Hoy hace 48 años ya

Cómo pasa el tiempo, pero aún así, y por tópico que pueda sonar, parece que fue ayer y, sin embargo, hace ya 48 años que falleció el Caudillo.

Muchas fueron las virtudes que adornaron al Generalísimoo, y además en grado sumo: valor, inteligencia, austeridad, moderación, audacia, prudencia, amabilidad, perseverancia, diligencia, laboriosidad y un muy largo etcétera. Pero, en nuestra humilde opinión, fue la LEALTAD la mayor de todas ellas, el origen y el compendio de todas las demás, su principio y su final.

Pero para ser leal hay que serlo a alguien y a algo. Pues bien, Franco fue siempre leal a Dios y a España. Leal desde que tuvo uso de razón, hasta el día de su último aliento. Leal a machamartillo, sin resquicio alguno, sin tibieza, sin dudas, sin ceder nunca ni un ápice al qué dirán.

Por leal a Dios fue intachable católico; en público y en privado. Hombre de fe acendrada y varonil, dando siempre la cara por ella y orgulloso de ello.

Qué decir de aquel jovencísimo y bizarro Capitán de Regulares que, herido en el combate con una bala clavada en el estómago, herida entonces mortal de necesidad, sólo piensa en hacer llamar al sacerdote de la Mehala y, sangrante y doliente, mal colocado en las alforjas de una mula, sujeta por un moro que, eso sí, no entendía el español, se confiesa para morir a bien con Dios.

Qué de aquel General que marcha en secreto a la incierta aventura de un alzamiento cívico-militar de proporciones nunca antes vistas, y que en vez de una arenga militar se despide de los allí presentes exigiendo sólo «Fe, fe y fe».

Qué decir de aquel Caudillo que nada más acabar la contienda inicia de inmediato la construcción de la basílica más importante de cuantas se han construido, iglesia de proporciones ciclópeas, genial en su apabullante originalidad, con el único fin de dar gracias a Dios y a su Santísima Madre por tan milagrosa victoria enterrando en ella con caridad extrema, a imagen y semejanza de la de Dios, a los caídos sin distición de ambos bandos.

Y qué decir de aquel Jefe del Estado que lega un testamento insuperable, una lección magistral de doctrina católica, de patriotismo sin límites, de alabanza a Dios y de caballerosidad; esta última, por desgracia, no correspondida por impresentables villanos de toda condición.

Y, por leal a Dios, fue siempre leal a la Iglesia. Leal hasta lo increíble y, por qué no decirlo, hasta lo inmerecido por ella.

A ella defendió contra viento y marea, la salvó de desaparecer de la faz de España, se volcó en reconstruirla en lo espiritual y en lo material. Basó sus leyes en su doctrina. Le entregó la enseñanza y formación de los españoles. A ella dedicó toda su obra. Aún más, incluso cuando el clero, decaído, renegado, perdido, se convirtió en su peor y más eficaz enemigo y, vil, no desperdiciaba la más mínima ocasión de asestarle cuantas puñaladas pudiera y muchos le decían «Excelencia, que éstos ya no son curas, que nos han abandonado, que nos traicionan, que no merecen lo que por ellos hacemos», él, imperturbable, leal hasta el extremo, hasta lo heroico, ni por un momento cedió.

Y que conste, todos lo sabemos, que le hubiera bastado levantar un dedo para que toda España hubiera arrojado al mar a aquellos clérigos desbarrados e, incluso, repetir, si así lo hubiera ordenado, aquel famoso saco que protagonizó nuestro emperador; lo que dada las circunstancias que vivimos hoy en día es lo que debería haber hecho.

Y por leal a Dios lo fue también a la Patria, a España.

A España, repetimos, a España, es decir, a la única España posible, genuina, real, la España una, grande y libre de verdad. A esa España a la que salvó del infernal comunismo y de la II Guerra Mundial, y que mantuvo en paz verdadera, resultado de implantar una justicia real. A esa España que cogió en las peores circunstancias de toda su historia y a la que dejó en los máximos niveles de todo orden que jamás vio, ni verá.

Su gobierno a todos benefició, en especial a las clases más necesitadas que con él dejaron de serlo para siempre. A esa España a la que supo dotar de una empresa colectiva, haciendo realidad su unidad de destino en lo universal. Fue Franco quien hizo la revolución nacional que España necesitaba desde hacía siglos con un lema imposible de superar: «La fusión de lo social con lo nacional bajo el imperio de lo espiritual».

Fue leal a España logrando lo mejor y mayor para ella que fue la victoria en la paz; más difícil y heróica que la de la guerra.

Por todo ello, en generosa reciprocidad, Nuestro Señor le devolvió ciento por uno y fue hombre tocado por la Divina Providencia, la cual siempre le favoreció descaradamente; aquí radica la clave de su invencibilidad.

Hoy, tras cuarenta y ocho años de ausencia, de desgobierno de la anti-España en la que ya vemos que forman tanto los unos como los otros, ese cáncer que corroe a nuestra Patria, de régimen «democrático», corrupto en sus esencias y por ello corruptor, de retroceso a ese siglo XIX del que el mismo Francisco Franco decía que quisiera borrar de nuestra historia, tenemos el triste privilegio histórico de comprobar cuánta razón tenía el Caudillo, cómo cuando la traición, la cobardía, el egoísmo, la decadencia, la molicie, la corrupción y la degeneración dan rienda suelta a la anti-España, vuelven con ella y por ella a enseñorearse de nuestra Patria sus tres principales males que ya José Antonio identificara con toda claridad y sumo acierto: los separatismos locales, los partidos políticos y la lucha de clases, y España se hunde en el más hondo cenagal hasta quedar irreconocible, tanto que ya no es España.

Por nuestra parte, cada vez que oímos un insulto más contra el Caudillo, un nuevo vilipendio, en realidad otro rebuzno, nos reímos, pues nada pueden éstos contra él, al contrario, quedan en evidencia. Estamos seguros de que Dios da a Franco una corona de gloria más por cada desprecio que su memoria recibe de parte de estos españoles de hoy que renegando de su memoria han dejado de serlo y así nos va.

Por eso, como imitadores que debemos ser de nuestro siempre querido y añorado Generalísimo, rogamos por él una oración, pedimos su imperecedero recuerdo y estamos simpre, como él, dispuestos a darlo todo por Dios y por España.

¡Francisco Franco Bahamonde! ¡Presente!


13 respuestas a «Hoy hace 48 años ya»

  1. Yo nací en septiembre de 1975, no conocí a Francisco Franco, pero ya hice una alusión en El Español Digital tiempo atrás de cuántas veces me he cuestionado yo mismo si estoy en este mundo gracias a Francisco Franco. ¡Naturalmente que sí!
    Como tantos millones de españoles que nacieron en el «baby boom». Porque con Franco había trabajo, prosperidad, futuro, ilusión, una juventud sana y no envenenada como la de hoy en día, una España católica de verdadera fe y donde las familias no eran esclavas de una hipoteca etc. etc. etc.
    ¡¡A sus órdenes mi Caudillo!!
    Le siento como a un padre en la distancia.

    1. Coincidimos absolutamente en todo. Enhorabuena por el artículo, a compartir y difundir a los cuatro vientos, y al comentario de Moisés.
      Francisco Franco Bahamonde, ¡PRESENTE!
      ¡ARRIBA ESPAÑA!

  2. Digan lo que digan algunos de sus «amigos» y demás enemigos declarados, desde que en el año de 1811 se creó la Real Lotería Nacional -al menos-, don Francisco Franco Bahamonde (Caudillo de España por la Gracia de Dios) ha sido el mayor premio gordo que nos ha tocado a los españoles hasta el presente.

    1. Hablando de suerte, el mismo Franco cubrió una quiniela de fútbol que le aportó un premio de unas 900.000 pesetas. Fue en el año 1967 y de aquella, con esa cantidad, se podía hacer alguna que otra “cosilla”, por ejemplo comprarte un 600 (unas 65.000 pts.), un apartamento en la costa y aún te quedaba para recorrerte todos los bares de la zona (las cañas de aquella a 3 pts.). ¿Cómo no vamos a echar de menos a Franco?
      ¡Arriba Franco! ¡Viva CRISTO rey!

  3. nunca creí tener añoranza de aquellos años …..y si…..será que me estoy haciendo a la idea de ser mayor …..

    se sabe «» si de joven no eres comunista es que no tienes corazón «» pero si de mayor no eres conservador es que no tienes cabeza»………….

    por lo recibido D.E.P…..aunque mi padre forzosamente con 18 años perdió un ojo en una guerra que no quería ……..eso si ……le recompensaron el arruinarle la vida con una mísera paguita y algún que otro privilegio como cederle el asiento SI o SI en el autobús …..LO QUE POR EDUCACIÓN NUNCA EXIGIÓ …….algo es algo …..

  4. Hace 48 años los españoles tuvimos la gran suerte de ser testigos de como Francisco Franco Bahamonde, un traidor cobarde, metido a dictadorzuelo de medio pelo, pasaba a formar parte (ahora si!!) de la negra historia de España.
    La España democrática no le debe nada a este esperpento y acomplejado golpista.
    Un saludo.

    1. Además, como siempre en estos casos, hace usted afirmaciones categóricas sin argumentarlas… porque no puede, claro; menos aún cuando el cerebro lo tiene arrasado por la propaganda marxista de siempre, quedando en evidencia su nostalgia de las chekas, el tiro en la nunca, los tribunales «populares» formados por borrachos y su satisfacción por la corrupta pseudodemocracia bananera también socialista que nos ha llevado a un golpe de Estado institucional sociata, claro, para imponer una dictadura socialista también, pues no entienden de otra cosas, esta sí de verdad como ya es, todo lo cual forma parte de su degenerado ADN, dictadura sociata que terminará, seguro, en toneladas de miseria, y puede que en ríos de sangre, dos características de tal tipo de «libertad» y «democracia» por usted defendida.
      En fin, chaval, que con el primer biberón le dieron a usted un tripi y todavía le duran los efectos, ja, ja, ja, ja

    2. Es lo que tiene ir a escuelas sociatas que ni saben sumar ni saben dividir (por eso lo quieren todo para ellos). Como auténticos bárbaros destrozan todo a su paso y son incapaces de distinguir a una persona de un animal. Tal grado de locura convierten a estos personajes en instrumentos idóneos por cualquier demente en el poder, para aplicar el odio y amargura que desprenden por donde pasan.

  5. Eres un sinvergüenza JoséT. Te has autoretratado: esperpento, acomplejado, inutil de la vida y sobre todo eso, un sinverguenza de tomo y lomo. Anda y vete al infierno, megustalafruta!

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