¡Justicia! ¡Justicia! ¡Justicia!

Dicen que ETA se acabó y que fue producto de un simple «conflicto». Pues bien, hoy ETA y su entorno siguen asesinando, sólo que en silencio, porque sus víctimas dejaron descendientes que siguen muriendo silenciosamente víctimas de los que asesinaron a sus seres queridos. Lo peor es que lo hacen con la complicidad activa y consciente de las autoridades, instituciones y, sobre todo, esta clase política degenerada que nos aprisiona.
Les ofrecemos el desgarrador grito de dolor de una de las viudas que dejó ETA, grito que clama JUSTICIA. ¿Será atendida? Mucho nos tememos que no.
ETA mató a mi marido a balazos. Mi hijo solo tenía 3 años y medio, pero hay imágenes que nunca ha podido olvidar: cuando sonó el timbre de casa y entraron policías y militares, mi reacción cuando esos agentes me lo contaron; el entierro; o el compañero de mi marido suicidándose de un disparo delante de nosotros… Mi hijo tampoco olvida los dos años que yo me pasé tirada en la cama, mientras él me pedía que me levantara para jugar.
Cuando mataron a su padre, mi hijo ya hablaba, pero se quedó mudo: pasó un año entero sin decir apenas palabras. Tenía miedo de todo, todo el tiempo. A los 6 años tuvo su primer ataque de ansiedad. A eso le siguieron años y años de tratamiento psiquiátrico (que todavía necesita y no puede interrumpir), hipertensión, agorafobia, depresión y una enfermedad autoinmune que le produce dolores muy fuertes y que le han dicho que tiene un origen emocional. Estudió su carrera a distancia porque tenía miedo incluso de salir de casa para ir a la universidad.

A mi hijo y a mí no nos mataron aquel 14 de septiembre, pero os aseguro que ese día se cargaron nuestras vidas. Y no somos los únicos, conocemos otros familiares y huérfanos de ETA que siguen sufriendo hoy las secuelas de un ataque terrorista: ansiedad, depresión, vidas rotas e incluso suicidios.
¿De verdad que todo esto no le parece suficiente al gobierno para considerar a estos niños, ahora adultos, víctimas del terrorismo? Los problemas de salud de mi hijo NO son derivados de ninguna enfermedad, son las trágicas secuelas de un desalmado ataque terrorista. Aunque ya nadie hable de ETA, sus víctimas seguimos aquí.

Es la única forma de que los huérfanos de ETA con problemas, como mi hijo, reciban algún tipo de ayuda para financiar todos los tratamientos que necesitan por culpa del atentado. Y de que por fin dejemos de ser víctimas de segunda. Los familiares de los asesinatos de los primeros años somos las grandes olvidadas de este país. Aún no había conciencia de que podían matarnos a cualquiera así que siempre estuvimos abandonados. Ya es hora de escucharnos.
Fernando Grande-Marlaska, te comprometiste a darnos lo que pedimos. Nos dijiste que era lo justo. Pero meses después aquí seguimos esperando. No vale con usarnos en sus discursos electorales y hacernos promesas. Usted DEBE cumplir con su palabra.
Si de verdad quiere ayudarnos, puede hacerlo ahora mismo. En unas semanas se disuelven las cortes, esto es muy urgente. CUMPLA LO QUE NOS PROMETIÓ.
