José Otero de Arce In memoriam

Adolf Hitler calificó a los divisionarios españoles de «banda de andrajosos», hombres impávidos que desafiaban a la muerte, valientes, duros para las privaciones e indisciplinados. Reconociendo que sus hombres se alegraban de tenerlos cerca

La 250.ª División de Infantería, llamada oficialmente en España División Española de Voluntarios y en Alemania 250 Infanterie-Division, más conocida como la División Azul (en alemán: Blaue División) fue una unidad de voluntarios españoles que formó una división de infantería para luchar contra la Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial. Se enmarcó dentro del Heer (en español: ejército), es  decir, de las fuerzas terrestres de la Wehrmacht. Entre 1941 y 1943, cerca de 45.000 soldados españoles voluntarios participaron en diversas batallas fundamentalmente relacionadas con el sitio de Leningrado.

María de las Mercedes Milá Nolla

También formaron parte de la división 146 mujeres de la llamada Sección Femenina, quienes viajaron como enfermeras en el recién creado Cuerpo de Damas Auxiliares de Sanidad Militar bajo la dirección de María de las Mercedes Milá Nolla (madre de la periodista Mercedes Milá).

En septiembre de 1941, el ejército alemán toma la histórica ciudad de Nóvgorod, de gran valor simbólico y estratégico. A principios de octubre, la División Azul se asienta en el extrarradio de la ciudad y se despliega en dirección norte, en el flanco occidental del importante río Vóljov que, con una anchura media de 250 metros, comunica de sur a norte los lagos Ilmen y Ladoga

Entre el 14 y el 22 de octubre tiene lugar la primera Batalla de Vóljov, en la que tropas españolas y alemanas consiguen vencer la dura resistencia y cruzar por primera vez el río en botes de goma.

En esta guerra de invierno que está teniendo lugar en el Frente Este, las líneas no se hallan perfectamente delimitadas. El 7 de enero de 1942 empieza la Ofensiva de Liubán, una gran operación cuyo objetivo era atravesar las líneas del Vóljov y romper el cerco sobre Leningrado. En uno de los envites, 543 soldados alemanes quedaron copados en la localidad de Vzvad, al sur del Lago Ilmen. Por ello, de repente se encuentra una pequeña unidad alemana perteneciente a la 290ª División de Infantería Alemana que defiende Vzvad, población situada en la desembocadura del río Lovat, al sur del lago Ilmen. La mañana del jueves 8 de enero de 1942, el destacamento de Vzvad lucha por sobrevivir sin que el X Cuerpo de Ejército alemán pueda enviar una expedición de socorro. En el Cuartel General de la 250ª División (la División Española de Voluntarios), sito en Grigorovo, se estudian los mapas de la zona. Vzvad se sitúa a una treintena de kilómetros del límite meridional del sector adjudicado a la División Azul. La orden es clara: hay que liberar a la guarnición sitiada.

Batalla del Lago Ilmen   

La misión del rescate de una unidad alemana al mando del Capitán Günther Pröhl que había quedado cercada en Vzvad durante la contraofensiva de Yeremenko fue el hecho que motivó la batalla del Lago Ilmen. Su resistencia durante dos semanas ante fuerzas soviéticas muy superiores y su posterior salida hacia la libertad supuso el enorme sacrificio de los soldados españoles y el abrazo del éxito con las fuerzas alemanas.

Brumas, ventiscas, acantilados, fisuras, ventisqueros y el fallo de las brújulas no ponen fácil el resultado, Vzvad se encontraba a 30 kilómetros de la División Azul, el frío era muy intenso, pues se estaba sufriendo el invierno ruso más crudo en más de cien años y la temperatura en el lago Ilmen llegó a descender a 53 grados bajo cero.

Los hechos ocurridos entre el 10 de enero y el 21 del mismo mes, dieron para denominar a la batalla del Lago Ilmen como una de las batallas más duras de la 2ª Guerra Mundial y como una de las más grandes gestas de esfuerzo y sacrificio emprendidas jamás por una compañía de voluntarios.

Fuerza disponible:

Patrullas y destacamentos enemigos, dotados de esquíes, patines y raquetas, venían atacando con frecuencia y por sorpresa a lo largo de la costa del Ilmen numerosos puestos de vigilancia y posiciones aisladas españolas. Los soviéticos, envueltos en blancos blusones de camuflaje, surgían de las tinieblas de la noche deslizándose velozmente por la superficie helada del lago, lanzaban sus granadas y disparaban sus ametralladoras Maxim, emplazadas en ligeros trineos de mano, y desaparecían cual fantasmas en dirección este, dejando atrás unos cuantos cadáveres, unas isbas incendiadas o unos búnkeres volados.

Tte. José Otero de Arce

Para repeler estos ataques e impedir la infiltración de fuerzas enemigas por las zonas desguarnecidas o desenfiladas del subsector, mandado por el comandante Ángel Sánchez del Águila, jefe de los exploradores, el General Muñoz Grandes ordenó la formación de una Compañía de Esquiadores al teniente José Otero de Arce. La Comandancia se estableció en el poblado de Babky y la misión de los esquiadores era la de patrullar continuamente por el borde del lago cubriendo un frente de ocho kilómetros, distancia comprendida entre el norte de Babky y el sur de Spasspiskopez. Así, la División Azul iba a contar con una unidad móvil capaz de acudir con rapidez al lugar donde se la requiriera.

«Hoy, sábado 10 de enero, el termómetro se mantiene en los 32 grados negativos cuando los 206 hombres de la Compañía han formado con su indumentaria blanca de camuflaje. De la Comandancia sale el capitán Ordás a quien el teniente Otero de Arce, al frente de sus 154 esquiadores, da la novedad.

El lago es una llanura tortuosa y abrupta en el centro, con altos acantilados cerrando el paso de la columna, con anchas fisuras obstruyendo la marcha de hombres, caballos y trineos. Tampoco es una losa compacta; debajo de la plancha de hielo se mueven las aguas atrapadas

A la vanguardia de la columna sigue la 1.ª Sección de la Compañía de Esquiadores, mandada por el teniente Otero de Arce. El plan previsto al comenzar la marcha era que las Secciones se relevaran cada cierto tiempo en la cabeza; pero al tropezar con las primeras barreras y fisuras, la línea recta que hasta entonces formaba la columna se hace un ovillo, y la necesidad de bordear los obstáculos en busca de accesos acaba por desorganizar el orden inicial del avance».

A los 206 hombres hubo que añadir 70 trineos tirados por caballos pequeños, pero fuertes y resistentes, que fueron requisados urgentemente entre los aldeanos y que normalmente eran conducidos por auxiliares rusos o por los propios dueños. En los trineos se transportaba la comida y la munición, así como un único aparato transmisor de radio a pedal. La columna seguía el rumbo de la brújula rodeando hondas grietas y grandes barreras de hielo, elevadas por el oleaje de la superficie del lago. La marcha proseguía a 53º bajo cero. Debido a las bajas temperaturas, llegó un momento en que la brújula dejó de funcionar y se tuvo que recurrir a la orientación por las estrellas. Las ocho horas calculadas inicialmente para la travesía se habían convertido en veinticuatro cuando la unidad alcanzó sobre las 10:00 horas del 11 de enero la orilla meridional del lago, cerca de Ustrika, a 18 kilómetros de Vzvad, su punto de destino. En aquellos momentos ya tenían 102 casos de congelación.

A pesar de todas las circunstancias adversas, la Compañía de Esquiadores, con 102 hombres menos y con la mitad de los trineos, emprendió el avance a 41ºC bajo cero y al atardecer del 12 de enero conquistaron la aldea de Sadneje-Pole, distante de Ustrika 1 Km aproximadamente, donde hicieron algunos prisioneros soviéticos que fueron debidamente interrogados y que informaron perfectamente de cuál era la situación de las fuerzas enemigas. ¡Ya sólo faltaban 10 Km para llegar al destino! Otros 28 hombres habían causado baja y ahora 76 valientes eran los únicos efectivos de la Compañía de Esquiadores española.

El Cap. Ordás: en Regulares, en la División Azul y sus condecoraciones

Un descaso para la tropa en Ustrika. El capitán Ordás y el teniente Otero de Arce dictan al sargento de Transmisiones un mensaje:

«11/1/1942. 10:10 horas. Capitán Ordás a general Muñoz Grandes. Después de atravesar seis enormes barreras de hielo y grietas con agua a la cintura hemos llegado a Ustrika. A causa del frío, radio y brújulas averiadas. Tenemos ciento dos congelados, de ellos dieciocho muy graves. En las simas del lago hemos perdido varios trineos. Espíritu elevadísimo.»

Respuesta:

«11/1/1942. 10:30 horas. General Muñoz Grandes a capitán Ordás: … Seguid adelante hasta morir”.

Tras el breve reposo en Ustrika, los españoles prosiguen su avance por la orilla del congelado Ilmen hacia Vzvad, queriendo despejar el camino por el que habrán de volver con los liberados alemanes, ocupando en primer lugar la aldea de Sadneje-Pole.

El día 14, miércoles y nevando, los españoles abandonaban Sadneje-Pole con otras veintiocho bajas en el recuento de efectivos desde la llegada a la ribera meridional del Ilmen por heridas y congelaciones. La unidad quedaba limitada a setenta y seis hombres, un tercio de los iniciales.

El objetivo era la ocupación de Dubrovo y Pagost Ushin, dos aldeas de pescadores, manteniendo ambas posiciones hasta nueva orden. A las diez de la mañana se ocupaba la primera localidad y una hora después entraban en la segunda. Mensaje al Cuartel General español:

«Hemos ocupado Sadneie Pole y han salido patrullas de reconocimiento en dirección a Pagost Ushin y Dubrovo.»

La exigua tropa, que era el segundo grupo que partía de Sadneie Pole, hubo de recorrer a paso de carga los seis kilómetros entre la citada población y Schischimorovo, el destino de la jornada; cuatro horas de marcha terrible con la nieve a la cintura, cuarenta grados bajo cero y cuarenta y cinco kilos de impedimenta a la espalda. En Shishimorovo se cavan puestos de vigilancia a pico y pala en el hielo junto a las isbas de las afueras del pueblo.

14/1/1942. 23:30 horas. Capitán Ordás a general Muñoz Grandes: «Guarnición de Schischimorovo ha sido atacada por esquiadores soviéticos, que se han retirado después”.

Prisioneros cogidos declaran que en el sector comprendido entre Bolshoye Utschno y Maloye Utschno se encuentran tres mil esquiadores siberianos.

La brújula ha vuelto a estropearse. La columna avanza sin rumbo y es muy probable que éste derive equivocado durante las últimas horas. Por lo que la columna que progresa trazando enormes curvas y hasta círculos en su afán de hallar accesos entre los altos taludes de hielo, corre el riesgo de ir a parar a territorio enemigo. Otras veces, con la nieve a la cintura, tropezando con nuevos parapetos de hielo que tienen que bordear, soslayando además gruesos troncos de abedul arrastrados desde la orilla y apresados entre brazadas de maleza, arbustos, lianas y tierra de aluvión. Siguen perdiéndose trineos y caballos succionados en las quebraduras del hielo y arrastrados por la corriente interior. Y continúan desertando los conductores de los carruajes al embozo de las tinieblas.

A las diez de la mañana del 17 de enero el teniente García Porta ordena: «¡Atención! ¡Firmes!»

Aparecía una débil luminosidad por la parte del río Polisti cuando el teniente Otero de Arce se ajustó las manoplas, alzó el brazo y exclamó: «¡Arreando!»

Los supervivientes de la Compañía de Esquiadores 250, una cuarta parte de sus efectivos iniciales, se pusieron en movimiento hacia el Sureste. Con ellos iba un refuerzo de 40 soldados letones pertenecientes a la 81.ª División de Infantería de la Wehrmacht. A los tres kilómetros de dura marcha, como la de días precedentes desde la llegada a la ribera meridional del Ilmen, tres aviones soviéticos en formación de cuña sobrevolaron la columna en dirección a Vzvad, que había rebasado las aldeas de Novoye Ushin, Krassnaya Niva y enfilaban la de Starayi Ushin.

La columna penetra en Maloye Utschno sobre cuya única calleja, formada por una doble hilera de cabañas, confluyen dos caminos carreteros; uno se alarga en dirección Suroeste, hacia Vereskovo, y otro se prolonga hacia el Sur, siguiendo la marcha de la tropa.

La ruta seguida por los españoles para cruzar el lago Ilmen aparece marcada con trazos rojos

Ese 17 de enero, el teniente Otero de Arce toma la vanguardia, conduce a un grupo de 36 españoles y 40 letones de la 81ª División en un reconocimiento al SE de Pagost Ushin, cruzaron Maloye Utchno y Bolshoye Utschno encontrando fuerte resistencia en Shiloy Tshernez, que desalojan a punta de bayoneta. El teniente Otero de Arce avanzó, con el apoyo de un P-IV, hacia Shiloy Tschernez entre una tormenta de nieve y el fuego graneado de los rusos que le hacen frente, encontrándose con el alférez López de Santiago, que se retiraba con cuatro españoles y un letón, únicos supervivientes de la avanzadilla. La música de ametralladoras y granadas empezó a sonar en cuanto los treinta y seis españoles que formaban la vanguardia asomaron sus cabezas por encima del ribazo derecho del Tschernez.

«¡Desplegarse! ¡Desplegarse!», ordenaba el teniente Otero de Arce a la vez que disparaba su pistola ametralladora. «¡Cubrirse, muchachos! ¡Fuego, fuego, fuego!» El camino de marcha desciende hasta el fondo de una suave vaguada. La columna cruza un puente de rollizos sobre el lecho cristalizado del río Tschernez. Después, a trescientos metros, y aunque la ventisca emborrona el paisaje, está la aldea de Shiloy Tschernez. El teniente Otero de Arce dispone que sus oficiales adopten las precauciones oportunas para evitar un ataque por sorpresa. O un recibimiento con música, como acostumbran a decir los guripas, con la sarcástica fatalidad que les caracterizaba. Una Sección al mando del teniente Otero de Arce sale de Pagost Ushin en dirección a Maloye Utschno. Son las diez y media de la mañana y hay 52º grados negativos en el ambiente. La diminuta columna de exploración y rescate la forman ocho españoles seguidos de dos trineos y por detrás un Panzer alemán de 24 toneladas y dos Secciones alemanas de la 81.ª División.

El teniente Otero de Arce da orden de alto; ordena a su asistente, Ángel Marcos Rivero, que enlace deprisa con la 1.º Sección: «Dile al teniente Castañer que envío un par de patrullas para explorar el terreno y establecer contacto con el enemigo». Tabletea el fusil ametrallador de 7’92 de largo alcance y cadencia de 300 disparos por minuto del sargento Cayetano Montaña y del cabo Manuel Muñoz Simón. «¡Al asalto, muchachos!», vocifera el teniente Otero de Arce.

El enemigo es superior en hombres y armas y está ventajosamente situado sobre la loma y a resguardo de las isbas. «¡Al asalto! ¡Duro con ellos! ¡Arriba España!» Los guripas, entre ellos el sargento José Sánchez Escudero, de la 6.ª Sección, y los soldados Ángel Gonzalvo González y José Martín, se despliegan en abanico para atenazar la aldea por sus extremos. «¡Al asalto! ¡Armad las bayonetas!».

Entre el fuego y los aludes de nieve y tierra, los españoles avanzan lanzando su famoso grito de guerra: ¡Arriba España!, al que los soviéticos replican con su escalofriante y triple exclamación: ¡Hurra! ¡Hurra! ¡Hurra! Blandiendo sus fusiles y lanzando las granadas, los españoles desalojan a los soviéticos de las chozas y ocupan Shiloy Tschernez. «¡Duro con ellos! ¡Perseguidles!».

El enemigo se retira hacia el Sur, arrastrando a sus heridos y abandonando a sus muertos.

Los esquiadores rechazaban el contraataque soviético a Shiloy Tschernez. El teniente Otero de Arce ordena que dos escuadras de fusileros salgan en persecución del enemigo por la carretera que conduce a Penikovo. Ahí van José Sánchez Escudero, Joaquín Escosa, Jorge Hernández Bravo y Virgilio Hernández Rivadulla, entre los doce, con el teniente jefe de la 1.ª Sección Vicente Castañer. Pronto caerá la noche y han de establecer contacto con los esquiadores soviéticos apostados en la aldea de Penikovo y desalojarlos.

Tabletean las ametralladoras de 7’62 milímetros de la defensa soviética. «¡A tierra! ¡Cuerpo a tierra!» El teniente reagrupó a sus hombres y ordenó el ataque. Había que aprovechar la ventaja de la sorpresa, impedir que el enemigo se rehiciera de ella y sacar partido del efecto psicológico antes de que tomaran conciencia los soviéticos que la tropa asaltante era mínima y agotada. Habían cubierto siete kilómetros y ocupado cinco aldeas en esa jornada terrorífica; faltaba la sexta, Penikovo. Pero no pudo ser.

«¡Al asalto!»

La ametralladora pesada emplazada en la torre de la ermita de Penikovo frenó a los españoles y dio tiempo no sólo a reorganizar a los huidos sino a ser reforzados con efectivos nuevos y abundantes que galopaban desde el invisible Sur. Se impone un retroceso hasta Shiloy Tschernez

Los españoles retrocedieron mal que bien hasta Shiloy Tschernez conteniendo como podían el embiste de los soviéticos. A las siete y media de la mañana Maloye Utschno ha dejado de existir como posición española. El teniente Otero de Arce siente una enorme preocupación por la suerte que puedan correr aquellos hombres lanzados a una ciega aventura, obligados a retroceder sobre sus pasos envueltos en la noche y a través de la tundra infestada de esquiadores soviéticos. Los refuerzos alemanes se retrasan, como si no les venciera la prisa que empuja a los españoles que no esperan el reagrupamiento

18 de enero de 1942. El cerco a la localidad-posición de Vzvad es total. La posición amiga más próxima está a doce kilómetros al Suroeste, y es la aldea de Maloye Utschno guarnecida por veintitrés soldados españoles y diecinueve letones, al mando de los dos alféreces citados.

El termómetro ha descendido a 51º bajo cero durante la noche del 18 al 19 de enero. A las siete y cuarto de la mañana del 19 de enero se desató la ofensiva soviética contra la aldea y su exigua guarnición. Los esquiadores españoles han de contraatacar con lo que tienen la aldea de Maloye Utschno y socorrer a los compatriotas allí destacados. Los expedicionarios temen lo peor; dudan que alguien haya sobrevivido al ataque. Un cazabombardero soviético se suma al ataque; una, dos pasadas ametrallando. Desaparece el avión y entonces el teniente Otero de Arce manda reemprender la marcha. Pero vuelve el cazabombardero y por tercera vez los rocía de balas. Hasta que nuevamente se pierde, esta vez hacia el Este.

«¡Arriba, muchachos! ¡Adelante!»

La guarnición de Pagost Ushin, desde la que se escucha el estruendo de la desigual batalla, permanece en estado de alerta. El silencio impera ahora en la llanada. El teniente Otero, estudia mentalmente al silencio enemigo y la posibilidad del asalto a la aldea con los efectivos que le restan. Pero cuando la unidad se encuentra a un centenar de metros aparece por la retaguardia un trineo conducido por un soldado español.

«Mi teniente, el capitán le ordena el regreso a la base. Dice que suspende la operación, ya que los tanques enemigos están dentro de Maloye Utschno».

19 de enero, 13:30 horas. Capitán Ordás a general Muñoz Grandes: «A las siete de hoy el enemigo ha lanzado un ataque en masa sobre Maloye Utschno suprimiendo la guarnición de veinticinco españoles y diecinueve alemanes. El ataque fue apoyado por carros. La compañía se desplegó y logró rescatar a cinco españoles heridos y dos letones. La enorme concentración enemiga nos impidió reconquistar el puesto. La guarnición no capituló. Murieron con las armas en la mano. Observamos una gran masa enemiga concentrándose en Maloye Utschno y Bolshoye Utschno. Esperamos el ataque. Sabremos morir como españoles».

El termómetro señala 58º bajo cero; han dejado de funcionar los cerrojos de los fusiles.

«¡Preparad las granas de mano!»

Los españoles se aprestan a fortificar algunos puntos estratégicos de Pagost Ushin. El capitán Ordás comunicó telefónicamente con el capitán Lüer, cuya Comandancia continuaba situada en Borissovo, siete kilómetros al Suroeste de Pagost Ushin.

Dijo: «Me quedan solamente veinte hombres en situación de combatir. El resto de mi Compañía ha causado baja. Solicito el envío inmediato de refuerzos».

Pero los refuerzos no llegaron aquel día y sí los cazabombarderos soviéticos, dispuestos a aniquilar al grupo de supervivientes españoles.

20 de enero, 14:30 horas. Capitán Ordás a general Muñoz Grandes: «Anoche nos bombardearon tres aviones rusos. Al atardecer, grandes masas enemigas avanzaron contra nuestras posiciones. Han salido varios voluntarios para incendiar los carros enemigos (con cócteles Molotov). El movimiento de penetración del ataque ha sido contenido y el enemigo se retira. Dios existe».

En el ocaso del día 20 de enero, el teniente Otero de Arce recibió instrucciones para intentar el enlace con los alemanes sitiados en Vzvad. Dijo el capitán Ordás: «Los alemanes abandonarán Vzvad esta misma noche. Saldrán hacia el lago por el golfo de Tuleblisky, y siguiendo una línea horizontal procurarán acercarse a nosotros bordeando la costa. Puede usted disponer de los dos sargentos y los quince soldados que nos quedan. Le deseo mucha suerte, teniente».

A las dos de la madrugada del día 21 callaron las ametralladoras y el teniente ordenó retroceder. A las 3:30 entraban en Pagost Ushin, ateridos de frío y sin contacto con los alemanes de Vzvad que se supone hacía tres horas habían abandonado la posición y comenzado a cubrir los quince kilómetros de distancia en dirección Oeste hasta la Comandancia española.

A las 4:45 de la madrugada del 21 de enero, el teniente Otero de Arce salió hacia el Este con tan sólo 15 soldados españoles y 5 letones en busca de las fuerzas alemanas de Vzvad. A las 5:30 percibieron sonidos, voces, relinchos y crujir de pasos, y el teniente ordenó disparar las bengalas según la secuencia prevista. Al cabo, aunque pareció una eternidad, la secuencia de bengalas obtuvo respuesta; a su resplandor distinguieron los españoles las manchas difusas de una columna en marcha. Oyen gritos en la oscuridad: «¡Kameraden! ¡Kameraden! ¡Kameraden!» Y relinchos y chirriar de patines.

«¡Adelante, muchachos!», ordena el teniente a su tropa.

Las siluetas de los soldados alemanes se perfilan en la plateada oscuridad, se acercan, se agigantan. Se alzan brazos blandiendo fusiles, surgen gritos de júbilo y risas nerviosas. Los alemanes son muchos y vienen enfundados en gruesos capotes y blusones de camuflaje; detrás de la vanguardia se deslizan varios trineos. El teniente Otero de Arce y el capitán Pröhl se estrechan la mano antes de abrazarse: «¡Danke schön!»

Los soldados alemanes abrazan a los españoles que son pocos, pero tremendamente animosos y que ahora los preceden, habiendo cumplido por fin la misión, camino de Pagost Ushin. Cuando las fuerzas conjuntas hacen su entrada en Pagost Ushin una Escuadrilla de cazabombarderos soviéticos ataca la columna. Los aviones ametrallan y cañonean la calleja del poblado. Los soldados corren por entre las isbas, se arrojan al interior de las zanjas y de los hoyos, se parapetan detrás de los brocales de los pozos y se escurren bajo las techumbres de los corrales y los graneros que todavía no han sido pulverizados por las explosiones.

El capitán Ordás abraza al teniente Otero de Arce, al capitán Pröhl y al resto de oficiales alemanes.

El teniente Otero de Arce requirió de asistencia médica.

A las 09:45 horas el capitán Ordás informó al general Muñoz Grandes: «Un destacamento salió esta mañana de MALOE UTCHNO para VSVAD. La guarnición de VSVAD, que hizo una salida anoche, abrazó a nuestros hombres (sobre el lago helado) siete kilómetros al Este de UZHIN. Vuestras órdenes han sido cumplidas por entero».

21/1/1942. 11:40 horas. General Muñoz Grandes a capitán Ordás: «Envíe por correo urgente relación nominal de los que salisteis, bajas habidas y los que quedan, y por radio relación numérica».

Fueron repasados los estadillos de altas y bajas. Los sanitarios reconocieron a los heridos y congelados hospitalizados en Borissovo, dieron el alta a los menos graves y, a las cuatro de la tarde, el capitán Ordás transmitía la respuesta al Cuartel General de la División Azul: «Salimos 206 hombres. Quedamos 34».

Siguieron dos días de descanso, limpieza de armamento y recuperación de las energías físicas; aunque el aderezo de las pasadas de la aviación, con el consiguiente rastro de bombas e incendio, era frecuente, ya familiar. Volvieron a oírse cantos españoles

Atardecía el día 23 cuando los centinelas españoles apostados en Pagost Ushin vieron aproximarse por el camino vecinal de Borissovo a una columna de soldados. Eran alemanes de la 81.ª División de Infantería.

A las siete de la mañana del 24, sábado, dieciséis soldados españoles, con el teniente Otero de Arce al frente, se preparaban para una operación de despliegue para recuperar las posiciones perdidas en las jornadas precedentes, soportando una cruel ventisca que barre la tundra. Un Panzer IV abre la marcha, los españoles detrás y un contingente de un centenar de alemanes a la espalda flanqueándolos. La vanguardia española logra alcanzar y penetrar en Maloye Utschno; la única calle está cubierta de escombros y cadáveres y salpicada de cráteres. El teniente Otero de Arce anima a sus hombres en el avance. El enemigo comienza a disparar parapetado en las isbas. El teniente Otero de Arce anima a sus hombres en el avance. El enemigo comienza a disparar parapetado en las isbas.

«¡A por ellos! ¡Arriba España!»

Los españoles saltan sorteando escollos y trepan la ladera soltando con rabia sus granadas de mano. Tabalean las ametralladoras y los naranjeros de la defensa soviética. El estruendo es infernal. Estallan los proyectiles del 7’5 del carro del Panzer IV. La batalla apenas dura diez minutos; el enemigo se repliega hacia el Sur, camino de Shiloy Tschernez, la última de las aldeas que han de recuperar los españoles antes de que concluya la jornada. Algunos soviéticos se rinden, agotados también por los días de lucha continua y el intensísimo frío. Shiloy Tschernez cayó en manos de los españoles sin que el enemigo opusiera una tenaz resistencia.

«¡Alto el fuego!»

Los esquiadores soviéticos se retiraban hacia la vecina aldea de Penikovo.

Transcurrida media hora de la entrada de los españoles en Shiloy Tschernez hicieron su aparición las vanguardias alemanas de la 81.ª División, que se suponía debían avanzar conjuntamente flanqueándolos. En definitiva, los que se habían batido el cobre eran los dieciséis españoles con la ayuda del Panzer IV.

«¡Atrás! ¡Regresamos a casa, muchachos!»

El teniente había cumplido la misión reconquistando los tres pueblos perdidos siete días antes; esos mismos tres pueblos que ahora volvían a abandonar escalonadamente.

25/1/1942. 1:42 horas. General Muñoz Grandes a capitán Ordás: «Dime cuántos valientes quedáis».

18:45 horas. Respuesta del capitán Ordás: «Quedamos doce combatientes».

El general Agustín Muñoz Grandes escribe: «Sobre las aguas heladas del Ilmen, y gracias a la bravura y espíritu de sacrificio con que lo atravesasteis para liberar a los héroes de Vzvad, ha rugido el león español. En nombre del Caudillo os concedo, a ti, capitán Ordás, la Medalla Militar individual, y a todos los valientes que te acompañaron, la Medalla Militar colectiva. Por la Patria agradecida os abraza, Muñoz Grandes». Ordena que transmitan el mensaje inmediatamente.

La medalla individual le fue concedida al teniente Otero por petición de la tropa.

¡Arriba España! ¡Muera el comunismo!

La noticia cundió por Alemania y Hitler al enterarse, hizo poner en todos los cuarteles alemanes un superponible de la operación de nuestra Compañía y en el Reistag lanzaba una proclama al pueblo alemán, en la que entre otras cosas dijo:

«¡Alemanes! Cuando veáis un soldado si afeitar, con su uniforme sucio y roto ,desgarbado y con las manos en los bolsillos ,saludarle que es un «héroe». !Es un Español!».

Los esquiadores de la División Azul completan su gesta: Tan sólo regresan 12 de 206 – 25/01/1942.

Camaradas, ¡¡Presentes!!

Después de esta batalla la Compañía de Esquiadores 250 nunca más volvió a ser organizada, siendo ésta su única y definitiva batalla.

En esta acción recibieron 32 Cruces de Hierro y Ordás su segunda Medalla Militar Individual, al igual que el teniente José Otero de Arce. De esta forma la Compañía de Esquiadores se convirtió en una de las unidades más condecorada del frente de Leningrado y la más condecorada de todas las fuerzas voluntarias extranjeras que lucharon encuadradas en la Wehrmacht. La acción del Lago Ilmen contribuyó a construir la imagen heroica de la División Azul a pesar del alto coste de sus bajas. El Frente del Vóljov se mantuvo firme gracias a los soldados españoles. Y nuevamente como afirma Núñez Seixas, unos meses después la División Azul fue la encargada de rescatar a unos 140 alemanes en Mal Samosje.

Biografía del Gral. de Brigada José Otero de Arce.

Tte. José Otero de Arce

El teniente Otero de Arce nació el día 2 de marzo de 1917, en Buenos Aires (Argentina). Pasa su infancia en Chantada (provincia de Lugo), tomando parte en la Guerra Civil Española como soldado voluntario, en las Milicias de Falange de Lugo, desde el 20 de julio de 1936. Tras hacer el curso de alféreces provisionales en Burgos, juró bandera como oficial el 8 de diciembre de 1936. El resto de la contienda sirvió en el Regimiento de Artillería Ligera n.º 16. Posteriormente fue destacado en África, en 1941 desempeñaba el empleo de Ayudante del 3º Grupo de Obuses del 49 Regimiento. Siendo teniente provisional de Artillería se alistó desde Laucien (Marruecos), en la División Azul, siendo asignado a la 7.ª batería del Regimiento 269.º del coronel Martínez-Esparza. En noviembre de 1941, tras participar en los combates de la Cabeza de Puente del Volchov recibe la orden de organizar una Compañía de Esquiadores. Con esta unidad combatió en la batalla del cruce del lago Ilmen, en enero de 1942. Continuó en la campaña hasta el 2 de junio de 1943 en que fue destinado a la Representación de la División Azul en Berlín con el empleo de enlace. Regresó a España en octubre de 1943, para hacer la Academia de Transformación en Segovia siendo ascendido a Capitán. En 1945 contrajo matrimonio con Dña. Luisa Muerza, teniendo cuatro hijos. Realizó los cursos correspondientes en la Escuela de Estado Mayor saliendo diplomado con la Promoción 46.º. donde ejerció como profesor donde permaneció tres años.

Por haberlo acreditado ante el Tribunal de Idiomas del Ejército en los exámenes ordinarios celebrados del 9 al 25 de noviembre, de acuerdo con cuanto dispone la Orden de 7 de mayo de 1957…etc., entre los de Artillería se encuentra, D. José otero de Arce. (Sobresaliente)

Gral. Otero de Arce

En 1955 fue destinado a la escuela de Estado mayor de Florencia (Italia), donde permaneció dos años. Regresó a España y de nuevo a la Escuela de Estado Mayor como profesor. Volvió a Italia para realizar curso de Estado Mayor. En 1961 estuvo destinado en Pamplona y en 1962 regresó a la Escuela de Estado Mayor donde continuó su labor docente, llegando a director de Estudios

Con posterioridad, en 1966 pasó como agregado militar en las embajadas de Estocolmo, Londres y Dublín donde permaneció cuatro años. En 1971 asciende al empleo de coronel. En 1972 fue destinado a Gran Canaria. En 1973 regresa a Madrid a la Escuela de Estado Mayor donde siguió desempeñando la función de Director de Estudios. En 1976 ascendió a General. Pasó a la situación de reserva en el año 1978. Alcanzaría el empleo de general de Brigada de Artillería en 1979.

«Un general de brigada y dos del Ejército han presentado ayuntamiento su solicitud para acceder a la plaza de inspector jefe de la Policía Municipal. Los aspirantes son José Otero de Arce, general de brigada del arma de Artillería, de 63 años, que se encuentra en situación de reserva; Francisco Javier Lobo García, teniente coronel de Caballería, que ayer cumplió años y que es director de la Academia de Policía de El Escorial, y Ricardo Recio Carnero, de 48 años, comandante de Infantería. La lista de los aspirantes será expuesta hoy o mañana, por si hubiera alguna alegación; pasa plazo de quince días a partir del día de la exposición, el alcalde elegirá directamente a la persona que ocupará el cargo» (Noticia de El País de 27 de mayo de 1980) El general D. José Otero de Arce, falleció en Cádiz yendo a Canarias, el 18 de noviembre de 1980.

El General Otero de Arce estaba en posesión de numerosas condecoraciones tanto nacionales como extranjeras, que siempre acreditan las grandes virtudes de un soldado. Entre ellas, debe destacarse la Medalla Militar Individual Militar y dos Cruces de Hierro de Primera y Segunda Clase. En el libro LA BATALLA DEL ALGO ILMEN de Eduardo Barrachina quedan reflejados sus numerosos méritos de guerra.

Con su esposa María Luisa Muerza Anzoaín tuvo cuatro hijos: José Luis Otero Muerza, fallecido el 08 Jul 2015 en Madrid, Carlos Otero Muerza, María Luisa Otero Muerza y Javier Otero Muerza.

Bibliografía:

La batalla del Lago Ilmen, Eduardo Barrachina // Hemeroteca de ABC de 17-3 1966 // La División Azul. Moreno Juliá // Cuadernos de Historia Moderna y Contemporánea

NOTA.- Aunque figura como autor de este artículo Toribio, se hace notar que él sólo ha repasando y dado forma al mismo en algunos puntos, desconociendo al verdadero autor al cual ha sido imposible encontrar a pesar de haberlo intentado, pero debido a la gran calidad del artículo no hemos podido resistirnos a publicarlo.


8 respuestas a «José Otero de Arce In memoriam»

  1. Buenos días.
    Hay cosas elementales. La, Wehrmacht o Fuerza de Defensa se traduce conceptual ente como Fuerzas Armadas. El Heer equivale al Ejército de Tierra español o Armee francés, la Luftwaffe o Arma Aérea equivale al Ejército del Aire o Armée de l’aire francés y la Kriegsmarine o Marina de Guerra a la Armada Española (que ya no se llama así) o Marine Nationale francesa. Otra cosa. La W en alemán se pronuncia como v no como gua gue gui… Por eso se pronuncia vermaj y no güermach o vafen ss y no güafen ss, la g es suave y Gestapo se pronuncia guestapo y no jestapo.
    Por lo demás, el artículo, genial.
    Viva la Blau
    Viva España
    Arriba España

    1. Puestos a corregir, estimado Rafael:
      En francés, Armée es femenino y Armée de l’Air, se escribe como lo anterior y NO «Aire».
      Séria pues, Armée Française, Marine Nationale Française y l’Armée de l’Air Française.
      No sé por qué razón, se escriben siempre en minúsculas, por lo que sería: “armée française”, etc.
      En lo anterior NO hay mérito alguno ya que mi lengua materna es el francés y mi «escuela» fue la pública francesa y mi teclado de ordenador, francés, que se nota ya que carece de las tildes españolas… por lo que pido perdón.
      Lo mas importante NO es la corrección sino la gesta del General Otero y de la División Azul y, por consiguiente rezar por sus almas, aunque a buen seguro estarán en el Cielo.
      Gracias por la lectura
      DIOS, PATRIA y REY LEGITIMO
      España por Cristo

      1. Por supuesto no se trata de dar lecciones de idiomas a nadie por mi parte, todo lo contrario. ¡Es que me pone enfermo cuando oigo alguien decir «güafen ss» o «güermach»! Cuesta poco decirlo bien. En cuanto a la gesta de la División Azul no hay inconveniente. es la gesta española del siglo XX, sin mas. algo de lo que deberían estar orgullosos todos los españoles. Yo personalmente me considero un gran admirador y estudioso de la Blau en todos sus aspectos.
        Un saludo.

  2. ¿Qué queda de aquellos hombres, de aquellos ideales, de su religión?
    Apenas nada.
    Si no fuera porque interceden por nosotros en el Cielo, sin duda estaríamos perdidos.
    Con ellos y con el resto de nuestros antepasados estamos en deuda
    ¡Dios salve a España!

  3. Buenos días.
    Otro detalle. El teniente Otero de Arce, de Artillería, dice el artículo fue destinado a la 7ª cia del Rgto 269. Debe ser un error. Posiblemte fuera destins go a ese Rgt pero a la 13ª cia que era la Cía regimental de cañones de acompañamiento y en las que los oficiales procedían de Artillería y parte de los suboficiales también. Error sin iimportancia, desde luego. Otra cosa, la Cía de Esquiadores sí se re organizó, y administrativamente se gestionaba por parte del oficial pagador (que normalmente es de Intendencia) del Grupo de Exploración, también tácticamente en ocasiones estaba bajo el mando de este Grupo como su «cuarto escuadrón», desde luego adi fue en Krasny Bor febrero 1943. Luego ya no fue reorganizada.
    Un saludo a todos, ¡nada más lejos de mi intención de ser un quisquilloso o tiquismiquis!

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