La escuela del Valle de los Caídos

«Esclavos» del Valle de los Caídos junto con sus familiares

Resultan sobradamente conocido que el mito de los presuntos trabajadores presos “esclavos” en la construcción del Valle de los Caídos es parte esencial de la leyenda negra que, contra el Valle de los Caídos, se ha ido propagando en el tiempo de modo interesado y sin base documental alguna que soporte tan descabellada teoría. Sin embargo, existe la documentación primaria que desmonta y desmiente la versión comúnmente considerada como veraz y que arroja unas conclusiones que, no sólo no se asemejan a lo que históricamente nos han vendido, sino que la verdad de la historia es diametralmente opuesta.

No vamos a extendernos aquí explicando los beneficios de los que gozaban los trabajadores penados por el mero hecho de serlo y que ya está suficientemente explicado en estas páginas. Sin embargo, si quiero profundizar en un aspecto, que creo no suficientemente conocido. Me refiero a la escuela del Valle de los Caídos, aquella donde recibieron sus enseñanzas los hijos de los presos y de los libres.

La primera referencia sobre la escuela del Valle la encontramos en el acta número 10 del Consejo de Obras del Monumento Nacional a los Caídos, organismo máximo responsable del devenir de las obras del conjunto monumental. El punto séptimo de esta acta, de fecha 31 de julio de 1942, acuerda:

“Autorizar a la empresa San Román para la construcción de edificios auxiliares, Iglesia, escuela, etc., con arreglo a un plan determinado aprobado previamente por acuerdo del Consejo”

Es importante destacar la previsión con la que actuaba el Consejo de Obras ya que, a la fecha del acuerdo, julio de 1942, aún quedaban 8 meses para que los primeros presos y sus familias se establecieran en Cuelgamuros.

Vaquero Palacios (poco antes de su fallcimiento)

Dejemos momentáneamente el Valle.

Años antes del acuerdo del Consejo de Obras, concretamente en 1926, el arquitecto asturiano Joaquín Vaquero Palacios, (Oviedo 1900, Madrid 1998), asociado a la también asturiana empresa “Hijos de Lantero”, patentó un novedoso sistema de construcción desmontable en madera al que llamaron “VAQLAN”, (acrónimo de Vaquero y Lantero), con el que consiguieron un tremendo éxito en la época.

Pedro Muguruza

Así, el arquitecto Pedro Muguruza, como sabemos, primer arquitecto del Valle de los Caídos, conocedor del novedoso sistema constructivo, encargó a la empresa de Vaquero la construcción de la escuelita del Valle. Esto no ocurrió hasta mayo de 1944. Hasta ese momento las clases se llegaron a impartieron en la antesala de la clínica-dispensario del Valle y en un barracón que la empresa San Román improvisó para tal menester.

Fue tal el éxito del sistema constructivo patentado por Vaquero Palacios que consiguió diferentes reconocimientos y premios tanto nacionales como internacionales. La concesión de uno de estos premios tuvo lugar en la afamada exposición bienal de Venecia del año 1952 donde Vaquero Palacios presentó, entre otras, una maqueta de la propia escuelita del Valle de los Caídos.

Dos imágenes del mismo sitio con 70 años de diferencia. La primera del comienzo del curso de 1951. Y la segunda de 2022.

Ya tenían escuela, pero no tenían maestro fijo. No hubo que buscar muy lejos ya que en marzo de 1944 se había establecido en el Valle un preso más que llegaba a Cuelgamuros para redimir su condena. Se trataba de Gonzalo de Córdoba Escobar, maestro nacional.

Este toledano del pueblo de Carmena, municipio cercano a Torrijos, nacido en diciembre de 1905 participó activamente en la guerra en el ejercito republicano donde alcanzó la graduación de comandante y donde fue jefe del 103 batallón y de la 28 brigada del ejercito rojo. Fue detenido nada más finalizar la contienda por la denuncia (10/04/1939) de la vecina de Villarejo de Salvanés, Julia Alonso Acero quien acusaba a De Córdoba  de “haber allanado su morada , haciéndola desalojar de la misma con amenazas de “darle el paseo””

En el Consejo de Guerra seguido en 1942 en su contra por esta y otras denuncias (sumario 24556, caja 665) se consideró probada su participación en varios hechos delictivos cometidos entre San Sebastián de los Reyes, Velilla de San Antonio, Mejorada del Campo y el ya citado Villarejo de Salvanés. La sentencia dictada en Madrid el 12 de marzo de 1942 consideró probada su participación como: “cabecilla de los violentos de Villarejo de Salvanés, donde tenía establecida una checa que decretaba con su consentimiento fusilamientos en el municipio. Se le tenía considerado como persona muy peligrosa”

Fue sentenciado ese día a la pena de muerte, conmutada, tan solo tres meses más tarde a la inmediata inferior (30 años de reclusión mayor) por el jefe del Estado.

En la imagen en blanco y negro vemos al maestro, el preso D. Gonzalo de Córdoba y a sus alumnos. En la otra el mismo lugar en la actualidad, victima del abandono de Patrimonio Nacional.

El maestro llegó a Cuelgamuros procedente de las prisiones de Porlier, primero y después de Carabanchel, en marzo de 1944. Al parecer fue el propio constructor Alejandro San Román el que se interesó por el preso ya que “necesitaban un maestro en Cuelgamuros” y consiguió su traslado a Cuelgamuros donde se hizo cargo de la escuela nada más llegar. Por allí pasaron los hijos de los presos, los de los libres, sus propios hijos (5) y los hijos de otros famosos presos en Cuelgamuros como eran el médico Doctor Lausín y el practicante Sr. Orejas e incluso aquellos presos que no perdieron la oportunidad de aprender a leer y escribir mientras redimían condena.

Los niños y niñas, (las clases eran mixtas), tenían entre 6 y 14 años tenían a D. Gonzalo como su maestro y enseguida se ganó el cariño de niños y padres. Los estudiantes de bachillerato acudían a Madrid a examinarse al Instituto San Isidro, donde obtenían unas calificaciones por encima de la media de la época. Don Gonzalo ponía especial empeño en que sus alumnos fueran perfectamente preparados a los exámenes, sin dudar en dar clases particulares a aquellos a los que les costaba procesar las enseñanzas. El maestro, comandante del ejército rojo, se esmeraba especialmente en asignaturas como la religión y la Formación del Espíritu Nacional…

Anuncio publicitario de 1953 del sistema modular de construcción en madera VAQLAN

De este modo fue pasando el tiempo en el desempeño de su labor educativa hasta que redimió completamente su condena, cuestión que le llegó mucho antes de lo que él mismo pudo llegar a soñar nunca, (al llegar a Cuelgamuros le restaban por cumplir 26 años, 8 meses y 8 días de condena) y fue cuando solicitó (como tantos otros penados) su continuidad en su puesto de trabajo ahora como obrero libre. De este modo continúo al cargo de la escuela hasta la inauguración del monumento en 1959 una vez finalizada su construcción. En ese momento solicitó plaza en Madrid y le fue concedida en el barrio de Canillejas donde pocos años más tarde su jubiló. En el Valle fue sustituido por otra maestra que también terminó dejando profunda huella entre sus alumnos, se trataba de la maestra Dª Martina Sánchez, que dio clases a bastantes de los que hoy son empleados de Patrimonio Nacional en el Valle de los Caídos y San Lorenzo de El Escorial.

La escuelita del Valle hoy, como tantas otras edificaciones del Valle, está amenazada por los odios revanchistas de quienes gobiernan desde el rencor y el resentimiento unos o desde la pasividad cobarde y cómplice otros y desde luego desde la desidia de Patrimonio Nacional en Madrid que es quien tiene la responsabilidad de su mantenimiento. De este modo, la escuela, testigo en madera de la construcción del más importante símbolo de reconciliación jamás erigido, aguanta como puede las embestidas de los duros inviernos de Cuelgamuros y del implacable paso de los años.

Hace años esta asociación a la que represento (Asociación Para la Defensa del Valle de los Caídos) se enfrentó a las intenciones de Patrimonio Nacional de demoler la escuelita. Ahora el plan es dejarla caer por falta de mantenimiento. Estaremos enfrente.

Imagen actual de la escuela del Valle de los Caídos

Imágenes: Asoc. para la Defensa del Valle de los Caídos


4 respuestas a «La escuela del Valle de los Caídos»

  1. Magnífico reportaje, Pablo.
    Infatigable como siempre en defensa del monumento a la reconciliación de los españoles y la salvaguarda de la esencia de España.
    Felicidades en el día de nuestro Patrón

  2. Una historia así, solo puede haber tenido lugar en tiempos de la «terrible dictadura» franquista.

    Es fascinante el inmenso poder y durabilidad que exhibe la mentira, simplemente ¡disfrazándose de verdad! Aunque, no es menos cierto también, que siempre encuentra un copioso auditorio de su misma calaña. Si no fuésemos tan malos y deficientes como somos, mayormente, no sería tan cómoda y sencilla su ponzoñosa labor.

    En esta época de tinieblas, colaborar esforzadamente en la protección de EL VALLE DE LOS CAÍDOS Y SU ENTORNO, es una buena oportunidad de visibilización (como dicen ahora) para todos aquellos hombres y mujeres de buena voluntad en quienes Dios se complace.

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