La Casa de tócame Roque

El Consejo de Ministros del maltratado Reino de España –lamentablemente el nuestro- masivo en carteras ministeriales vacías de sentido, carentes de contenido, y ministros excesivamente menguados en competencia y buen hacer gubernamental, representa lo que para los madrileños castizos –cada vez menos- fue en su día la Casa de tócame Roque. Es decir, una reunión de próceres socialcomunistas entregados a la propaganda fulera y a la tomadura de pelo del pueblo español. Su presidente, convaleciente de un narcisismo incurable, de una felonía sin parangón, con descaro impropio de su responsabilidad, preside la reunión de su banda de ministros carentes de talento y sin talante alguno.

Montero

Lo malo, lo peor, lo angustioso y tormentoso para los súbditos a los que dirige, sin ninguna gloria y con pena en abundancia, es que las decisiones que toma, fatuas y sectarias en exceso, son las que rigen el presente, también el futuro inmediato, de nuestra Patria –con mayúscula-. Arrogante, prepotente, engreído y soberbio en grado superlativo, hace y deshace, más bien, el Estado Democrático, Social y de Derecho que canturrea nuestra Carta Magna. No hay por donde cogerlo, menos aún analizarlo, para poder llegar a unas conclusiones que no sean pestilentes, vomitivas y malsanas para el bienestar social prometido. Todo es palabrería de mercadillo, sobre todo si la portavoz es una ministra dicharachera y vulgar como es la susodicha, María Jesús Montero, que ha perdido toda la gracia que caracteriza a los andaluces. Verla y escucharla durante sus comparecencias tras las reuniones palaciegas, ahora los martes –qué originalidad- es todo un elogio de mal gusto y chabacanería sin precedentes en nuestra Historia de España. La verdulera, la pescadera, la carnicera o, simplemente, cualquier comerciante de cualquier plaza de abastos tiene más elegancia y saber estar que esta mujer, tan locuaz y grandilocuente como ordinaria y corriente. Lo malo es que además en su nómina cobra como titular del ministerio de Hacienda.

Ahora que el bolivariano y revolucionario hacendado –menuda hacienda que tiene el gachó en Galapagar- ha desaparecido del tablao de la Moncloa, la coral de Pedro redobla esfuerzos para hacerse notar como solista del grupo. Parece chiste, pero no lo es, me estoy tomando el espectáculo a chacota, pero la tragicomedia no tiene el menor desperdicio, se lo aseguro. Jamás tamaño esperpento entrará en los anales de la historia del sainete, menos aún formará parte de los ejemplos del arte de gobernar.

La claudicación y rendición, ahora lo llaman diálogo, es el santo y seña de este grupo de insignes responsables del porvenir de nuestros compatriotas. Rendición ante los delincuentes que rigen la política en Cataluña, claudicación ante los terroristas y las mesnadas nacionalistas vascas, tragaderas con Marruecos por la mañana, por la tarde y fiestas de guardar. Qué brava defensa de los intereses de España –es una ironía, claro-.

Glez. Laya
Planas

Si miramos hacia nuestro norte geográfico –me refiero al europeo- el espectáculo no merece un pase. Todavía estamos a la espera del maná comunitario, que no termina de llegar por la escasa fiabilidad del ejecutivo hispano. Nuestra eminente ministra de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, Arancha González Laya, tiene las narices aplastadas de los portazos que la dan en Bruselas, la Casa Blanca y en Marruecos. Pena penita mora que cantara “la Faraona”, es lo que se la puede dedicar por su permanente incapacidad en la escena internacional. Pero en los andurriales por los que se mueve lejos de España no está sola, el desaparecido y silencioso – a ver si me van a ver, pensará- señalo a Luis Planas Puchades. ¿A qué no saben quién es? Los agricultores creo que tampoco, quizá alguno le reconozca por fotografía. Se lo presento –quizá por última vez- es el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, o lo que es lo mismo, el caballero que está ¿negociando? la PAC (Política Agraria Comunitaria), asunto de enorme calado que diseñará el futuro del campo español. Sin luz ni taquígrafos, a hurtadillas, se sienta en la clandestinidad a entregarse, sin condiciones, a los imperativos de nuestros socios europeos. César Lumbreras, gran conocedor del mundo rural español que, sabiamente, dirige el programa radiofónico “Agropopular”, creo que todavía está buscando cuál puede ser el contenido de su agenda personal, siempre desierta de compromisos, reuniones y encuentros con los protagonistas de los sectores a los que, supuestamente, defiende en Madrid y en la corte flamenca.

Castells

Y qué decir de Alberto Garzón Espinosa, el chico de Izquierda Hundida coaligado con los podemitas que bebe los vientos del régimen castrista, es el responsable de la cartera de Consumo. Un comunista de salón y pandereta, muy dado a la soflama mitinera, pero sin ocupación, preocupación y muy buen sueldo. El mismo salario que tienen los consumidores medios españoles. Hay que tener la cara de cemento armado para presentarse con fingida humildad ante sus votantes de puño en alto, al estilo añejado pro soviético. ¿Qué carajo hace este individuo habitualmente? Se lo digo, ná de ná. ¿Les suena Manuel Castells Oliván? Adivina adivinanza, es un hombre regordete, canoso, que parece que en lugar de corbata lleva una soga al cuello, que de cuando en cuando se le ve hacer algo. Ni idea, ¿o me equivoco? Pues es el responsable de la vacía y aparente cartera de Universidades. Sólo sé que tiene su despacho en el Paseo de la Castellana 162, a partir de ahí le he perdido la pista. En alguna ocasión le he creído reconocer en las reuniones mañaneras del lindo don Diego, perdón, Pedro Sánchez.

En fin, tengo carrete para seguirles informando de quién es quién en el gabinete cuadrillero del presidente. También les prometo que les contaré dónde estaba antaño la casa de tócame Roque, que existió, pero que ahora se ha trasladado a las afueras de Madrid, a la carretera de La Coruña, por más precisión. Un lugar paradisíaco que celebra eventos y reuniones del más “alto nivel” que puedan imaginar.


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