Jacinto Guerrero Lucas: el multiagente



En 1961 los anarquistas (CNT) en el exilio crearon un grupo clandestino para cometer atentados en España con el nombre de Defensa Interior (DI); la mayoría de sus acciones corrieron a cargo de las Juventudes Libertarias, “las Julis”. En julio de 1963 Octavio Alberola, responsable político de Defensa Interior, envió a Francisco Granados a Madrid con diverso material con la orden de atentar contra Franco. Sin embargo, tal orden quedó poco después en suspenso, enviándose a Roberto Ariño y, más tarde a Joaquín Delgado, para avisar a Granados de la citada contraorden. Sin embargo el contacto con Granados nunca se produjo. En paralelo con lo anterior eran enviados a Madrid Sergio Hernández y Antonio Martín que intentaron la colocación de sendos artefactos explosivos en la Dirección General de Seguridad y en la sede de Sindicatos. Mientras acontecía lo anterior, fueron detenidos Granados (asesino fracasado de Franco) y Delgado (el correo que hubiera debido avisar al anterior) [1]; para el General Eduardo Blanco, entonces jefe de los servicios de información de la Policía, aquellas detenciones no fueron, sin embargo, casuales ni siquiera producto de sus investigaciones. Ambos anarquistas fueron juzgados y condenados a muerte inculpándoseles de los intentos de atentado realizados en realidad por Hernández y Martín.


Para tratar de salvarles la vida, Luis Andrés Edo, el “buzón militante” del DI, es decir, el enlace en París con el los terroristas tenían que contactar para acceder a la dirección de la DI, propuso a la organización dar una rueda de prensa aclarando la cuestión y diciendo quienes eran los verdaderos autores de los intentos de atentado, pero Cipriano Mera (máximo responsable anarquista por aquellas fechas, jefe del Cuerpo de Ejército de Madrid durante la guerra, aliado del Coronel Casado en el golpe que permitió la rendición final de los rojos y personaje al que la “represión” puso en la calle en 1945 a pesar de sus antecedentes, marchando al exilio por propia voluntad) y Alberola rechazaron la idea porque, dijo Mera, “nunca un anarquista se ha confesado autor de un delito”.
En tal escenario, aparece nuestro personaje y protagonista de este artículo, Jacinto “Ángel” Guerrero Lucas, alias “el Peque”, que llega a Toulouse en 1962, avalado por el Comité Nacional de la CNT. Comenzó a trabajar con la DI y se reveló como un personaje activo y muy decidido, pero en seguida despertó recelos. Stuart Christie, en su reciente libro “Franco me hizo terrorista” [2], dice: “descubrí que hubo dos infiltrados, Guerrero Lucas e Inocencio Martínez”. En 1996 apareció un documental de la Cadena Arte[3], en el que también se sugería la actuación por aquellos años de un confidente o infiltrado de la policía española en los más altos círculos anarquistas en el exilio. Años después, destacados militantes de la CNT apuntaron la posible implicación de la masonería en los sucesos.
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Jacinto Guerrero Lucas a lo largo de los años |


Jacinto Guerrero Lucas había establecido conexión con los anarquistas en el barrio del Puente de Vallecas, en Madrid, en 1960. Le pusieron en contacto con Cipriano Mera, que le introdujo en la Juventudes Libertarias. Sin embargo todos se hacían cábalas sobre su carácter, descubriéndose que era hijo de un policía, y posiblemente policía el mismo. La organización, no obstante, le concedió el beneficio de la duda y se ganó la confianza del secretario de la CNT, José Pascual Palacios. Después del misterioso robo del maletín (de Guerrero, en el coche de Alberola, en junio de 1962) conteniendo nombres y detalles de militantes anarquistas dentro y fuera de España y de la ejecución de Delgado y Granado en 1963, Guerrero Lucas fue marginado de las FIJL (Juventudes Libertarias). Guerrero que tenía sin embargo un indudable genio para la duplicidad, consiguió no obstante adquirir cierta prominencia en los círculos importantes de la CNT a finales de los sesenta[4].

Posteriormente, abandonó el activismo y se dedicó a las relaciones con los dirigentes republicanos en el exilio, tales como Julio Álvarez del Vayo –el inspirador del GRAPO y del FRAP–, y más tarde ocuparía incluso la jerarquía de la Federación Internacional Mixta del Derecho Humano (FIMDH), uno de los grupos más importantes de la masonería liberal en España, que pervive en la actualidad y que cuenta con cerca de doscientos afiliados y es “prácticamente una logia socialista”, cuyos miembros «mantienen excelentes relaciones con sus hermanos de ideas del otro lado de los Pirineos», especialmente los catalanes de la misma, que se encargan de los contactos con los franceses. Entre otros Rodolfo Guerra Fontana, abogado catalán y ex diputado del PSOE, quien además de ser un destacado masón, es uno de los políticos catalanes que más contactos tiene con el exilio republicano en Francia en aquellos años y en especial con los hombres del movimiento anarquista.

Jacinto Guerrero Lucas mantuvo también excelentes relaciones con los “fontaneros” de Moncloa, ya que es un viejo amigo de Roberto Dorado. Asimismo con el ex ministro Robert Pandraud (masón), para quien trabajó algún tiempo en la desarticulación de la OAS, a través del SAC (Servicio de Acción Civil). Más tarde, ya durante los gobiernos socialistas, Jacinto Guerrero tuvo despacho en el Ministerio del Interior, muy cerca del de Rafael Vera, el Secretario de Estado de Seguridad; era el “asesor” mejor pagado de todo el Ministerio de Interior, alrededor de un millón y medio de pesetas todos los meses, y disponía también de viviendas en Barcelona y París. Por aquel entonces importantes personajes de la masonería francesa tenían cargos de responsabilidad en la lucha contra el terrorismo, caso del Ministro de Interior francés en los años ochenta, Charles Pascua, grado 33 de la masonería, o de la juez antiterrorista Le Vert (algunas veces escrito Lébert)[5], que lleva los casos relacionados con ETA[6]; como Guerrero tenía en la masonería un grado superior al de alguno de los mencionados, lo utilizaba para su pape. Por lo tanto, no es de extrañar que el comisario Joel Cathalá , responsable de la lucha contra ETA en Francia (Jefe de la Policía del Aire y Frontera -PAF- en la ciudad fronteriza de Hendaya) y que llegó incluso a ser amigo personal de Rafael Vera, le ofreciera todo tipo de facilidades; ni que decir tiene que la colaboración de Cathalá se “incentivaba” crematísticamente desde Madrid, seguramente con fondos reservados, al igual que ocurría con los otro policías franceses; lógicamente, el comisario Roger Marión , sustituto de Cathalá, era íntimo de la juez Le Vert. Guerrero tenía acceso libre a la sede de los Servicios Secretos Franceses (RG, en París) en su calidad de “enviado del Ministro del Interior español”, en ocasiones en compañía de “un alto funcionario español llamado Pedro”[7]. En las reuniones en Francia trataba con marcada familiaridad al Ministro Barrionuevo y al Secretario de Estado Vera y a sus homólogos franceses Pasqua y Pandraud[8]. Otro importante asesor de Pascua era Bernad Guillet, ya que cualquier información que Francia obtenía sobre ETA le era comunicada por los mandos policiales, y él se lo pasaba, en su caso, a Guerrero; pues bien, Bernad Guillet y Guerrero Lucas eran masones, siendo el español el de más rango.
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Tras la llegada de Belloch al Ministerio de Interior y de Margarita Robles a la Secretaría de Estado del mismo, Guerrero pasó a un segundo plano al chocar con la nueva cúpula de Interior, a pesar de su amistad con el hermano del ministro (Santiago). Su retirada de Interior provocó numerosas presiones de altos responsables franceses para que se le volviera a nombrar como enlace entre ambas naciones, decayendo la colaboración francesa al no atenderse su petición, por lo que Belloch volvió a admitirlo como colaborador ocasional y sin despacho.
Mayor Oreja, nuevo Ministro de Interior del PP, cortó radicalmente la relación con Guerrero [9], por lo que los franceses volvieron a presionar, aunque inútilmente esta vez, porque el ministro tenía conceptuado a Guerrero como un agente doble más inclinado a los intereses franceses que a los españoles.

Guerrero vivía en Niza, pero viajando asiduamente entre Francia y España. Ha colaborado el libro de Santiago Belloch y Eliseo Bayo (“Punto Final”), y a pesar de desvelar informes y documentos reservados sobre la lucha antiterrorista, no ha tenido ningún problema con la Justicia española.
Jacinto Guerrero Lucas, alias “Ángel”, “El Peque”, “Hidalgo”, “Torres” y “Enrique”, militante y alto cargo de la CNT (participó en la preparación de varios atentados contra el general Franco), seguramente infiltrado por la policía española, que tuvo relaciones con los GRAPO, el FRAP, y el comisario Ballesteros, masón de alto grado (Caballero Kadosh), conocedor de la “resistencia” argelina (OAS), agente doble en Francia, posible colaborador del CESID, amigo y protector del espía Francisco Paesa (el del “caso Roldán”), etc … tras anunciar ETA la tregua en 1998 intentó forzar al Ministro del Interior Mayor Oreja (del PP) para que se realizara una operación antiterrorista en Francia con el objeto de enredar y hacerse valer, no obstante lo cual afirmó en su día a Diario 16: “yo negocié con ETA en nombre del PSOE”, pero también, según sus propias palabras, es de “solidarias afinidades con ETA [10]” y “sigue considerándose libertario, anarquista y amigo de terroristas” [11].
Como puede verse, con personajes de esta calaña se hizo la “Traición” y se ha construido la “democracia”. Así nos arde el pelo.
PD.- Un colaborador de esta casa nos afirma que en 1982, cuando estudiaba en Madrid, se topó por casualidad con Antonio Martín con el que departió durante algunos minutos en un bar. No sabía quién era, pero le llamó la atención su actitud vigilante, así como que estaba arropado en todo momento por estudiantes de izquierda.
[1] http://paz-digital.org/new/content/view/3677/26/
[2] La misión de Christie, escocés de 18 años, organizada en agosto de 1964 por la anarquista Defensa Interior (DI), tenía como objetivo atentar contra Franco. Pocas horas después de llegar a Madrid fue detenido por agentes de la Brigada Político Social, con un cinturón de explosivos encima; condenado a 20 años de prisión, fue indultado personalmente por Franco a los tres años después de su detención. El libro es del periodista Isaías Lafuente (circulodeescritores.com)
[3] Realizado por Lalà Gomà y Xavier Montanyà
[4] Del libro Franco me hizo terrorista, de Stuart Christie, página 77. Enero 2005
[5] http://paz-digital.org/new/content/view/672/138/
[6] Fuente: “SERVICIOS SECRETOS”, págs. 366-367. Editorial Plaza & Janes, año 2.000. Autores: Pilar Cernuda, Fernando Jáuregui, Joaquín Bardavío. http://foro.internetopina.com/showthread.php?p=2441.
[7] Jean-Marc Dufourg, antiguo miembro de los Renseignements Generaux (RG, servicio secreto francés), en su libro “Section Manipulation”. Revela el apoyo prestado por los franceses a los mercenarios de los GAL.
[8] Raimundo Delbosch en el diario “El Alcázar” del día 9 de marzo de 1988.
[9] En “Diálogos en Libertad” (LD del 2-III-05) Federico Jiménez Losantos dijo “En el Ministerio del Interior, hasta Mayor (Oreja), hubo un masón que se consideraba el enlace de la izquierda francesa con la española en esas oscuridades y que fue denunciado por Pasqua”.
[10] Publicado en “El País” el 31 de mayo de 1979.
[11] Según lo publicado el 12 de junio de 2005 en alasbarricadas.org.

Pedazo de trabajo de investigación.
Desde luego, esta web es una mina y de las buenas.
Enhorabuena
¡Ah! y al mencionar a Belloch, me viene a la Memoria sus secretarias Teresa y Mofletes, y el Servicio Secreto particular del Psoe para fontareías y eliminaciones. Nunca se habla del expediente Royuela, pero es la luz que acaba de iluminar «estas cosas»
Magnífico y novedoso trabajo.
Nótese el perfil criminal de la izquierda antifranquista, organizándose en Francia, en la impunidad que ofrecía Francia, para venir a España a cometer atentados terroristas, es decir a matar gente mediante explosivos.
Repárese en la foto en color de los terroristas anarquistas (valga la redundancia) Sergio Hernández y Antonio Martín, portando las fotos de sus camaradas, estos fantoches qué lavado de cerebro no tendrían, para ser terroristas, y salir así para reivindicar no sé qué política cuando ellos son unos criminales confesos. Hasta este nivel llega la Europa terrorista antifranquista, sirviendo de altavoz y plataforma para estos canallas (estos y otros muchos como el terrorista comunista Julián Grimau, la Pasionaria, Ignacio Gallegos, Carrillo, etc). Y la fuerza de la propaganda roja para tapar esta realidad criminal de este tipo de organizaciones y los estudiantes idiotas que en España se hacían anarquistas, engañados, con el lavado de cerebro haciéndole el juego a este entramado.
El pasado 8 de mayo se publicaba en esta página de El Español Digital un trabajo muy bien escrito titulado «La justicia de la «represión» de posguerra: la verdad contra la mentira histórica», sobre la generosidad de la justicia de Franco perdonando y rebajando penas que quedaban a precio de saldo. Uno de los beneficiados por el perdón total fue el criminal de guerra anarquista, -valga la redundancia-, Cipriano Mera, tristemente famoso por sus crímenes en la serranía de Cuenca y otros lugares, y a pesar de los crímenes, entregado a España desde Marruecos donde vivía desde el final de la guerra, en Febrero de 1942, fue condenado a muerte en 1943, la condena a muerte quedó en nada tres años después. quedando en completa libertad en 1946, y pudiéndose quedar libre en España prefirió exilarse a Francia. La forma de agradecer este trato de favor, a lo que se dedicó es a seguir organizando la red terrorista anarquista, (valga otra vez la redundancia) en Francia para seguir cometiendo delitos en España.
Todo esto se ha tapado en la prensa extranjera, prestnando a los terroristas como héroes, y en España se ha tapado completamente, ya desde que Carrero Blanco fue sustituido tras su asesinato en impunidad.
Enhorabuena al autor por abrir los ojos, de cómo funciona el entramado criminal de los enemigos de España desde el extranjero, y al Español Digital por publicarlo.