Hoy más que nunca…
Hoy más que nunca tenemos que honrar la figura de nuestro glorioso Caudillo
Hoy es un día muy triste para España porque se consuma la rastrera traición a uno de sus grandes héroes. Solo el odio diabólico del alma innoble se atreve a alterar el descanso de los muertos. Desde las tinieblas del odio salen a la luz las consecuencias del gran fraude de la transición y del nefasto régimen del 78, que ha sido una gran traición a Dios primero, con perversas leyes contra sus divinos mandatos y a la patria, permitiendo que los derrotados organicen su venganza.
Hoy podemos ver de manera meridiana el gran amaño de la democracia liberal, el craso error de regalar el poder a los vencidos, de legalizar a los rencorosos, de rearmar a los enemigos de Dios y de la patria. Y de esos barros de perfidia, estos lodos repugnantes. Ya nos advirtió D. Blas Piñar de los peligros de esta demoniocracia y de esta Constitución sin Dios. Firmas más cualificadas harán en esta valiente página análisis más profundos de lo que supone esta traición, pero hoy necesitaba desahogarme en el teclado ante la vergonzosa decisión del Supremo y la alegría de los hijos de Satanás, que chapotean alegres en las putrefactas cloacas de la memocracia, un hábitat donde las ratas rojas y los cómplices liberales viven muy a gusto.
El que reabrió todo fue el patético Zetaparo, ese ridículo Míster Bean, cuya patria es el viento, el que salió presidente tras el abominable atentado del 11 M. Él, ante su incompetencia como gobernante y su récord de parados, decidió reabrir las heridas ya cerradas de la Guerra Civil y vengarse de los vencedores, promulgando una de las leyes más sectarias de los tiempos modernos: la inicua ley de Memoria Histórica, cuyo guión siguió sumiso el narcisista y fraudulento Sánchez.
Un caramelo muy apetecible para los perdedores cobardes, resentidos y vengativos. Una ley inicua que el PP no se atrevió a derogar con mayoría absoluta, pues gran parte de sus miembros son los primeros que reniegan de Franco. El que no reniega, no se atreve a defenderlo abiertamente, sino se limita a tirar balones fuera diciendo los tópicos de respetar a los muertos, mirar hacia el futuro etc…
Hoy casi nadie se atreve a defender a Franco, exceptuando la familia, la FNFF y muy pocas asociaciones y medios, entre los que se encuentra El Correo de Madrid.
Hoy la iniquidad se adueñó del Tribunal Supremo, el cuál, para vergüenza de España, ha permitido la profanación de la tumba del que tanto bien hizo por la patria. Ellos son especialistas en profanar cadáveres, en violar monjas, en asesinar curas. La diferencia es que ya no hay quien los juzgue, pues esta profanación está avalada por el mismo Supremo. Veamos lo que dice el Tribunal Constitucional, aunque humanamente no tenemos ningún motivo para confiar.
Todavía no está todo dicho, pues la familia por honor va a luchar hasta al final y va a seguir recurriendo hasta las últimas consecuencias, a Estrasburgo y donde haga falta. Y queda todavía pendiente el permiso de la licitación de obras, que un valiente juez ha frenado. Ya está en marcha la aplicación de una ley inicua que atenta contra la voluntad de la familia, del Prior, contra los derechos más fundamentales y contra muchos españoles, que seguimos amando y honrando a nuestro héroe nacional.
Los perdedores de la guerra, los resentidos de siempre, han consumado su venganza contra un muerto, porque en vida ni se canteaban. Franco murió en su cama, cuando Dios quiso, porque nadie se atrevió a hacerle sombra de frente, como los hombres, simplemente iban consumando su traición en la sombra como los rastreros y cobardes.
Da asco ver como lo celebra en las televisiones toda la repugnante progresía, todos los apesebrados del establisment democrático, incluidos los conservadores que reniegan de Franco. Tienen la desfachatez de decir que hoy somos un mejor país. ¿Mejor país de qué? De traidores y de gentuza inmunda.
Hoy más que nunca tenemos que defender y honrar la figura de nuestro glorioso Caudillo, con la cabeza bien alta. El general Franco fue el héroe de la Cruzada Nacional que nos libró de la barbarie comunista, un padre para todos los españoles de bien, que nos regaló 40 años de paz y bien.
Esperemos que desde el Cielo nos ayude a seguir luchando por Dios y por España. Vienen tiempos recios. Me despido con el testamento del Caudillo, para que lo mediten y hagan vida. Hoy más que nunca: ¡Viva Franco!» y «¡Arriba España!
«Españoles: Al llegar para mí la hora de rendir la vida ante el Altísimo y comparecer ante su inapelable juicio pido a Dios que me acoja benigno a su presencia, pues quise vivir y morir como católico. En el nombre de Cristo me honro, y ha sido mi voluntad constante ser hijo fiel de la Iglesia, en cuyo seno voy a morir. Pido perdón a todos, como de todo corazón perdono a cuantos se declararon mis enemigos, sin que yo los tuviera como tales. Creo y deseo no haber tenido otros que aquellos que lo fueron de España, a la que amo hasta el último momento y a la que prometí servir hasta el último aliento de mi vida, que ya sé próximo.
Quiero agradecer a cuantos han colaborado con entusiasmo, entrega y abnegación, en la gran empresa de hacer una España unida, grande y libre. Por el amor que siento por nuestra patria os pido que perseveréis en la unidad y en la paz y que rodeéis al futuro Rey de España, don Juan Carlos de Borbón, del mismo afecto y lealtad que a mí me habéis brindado y le prestéis, en todo momento, el mismo apoyo de colaboración que de vosotros he tenido. No olvidéis que los enemigos de España y de la civilización cristiana están alerta. Velad también vosotros y para ello deponed frente a los supremos intereses de la patria y del pueblo español toda mira personal. No cejéis en alcanzar la justicia social y la cultura para todos los hombres de España y haced de ello vuestro primordial objetivo. Mantened la unidad de las tierras de España, exaltando la rica multiplicidad de sus regiones como fuente de la fortaleza de la unidad de la patria.
Quisiera, en mi último momento, unir los nombres de Dios y de España y abrazaros a todos para gritar juntos, por última vez, en los umbrales de mi muerte.
«¡Arriba España! ¡Viva España!».»
Para El Correo de Madrid

¡Viva Franco! ¡Arriba España!
Cabo 1ro de Infantería del Bon. del Ministerio del Ejército, empleo firmado por el Caudillo en 1972.
No quiero ser agorero, pero la situación española actual se va pareciendo cada vez más -políticamente hablando- a la masónica y desastrosa II República; antes de que el criminal ensayo de revolución «a la soviética», conocido como Frente Popular, la fagocitara completamente.