La amenaza rusa
Deshecha la antigua Unión Soviética, aquella URSS volvió a ser Rusia, cuyo poderío no tiene nada que ver con aquella, ni si quiera sus posibilidades, por mucho que quisiera, ni sus intenciones, por mucho que las anhele, por ello, hablar y prodigar la existencia de una amenaza rusa resulta hoy en día impropio y apesta a manipulación.
Existe sin duda en Occidente una constante presión mediática, nada improvisada, que pretende hacernos creer que Rusia, o al menos la Rusia de Putin, supone una amenaza contra nuestra seguridad y libertad. Sobre dicha propaganda, sobre tal mayestática simplicidad, máxime cuando nadie la explica, sino que se da por sentada y… punto, pende la realidad que se nos oculta; bien que se hace bajo toneladas de pretendida información más que sesgada o sobre esa dictadura de lo que se llama «políticamente correcto» y que nosotros preferimos llamar la «historia oficial» que debemos tragarnos porque el que no lo hace pasa a ser mirado como un bicho raro; y es que el mundialismo y la globalización, que ya nadie puede ni esconder ni negar, son el pilar de esa misma propaganda oficial.
Pero si analizamos la realidad de los hechos, y más aún de las pruebas que los avalan, la cosa cambia radicalmente; y que conste, antes de seguir que no tenemos simpatía alguna ni por Rusia ni por Putin, porque al menos nosotros no nos fiamos de nadie, conscientes de que en política internacional, en relaciones exteriores no hay ni amigo ni aliados, sólo socios coyunturales, pactos circunstanciales que, además, aunque tenga sus fechas, pueden durar lo mismo que un caramelo a la puerta de un colegio en cuanto esas coyunturas y circunstancias cambien para alguno de los «abajo firmantes», el cual, además, nunca advertirá a su «estimado y honorable» socio de que ya le está «poniendo los cuernos».
Según los datos más recientes que se poseen y hemos podido recabar, los cuales, todo hay que decirlo, al tratarse de datos militares tanto de los EE. UU., como de la OTAN y de Rusia, puede que contengan algunos errores, no achacables a nosotros, sino intencionados de parte de todos los nombrados, la cosa es más que significativa echando por tierra esa pretendida amenaza rusa a nuestra seguridad y libertad.
Según cifras oficiales del Departamento de Defensa de EEUU, el país norteamericano mantiene 716 bases militares –de variados tamaños– en 148 países del mundo. Por su parte, Rusia tiene 21 instalaciones militares en 10 países extranjeros. Entre estas instalaciones hay divisiones de infantería motorizada en Armenia y Tayikistán, bases de radares en Bielorrusia y Kazajistán, bases aéreas en Kirguistán, Siria y Armenia, y puertos marítimos en Vietnam y Siria.
La mayor concentración de fuerzas fuera de su territorio la tiene Rusia en Siria, donde mantiene un contingente de unos 3.000 militares; además de aviones de combate y logístico y buques de apoyo. En Vietnam, fue en 2013 cuando Rusia volvió a la base de Cam Ranh, que fuera la mayor de la extinta URSS y que habían abandonado en 2001 ante el desacuerdo entre las partes sobre el «alquiler» a pagar, la cual, con sus 100 kilómetros cuadrados, vuelve a ser la mayor instalación naval fuera de sus fronteras, al incluir, además de los muelles, un astillero de reparación y un aeródromo, donde el número de militares y personal civil desplegados podría con el tiempo a alcanzar la cifra de entre 6.000 a 10.000 personas como tuvo en tiempos de la URSS, pudiendo albergar hasta 10 buques de superficie, 8 submarinos y 6 embarcaciones militares de otro tipo y desplegar hasta unos 16 aviones porta-misiles, 9 aviones espía y 2 o 3 aeronaves de transporte como antaño. Desde luego nada comparable con las capacidades de las varias macro bases de los EE. UU. en el exterior.
En palabras del ruso Alexéi Podberiozkin, director del Centro de Estudios Militares y Políticos de la Universidad MGIMO, «Solo una persona que se ha despedido de la percepción racional de la realidad puede comparar la presencia militar de Rusia y EEUU en el mundo. Son números incomparables»; cuya nacionalidad no le quita la razón que avalas los datos aportados en el párrafo anterior.
Por ello, la presencia militar rusa es muy limitada tanto por las regiones donde está presente –menos Siria por razones obvias y Vietnam, las demás se circunscriben a su entorno más inmediato, formando un más que débil cinturón de seguridad próxima–, como por su escala. De hecho, solo hay seis puntos donde el país euroasiático cuenta con bases militares, el resto son más instalaciones de servicio técnico. Y aún más, los gastos militares de EEUU alcanzaron los 793.700 millones de dólares en 2017, mientras que los recursos financieros asignados por Rusia para la defensa apenas llegaron a los 70.000 millones de dólares en ese mismo año.
Lo anterior viene a demostrar que, como afirma el ya citado profesor Alexéi Podberiozkin «…el concepto (militar) de Rusia excluye la persecución de una influencia global. Eso se debe a que la estrategia militar-técnica (de EE.UU.) está determinada por tareas políticas. No tenemos esta tarea de expandir nuestra influencia por todo el mundo. Quizás este fue el objetivo en algún momento de la historia de la URSS. Sin embargo, ahora no se plantea tal objetivo».
Y es que ese, y no otro, es el meollo de la cuestión. Los EE. UU., junto con sus aliados de la OTAN, y en buena medida la propia ONU donde los norteamericanos, británicos y franceses siguen ostentando una preeminencia evidente, a pesar de las posibilidades de veto de la propia Rusia o de China, tiene una clara y evidente estrategia de dominio sobre el mundo, de control global no sólo militar, sino sobre todo político y comercial, de la que carece por completo Rusia por razones evidentes, no decimos que no le gustaría como fue en el pasado y reconoce el profesor Podberiozkin y la Historia demuestra. Pero ahora, en este siglo XXI, Rusia no representa ni puede representar amenaza alguna en ningún lugar del planeta, menos aún a nuestra seguridad y libertad europeas y española. Ergo todo ese despliegue en sus cercanías, todas esas misiones en el exterior en las que participamos, no tiene razón de ser, y menos para España, ya que lo que son en realidad es presiones, cuando no provocaciones, contra una nación soberana como es Rusia que en nada nos amenaza a nosotros, ni puede ni podrá hacerlo por muchos años.




