Incongruencia y política española, ¿son sinónimos?
Tras las elecciones generales del 28A quedó claro que quién había ganado era Pedro Sánchez y que iba a ser presidente de Gobierno, sí o sí. Ya lo fue con 84 diputados y nadie, en su sano juicio, piensa que no conseguirá serlo ahora que tiene 123. Desde el punto de vista del interés nacional general, cabe suponer que los partidos de la derecha, Vox, PP y Cs, consideran que un elemento clave para España es frenar, de forma contundente e inmediata, la deriva independentista. Cabe suponer también que esto sea de interés de al menos una parte importante de los votantes del PSOE. ¿Por qué? Porque una de las claves de la esencia de España es su unidad territorial, artículo 2 de la Constitución. Si España se fragmenta se acabó España. A partir de entonces puede ocurrir cualquier cosa.
Por todo ello, parecería obvio que, en materia de política nacional, los partidos de centroderecha faciliten la investidura de Sánchez, a cambio de garantías de que no va a negociar ni hacer concesiones al independentismo y que, desde luego, no va a indultar a los posibles condenados, tras el juicio del “procés”. De esta forma, España se evitaría el chantaje nacionalista, que ha venido lastrando el desarrollo de nuestra democracia, desde la aprobación de la Constitución en 1978.
En efecto, desde un principio, en aras de una teórica “paz social constitucional”, se fueron delegando, excesivamente, competencias del Estado a las Autonomías nacionalistas, así como fondos para atenderlas. En 1993 la situación empeoró, cuando Felipe González necesitó y tuvo que pagar, el apoyo de los nacionalistas para poder ser investido en la primera votación. Mucho más alto aún fue el precio que pagó Jose Mª Aznar en 1996 para ser investido, en primera votación, con el apoyo de los nacionalistas. Los posteriores gobiernos de Aznar, Zapatero y Rajoy siguieron pagando, incluso cuando tuvieron mayoría absoluta, para congraciarse con los nacionalistas. No funcionó. Fue in crescendo. En noviembre de 2014, la consulta ilegal promovida por Mas y, en octubre de 2017, la declaración unilateral de independencia, han puesto en evidencia que los nacionalistas han tomado un camino de no retorno, que incluye la violación de la ley y del vigente Estado de derecho y que lleva directo a la confrontación a corto plazo.
Hay que tener en cuenta que investir a Sánchez, sólo consiste en facilitarle la Presidencia que anhela. Después, en su acción de gobierno, dado que sólo cuenta con 123 diputados, tendrá que ir buscando apoyos para los Presupuestos Generales y las leyes que pretenda aprobar. Pero eso serán discusiones puntuales que deberá plantear más tarde. De entrada, España habría quedado fuera del habitual chantaje nacionalista. Esto parece de puro sentido común y la mayoría del pueblo español lo entiende, sin ninguna complicación.
Por otra parte, en el ámbito local y territorial, tras el 26M, los resultados llevaban a una conclusión bastante clara. Los Ayuntamientos y Comunidades en los que había mayoría de Vox, PP y Cs, serían gobernados por el centro derecha, mediante acuerdos lógicos, sensatos, entre partidos democráticos. Los restantes ayuntamientos y comunidades, con carácter general, serian gobernados por la izquierda. Pues bien, eso que parecía el desenlace natural tras las elecciones de mayo, está ahora, a mediados de junio, en una situación terriblemente confusa. Dado el veto, el cordón sanitario, la pataleta infantil, que Cs pone a Vox, la mayoría absoluta de centro derecha está en el aire, ya que necesitan el voto de Vox. Parece, tomando como ejemplo a Madrid, que a Cs le da lo mismo estar en el Ayuntamiento con Carmena o con Almeida. Otro tanto en la Comunidad de Madrid en la que tampoco parece importarle a Cs que gobierne Gabilondo o Ayuso. ¿Dónde está Cs? ¿Cuáles son las políticas que propugna a nivel local y territorial? ¿Están más próximas a las del PSOE/Podemos o a las del PP/Vox?
Cualquier partido moderado, y con sentido común, sabe que cuando se necesitan los apoyos de otros partidos para gobernar, algo tienes que ceder. Ciudadanos le echa un órdago a Vox. Lo tomas o lo dejas. Pretende que Vox entregue sus votos al tándem PP-Cs, sin ninguna contrapartida de negociar el programa de gobierno municipal o autonómico ni, mucho menos aún, de cogobernar. El PP lo mira con preocupación, pero al mismo tiempo sabe que el tema, en gran parte, escapa de sus manos. Está a la espera de Cs flexibilice o no su posición ante Vox. O que Vox afloje o no afloje. Dentro de tres días, el 15 de junio, se constituye el Ayuntamiento de Madrid. La alternativa es que siga Carmena o que gobierne el tripartito Vox, PP y Cs (30 concejales), si llegan a un acuerdo. Cabe también que Cs negocie con el PSOE y con Carmena (11+8+19) a cambio de que Villacís sea la Alcaldesa. Pero esta última posibilidad desplazaría a Cs de su pretendía centralidad, además de dejarlo en manos de sus compañeros de coalición (PSOE y Más Madrid). Vox se va a encontrar, si le siguen marginando como hasta el presente, ante una situación muy comprometida. Puede apoyar al PP y aceptar quedarse fuera del gobierno municipal, o abstenerse y que, de momento, siga gobernando Carmena, pero hay muchos intereses económicos inmediatos en juego. Sin embargo, siempre quedaría Vox disponible, para apoyar junto con PP y Cs, cualquier futura moción de censura y derribar a Carmena en cualquier momento.
En cuanto a la Comunidad de Madrid, Cs sigue relegando a Vox a la marginación, en el futuro gobierno de la Comunidad. No se le daría ninguna Consejería, aunque en proporcionalidad le corresponderían el 17% de las mismas, ni se le tendría en cuenta para elaborar el programa de gobierno. Vox seguiría siendo un apestado al que marginar, al que en todo caso se le compensaría con migajas políticas. Ante el órdago que le sigue echando Cs, y que contempla el PP, Vox tiene que ser congruente. Se le ha votado para ser un partido con visión nacional, no para ser un mero partido testimonial. Eso lo va a poder seguir siendo con sus cuatro concejales, gobierne quien gobierne. Por otra parte, si no cede y eso da lugar a que se convoquen nuevas elecciones en Madrid, podríamos ver a quien castigan o premian los ciudadanos, si a Cs o a Vox. Eso contribuiría a clarificar el escenario político. En manos de Cs está el evitar nuevas elecciones formando gobierno con PSOE, total 63 diputados, pero le faltan 4 para la mayoría absoluta por lo que, al igual que en el Ayuntamiento, se vería obligado a aceptar un pacto en el que se incluya a Mas Madrid o a IU ¿Estaría Cs, también en la Comunidad, en aceptar desplazarse tanto hacia la izquierda? ¿Qué hará su electorado en futuras elecciones?
A todas estas esperpénticas situaciones, tanto en el plano nacional como en el local y el territorial, se está llegando por no aplicar el sentido común. Las elecciones del 28A y del 26M fueron bastante claras en posibilidades. Pretender hacer de la política una partida de póker o de mus, indica que España va por mal camino. El inmediato futuro nos dirá si incongruencia y política son sinónimos en España.
