Indefinición = confusión

De nuevo la Iglesia española se muestra indefinida e indecisa ante las próximas y múltiples elecciones que se nos avecinan y que a nadie se le oculta ya que, debido al desvarío de las últimas décadas, van a ser trascendentales.
En la inauguración de la 113º Asamblea Plenaria de la CEE, su presidente, el ínclito, escurridizo, aceitoso, resbaladizo y avieso Mons. Blázquez, ha incluido en su discurso, verdaderamente plomizo y pastoso, un punto, el 4º, que titula «Ante las próximas elecciones», cuyo texto íntegro insertamos al final de este artículo.
Si lo leen, puede que saquen una impresión incluso positiva. Pero si lo analizan en detalle observarán que, de nuevo, y como desde hace cuatro décadas, la CEE no se define, no se moja, no salta al ruedo, no da la cara y… se esconde. Como siempre, como en tantas ocasiones, como cuando UCD trajo el divorcio, el PSOE el aborto, el PP lo consolidó, Rodríguez Zapatero la repugnante Memoria Histórica y la infecta Educación para la Ciudadanía, Rajoy las dejó, como cuando se intenta profanar la tumba de Franco o, por no seguir mucho más, como cuando se nos anuncia la eutanasia industrial o se nos quiere hacer sucumbir en un maremoto de inmigrantes de todo tipo y condición.
De nuevo, pero esta vez aún peor, la jerarquía eclesiástica española opta por la indefinición, lo que equivale a sembrar confusión, desnorte, dispersión. Después se quejarán… bueno, no mucho, que para eso está el propio Blázquez, hábil en ponerse de perfil incluso ante los crímenes de ETA o la persecución anticatólica que arrecia, para seguir logrando el fin por excelencia que parece no ser otro que mantener el status quo de los obispos, de los clérigos aburguesados, el de los desaforados separatistas y la exención del IBI, que la «pela» sigue siendo la «pela», aunque ahora se llame euro.
Vive España momentos cruciales en los que mucho se está decidiendo, en lo que muchísimo está en juego, y la jerarquía eclesiástica mira al tendido y sigue cantando aquello de «pío, pío, que yo no he sido»; eso por no decir su colaboración sempiterna con el sistema a pesar de todo lo que ya ha evidenciado, más la decadencia doctrinal del clero en general y la cobardía manifiesta de la jerarquía para mostrarse combativos de verdad contra los males de nuestra sociedad que son, principalmente, la pérdida mayotitaria de la fe y el haber dado la espalda a Dios, el relajo del clero, lafalta de autoridad de los obispos, el dejar hacer sin corregir y un largo etcétera de lo que Blázquez pasa y en lo cual, digo yo, tendrán mucha responsabilidad ellos, o sea, lo obispos. Por cierto, fue San Juan Crisóstomo, nada más y nada menos, quien dijo que «Pocos Obispos se salvan y muchos sacerdotes se condenan».
4.- Ante las próximas elecciones
En poco tiempo, varias veces, somos los ciudadanos convocados a las urnas; son acontecimientos relevantes de la sociedad democrática y un ejercicio que reclama la corresponsabilidad de los ciudadanos.
Permítanme que exprese, en esta oportunidad, algunos deseos que estoy convencido de que conectan con los de muchas personas. La dedicación a la política es un servicio necesario y digno al bien común. Esperamos que los que trabajan de esta forma por la sociedad respondan lealmente a la encomienda que los ciudadanos les confían. La honradez los acredita y ennoblece; la corrupción, en cambio, los degrada y envilece. Necesitamos la ejemplaridad de quienes presiden las instituciones para fortalecer la moralidad en la sociedad.
Recuerdo algunas causas que requieren por parte de votantes y elegidos una consideración particular: la defensa de la vida humana desde el amanecer hasta el ocaso, desde la concepción hasta el fin natural, ya que en todo su recorrido y en todas las circunstancias está en juego la dignidad de personas; el cuidado y promoción de la familia, que es auténtico pilar de la sociedad, decisiva para la educación de los hijos, apoyo en la enfermedad, ayuda en las crisis individuales y sociales, equilibrio de las personas y estabilidad de la sociedad. El trabajo, subrayo ahora especialmente el de los jóvenes, es necesario para realizarse personalmente, ganarse el pan de cada día, ser reconocido en su dignidad personal y para constituir una familia. Reclamemos respeto a los derechos humanos, y nos exijamos la correspondiente obligación, sin discriminación «alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social» (Constitución española, art. 14). El camino es la justicia y la paz, la libertad y la concordia. Los derechos y los correspondientes deberes constituyen una unidad armoniosa dentro de la cual ninguno debe separarse de los demás.
Deseamos que en estos acontecimientos, tan importantes y decisivos para la vida en sociedad, brillen tanto la claridad en las propuestas como el respeto en las formas de comunicación. Los insultos no son argumentos; más bien, la descalificación de las personas es indicio de razones débiles. Los ciudadanos tienen derecho y obligación de conocer y sopesar los programas electorales. La manipulación de la verdad y la desinformación intencionada son particularmente dañinas en periodos electorales, ya que las consecuencias pueden ser graves y de largo alcance.
La papeleta que depositamos en la urna contiene nuestras legítimas expectativas y expresa nuestra responsabilidad.

Forma parte de los pactos traidores de la transición y de la propia traición conciliar. Y seguirá siendo así mientras la iglesia conciliar siga siendo la iglesia conciliar. De todas formas es la práctica habitual de la Iglesia, no inmiscuirse. En la guerra civil la Iglesia solo se decantó cuando quedó patente que se trataba de una revolución que trataba de exterminar a la Religión en España. Y en principio está bien no decantarse claramente por unas siglas ni inmiscuirse en un sistema liberal como lo es la democracia. Lo que tiene que hacer la Iglesia, pero no lo hará mientras sea conciliar, es predicar la doctrina de Cristo y denunciar los errores. Ese es el problema, que no lo hace. Si lo hiciera los cristianos lo serían de pelo en pecho y en un sistema liberal tendrían referencias mas claras para votar. Por eso la iglesia conciliar se pone de perfil, porque forma parte de la traición conciliar y de la transición.
Estimado seguidor: efectivamente. Predicar el Evangelio es el mandato; si lo hicieran otro gallo cantaría; claro que entonces no vivirían la vida muelle que llevan. Como ha dicho el cardenal Sarah: «La Iglesia no está para escuchar, sino para enseñar». Otra cosa es la elección de cada uno, de la cual, por supuesto, deberá dar cuenta en día. Saludos cordiales
Monseñor… ¿y del aborto, qué? ¿y de la eutanasia, qué?
Monseñor… ¿y de la ideología de género en las escuelas, qué?
Monseñor… ¿y del homosexualismo como imposición totalitaria, qué?
No ha dicho lo que tenía que decir, en mi modesta opinión y con todo el respeto… y es que los católicos no podemos votar a partidos que contengan estas cosas en su programa electoral. Y desgraciadamente son prácticamente todos (salvo Vox y AES-Adñ). Mi sentido común me dice que un católico que vote al PSOE, a CIUDADANOS ó a PODEMOS no debería comulgar (por hacerse cómplice de todas esas políticas anticristianas y anti-humanas), lo que pasa es que los fieles no lo saben porque la Jerarquía evita decirlo. Tampoco el voto al PP es lícito, tan abortista como el resto.
Es horrible, pero creo que es así. Es posible que se me escape algún motivo que no sea la tibieza y la cobardía, puedo estar equivocado y que los Obispos estén actuando acertadamente, pero realmente no comprendo esa actitud. A los católicos no se nos respeta porque seguimos votando lo mismo a pesar de todas las ideas ANTICRISTIANAS (que no laicas, ni neutras) que defienden TODOS los partidos del arco parlamentario.
No comprendo cómo se puede votar a la izquierda (incluyo a ciudadanos) y luego ese mismo domingo ir a comulgar. El voto al PP se disfraza de mal menor y voto útil, pero una mínima reflexión demuestra que son tan abortistas, feministas y homosexualistas como el que más. La única explicación es que si mi Obispo es amigo de Zerolo y más bien de izquierdas ó bien que es conservador, vota al PP y financia a la «Trece» que es pro-PP, entonces por qué no voy a votar a esos partidos, cuando además la Iglesia nunca deslegitima el que les votemos… y así se ha conseguido que el voto católico sencillamente no exista, pero lo más grave es el pecado mortal que implica para unos ser tibios y para todos votar a opciones enemigas de Cristo y de la vida humana.
Dios mío, ¡qué tristeza!
Estimado seguidor: ¡Magnífico! No hay palabras. ¡Magnífico! Saludos cordiales