Hipócrita faena de aliño de la «mofletes» y… un grave desliz
Este año la Pascua Militar, tradicional encuentro del Gobierno, las FFAA y el Rey, poseía un atractivo especial: era la primera de este Gobierno legal, pero ilegítimo. Legal, porque emana de una moción de censura legal, valga la redundancia, pero ilegítimo porque no lo hace de las urnas que es lo que tendría que haber hecho democráticamente, o sea, convocar elecciones, un minuto después de haber ganado dicha moción. Pero además de esa ilegitimidad, que embadurna a todos sus miembros, a la «mofletes» también, todos los cuales con una cara antidemocrática que se la pisan nos someten a la dictadura de los que no han sido elegidos por el pueblo, estábamos interesados –expectantes sería mucho decir– por ver cómo se desenvolvía Margarita «mofletes». Pues bien, haciendo alarde de la hipocresía que la caracteriza, pero como no es tonta, aunque tampoco muy lista, optó por salir del atolladero como los toreros mediocres o los asustados, es decir, con una faena de aliño; bien que en un despiste ha cometido un grave desliz.
De su imagen, la pobre, qué les vamos a decir si no tiene remedio, se ponga lo que se ponga y se quite lo que se quite… que esperemos que no sea mucho, que para vacunas contra la lujuria ya hay bastantes. El vestido de caperucita roja, a falta de la caperuza, era, sin duda, el menos apropiado para el evento castrense, pero ella, que no tiene ni idea, que como toda feminista de femenina nasti de plasti, si ha sido capaz de disfrazarse de tortuga ninja en Afganistán por qué no iba a hacerlo de amapola en Madrid. Si además se hizo escoltar –el protocolo lo exige– de Pedro I «el profanador» y «el okupa», y del sodomita Marlaska, hay que reconocer que la cosa tenía poco o ningún arreglo.
Con todo, claro, lo peor no fue lo dicho, pues es cuestión de mal gusto y peor estética, sino su discurso; el del Rey lo obviamos porque este hombre debería ya hace mucho haber despedido a quien se los redacta y él haber procurado afinar más el lápiz a la hora de corregirlos.
Margarita «mofletes» nos ha obsequiado, cual «mala reina maga», con un discurso plomizo, pastoso, espeso, mortecino, inane… vamos de esos que no hacen época; y además lo ha hecho con esa vocecita metálica y chirriante que da grima, que pone el vello y la pelambrera de punta igual que cuando para molestar a Pepita arañábamos la pizarra con las uñas. En él ha dicho lo de siempre que dicen todos aquellos que, como ella, repetimos, al ver el toro, deciden quitárselo cuanto antes de en medio y optan por la faena de aliño sin darse cuenta de que en tal tipo de faena hay mucho, por no decir todo, de engaño y falsedad, porque eso no es torear. Lo que ha dicho que hace o quiere hacer con Defensa es justo lo contrario de lo que viene haciendo.
Después de las generales de la ley en estos casos, es decir, vaselina a los militares, incienso a las FFAA, laudes a su labor fuera de España –de ella cuanto más lejos mejor para ambas partes–, que es lo que interesa desde hace décadas a políticos, por razones obvias, y a los propios militares, por razones crematísticas, y de otros capotazos similares que ni para reseñar valen, la «mofletes» intentó al menos un pase para despistar, no fuera que su faena de aliño se notara demasiado y acabara en bronca, pero, como no tiene ni idea, al darlo cometió un error, sufrió un grave desliz y dijo que las FFAA son «principales garantes del ordenamiento constitucional»; prácticamente todos se perdieron la carita del dictador Pedro I el «profanador» y el «okupa» en tal momento: todo un poema, peor que si le hubieran pegado una patada en las criadillas.
Y es que Margarita «mofletes», queriendo quedar bien y dárselas de valiente, nombró a la bicha. Sí, porque lo que dijo, a fuer de ser verdad, es la piedra angular, el quid de la cuestión de la parte de las misiones que el artículo 8º de la Constitución ordena, ojo, ORDENA, a las FFAA directamente que es, junto con la defensa de la integridad territorial y de la soberanía nacional, la del ordenamiento constitucional. Pero fíjense que dicho artículo está en la parte dogmática de la Constitución, es decir, en su parte principal, en su raíz, antes, mucho antes, de que hable del Gobierno y demás poderes, lo que significa que las FFAA están también por encima de ese Gobierno, el que sea, el actual y cualquier otro, si le diera –como le da– por vulnerar o no defender la Constitución, como es el caso de este y de los anteriores; por eso estamos, en realidad, como estamos, no por los separatistas.
El error, el desliz de la «mofletes» ha sido queriendo quedar bien, quedar mal ante los suyos, no sólo ante los separatistas de cualquier pelaje, porque sin pretenderlo –si no fuera así ya habría dimitido de su cargo para no hacerse cómplice de la traición del Gobierno al que pertenece– ha recordado a los españoles y a las propias FFAA –que dicho sea de paso no quieren reconocer lo que decimos y prefieren ganar dietas por otros lares– que son ellas, y nadie más, quienes en caso de peligrar, como peligran, la soberanía e integridad de la nación, y en caso de vulneración masiva y evidente del ordenamiento constitucional, incluso si lo es por el Gobierno, máxime si es legal pero ilegítimo como el actual, las encargadas de poner los puntos sobre las íes, de restablecer ese ordenamiento, de hacer cumplir la Constitución, de ponerle el cascabel al gato, de coger al toro por los cuernos, en pocas palabras: de intervenir por mandato directo de la Constitución en su defensa y para restablecer su imperio, rscatándola de la sistemática vulneración a la que se la somete… también por el Gobierno.
Sinceramente creemos que a Margarita «mofletes» se le fue la cabecita y queriendo dar un toque de realismo a su hipócrita faena de aliño… cometió un error, sufrió un desliz, pero… como no hay mal que por bien no venga, ya podemos afirmar que la propia ministro de Defensa actual avala la intervención de las FFAA en el caso que nos ocupa ¡Bien! ¡Olé! ¡Por fin!
España se encuentra de nuevo, por desgracia, en una de esas encrucijadas históricas esenciales. Está al borde de que individuos de la calaña de Sánchez, Iglesias, Casado, Rivera, Torra, Urkullo y otros, ahora, como sus antecesores, acaben con ella. Leamos la Constitución, veamos lo que dice su parte dogmática, su raíz, la que sustenta todo lo demás, y recordémoselo a los militares que o no saben leer o no quieren. Son las FFAA per se y sólo ellas las que tienen una misión fundamental, entre otras varias: la defensa del ordenamiento constitucional. Si no la cumplen, como si no cumplen las otras, será traición.
