaga abiertamente una auténtica guerra civil -de momento- larvada.
Y es que si el ejemplo del Col. Baños, puede tener que ver con la suerte de corrección política que la partitocracia de ladrones ha impuesto en España, el otro ejemplo, el del Col. Escribano, en activo, que ha sido profesor en la AGM, resulta paradigmático de la actitud que sobre la figura histórica el general Franco impera, me temo, en el actual ejército español. Así, se explaya en sus explicaciones, incluyendo la filmación de la visita sobre el terreno de sus alumnos cadetes, en torno a los acontecimientos bélicos que tuvieron lugar en el Teruel del invierno 1937-1938. Tampoco deja de ser sintomático para lo que aquí nos trae el hecho de que, su charla-entrevista tenga lugar en la página de un supuesto especialista en temas militares («Bellum Artis»), que es en realidad un licenciado en historia, vivo ejemplo de la categoría de atarjea a que han llegado hoy en día las facultades del ramo en España; lo que no le impide al joven, dicho sea de paso, haber superado los ¡30.000! suscriptores que, es de suponer, pasan el rato con sus «historias». En fin, es el caso de que el coronel-profesor cita correctamente al gran Casas de la Vega y en términos generales sitúa con precisión los acontecimientos a los que se refiere, aunque, primera genuflexión antifranquista, insista en que no hubo allí nada que se pareciera a la última acción de la caballería en Europa, porque, da a entender, eso sería de mucha categoría para España y «Uropa» es «Uropa» y gracias que nos acepta y arrejunta, podría haber añadido; cuando el caso es, que de la acción de Sanlinós oportunamente se olvida mientras que Casas de la Vega la destaca. En fin, lo más curioso es que en la hora y pico que dura su conferencia no cita al general Franco ni una sola vez, (si dice muchas veces, por ejemplo, «franquista» o «franquistas», frente a «republicano» o «republicanos»; lo que ya es síntoma, quiéralo él o no, tanto de la orientación como del nivel de sus conocimientos), y solo lo hace al final y trayendo el nombre del general Franco como de pasada, diciendo simplemente «Franco», sin nombre, grado ni tratamiento, y lo hace ¡para tacharlo de incompetente!; y tarugo, le faltó decir, porque al parecer metía la pata y se equivocaba, según su presuntamente docto parecer, ya que no tuvo otra ocurrencia que atravesar el Maestrazgo, en contra, llega a decir, del criterio de otros mandos «franquistas» que, es fácil deducirlo de sus palabras, si sabían lo que estaban haciendo. Curiosamente, el Col. Escribano, por el contrario, cita repetidas veces y con especial unción al comandante Rojo, al que llama general y nombra al completo. Con lo que se hace evidente, que el suyo no es más que otro ejemplo de «historietador» que repite la «tesis» que, desde la universidad de Touluose, enunciara machaconamente aquel infame trolero a sueldo del KGB, conocido como Tuñón de Lara, con el fin de que los de su ralea la repitieran como loros. Esto es: en realidad, los «republicanos», mucho más inteligentes, con unos generales brillantes hasta provocar ceguera, «ganaron la guerra». Y ganaron, no sólo porque lo tuvieran «chupao», dado que tenían los medios como dijo Prieto el ladrón, sino porque eran, en esto hay que insistir según ellos, «más inteligentes». Así pues, los «republicanos», como es natural, «ganaron», esta es la idea madre, una guerra injusta a la que fueron llevados por unos perversos «facistas» que querían acabar con la inocente pureza de aquellos querubes, a los que se rebautiza elegantemente de «republicanos» a ver si cuela, en un intento condenado al fracaso ante quien quiera ver la verdad y se informe, porque ellos mismos se llamaban «rojos» con orgullo y, tal como confirman los que tenían enfrente, jamás tenían en las trincheras que ocupaban o defendían otra cosa que no fueran trapos rojos, nunca tricolores «republicanos». Pues bien, en efecto, sigue el cuento, esos rojos-«republicanos» ganaron la guerra que ya desde un principio, como sabemos, pues eran listos, inocentes y justos etc. etc., tenían ganada…, pero, ¡mecáchis!, a última hora, se les pinchó una rueda, se quedaron sin gasolina, se fue la luz, cayó el diluvio, se quedaron sin cobertura o inadvertidamente sin saldo en el teléfono dirá alguno ahora, etc., etc., imponderables todos achacables a la mala suerte, y por eso perdieron, que si no… Se le olvidó al antiguo profesor de la AGM contar algunos episodios que caracterizaron la actuación entonces de su Rojo y admirado paladín. Sin ir más lejos dejó sin aclarar que, Vicente Rojo, era comandante y que de eso en el ejército español nunca pasó. Tampoco mencionó el detalle, poco importante lo considerará el que ha sido docente militar, de que Rojo se hizo comunista y que, avispado como demostró que era, solicitó el carnet del PCE sin pérdida de tiempo a la vuelta de su visita al Alcázar. Carnet, que oportunamente rompió tras haber cruzado dos pasos al otro lado de la frontera francesa, la misma que a patadas en los huevos pasó en compañía de los ladrones, de los asesinos y de los hijos de puta que fueron sus compadres mientras estuvo en España; un detalle de nada para el antiguo profesor de la AGM, es de suponer, puesto que ni la más mínima referencia hace al mismo. Tampoco recuerda el profesor, ahora coronel, el «pequeño» detalle ocurrido en los tiempos de Teruel, cuando el entonces comunista «general» Rojo, o sea, el comandante Rojo al servicio de los rojos que lo nombraron general como habían nombrado al carpintero Modesto por ejemplo, tuvo la «brillante» ocurrencia de celebrar la conquista de la capital con un acto de entrega de recompensas, anuncio entonces difundido a bombo y platillo en la prensa; la misma prensa que, de paso y como quien no quiere la cosa, anunció igualmente que el «victorioso» general, porque así era de listo y brillante el estratega: ¡abandonaba la plaza! ¿En pos de un merecido descanso? Sea como fuere el caso es que Rojo tomó las de Villadiego, y, como es lógico suponer, tal decisión de quien los había llevado allí, hubo de contribuir enormemente a elevar la moral de los soldados que, bajo su supuesto mando, se quedaban allí tan contentos y a 12 graditos bajo cero de nada. En fin, cosas estas propias de un docente militar actual, dirá alguno, que no han de sorprender en el ejército cipayo del Garrulistán, antes España, porque esto es lo que hay y no se de que nos quejamos.