«Hijo de la nación», Jean Marie Le Pen

Jean Marie Le Pen

Este primer volumen, traducido y publicado en español, de las memorias del político Jean Marie le Pen desde su nacimiento hasta 1972, año de la fundación con otros del Frente Nacional, constituye un formidable y excepcional tour por la historia de Francia a lo largo de buena parte del siglo XX. Decimos formidable, al modo en que lo es la volcánica personalidad del patriarca Le Pen: apasionado, vitalista, intuitivo, seductor, amante de la buena vida y de sus placeres más franceses. Excepcional, pues ha sido actor, aunque no en la primera fila de los políticos del sistema, pero sobre todo dolido testigo de la decadencia de una patria que, en buena medida, ya no reconoce, pero que no morirá; al menos por lo que a él respecta.

De entrada, destaquemos que la lectura de este grueso volumen desata una notable complicidad con el autobiografiado, impulsada por una magnífica prosa que facilita el ágil avance de su relato entre recuerdos intimistas, evocaciones líricas y potentes imágenes de un pasado, que asume con todos sus contrastes, logrando representarlo en la mente del lector. De tal modo, los recuerdos que plasma de su Bretaña natal, infancia, familia y entorno próximo, son simplemente deliciosos; tal vez sea en ese ámbito de la memoria donde su calidad como escritor más destaca. Pero, aunque sea un riesgo casi inevitable para cualquier nonagenario, no es, en absoluto, el relato de un nostálgico paralizado por la descomposición de todo un mundo: no en vano, de ahí sacará su fuerza, en cada coyuntura de su trepidante existencia, para dar el necesario paso al frente, acudiendo a la llamada de su patria: ya como representante universitario, como jovencísimo político sumado al primigenio populismo de Pierre Poujade, alistándose por patriota –lo que ya desentonaba por entonces en algunos medios militares- como legionario paracaidista en el ejército, o participando en la medida de sus posibilidades en el conflicto socio-político que desgarró Francia de su hija argelina. No en vano, este itinerario personal es paralelo al de una derecha popular subterránea, que logrará levantar décadas después, y que algunos se empeñan en demonizar como mero populismo circunstancial y siempre sospechoso.

Otra cualidad que sorprenderá al lector es la naturalidad con la que Le Pen relata sus saltos a la arena pública: siempre de la mano de sus amigos de la universidad, de la política que frecuentó ya desde sus inicios como jovencísimo diputado, o de la milicia que tan bien conoció, por dentro, en una de las mayores crisis que sufrió Francia. En este contexto, la figura de De Gaulle se interna más entre las sombras del escenario que entre sus luces. Si el lector tenía alguna duda acerca de su papel histórico, ya no le quedará ninguna: De Gaulle fue un político frío hasta la crueldad, descargada brutalmente entre los afines al Marechal Pétain, mediante la brutal depuración; ya protagonizada por bandas comunistas o desde los incipientes aparatos de una república que se rehacía tras el desastre de la Segunda Guerra Mundial. Abundando en tan controvertida, como gigantesca figura, las decisiones que tomara De Gaulle con su abrupto, traicionero e inesperado abandono de Argelia, generó un sufrimiento humano terrible. Era inevitable salir de allí, y Le Pen así lo admite –no en vano es un realista político- pero no al precio que se pagó; particularmente con la vida de cientos de miles de argelinos, que sirvieron a Francia lealmente, sacrificados en el altar revanchista del FLN. Una sangre mezclada con la de muchísimos franceses europeos; holocausto al que se sumaron incalculables destrucciones de patrimonios y haciendas. Por lo que respecta a su participación en la lucha antisubversiva como legionario del Primer Regimiento Extranjero de Paracaidistas, Le Pen no rehúye su rol; insistiendo en el trato generalmente humano con que el ejército francés trató a guerrilleros y población civil, frente al terrorismo practicado, con los criterios que hoy denominaríamos como de “limpieza étnica”, por el FLN. Entonces, como tantas veces, la obtención de información tuvo que responder, dramática e improvisadamente, a los retos de una “guerra total” desatada por quienes, en un inhumano cálculo coste/beneficio, no admitían nada que no fuera la adhesión incuestionable.

Le Pen

Al contrario que tantísimas autobiografías, no es un volumen pensado para eruditos; tampoco es un texto perlado con claves secretas para futuros exégetas: es, ante todo, una invocación al sentido común, a la memoria, y un agradecimiento por los dones recibidos en la patria; avalados por una no tan generalizada valentía. En consecuencia, no son unas memorias al uso: son las experiencias de un hijo de la nación; no las de un burócrata elitista. Al contrario: la política, o la Historia que otros nos presentan como frutos de tan extrañas como inaprehensibles alquimias ideológicas o intervenciones providenciales, Le Pen las perfila familiares, reconocibles y, sobre todo próximas. De ahí que, por ejemplo, con toda seguridad, algunas anécdotas desatarán las furias feministas, si es que alguna lo lee; pero ahí radica otra de sus virtudes: la franqueza, antes que el artificio y la autojustificación moralista.

En algún lugar hemos leído que este libro de Le Pen únicamente sería de interés para simpatizantes predispuestos, cuando no explícitos fascistas: negamos la mayor. Si alguien quiere entender qué pasa en Francia realmente, más allá de los usuales y afónicos cantos al republicanismo cívico y demás tópicos progres, que se están viniendo abajo a pesar de los remedos macronianos, puede y debe leer Hijo de la nación; un chorro de vida real, enraizada y audaz, frente al engrudo conformista.

Esperemos que, muy pronto, Homo Legens nos regale una nueva iniciativa de este calibre: efectivamente, estamos pensando en su segundo volumen, ya editado en octubre de 2019 en francés por Muller, sugestivamente titulado Tribuno de un pueblo.

LE PEN, Jean Marie: Hijo de la nación, Homo Legens, Madrid, 2020, 652 págs.

Para Razón Española Nº 222


Una respuesta a ««Hijo de la nación», Jean Marie Le Pen»

  1. Con todos sus defectos, como todo el mundo, creo que este señor era y e sun gran PATRIOTA FRANcés, y es una vergüenza el trato dspiadado y miserable que le han dado su hija y su familia…
    ¡Si yo fuera él, les desederaría a todos!
    LE PEN HA HECHO MÁS POR LA LIBERTAD Y POR LA GRANDEZA DE FRANCIA QUE TODOS LOS DEMÁS PARTIDOS JUNTOS.

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