La colaboración, la resistencia y el «resistencialismo»
(…) La liberación no había sido aquella alegría inmaculada que esperaba. Incluso en mi pueblo se limitó a un ajuste de cuentas entre franceses. Sin duda, nuestro país tenía un puesto entre los vencedores, pero ¿a qué precio? ¿Y a quién debía la vitoria? ¿A las fuerzas francesas libres de Londres bajo la autoridad del general De Gaulle? ¿O a los que habían participado en la resistencia en las fuerzas francesas del interior, de la que formaban parte los francotiradores partisanos, los FTP comunistas? Sin embargo, la mayor parte de los combatientes de la Liberación provenían del ejército africanista y del ejército del armisticio, instrumentos, ambos, formados y preservados celosamente por el gobierno de Vichy.
Al final de la guerra, se juzgó el patriotismo de los franceses bajo criterios políticos. Se consideró a algunos como héroes y a otros como traidores (…). Esto es debido a la ambigüedad de la palabra «resistencia».
(…) Por desgracia, a partir de 1944, la resistencia se convirtió en una etiqueta que enfrentó a los franceses.
(…) Comencemos poniéndonos de acuerdo en la situación de junio de 1940. Francia había sido derrotada, abandonada por sus aliados (…) Alemania empezaba a dividirse Europa con la Unión Soviética. (…) La Wehrmacht capturó un millón y medio de prisioneros. (…) Nunca en la historia de Francia había tenido lugar tal derrota y tal conmoción en solo un mes.
(…) el gobierno que tomó el poder bajo la autoridad del mariscal Pétain no tuvo ninguna responsabilidad directa sobre la catástrofe. Fue porque el mariscal suponía una salida a los ojos de la población y de las élites políticas (…) el presidente Albert Lebrun le pidió que formara el nuevo gabinete, con la misión de pactar con los alemanes las condiciones del armisticio.
(…) no fue el «gobierno de Vichy» el que entró en contacto con Alemania el 17 de junio, sino el último gobierno, legal y legítimo de la III República. (…) El 10 de julio de 1940, quince días después de que el armisticio fuese firmado y se diesen a conocer las condiciones, la Cámara y el Senado re reunían y votaban los plenos poderes políticos y constituyentes del mariscal Pétain.
(…) Los únicos que no compartían el entusiasmo general eran los comunistas, pero hacía un año que se habían excluido del consenso nacional, siguiendo, salvo algunas loables deserciones, a la URSS tras la firma del pacto germano-soviético. (…) Stalin había dado órdenes estrictas al Partido Comunista Francés (PCF) para que no apoyase la guerra imperialista de los Aliados contra el Reich. Hubo sabotajes contra el aparato de guerra francés. De hecho, entre el 2 de septiembre del 39 y el 10 de mayo del 40 hubo más sabotajes en el arsenal de Lorient que durante toda la guerra.
(…) Si exceptuamos al partido comunista, colaborador de los nazis y disuelto por ello, la verdad es que el Congreso del 10 de julio se puso en manos, temblando y arrepentido, de un salvador. Con ello intentaba que se olvidase su propia responsabilidad en la derrota.
(…) Una gran mayoría de franceses ha perdido la memoria oral, familiar, de lo que fueron las dificultades de entonces. Se ha impuesto una especie de falsa memoria que nada tiene que ver con los hechos.
(…) Los comunistas han contribuido a esta falsificación. Durante los veinte años siguientes a la guerra, el Partido Comunista se llamó a sí mismo «el partido de los 75.000» fusilados, cuando los alemanes no fusilaron en Francia más que a 4.000 personas, que, por supuesto, no eran todas comunistas, ni mucho menos.
(…) muchos franceses, empezando por el mariscal Pétain, no consideraban que la guerra hubiese acabado con la firma del armisticio y, a medida que esta se desarrollaba, se pusiron a esperar. De Gaulle no fue el único en apostar por la victoria (…).

(…) El primer fusilado de la resistencia, Honoré d´Estinne dÓrves, monárquico y católico, encarna bien lo que fue la primera resistencia. Este oficial de marina trabajaba clandestinamente en Francia en misiones de inteligencia contra el ejército de ocupación. Fue atrapado y fusilado por los alemanes según las leyes marciales. Aceptando las consecuencias de sus actos, abrazó al jfe del pelotón de fusilamiento, sin rencor, pues no era necesario entre patriotas que cumplen su deber.
(…) De Gaulle se mostraba convencido de que los Aliados, con los recursos de sus imperios y los Estados Unidos, acabarían por ganar la guerra (…) Pero ¿acaso esto implicaba necesariamente que la acción de Vichy fuese inútil, incluso reprensible? Para nada. (…)
(…) Para los gaullistes que estaban al micrófono de Londres, el enemigo estaba más en Vichy que en Berlín. Los franceses se dirigían a los franceses para mostrar más odio hacia el mariscal que hacia Hitler.(…)
(…) De Gaulle necesitaba socavar a Pétain para sobresalir más que él. (…)
(…) La traición les pareció la mejor explicación de sus fracasos. Es de esta mentira demagógica de donde De Gaulle obtuvo su poder. Al final, culpamos al gobierno de Vichy de la derrota, de la ocupación y de los males de la patria.
(…) Los franceses ansiaban el fin de la guerra y la ocupación en su inmensa mayoría, por supuesto, pero eso no les hacía hostiles a Vichy. Este sentimiento también reinaba incluso entre esos partidarios de las resistencia que no luchaban más que por Francia y contra Alemania.
Sin embargo, la Resistencia se convirtió en un asunto político. En vano intenté entrar en un regimiento de FFI-FTP durante el otoño de 1944. Su armazón era comunista y los comunistas, que constituían un sector importante de la resistencia francesa del interior, pasaban por ser los principales oponentes de Hitler. Los primeros patriotas. Hubo un Frente Nacional comunista. El Partido Comunista tenía, a la vez, metralletas, brazaletes y una propaganda sensacional: muchos les creyeron, incluso yo durante un instante breve.
(…) El 22 de junio de 1941, Hitler rompió el pacto germano-soviético e invadió la URSS. Rápidamente, Stalin le envió nuevas consignas al Partido Comunista francés, que pasó a formar parte de la resistencia. Hasta entonces, esta era la opción de individuos poco numerosos y de grupos militares. (…)
(…) el patriotismo del partido era un patriotismo soviético. Inició una guerra total contra los nazis según las órdenes de Stalin, porque entraba en los planes de guerra de este. El Partido Comunista francés no actuaba, p0r tanto, como las Fuerzas Francesas libre –es decir, por Francia–sino por el comunismo internacional, tal como habían hecho en España las Brigadas Internacionales. (…)
(…) El partido comunista (…) organizó atentados contra el ejército alemán (…) muy rentables desde el punto de vista político: el objetivo era provocar represalias que, por sí mismas, suscitaran el rencor y el odio (…)
(…) Fue un éxito total. Los alemanes se volvieron cada vez más duros (…) Se volvieron implacables. Se sucedieron los asesinatos y las ejecuciones sumarias (…)
(…) La resistencia interior (…) buscó refugio en el campo y acabó en los maquis. Esto no suscitaba el entusiasmo de la población rural, pues perpetraban con asiduidad salvajes requisas de alimentos. En las regiones en las que dominaban los comunistas o los republicanos españoles, los abusos fueron numerosos: pusieron a la guerrilla social y política contra los que tenían castillos, los católicos, los defensores del mariscal o, simplemente, contra sus adversarios de antes de la guerra (…). Todo esto desembocaría en las masacres de la Liberación, que fueron especialmente masivas, indignas y odiosas. En realidad, fueron peores que las de los ocupantes desde el punto de vista moral. (…) Es lo que sucedió durante varias semanas en la Liberación. (…) La purga dio alas a muchos quídams con armas guiados por los ideólogos de las masacres por placer: desde esta perspectiva, fue peor que la ocupación. (…)
(…) De Gaulle dejó hacer a los comunistas.
Al principio por la fuerza de los acontecimientos. (…) era el amo desde Londres en la radio, pero no sobre el terreno. Tras el desembarco en la Provenza (…), la presencia militar le proporcionó la fuerza necesaria para meter en vereda poco a poco a los maquis. Respecto al exterior (…) seguía seindo, mal que bien, el pupilo de Churchill (…) Solo le faltaba, pues, el apoyo de Stalin, el verdadero jefe del Partido Comunista francés. Es la razón por la que visitó Moscú y acogió a algunos ministros comunistas en su gobierno provisional de Argel. (…)
(…) Su poder estaba basado en el mito del colaborador maligno. Igual que el mariscal Pétain tenía que convertirse en un traidor para que De Gaulle se convirtiese en un salvador; así era necasario que Francia estuviese llena de colaboradores que había que detener para que los arcángeles del resistencialismo pudiesen tomar el poder.
Esto entrañaba necesariamente el pillaje y las muertes de la purga. La Liberación debería haber sido el escenario del reencuentro de una patria desgarrada (…): fue, al contrario, un periodo de proscritos y de terrorismo político. Todo valía para tomar las plazas, los diarios, los apartamentos.(…)
(…) Todo estaba permitido contra el colaboracionismo. (…)
(…) Hay que decir que los combatientes, los de verdad, rechazaron en su mayoría todo este saneamiento (…)
(…) admitir que la traición había sido algo excepcional, habría sido rechazar el poder que se les ofrecía, traicionar la propia ambición.(…)
(…) Al tiempo que se mataba a los hombres, se condenaban las ideas, buenas o malas. (…) Francia era una hoguera en la que ardía toda la colaboración.
Pero ¿qué era la colaboración? Si colaborar con el ocupante era vivir con él, venderle patatas, pedirle un ausweiss, un salvoconducto, para poder ir a ver a la abuela, entonces toda Francia había colaborado. Si era constituir un mercado negro, hubo varias decenas de miles de embaucadores, vendedores de BOF (mantequilla, huevos, queso), chatarreros y traficantes diversos que se libraron en su mayoría, reconvirtiéndose oportunamente como miembros de la resistencia (…)
(…) La Resistencia no era un fenómeno homogéneo ni en sus metas, ni en sus medios, ni en sus componentes. Era tan variada como la colaboración. No se tuvo en cuenta este carácter heterogéneo, y se envenenó nuestra vida nacional.
La Resistencia era diversa en sus intenciones. Estaba la reacción de un patriotismo herido que creía que la victoria final era posible, y la encontrábamos en Londres, en Vichy y en otros lugares. Estaba la guerra ideológica llevada a cabo por los enemigos del nacionalsocialismo. Estaba el partido comunista. Y estaban, por último, todos aquellos que tenían un conflicto con los servicios de la policía por razones a veces honorables y, a menudo, no.
(…)
Para Razón Española, Nº 222 (Revista bimestral; 65€ al año (seis números); Tel.- 91 457 18 75 ó fundacionbalmes@yahoo.es)

Extraordinario
Muy interesante.
La manipulación de la historia por parte de la izquierda (al igual que en España) ha hecho olvidar que el antimilitarismo y el derrotismo inducido por el PCF tuvo mucha importancia en el hundimiento de Francia ante el avance del ejército Alemán.
A partir de la firma del pacto Ribentrop-Molotov el PCF pasó a ser “colaboracionista” con los alemanes…. lo que no impidió que tras la invasión de la URSS por Alemania el PCF se arrogara una “resistencia” que hasta ese momento había torpedeado.
Ahora, como en España, el comunismo -el marxismo- falsea el relato de los hechos manipulando la “memoria histórica”
Por eso se hace tan necesario -imprescindible- contrarrestar su propaganda con la verdad.