Juan Prat: catalán y español, español y catalán por España

Juan Prat y Coll

Juan Prat y Coll nace en Barcelona en 1942. Ingresa en la carrera diplomática en 1968 y en 1970 es destinado a la Embajada de España en Ecuador. De ahí da el salto a Moscú en 1973 para poner en marcha la Delegación Comercial de España en la Unión Soviética. De 1975 a 1978 se encuentra en la primera embajada de España en Corea del Sur. Vuelve a España y después de una corta estancia en el Ministerio de Asuntos Exteriores, es nombrado subdirector general y luego director general de Relaciones Pesqueras Internacionales en los Ministerios de Transportes y de Agricultura.

En 1983 regresa a la carrera como jefe de la Oficina Económica y Comercial de la Embajada de España en Marruecos, puesto que abandona sorpresivamente a finales de 1985 para dirigir el Gabinete de uno de los dos primeros miembros españoles de la Comisión Europea. Allí ascenderá en 1990 al puesto de director general de Relaciones Exteriores, donde será uno de los artífices del «Proceso de Barcelona» en el Mediterráneo y de una verdadera política europea hacia Iberoamérica. En septiembre de 1996 es Embajador en Italia hasta que en el año 2000 es nombrado Representante Permanente ante la OTAN. Finalizará su carrera como Embajador en La Haya y Representante Permanente ante la OPAQ, de donde pasará a ser, desde 2011 a 2013, Delegado de la Generalitat de Cataluña ante la Unión Europea en Bruselas, donde reside en la actualidad…

En esta entrevista analiza algunos de los principales aspectos de su libro De Cataluña a Catalunya, que tan buena acogida ha tenido. 

¿Por qué decidió escribir De Cataluña a Catalunya?

Cuando salí de Barcelona al final de los años 60, para dirigirme a Madrid a preparar mis oposiciones a la carrera diplomática, Cataluña sólo se escribía con «ñ», es decir en español y eso nos parecía a todos (o casi todos…) lo más normal. En cambio, cuando he vuelto a España unos 45 años más tarde, incluso en la prensa en castellano encuentro a menudo Catalunya escrito en catalán.

Es muy significativo el título…el cambio de una sola letra es síntoma de un cambio mucho más profundo… 

Efectivamente, ello es evidentemente el síntoma de un cambio muy profundo y que no augura nada bueno. Creo que no se ha manejado bien, por parte de los diversos gobiernos de la transición, el tema de las diversas lenguas que se hablan en España, como tampoco se ha manejado bien el tema de la enseñanza en las diversas Comunidades Autónomas. España es un país grande y muy diverso. Pero esa diversidad, que supone una gran riqueza, al ser mal manejada, se ha vuelto contra nosotros y se ha trasformado en un problema. En efecto, hemos dejado que las cuestiones identitarias y lingüísticas invadieran nuestros ámbitos políticos, a través de burdas tergiversaciones de la historia. Desgraciadamente, debido – entre otras cosas- a los nuevos mecanismos de comunicación social, han ido ganando terreno, sobretodo entre muchos jóvenes de ciertas regiones, como Cataluña (pero no solo en Cataluña), las tesis separatistas basadas exclusivamente en argumentos mas basados en los sentimientos que en la razón, sentimientos exacerbados por políticos que falsean la historia en un país en el que se estudia muy poco y mal esa historia. De todo esto hablo en el capítulo introductorio de mi libro, que titulo «Historia, políticos y diplomáticos».

La lengua catalana es una gran riqueza y no debería ser nunca un instrumento de odio y división…

Ninguna lengua debería ser un instrumento de odio ni de división sino de comunicación y a lo sumo de exponente de una cultura que se distingue en parte de las demás por su modo de expresarse. Hoy en Europa asistimos a un peligroso proceso de «tribalización» como observa la periodista danesa Marlene Wind, que pone como ejemplos de ese proceso lo que está sucediendo con el Brexit en el Reino Unido (¿unido?), lo que está sucediendo en Cataluña y lo que sucede también de forma preocupante en países como Hungría y Polonia.

No es tan mayor para escribir un libro de memorias…

Empecé a escribir mis memorias a los cinco años de haberme jubilado y las he publicado cuando ya empiezo a estar mas cerca de los ochenta que de los setenta. Pienso que si hubiera esperado más me hubiera acordado de mucho menos. Considero que las memorias de un diplomático o de un político sólo pueden escribirse lógicamente cuando uno ha abandonado ya la función pública, pero no esperar demasiado, para conservar aún un cierto espíritu crítico y no tener la tentación de empezar a contar batallitas y a decir aquello que «cualquier tiempo pasado fue mejor.»

En cualquier caso unas vivencias muy ricas al servicio del Estado Español en diferentes destinos…

 Sí, yo he tenido la oportunidad poco común de servir al Estado desde la diplomacia bilateral, la multilateral, la «supranacional» y la regional. E incluso, durante unos años, la «económica», defendiendo los intereses de un sector económico y social muy importante para nuestro país, como es la pesca, especialmente para regiones tan sensibles como son Andalucía, Cantabria, Galicia y el País Vasco.

Y que le han dado una visión global de lo que sucede en el mundo…

 Evidentemente, destinos como la URSS en los primeros años setenta, las Comunidades Europeas (hoy Unión Europea) en los años 80 y 90, o la OTAN ya en los primeros años de este siglo, me han dado una visión muy amplia de la realidad internacional, especialmente si se tiene en cuenta, además, que desde mi puesto de Director General en la Comisión Europea fui responsable de las relaciones de Europa con los países de la ribera sur del Mediterráneo y los demás países árabes e Irán, además de toda Iberoamérica y los países del sudeste asiático.

¿El separatismo se cura viajando? ¿O según a qué lugares?

 No, el separatismo es un cáncer que no se cura viajando, porque como todos las «ismos» suele tener raíces profundas en ideas preconcebidas muy difíciles de extirpar. Llegados a cierto punto se hace muy difícil combatirlo y menos aún extirparlo a corto plazo.

¿Se siente privilegiado de haber sido testigo de la Historia reciente?

 Me siento privilegiado de haber vivido desde mi infancia en un país que no ha dejado de prosperar después de un siglo XIX que parece que en España se prolongó algo mas que en el resto de Europa.

¿Cuáles de todas sus vivencias destacaría especialmente?

Eso es muy difícil decirlo. Pero para destacar un momento, yo diría que fue aquel primer día de enero de 1986 al mediodía, cuando junto a un pequeño grupo de españoles, asistí al izado de la bandera española, junto a las de los demás miembros de las Comunidades Europeas de entonces, frente al emblemático edificio del Berlaymont, sede de la Comisión Europea en Bruselas. Aquel día España iniciaba una nueva etapa histórica, volvía a una Europa de la que nunca hubiera tenido que ser excluida y a todos los presentes se nos llenó el corazón de esperanza y de legítimo orgullo. Para mí era la culminación de un sueño de juventud.

Su españolidad no es incompatible con su amor a Cataluña…

 ¿¡Que cosas me dice usted!? Mi amor a España viene de mi amor a Cataluña y viceversa. La españolidad y la catalanidad no solo no son incompatibles sino que son complementarias y mas aún, son dos partes de un mismo todo. Yo siempre he dicho, como Cambó, que «soy catalán, y precisamente por serlo, soy doblemente español».

¿Por qué afirma que un catalán no tiene que compartir la misma idea de España que otros españoles?

No digo que «un catalán no tiene que compartir» sino que «no tiene porqué compartir «puesto que cada uno es libre de tener sus propias ideas sobre España, como sobre Cataluña o sobre Europa. Todos tenemos el derecho a tener nuestras propias ideas y no compartirlas con otros pero lo que no se puede es imponerlas por la fuerza. Lo que sí es lícito es intentar convencer al otro por el diálogo y con buenos razonamientos, pero está visto que esto en España ha sido históricamente muy difícil y parece que sigue siéndolo.

Y también afirmó que no es que Cataluña pertenezca a España sino que ES España…

En efecto, Cataluña no «pertenece» a España, ya que ella misma ES España. Cuidado con estas expresiones que involuntariamente pueden herir la sensibilidad del mas español de los catalanes.

En realidad Cataluña, España, Europa son conceptos que deberían integrarse sin ningún problema….

Claro que sí. Hoy vivimos en un mundo muy complejo e ínter relacionado y no existe una identidad única. El que así piense demuestra tener una mentalidad muy reducida. Todos llevamos incorporadas varias identidades que se manifiestan con mayor o menor nitidez según las circunstancias, pero ninguna de ellas es incompatible con las demás. Yo, por ejemplo, si estoy en Cataluña y me preguntan de donde soy, digo que soy de Barcelona, pero sin estoy en el resto de España, digo que soy catalán. Pero si estoy en Bruselas, digo que soy español, y si estoy en Nueva York, digo que soy europeo. Y cuando navego en mi barquita de remos por aguas mallorquinas, digo que soy mediterráneo…como Juan Manuel Serrat!

¿Se podría decir que más que un libro de vivencias sin más, tiene un mensaje político?

Todo libro comporta un mensaje político. El mío es muy claro: Se puede servir a España siendo catalán y sin dejar nunca de serlo. Eso que parece una evidencia, hoy hace mucha falta recordarlo.


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