Invéntese un título y triunfará en la política española

De un tiempo a esta parte, menudean los personajes públicos que hacen gala de poseer determinados estudios y títulos universitarios; cuando en realidad carecen de tales. Se quejaba recientemente en este periódico don Ramiro Grau de la ostentación de la condición de “abogado” por la actual portavoz del Gobierno. Y, con razón, pues Don Ramiro ha sido abogado, profesor universitario y hasta ha ejercido de fiscal.

La ristra de títulos y estudios falsos es abundante entre nuestro personal político y mediático, habiendo sido el antiguo director de la Guardia Civil Luis Roldán, uno de los primeros en mentir, públicamente, sobre su historial académico, ostentado un título de ingeniería cuando lo más próximo que había poseído era un taller mecánico; y que nadie duda que los mecánicos tienen que agudizar su ingenio para poder llegar a fin de mes, teniendo en cuenta las cargas fiscales y calotes que soportan habitualmente, sin recibir ninguna ayuda, salvo que sean marroquíes o subsaharianos; y dicho con total respeto y humildad para los naturales del continente africano …

Hasta entonces, los líderes políticos españoles se habían presentado ante el respetable con buen físico y hasta con buenos estudios. De hecho, los políticos más famosos de la denominada Transición fueron los presidentes Adolfo Suárez y Felipe González. Los dos eran jóvenes de buen parecer; simpáticos, altos para la época y licenciados en Derecho… En cambio, los otros dos líderes de la gente de orden, no podían competir con la intrepidez de los anteriores, ni en físico ni en simpatía: me refiero al catedrático, ex ministro y ex embajador don Manuel Fraga, quien era rechoncho y feo, pese a que le cabía toda la Administración en la cabeza; y don Blas Piñar, un notario muy conocido en Madrid, pero poco simpático para el público en general. Por supuesto que, en el ámbito de la izquierda radical, los vejestorios Carrillo y Pasionaria, eran unas momias vivientes, y sin ningún tipo de estudios salvo lo que aprendieron en la retaguardia tenebrosa de la guerra civil y en el exilio; pero la rigidez disciplinaria de los comunistas salvaba la fealdad de sus líderes y sus acciones pretéritas, si bien los comunistas españoles, por regla general, han sido feísimos; basta con observar al actual ministro Garzón para que uno pueda hacerse una idea cabal del desprecio comunista por la belleza, aunque siendo devotos de Lenin, pues hasta pudiera comprenderse…

La escasa belleza de los Fraga, Piñar, etc, era lógico, pues procedían de la época franquista, donde, para llegar lejos en política, se primaba que poseyeran buenos estudios, no fijándose para nada en el físico del candidato; entre otras razones porque no había elecciones generales… Y así, observamos que entre los ministros y secretarios del régimen de Franco abundaban los catedráticos de Universidad, los abogados del Estado, los generales y almirantes, los ingenieros, los jueces y notarios, los médicos, etc. Para “guapos” del régimen, hemos de referirnos a los precursores ideológicos del mismo, quienes murieron contra su voluntad a manos de furiosos izquierdistas: los Primo de Rivera, los Ledesma Ramos, los Redondo Ortega, los Calvo Sotelo, etc.; personas inteligentes y muy estudiosas. Y, aunque salvó la vida, hemos de incluir en este grupo a Ramón Serrano Suñer, un tipo muy bien plantado, pero, antes que nada, un jurista muy riguroso.

Carlos Pinilla Turiño, en 1939. Fue mano derecha de Girón de Velasco

En cualquier caso, en el régimen de Franco, los personajes políticos más atractivos venían a ser los gobernadores civiles, siempre bien vestidos y altivos, pero encargados de resolver los problemas y complejidades de sus respectivas provincias. Autoritarios sí, pero simpáticos y eficientes. Tenían que tener estudios universitarios, ser militares de graduación o funcionarios de carrera. Con todo, a Franco le gustaba mucho que hubieran combatido además en la guerra en primera línea y ésa fue la razón por la que Carlos Pinilla, gobernador civil de León en 1941, se alistó a la División Azul, pese a ser abogado del Estado y camisa vieja.

Lo expuesto, nos indica porque el régimen de Franco cosechó tantos éxitos en su singladura económica y política; y porque fue respetado por la mayoría de la población española, siendo la magistratura del general ferrolano una dictadura personal.

Pues bien, la llegada de la democracia parlamentaria no olvidó esta característica franquista de elegir como ministros o secretarios del ministerio a los mejor dotados y al personal más preparado. Y así, los ministros del gobierno de Suárez y los primeros de González eran gente universitaria, técnica y hasta con experiencia institucional. Ninguno mentía sobre su currículum… hasta que llegaron los socialistas Roldán y compañía… Personalmente, para mí limitado entender, la democracia verdadera terminó en dicho instante, pues conceptuar lo de ahora como un modelo de democracia ¡qué quieren que les diga!… cuando comparado con el régimen británico, el nuestro parece una comedia…

La llegada de Rodríguez Zapatero al poder trastocó todo el sistema de agradabilidad de los personajes presidenciables, pese a ser más alto que los anteriores y quizás más guapo, pero seguramente más torpe… A partir de entonces, primó la “belleza” definitivamente sobre los estudios; y es que la actual competencia política parece más bien un cansino desfile de modelos –la verdad bastante horteras- y de exhibición de títulos y másteres dudosos antes que la dedicación a la buena gobernanza del país. En tal tesitura, los jóvenes ambiciosos, dedicados a la política, se vieron en la tesitura de mentir sobre su vida académica, pues al pueblo español le gusta que sus políticos estén bien formados. Quizás sea esto una de las últimas reminiscencias del franquismo en nuestro país, pero es la verdad.

Por aquel entonces, en las juventudes socialistas comenzaba a destacar por su físico, un joven espigado aficionado al baloncesto. No estudiaba una licenciatura de cinco años, sino una mediana de tres, en un colegio universitario religioso cerca del Valle de los Caídos (ahora Cuelgamuros, y seguramente desacralizado por su decisión). No sabemos cómo, pero consiguió poseer un título de doctor; y parece que legítimo y veraz, pese a los comentarios de la prensa conservadora. El muchacho, a trancas y barrancas,  llegó a la Presidencia del Gobierno y su físico, la verdad, ha gustado en los EE.UU., no en vano recuerda a aquellos galanes norteamericanos del celuloide de los años cuarenta. Pero la gobernanza de España no es una película de Hollywood, aunque nuestro personaje y sus múltiples asesores así lo crean; y vivan como si fueran figuras estelares de la pantalla… a costa del contribuyente, claro.

Con la llegada de este antiguo baloncestista al gobierno de España en 2018, aparecieron por doquier los roles académicos que muchos hombres y mujeres públicos se atribuyen para presentarse ante la ciudadanía como personajes cultivados y de orden, siendo mentira. Así, una presidenta de la Comunidad de Madrid poseía un máster de posgrado dudoso; el anterior candidato del Partido Popular terminó la carrera de Derecho en tiempo récord (marca para ser anotada en el libro Guiness); una ministra actual ha ostentado un máster ficticio de posgrado, la actual portavoz del Gobierno asegura que es abogado… y así ad infinitum. Y es que los partidos políticos se han convertido en un refugio muy cómodo para hacer carrera segura todos aquellos que han fracasado en sus carreras universitarias (los López, los Blanco, v. g.); así como para jugadores de ventaja y profesionales de ocasión… Y no hace falta que no sepan nada sobre las materias que el servicio público demanda, pues para eso están la legión de asesores que cada una de estos “titulados” nombran a  su vera y que pagamos todos los ciudadanos como serviciales papanatas y domesticados pagafantas.

Nos dice nuestro actual Presidente que pasará a la Historia por haber exhumado los restos de Franco del valle de los Caídos. Es posible que así sea, no lo discuto; pero también creo que su paso por la cúspide del Estado será recordado como la instauración de la costumbre, para quienes deseen llegar a Presidente del Gobierno, de que tienen que tener buen físico y hallarse en posesión de buenos títulos académicos, aunque estos sean falsos o inexistentes. Pues lo importante no es servir al pueblo sino aparecer como lo más “bonito” ante el mismo; aunque se falseen o exageren títulos y grados universitarios. Eso al fin y al cabo qué más da, pues para un número indeterminado de políticos profesionales, el pueblo sólo sirve para votarles.

Mientras tanto, nuestros titulados superiores han abandonado en gran número el país y los peor parados terminan trabajando como camareros o empleados de segunda en el gran Londres. Circunstancia que es muy triste para las familias humildes, de quienes han obtenido con su esfuerzo y ahorros una carrera superior. Estos titulados en vez de estar trabajando en los puestos directivos del país están sirviendo viandas y haciendo camas en el extranjero para poder sobrevivir. Absolutamente lamentable.

¿Democracia? Me parece que no; será como máximo una especie de lujocracia… pero sólo para algunos privilegiados que militan en determinados partidos.

NOTA: El autor, Angélico Viñedo y Marcador, es Catedrático emérito de la ínsula de Barataria y Procurador General del Imperio Austro-Húngaro, en excedencia.


9 respuestas a «Invéntese un título y triunfará en la política española»

  1. Gracias, amigo, por su cariñosa referencia.
    En efecto, aquí se abusa de títulos inexistentes, o «comprados», como ese doctorado en economía de Pedro Sánchez, en una universidad privada, de dudosa calidad, (creo que la Camilo José Cela), de esas que te «venden» el doctorado a tantos miles de euros…
    Y no pasa nada.
    Luis Roldán, convecino de calle, recientemente fallecido, y que en paz descanse, decía ser Economista, Ingeniero Industrial, Superior, por supuesto, y máster en varias cosas.
    Todo el mundop sabía en Zaragoza, pues Zaragoza es un pueblo grande, que no había pasado de maestro industrial, y de cronometrador en una empresa…, pero nadie decía nada.
    ¿Es normal esta estafa a los futuros votantes y botontos…?
    Creo que no.

  2. Y esta situación que usted bien denuncia se agudiza cuando se elige como mejores políticas a las que están más buenas, y son más «follables», y perdón por la expresión, y me refiero a la traidora de Ciudadanos, a la no menos traidora vicealcaldesa de Madrid, a la «loca» de Macarena Olona, etc.
    Parece que la belleza, siempre temporal, triunfa sobre la capacidad personal, siempre permanente y, sobre todo, la fidelidad a unos princiupios y valores inmutables…
    Y así nos va a todos, todas y todes, y lo que se tierce.

  3. Seguramente, se habrán graduado en LA UNIVERSIDAD DE LA PSOE, donde las enseñanzas troncales se basan en:
    * Como robar sin que te pillen,
    * Como enchufar a toda tu familia, queridos y queridas, correligionarios, etc., en un sueldo público, y
    * Como dar subvenciones a tus amiguetes y socios, y luego repartirse el dinero de todos con ellos…
    Creo que todos los años salen miles de graduados.

  4. Que la situación actual de España es aberrante y surrealista lo prueba el hecho de estar presidida por un psicópata narcisista mentiroso compulsivo cuya tesis doctoral ni siquiera plagió él, pero lo realmente alarmante es que la mayoría de la sociedad es consciente de ello y no pasa nada, al margen de todo lo demás que ha apuntado el articulista y los comentaristas. Cuando se acepta y se normaliza todo lo que no es normal ni aceptable, como está ocurriendo en España, lo más probable es acabar de la peor manera como vamos camino.

  5. Cuando la Universidad era Universidad, los títulos importaban y costaban años y sueño. Entonces, inventar títulos no salía tan gratis como ahora. Ahora es el clásico, tonto el último (en mentir). Lo primero que se infiltran son las facultades de letras, para ir cambiando el programa y los docentes, seleccionando a los más «aplicados» y convencidos camaradas, que a su vez irán cambiando la sociedad. Hoy hemos llegado a tal extremo nunca visto que, ya vamos a por los de ciencias, para que de una vez dos más dos sean cinco.
    Mejor burro a secas que, burro y extremista revolucionario así que, no se si no será mejor, quizás si, que se inventen títulos a placer… sin el trauma de las aulas, los exámenes y todo eso tan retro…
    No hay que dejar de mencionar a los revolucionarios ilustrados neoclásicos que nos han traído hasta la Plandemia 20/30, esos que hicieron y hacen tanto por el pueblo: «al pueblo, el serrucho».

  6. 1- Cristina Cifuentes: Ex presidente de la Comunidad de Madrid (PP): Falsificaron las notas de un un máster otorgado por la Universidad Rey Juan Carlos.
    2- Javier Maroto, vicesecretario de política social (PP): Su currículum incluía un máster que nunca realizó.
    3- Juan Manuel Moreno Bonilla (PP): Figuraba en el año 2000 como licenciado en Dirección y Administración de Empresas (ADE), en 2004 pasó de licenciado a tener estudios en la misma materia y en 2008 figuró como máster en ADE y un Programa para el Liderazgo.
    4- Elena Valenciano, eurodiputada (PSOE): «Licenciada en Derecho y Ciencias Políticas», dos carreras que no terminó. Dijo que fue un «error de traducción».
    5- Pablo Casado, líder del PP: Dice haber realizado varios posgrados en Harvard, Georgetown y otras universidades. Se descubrió que algunos los cursó en el barrio de Aravaca, en la sede del IESE en Madrid, no en Estados Unidos, y que duraron solo cuatro días.
    6- Juan Merlo, ex diputado Podemos: Era representante del partido por Galicia y debió renunciar por un título de ingeniero que en realidad no tenía.
    7- Alvaro Nadal, ex Ministro de Energía y Turismo (PP) : No tenía un doctorado en Harvard que decía haber obtenido.
    8- Toni Cantó (ex diputado de Cs): No tenía el título de pedagogo que decía poseer.

    9- Ana Pastor (ex Ministra PP): En su ficha de la web del Congreso afirmaba que cursó un MBA (Máster en Administración de Empresas). Sin embargo, ese título desapareció después de su currículum.

    10- Jorge Moragas (ex director y diputado del PP): Decía tener un máster del Centro de Estudios Internacionales de Barcelona que luego desapareció de su biografía.

    11 a 21 – Pedro Calvo (ex teniente de alcalde de Madrid del PP) y otros 10 políticos de ese partido y de la URJC: Tenían aprobadas asignaturas de un máster con actas falsificadas.

    22- Francisco Pérez (ex jefe del gabinete del ministro del Interior, PP): Obtuvo un diploma, junto a otros políticos (la mayoría eran cursos especializados en dirección y gestión de empresas), por los cuales no pagaron ni un solo euro para cursar.

    23- Gregorio Serrano (ex director general de Tráfico, PP): Ídem al anterior.

    24- Verónica Pérez (ex diputada del PSOE en la Junta de Andalucía): Ídem al anterior.

    25- Ana Belén Vázquez (parlamentaria por Ourense del PP): No tenía un máster que decía haber cursado.
    26- Tomas Burgos (ex secretario de Estado para Sanidad, PP): Tenía un falso título de médico.

    27- Isabel Ambrosio (alcaldesa de Córdoba, PSOE): Decía que tenía un magisterio y era falso.

    28- Miguel Angel Gutierrez Vivas (Ciudadanos): Decía ser ingeniero y era sólo técnico.

    29- Oscar Puente (PSOE) 2018: Tenía un máster que jamás había obtenido.

    Fuente: Clarín, 12.09.2018

    1. López, portavoz en el Congreso, decía ser ingeniero industrial (superior, por supuesto), y después de muchos años de «no estudio», y supongo que de activismo político, solo había conseguido aprobar dos asignaturas.
      Pepiño Blanco, que consiguió aprobar una sola asignatura de la licenciatura en Derecho, después de largos años de «no estudio», eso sí.
      Y muchos más, que ahora mismo no recuerdo.
      Se ha puesto de moda, para evitar que les denuncien por falsedad, decir que «ha cursado estudios de Derecho, Filosofía, Ingeniera,», o lo que sea -preferiblemente varias carreras-, con lo cual el vulgo piensa que han terminado esas carreras, pero la verdad es que solo han estado matriculados, y la única biblioteca que frecuentaban, en su caso, era la cafetería…
      ¡Acojonante!
      Da realmente asco, y, sobre todo, ver que la «suciedad», que es igual que ellos, o peor, no penaliza esas conductas y falsedades, y les sigue votando.

    2. CLARÍN es un gran diario argentino, posiblemente el mejor, y más leído.
      Pero no deja de ser triste, muy triste, que nos tengamos que enterar de los chanchullos de «nuestros» políticos por Clarín, dicho sea con todo respeto hacia el diario, y los hermanos argentinos, que estána, igual que nosotros, en manos de la demagogia, el populismo y la corrupción millonaria…

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