Fuera de la Iglesia no hay salvación
Esta máxima no significa que el que no sea católico se condenará; sino que, siendo obligatoria para todos la religión católica, el que rehúsa instruirse acerca de ella, o abrazarla una vez conocida, peca gravemente y se hace acreedor de la condena eterna.
En cuanto a los que no conocen la Iglesia, si observan la ley natural gravada en su corazón, si cumplen con los deberes que les dicta la conciencia, Dios, que quiere la salvación de todos los hombres, les dará luces y gracias necesarias para conseguir la salvación. Estos se salvarán por el deseo implícito de pertenecer a la Iglesia, deseo contenido en la caridad o contrición perfecta. Insistiremos más adelante sobre este asunto.
Es una gran desgracia no conocer la Iglesia, porque ese desconocimiento lleva consigo la privación de los medios eficaces que la Iglesia ofrece a sus hijos para que puedan llegar fácilmente al cielo.
Se puede pertenecer a la Iglesia, o en realidad, o por deseo, al menos implícito. Se llama implícito el deseo contenido en la voluntad expresa y general de emplear los medios y observar las leyes establecidas por Dios para conseguir la salvación.
Todo aquel que reconoce a Jesucristo como Dios y a la Iglesia católica como la única divina, y a pesar de todo, permanece fuera de su seno, no puede salvarse, porque se niega a cumplir el gran precepto impuesto por Jesucristo a todos los hombres de que sean miembros de su Iglesia.
¿Pueden salvarse los que no conocen la Iglesia? Pueden salvarse. Una ley desconocida no puede obligar. Los que ignoran el Evangelio, desconocen la Iglesia de Jesucristo, y, por tanto, se hallan involuntariamente fuera de ella, no pueden ser condenados por este simple hecho. Nadie se condena sino por culpa. La buena fe excusa. Dios no imputará a los que están fuera de la Iglesia, sin culpa propia y por ignorancia invencible, un estado del que no son responsables. Estos no están obligados más que a servir a Dios mediante el cumplimiento de los deberes que les impone la conciencia.
Si estos hombres observan fielmente la ley natural grabada en todos los corazones; si están dispuestos a abrazar la verdad que llegue a su conocimiento, es decir, si hacen de su parte todo lo posible, Dios les dará las gracias que necesitan para la salvación. Al que hace de su parte todo los posible, Dios no le niega su gracia. El que quiere la salvación de todos los hombres, para todos dispone y concede gracias suficientes para que puedan alcanzar la justificación y la salvación.
Si Dios no les hace conocer exteriormente, mediante la predicación, las verdades necesarias para salvarse, lo hará interiormente por sí mismo, o por el ministerio de los ángeles. Dios, dice santo Tomás, enviaría un ángel para introducir en la Iglesia a los hombres de buena voluntad, antes de dejarlos que se pierdan.
El papa Pio IX en su encíclica Quanto conficiamur de 10 de agosto de 1863 dice: “Nosotros sabemos que aquellos que viven en la ignorancia invencible de nuestra religión y que siguen fielmente los preceptos de la ley natural impresa en todos los corazones, que, dispuestos a seguir la voluntad de Dios, llevan una vida ordenada y honesta, sabemos que pueden, con el auxilio de la luz y de la gracia divina, obtener la vida eterna, porque Dios, que penetra y ve perfectamente los pensamientos y las disposiciones de todos los espíritus, en su clemencia y en su soberana bondad, no permite que nadie sea castigado con suplicios eternos sin haberse hecho culpable de una falta voluntaria.”
Ave María Purísima.

He encontrado muy esclarecedor este texto, pues si bien todo católico debería tener diáfano este punto, lo cierto es que pocos alcanzan su comprensión…máxime cuando prácticamente todos los sacerdotes lo eluden en sus predicaciones por culpa del indeferentismo religioso.
Sin embargo, me gustaría hacer una pregunta al autor, si esto fuera posible. Dice usted que aquellos que no conocen la Iglesia, pueden salvarse siempre que sigan la ley natural impresa en su interior y tenga la disposición que indique su deseo implícito de pertenecer a ella. Sin embargo, se me antoja que hay dos escenarios muy diferentes en este supuesto: el primero es el que quedaría definido por un individuo que, religioso o ateo, no ha tenido nunca la oportunidad de conocer la fe católica (en cuyo caso, claramente estaríamos en el caso expuesto) y la otra es la de alguien que tiene el acceso y la oportunidad clara de conocer el cristianismo (por ejemplo, un musulmán que convive con cristianos) pero rechaza esta idea por un sentimiento de pertenencia y por tener su fe puesta en esta otra religión, ya sea debido a desconocimiento de su profundidad o por la incapacidad de discernir.
Me gustaría tener su opinión para este segundo caso, una opinión general claro…ya que es de suponer que cada caso es un mundo.
Gracias.
Respetada Reyes, respondo a su pregunta. El hombre religioso o ateo que no ha tenido nunca la oportunidad de conocer la fe católica, tiene la ley natural, gravada en su corazón, imagen de la ley eterna de Dios, y puede seguirla, y como he indicado al inicio del artículo, puede salvarse si sigue los dictados que le indica su conciencia guiada por la ley natural.
El segundo caso que me indica es de aquel no cristiano que tiene la oportunidad de conocer la fe católica, por vivir conde se practica la fe, pero la rechaza ya sea por un descomocimiento de la profundidad de la fe católica o por su incapacidad de discernir entre su fe y la católica. En este caso no nos encontramos en la situación de alguien que reconoce a Jesucristo como Dios y a la Iglesia católica como la única divina, situación que implicaría la no salvación, sino que nos encontramos en la situación de alguien que por incapacidad de discernir la religión verdadera o por incapacidad para profundizar en la fe católica, no la abraza. Aquí estamos igualmente como en la primera situación. Este no cristiano tiene la ley natural para dejarse guiar por ella y poder salvar su alma.
Si este no cristiano reconociera a Jesucristo como Dios y a la Iglesia católica como la única divina, entonces sí tendría culpa de no abrazar la fe católical y por tanto la salvación estaría cerrada para él.
No obstante todo lo dicho , queda el juicio inesrcrutable de Dios que ve el nuestro corazón y sabe nuestra responsabilidad y culpa.
Sorprendida por su rápida respuesta, muchas gracias padre.
Entiendo lo que me comenta, aunque se me plantea una cuestión. Si la «clave», por así decir, radica en el reconocimiento de Jesucristo como Dios, y a la Iglesia católica como única verdadera, entonces me temo que un altísimo porcentaje de los bautizados no practicantes estarían en la misma situación que los miembros de otras religiones, pues o bien ignoran o bien relativizan la divinidad de Cristo y todo lo que de ello deriva.
Respetada Reyes, en el caso que plantea de bautizados no practicantes, estamos ante una situación distinta a las dos anteriores que usted planteó. A los bautizados sí se les imputa la CULPA de su indiferencia religiosa. Naturalmente hablamos de bautizados que saben que lo están y que voluntariamente dan la espalda a la fe; por tanto tal bautizado no tiene excusa de su indifirentismo.
Su «culpa» puede llevarles a la condena si no se arrepienten antes. Qué importante, cuestión de vida o muerte espirirtual, no rechazar los últimos sacramentos en el ocaso de la vida; como situación límite. El sacramento de la unciòn puede salvar a aquel que vivió con indiferenia a la fe
1 ¿Si el conocimiento de Dios y la obligacion de adorarlo son parte de la Ley Natural ¿ como puede un ateo cumplir con ella? 2 ¿ si la obligacion de adorar a Dios es parte de la Ley Natural, como es que un pagano que por definición de la Escritura adora a seres imaginarios o demonios, puede cumplir con ella ?
San Pablo quiso decir que la Ley Natural salva ? ¿ la ley natural tiene sentido poder salvifico por si ? Aparte, ¿ hay rmedio del pecado original en el ateismo, el paganismo, judaismo, islam etc respectivamente distinta del baurismo ? ¿ a quien obliga la Ley universal del Bautismo ? Gracias.