El informe LIBE: la UE y Soros contra Hungría
El Parlamento Europeo ha comenzado, por primera vez, los trámites para retirar el derecho a voto a uno de sus miembros: Hungría. La pugna entre la dignidad y soberanía húngara y la indignidad y totalitarismo de la UE no cesa. Pero la cuestión es mucho más compleja e inquietante, pues la larga mano de George Soros se atisba por detrás. El caso nos afecta a todos, porque si Hungría es vencida, los demás no tendremos nada que hacer.
El Parlamento Europeo ha aprobado por 448 votos a favor y 197 en contra el denominado Informe LIBE Sargentini (descargar AQUÍ) –así denominado por el apellido de la ponente–, sobre el «Estado de derecho en Hungría»; siendo la primera vez que dicho Parlamento insta al Consejo de la UE a actuar contra un Estado miembro por una supuesta y sistémica vulneración y amenaza contra los valores fundacionales consagrados en el Artículo 2 del Tratado y reflejados en la Carta de Derechos Fundamentales de la UE que incluyen el respeto a la democracia, igualdad, Estado de derecho y derechos humanos.

Como siempre, los peperos españoles se abstuvieron. Sí, también ahora con Casado, no se olvide –cambiar todo para que todo siga igual–, siempre con esa cobarde y cínica actitud a la que tan acostumbrados nos tienen, aduciendo que «No queríamos apoyar a Orban, pero tampoco que el Parlamento, el más político de los órganos, se convierta en un tribunal de justicia de los Estados Miembros»; al menos esta vez tres de ellos, Carlos Iturgaiz, Pilar Ayuso y Gabriel Mato, se armaron de valor y rompiendo la dictatorial disciplina de voto haciéndolo en contra del informe, o sea, a favor de Hungría.
Las conclusiones del informe son que al Parlamento Europeo considera la existencia de un riesgo claro de violación grave de los valores fundacionales de la UE –ahí es nada–, por lo que con la aprobación de este informe da el primer paso para intentar retirar a Hungría su capacidad y derecho de voto.
Los próximos pasos a dar son la remisión a los Estados miembros de la propuesta aprobada. Estos podrán, por mayoría de cuatro quintos de sus miembros, constatar la existencia en Hungría de un riesgo claro de violación grave de los valores comunitarios o no. Antes, las autoridades húngaras podrán explicarse ante el Consejo. El Consejo podrá dirigir recomendaciones a Hungría para atajar la amenaza de vulneración de los valores fundacionales. En una fase posterior, el Consejo Europeo puede dictaminar, por unanimidad y previa aprobación del Parlamento, la existencia en Hungría de una violación grave y persistente del Estado de derecho, la democracia y los derechos fundamentales. Esto podría acabar en sanciones, entre otras la suspensión del derecho de voto en el Consejo.

Si tenemos en cuenta el complejo trámite legislativo descrito no es fácil que la sangre llegue al río, aunque sí la imposición de sanciones económicas, que es el sempiterno modo de presión, más bien de chantaje, que utiliza la UE para imponer su «orden» a quien, como Hungría, quiere pertenecer a tal «club», pero manteniendo sus lógicas cotas de soberanía nacional, sobre todo para que en asuntos internos pueda legislar y conducirse de acuerdo a su historia, idiosincrasia y problemática, que por pura lógica son distintas a las del resto de miembros, como la de cada uno de éstos a la de los otros. Claro que eso es algo que ya sabemos que la UE no permite, porque por algo forma parte esencial de ese Orden Mundial que se nos viene cayendo encima desde hace décadas.
En tal empeño, al menos, Hungría no está sola, porque son cada vez más las voces en los diversos miembros de la UE que le apoyan. Matteo Salvini, viceprimer ministro italiano, es uno de sus principales apoyos. Su partido, La Lega, ya anunció que no apoyaría el voto contra Hungría. Marine Le Pen, que logró hacer que media Europa contuviera la respiración en la segunda vuelta de las elecciones francesas, también es de la misma opinión, así como el holandés Geert Wilders o los alemanes de la AFD. Todos ellos mantienen contactos regularmente y aspiran a dar un golpe de efecto en las elecciones europeas que se celebrarán en Mayo de 2019.
¿Pero quién es la redactora del informe y qué dice en concreto acusando a Viktor Orban de autoritarismo, de antidemocrático?
Judith Sargentini es la típica maruja estilo Inmaculada (Ada) Colau, sólo que sabe inglés, o Manuela Carmena, ese tipo de demagogas venidas a más por arte de birlibirloque o, mejor decir, por su activismo meteme en todo donde pueda dar por el saco y, desde luego, sacar algún beneficio. Holandesa nacida en 1974, estudió Historia especializándose en los «sistemas totalitarios y democratización europea» (¿?). Desde 1990 militó en los autodenominados «Grupos de trabajo de jóvenes socialistas pacifistas», rama extremista del extremista Partido Socialista Pacifista (PSP), para pasar más tarde a hacerlo en el Groenlinkse Jorgeren, o sea, en las juventudes independientes de «Los Verdes» holandeses en que se transformó el propio PSP. Sargentini ha estado siempre ligada a grupos ecologistas radicales; haciendo honor a ellos dice ser vegetariana, pero nos da que no mucho a juzgr por las lorzas que muestra. Es, pues, una profesional de la política más, habiendo logrado vivir de ella, y vivir muy bien, desde siempre, pues ya en 2000 fue concejal y, desde entonces, no se ha bajado del salario oficial, sobre todo desde 2009 en que entró por primera vez en el Parlamento Europeo. Por lo tanto, lo primero que vemos es que la UE elige muy bien a quien quiere según lo que quiere, pues nadie más en las antípodas ideológicas y culturales de Victor Orban que Sargentini, de ahí que la dureza del informe, así como algunas de sus presuntas acusaciones, no sorprenden.
En cuanto al informe, cuya traducción en español de sus partes esenciales pueden descargar al inicio de este artículo o AQUÍ, lo que recomendamos vivamente, aborda los siguientes apartados que son, a juicio de Sargentini, los que preocupan al Parlamento en relación con Hungría:
* funcionamiento del sistema constitucional y electoral;
* independencia del poder judicial y de otras instituciones y los derechos de los jueces;
* corrupción y los conflictos de intereses
* protección de datos y de la intimidad
* libertad de expresión
* libertad de cátedra
* libertad de religión
* libertad de asociación
* derecho a la igualdad de trato
* derechos de las personas pertenecientes a minorías, incluida la población romaní y los judíos, * protección frente a los mensajes de odio contra esas minorías;
* derechos fundamentales de los migrantes, solicitantes de asilo y refugiados;
* derechos económicos y sociales
En palabras de Sargentini el informe es un mensaje importante para demostrar que «defendemos los derechos de todos los europeos, incluidos los ciudadanos húngaros, y defendemos nuestros valores europeos. Ahora les toca a los líderes europeos asumir su responsabilidad y dejar de mirar desde la barrera cómo se destruye el Estado de Derecho húngaro. Esto es inaceptable para una Unión basada en la democracia, el Estado de Derecho y los derechos fundamentales».
El informe, en lo que respecta a los cuatro primeros apartados es de chiste, porque de lo que acusa a Hungría se puede acusar aún más a casi todos los miembros de la UE, especialmente a España; que venga por aquí Sargentini y lo vea.
Donde se ve claramente por dónde van los tiros y se aprecia con nitidez la carga de odio ideológico que fluye de una mente tan desnortada como la de Sargentini, es en los siguientes puntos, es decir, cuando critica y se siente «preocupada» por todo lo referente a las medidas adoptadas por Hungría en materia de defensa de la familia, protección contra la inmigración desbocada, actuaciones de ONG,s,que son en realidad herramientas de injerencia en asuntos internos utilizadas por otros paísea o lobbies –se nombra explícitamente el paquete denominado «Stop-Soros» y a la Universidad Central Europea fianciada por él–, detrás de los cuales tampoco queda claro quién está –¿o sí?–, así como en contra de las medidas adoptadas por Orban para proteger a Hungría de la denominada «ideología de género» que a todos nos invade y destruye.
Las críticas y «preocupaciones» de Sargentini y de la UE se dirigen contra todo aquello que tiene que ver con la necesidad y el derecho de Hungría y de cualquier país soberano por evitar que otros le invadan, aunque sea «pacíficamente», o intenten y trabajen por subvertir su idiosincrasia, su secular forma de ser, su historia, su forma de vivir, de sentir y su derecho a trasmitir todo ello a sus descendientes –máxime en la situación geopolítica en que los acontecimientos de las últimas décadas han situado a Hungría, paso de la mayoría de esos «refugiados» que nadie sabe de qué huyen, pero que todos sabemos a dónde van y quién los impulsa–, si se quiere que el país sobreviva y no desaparezca en un inmundo totum revolutum; en el caso que nos ocupa, el derecho de asegurar que Hungría siga siendo Hungría y los húngaros, húngaros, y no ciudadanos del mundo, de ese mundo que el Nuevo Orden Mundial pretende en el que dejaremos de ser seres humanos para convertirnos en trozos de carne explotable y desechable según nuestra capacidad para producir.
Recomendamos echar un detallado vistazo al informe (de nuevo AQUÍ), para comprobar qué es y cómo actúa la UE, para saber quién nos maneja y quién nos quiere someter, quién está detrás de ella, para ser conscientes de que debemos despertar y actuar si queremos evitar desaparecer del mapa, dejar de ser lo que somos y lo que queremos seguir siendo, para darnos cuenta de que detrás de tanta palabrería altisonante, de lo que falsamente asegura Sargentini que se pretende «defendemos los derechos de todos los europeos, incluidos los ciudadanos húngaros, y defendemos nuestros valores europeos», en realidad se persigue con ahínco nuestra destrucción y sometimiento, la de nuestros hijos y nietos, la de nuestra patria.
