La Apostasía
“Si uno enseña otra cosa que no se allega a las palabras saludables de nuestro Señor Jesucristo y a la doctrina que es según la piedad, éste es un hombre hinchado que no sabe nada, antes bien, tiene un enfermizo afecto por cuestiones y disputas de palabras…” (Tim. 6, 3ss)
“La doctrina que es según la piedad” es la doctrina sobrenatural que no se detiene en lo que es terreno y material, y por tanto perecedero y caduco, sino que mira a la vida espiritual y eterna. Si alguien enseña una doctrina distinta a las saludables palabras de nuestro Señor Jesucristo, si enseña una doctrina puramente mundana, entonces es un hombre tal cual nos lo describe san Pablo en su carta a Timoteo.
La Apostasía de Babilonia (Ap. 17, 2) consiste precisamente en esa actitud mundana de poner a Dios principalmente de agente y responsable de bienes puramente terrenos y temporales, convirtiendo la vida y salvación eterna traída por Jesucristo, y ganada con la efusión de su Sangre, en un programa de puros valores humanos; ya sea con carácter de cultura, o de bienestar, o económico, o de influencia política…
El constante e irritante tintineo de “el grito de la tierra”, “el grito de los pobres”, “la fraternidad universal”, “la escucha del otro”, y cuánto más, sin referencia absolutamente ninguna a la vida eterna, a la vida de conversión, a la vida de penitencia, a la vida de santidad, y sobre todo a la necesidad del bautismo para la salvación, y por encima de todo, ninguna referencia a la obra redentora del Verbo Encarnado, son una muestra de que los que así hablan son a quienes se dirigen las palabras de la Carta a Timoteo. Estos son esos “hombres hinchados que no saben nada.” Así son estos que farfullan, que tienen “un enfermizo afecto por cuestiones y disputas de palabras.”
La Apostasía se ha asentado en la Iglesia católica a través de quienes tienen el sagrado deber de transmitir la fe recibida y custodiarla. Los asalariados y mercenarios han usurpado la Iglesia, amordazándola y obligándola a apostatar.
El depósito de la fe permanece, los dogmas no pueden ser cambiados por Concilio alguno ni por un Sumo Pontífice.
He aquí el Sínodo de la Sinodalidad, el de la vergüenza y de la apostasía, símbolo e identidad de los lobos con piel de oveja. La Iglesia es milenaria y permanecerá hasta el fin de los tiempos; estos falsos pastores son de última hora.

Entonces María, tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro, ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. Y la casa se llenó del olor del perfume.
Dice Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que lo había de entregar:
«¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios y se ha dado a los pobres?»
Evangelio de san Juan, 12 : 3~5.
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En la pregunta que hace el apóstol infiel, está condensada toda la esencia del actual rechazo a LA FE.
Tradúzcase «trescientos denarios» por «bienes de este mundo», y se entenderá cuál es el motor que mueve a tantos cristianos a dudar del único camino de salvación, hasta abandonarlo.
Ya Nuestro Señor nos advirtió (Mateo, 6:24) de que no podíamos servir a Dios y al Dinero. Y como siempre hay que elegir (Deuteronomio, 30:19), esta generación ha optado mayormente por el segundo…