La extensión de la OTAN hacia Rusia y violaciones de la Carta de la ONU

Durante la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos permitió deliberadamente que la ‎Unión Soviética tuviera que cargar con la mayor parte del esfuerzo. En la Segunda Guerra ‎Mundial murieron entre 22 y 27 millones de soviéticos (un 13 o 16% de la población de ‎la URSS) frente a 418.000 muertos estadounidenses (0,32% de la población de Estados Unidos). ‎

Al término de aquella carnicería, Estados Unidos creó una alianza militar en Europa occidental. ‎La URSS respondió con la creación del Pacto de Varsovia. ‎

Rápidamente, la OTAN resultó ser más bien una federación que viola el principio de soberanía de ‎los Estados enunciado en el artículo 2 de la Carta de la ONU, algo que varios países del ‎Tercer Mundo denunciaron públicamente en 1955 en la Conferencia de Bandung. En definitiva, la URSS acabó ‎violando también la Carta de la ONU con la adopción de la doctrina Brezhnev, en 1968, y su ‎imposición a los miembros del Pacto de Varsovia. Con la disolución de la URSS, algunos Estados ‎ex soviéticos crearon una nueva alianza militar –el Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC, siglas ‎correspondientes a Organización del Tratado de Seguridad Colectiva)– y decidieron abordarla ‎como una confederación que se atiene al respeto de la Carta de la ONU. ‎

Llegados a este punto es importante aclarar la diferencia entre una “federación” y una ‎‎“confederación”. Por ejemplo, durante la Guerra de Secesión en Estados Unidos, los nordistas ‎formaron una “federación” ya que la autoridad del gobierno central, en Washington, se imponía a todos ‎los Estados. Los Estados del sur, al contrario, formaron una confederación ya que cada Estado ‎seguía siendo soberano. ‎

En 1989, a raíz de la caída del muro de Berlín, los alemanes quisieron reunificar su nación en un ‎solo país. Pero eso significaba extender la OTAN al territorio de la República Democrática ‎Alemana (RDA). Inicialmente, los soviéticos se opusieron. Se planteó entonces una reunificación ‎alemana que mantendría el territorio de la RDA como un espacio neutro. Pero Mijail Gorbatchov acabó aceptando la extensión de la OTAN mediante la ‎reunificación alemana, con la condición de que la OTAN no tratara de extenderse hacia el este. ‎

El canciller de la RFA, Helmut Kohl; su ministro de Exteriores, Hans-Dietrich Genscher; y el ‎entonces presidente de Francia, Francois Mitterrand, apoyaron la posición de Moscú: la OTAN ‎debía comprometerse a no seguir extendiéndose hacia el este. ‎

Del otro lado del Atlántico, el presidente George Bush padre y su secretario de Estado, James ‎Baker, emitieron numerosas declaraciones públicas y aceptaron compromisos en ese sentido ante todos sus ‎interlocutores.‎

En cuanto se disolvió la URSS, tres países neutrales –Austria, Finlandia y Suecia– se convirtieron en ‎miembros de la Unión Europea. La Unión Europea y la OTAN son una sola entidad –la UE es el ‎ala civil y la OTAN es la militar– y las dos tienen su sede en Bruselas. Según el Tratado ‎sobre la Unión Europea, modificado por el Tratado de Lisboa (artículo 42, párrafo 7), la OTAN ‎asume la defensa de la Unión Europea, independientemente de que todos los miembros de la UE ‎sean o no miembros del bloque atlántico. De hecho, aquellos países “neutrales” dejaron de serlo ‎al convertirse en miembros de la Unión Europea.

Ampliaciones de la OTAN

En 1993, el Consejo Europeo reunido en Copenhague anunció que los países del centro y del este ‎de Europa podrían incorporarse a la Unión Europea. A partir de entonces, los ex miembros del ‎bloque soviético emprendieron el proceso de incorporación a la OTAN, sin más obstáculo que las ‎tradicionales observaciones provenientes de Rusia. ‎

Pero en los años 1990, Rusia era sólo la sombra de sí misma. Sus riquezas fueron sometidas al ‎saqueo de 90 individuos que se dieron en llamar los «oligarcas». El nivel de vida de los rusos ‎se derrumbó y su esperanza de vida disminuyó en 20 años. En ese contexto, nadie prestaba ‎atención a lo que decía Moscú. ‎

En 1997, la cumbre de la OTAN reunida en Madrid exhortó los ex miembros del bloque soviético ‎a unirse al Tratado del Atlántico Norte. En 1990, la extensión de la OTAN sobre el territorio de la ‎ex RDA se había pactado con Moscú. Pero cuando la República Checa, Hungría y Polonia ‎se convirtieron en miembros de la OTAN (en 1999), Estados Unidos estaba violando la ‎palabra que había dado a Moscú. ‎

Estados Unidos volvió a romper su promesa en 2004, cuando Bulgaria, Estonia, Letonia, ‎Lituania, Rumania, Eslovaquia y Eslovenia también se convirtieron en miembros de la OTAN. ‎Estados Unidos tampoco respetó su palabra en 2009, así que Albania y Croacia también pasaron ‎a ser miembros de la OTAN. Lo mismo sucedió en 2017, con la incorporación de Montenegro, y ‎en 2020, con Macedonia del Norte. ‎

Ahora resulta que Ucrania y Georgia también podrían convertirse próximamente en miembros de ‎la OTAN mientras que Suecia y Finlandia podrían renunciar a la “neutralidad” –que ya es sólo ‎teórica– para integrarse abiertamente a las filas de la alianza atlántica. ‎

Lo que era inaceptable en 1990 sigue siendo inaceptable hoy en día. Es inconcebible que ‎la OTAN emplace misiles a sólo minutos de vuelo de Moscú. Es la misma situación que ya se vio ‎en 1962. Estados Unidos desplegó misiles a las puertas de la URSS, en Turquía. Los soviéticos ‎respondieron instalando misiles en Cuba, a 90 millas de las costas de Estados Unidos. ‎La administración Kennedy descubrió in extremis la situación de amenaza que el Pentágono ‎había creado para Estados Unidos. ‎El jefe del Estado Mayor conjunto estadounidense, el general Lyman Lemnitzer, era ‎virulentamente antisoviético y quería desatar una guerra nuclear. Felizmente, el general Mark ‎Milley, quien ocupa actualmente ese cargo, es más inteligente y mantiene relaciones respetuosas ‎con los militares rusos. ‎

Las violaciones de la Carta de la ONU‎

Cincuenta Estados participaron en la negociación que dio lugar a la Carta de la ONU, durante la ‎Conferencia de San Francisco –en 1945–, incluso antes de que las tropas soviéticas tomaran ‎Berlín, precipitando así la capitulación del Reich nazi. La Carta de la ONU se adoptó por ‎unanimidad. Desde entonces, otros 147 Estados decidieron firmarla, lo cual hace actualmente ‎un total de 197 Estados. ‎

El borrador de Tratado Bilateral Rusia-Estados Unidos que Moscú propuso a Washington el 17 de ‎diciembre de 2021 para garantizar la paz estipula en su artículo 2 que:

«Las Partes velan por que todas las organizaciones internacionales, alianzas militares y ‎coaliciones en las cuales participa al menos una de las Partes se apeguen a los principios ‎enunciados en la Carta de las Naciones Unidas.»‎

Por las razones ya hemos explicado más arriba, eso implicaría la transformación de la OTAN o su ‎disolución. ‎

El borrador propuesto por Rusia también establece, en su artículo 4, que los Estados que fueron ‎miembros de la Unión Soviética no pueden ser miembros de la OTAN. Eso implica que Estonia, ‎Letonia y Lituania tienen que salir de la OTAN y que Ucrania y Georgia no pueden incorporarse a ‎ese bloque militar. ‎

La propuesta rusa establece en su artículo 7 la prohibición de desplegar armas nucleares fuera de ‎las fronteras nacionales. Eso implica la retirada inmediata del armamento atómico ilegalmente ‎almacenado en países como Italia y Alemania, en violación del Tratado de No Proliferación ‎nuclear firmado en 1968. ‎

Además, respetar la Carta de la ONU implica regresar al funcionamiento original de las Naciones ‎Unidas y abandonar las prácticas ilegales que la ONU ha estado implementando desde la ‎disolución de la Unión Soviética. ‎

Poco a poco la ONU no sólo dejó de cumplir los objetivos estipulados en sus estatutos sino que ‎se convirtió incluso en agente al servicio de la aplicación de las decisiones estadounidenses. ‎Por ejemplo, los “Cascos Azules” que alguna vez fueron «fuerzas de interposición» ‎se transformaron, desde la disolución de la URSS, en «fuerzas de mantenimiento de la paz». Eso ‎significa que antes los Cascos Azules intervenían cuando los beligerantes lograban concluir un alto ‎al fuego. Con el consentimiento explícito de las partes, los Cascos Azules de la ONU se ‎interponían entonces entre los beligerantes y velaban por el respeto de los compromisos que las partes ‎habían contraído. Ahora, los Cascos Azules ya no se interesan por el consentimiento de ‎las partes, ni siquiera por la existencia de algún acuerdo entre ellas. En la práctica, durante la ‎veintena de años que duró el debilitamiento de Rusia, el Consejo de Seguridad de la ONU ‎se limitó a avalar las decisiones de Estados Unidos. Los Cascos Azules de la ONU ‎se convirtieron en una fuerza más al servicio del Pentágono. ‎

El ejemplo más evidente fue el caso de Libia. Estados Unidos organizó y financió falsos ‎testimonios ante el Consejo de la ONU para los Derechos Humanos, en Ginebra. Según esos ‎testimonios falsos, el líder libio Muammar el Kadhafi bombardeaba a su propio pueblo. ‎Aquellos “testimonios” fueron transmitidos al Consejo de Seguridad y fue así como ‎Estados Unidos obtuvo la aprobación de la resolución del Consejo que autorizaba la intervención ‎de la OTAN para «proteger a la población» libia frente al «dictador». Seguidamente, la OTAN ‎impidió que los jefes de Estados africanos viajaran a Libia para verificar lo que estaba ‎sucediendo –de hecho, la alianza atlántica amenazó con matarlos a todos. Y luego bombardeó ‎Libia, matando a unas 120 000 personas, miembros de la población que supuestamente iba a ‎‎«proteger». La OTAN acabó dividiendo Libia en 3 territorios e instalando terroristas en el poder ‎en Trípoli.‎

Bases de la OTAN en torno a Rusia

En el caso de Siria, la manipulación de la ONU fue aún más lejos. Después de haber ‎encargado a la Liga Árabe‎ la realización de una investigación para verificar si realmente había en Siria una “guerra civil”, la ONU nunca cuestionó la interrupción –sin explicación alguna– de aquella misión. ‎‎¿Por qué? Porque los expertos de los 21 países árabes que participaban en la investigación ‎señalaron en su informe preliminar que las informaciones estadounidenses eran falsas. ‎

Posteriormente, Estados Unidos impuso como segundo del secretario general de la ONU Ban ki-‎Moon, al segundo de la secretaria de Estado Hillary Clinton, el embajador Jeffrey Feltman, quien ‎coordinó –desde la sede de la ONU– todos los aspectos (económico, político y militar) de las ‎operaciones de los miembros de la OTAN en la guerra contra Siria. Años después, a pesar de que Jeffrey Feltman ya no ostenta cargos en ‎la ONU y se dedica a cometer nuevas fechorías en otras latitudes, las agencias de la ONU siguen ‎aplicando las directivas por él redactadas para rendir por hambre al pueblo sirio.‎

Lo anterior nos obliga a abordar la cuestión de las agencias de la ONU. Muchas de ellas sirven ‎hoy de pantalla a las fechorías de Estados Unidos. Por ejemplo, en medio de la pandemia de ‎Covid-19 todos han podido observar que las cotizaciones de los Estados miembros representan ‎menos del 20% del presupuesto de la OMS (la Organización Mundial de la Salud), mientras que las ‎donaciones de la fundación de Bill y Melinda Gates constituyen el 10%. Es un hecho que ciertas ‎acciones de la OMS están fuertemente influenciadas por intereses privados. ‎

‎¿Otro ejemplo? El representante permanente de Rusia en el Consejo de Seguridad, Vitali Churkin, ‎reveló en 2012 que el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) había ‎transportado por barco, desde Libia hacia Turquía, cientos de yihadistas armados para crear el ‎llamado «Ejército Sirio Libre».‎

Pero eso no es todo. Durante la etapa de debilitamiento de Rusia, el Consejo de Seguridad de ‎la ONU votó numerosas sanciones contra Estados. Muchos funcionarios de la ONU ya han ‎comprobado en el terreno que tales sanciones causan hambrunas y provocan innumerables ‎muertes entre la población civil. Pero las sanciones votadas por el Consejo de Seguridad ‎sólo pueden anularse mediante una nueva votación… que Estados Unidos impide. Las llamadas ‎‎«sanciones» no son sentencias pronunciadas después de un juicio sino armas utilizadas ‎contra pueblos… en nombre de la ONU. ‎

Ahora, como Washington ya no logra imponer la adopción de “sanciones” desde el Consejo ‎de Seguridad, lo que hace es decretarlas unilateralmente y obligar la Unión Europea –su vasallo– ‎a aplicarlas. En otras palabras, los países miembros de la Unión Europea asesinan civiles en ‎numerosos países, ahora en nombre de la «democracia».

Para Votairenet


3 respuestas a «La extensión de la OTAN hacia Rusia y violaciones de la Carta de la ONU»

  1. Bueno, pero siempre que se haga en nombre de la «democracia»…, ¿qué tiene de malo?

    Ahora en serio: la veneración de tanta gente por la «santa democracia», ¿no se parece, cada día más, a la idolatría que exhiben los narcos mejicanos por la «santa muerte»?

  2. «Casi todas las causas de la guerra
    nacen de pretextos que nada tienen que ver
    con el bien del pueblo»

    ERASMO DE ROTERDAN
    «Querella de la paz»

    Me llama la atención día tras día, como si es que a estas alturas todavía no hubiera escarmentado, asistir cómo el telediario de A3 al tocar este tema de la crisis ente la NATO-EEUU por un lado y Rusia por otro, en Ucrania, no mantiene ni siquiera el más elemental sentido crítico y se convierte en descarado altavoz, gratis o a sueldo, eso no lo sé, de los halcones de Washington en su escalada bélica contra Rusia.

    – Para provocar su independencia de la Corona inglesa el pretexto fue la subida del té en 1773.

    – Para saltarse en 1844 todos los tratados con los indios y poder tomar sus tierras con yacimientos de oro, el pretexto fue «proteger» a los «colonos».

    – Para echar a los ingleses y demás europeos de Hispanoamérica así como para entrar a saco en ella, después de que éstos nos echaran a nosotros, y convertir «Hispanoamérica» en «Latinoamérica» (corrupción, narcotráfico, atraso, delincuencia, pobreza, etc. etc), se inventaron la Doctrina Monroe con el cuento de «América para los americanos».

    – Para provocar la guerra civil de 1861 entre el norte y el sur de los EEUU el pretexto fue el sistema esclavista de las plantaciones de algodón de los Estados del Sur. Después de la guerra ya todos los ciudadanos americanos, blancos y negros quedaron esclavos del Capitalismo salvaje de su clase dirigente, y por supuesto los negros siguieron discriminados hasta bien entrado el siglo XX.

    – Para provocar la insurrección en nuestras provincias de ultra mar, financiaron a los separatistas cubanos y filipinos, y los nutrieron de armas, pero como esto no fue suficiente, el pretexto para provocar una guerra con España fue la destrucción que ellos mismo hicieron de su barco Maine fondeado en la bahía de La Habana, convenientemente falseado y aireada la falsedad por la prensa amarilla sionista de Joseph Pulitzer y William Randolph Hearst, para arrastrar a la gente a la guerra. Desde entonces los cubanos no han levantado cabeza, cuando «mejor» han estado eran el prostíbulo de los EEUU en los años 40-50.

    – Para meterse los EEUU en la Primera Guerra mundial el pretexto fue el hundimiento del barco de pasajeros Lusitiania, cargado de armas y municiones para Gran Bretaña, en mayo de 1915…que sirvió para preparar a la opinión pública contra Alemania y declararle la guerra en abril de 1917.

    – El pretexto para provocar la 2ª Guerra mundial fue la «libertad de Polonia», como ahora se esgrime la libertad de Ucrania, aunque al final de la guerra ya que se había conseguido el objetivo real de destruir a la nueva Alemania, la libertad de Polonia importaba tan poco que quedó Polonia y media Europa esclava dentro del Telón de Acero comunista.

    – El pretexto para poderse meter los EEUU en la 2ª guerra mundial fue el «oportuno» ataque japonés de Pearl Harbour en diciembre de 1941, para salvar a Stalin que estaba siendo invadido desde finales de junio de ese mismo año y que si no evitaban que Japón uniera sus fuerzas con Alemania atacando a la URSS por su frontera con Mongolia, la Rusia de Stalin serían aniquilada. Hoy se sabe que el ataque japonés de Pearl Harbour no fue ninguna sorpresa sino que fue provocado por el Presidente F. Delano Rooselvet y nos EEUU retiraron sus portaviones para que las pérdidas no fueran esenciales. Con este ataque los halcones americanos tuvieron un pretexto que ofrecer a su opinión pública para poder justificar meterse en la guerra, y los americanos fueron a morir a Guadalcanal y a Normandía.
    – Para poder entrar a saco las empresas americanas en las materias primas de África y otros países del Tercer mundo sin el estorbo de una Administración Europea, se inventaron el pretexto de la «descolonización» y «la libertad de los pueblos» para echar a las potencias europeas de África y otros territorios y tener campo libre las empresas USA para su explotación ilimitada.

    – Para justificar la declaración de guerra contra los enemigos de Israel, el pretexto fue el atentado de las torres gemelas de 11 septiembre 2001. Hoy parece que existen pruebas más que de sobra para pensar que se trató de un falso atentado organizado por ellos mismos.

    – Para justificar la guerra y destrucción de Iraq en 2003, el pretexto fue que Iraq tenía armas de destrucción masiva, lo que resultó ser, otro camelo más.

    – Ahora el pretexto para organizar una guerra es la supuesta invasión de Ucrania por la Rusia de Putin.

    No faltan provocadores en el Gobierno de los EEUU, arrastrando al mundo a la guerra, una guerra que como en la de Siria que ellos también provocaron, luego ellos la ven en la tele, y las consecuencias las pagan otros.
    Que los miembros del Gobierno americano sean unos belicistas, no es nada nuevo, llevan 150 años organizando guerras por todo el mundo, pero que en España no haya ni un medio de comunicación libre para no hacerles el juego en esta escalada bélica que están provocando,
    e informe con veracidad es lo que da que pensar y sitúa a España como una república latinoamericana más, a la altura de Honduras o Nicaragua. Qué manera de manipular, que sitúa a A3 (y demás televisiones) como un arma de propaganda al servicio de la guerra que busca los EEUU.

    En estos momentos lo menos que necesita España y Europa es que las televisiones sirvan de altavoz o minarete lacayo de los belicistas americanos para coadyuvar a una guerra que de estallar nosotros vamos a sufrir en nuestras ciudades y en nuestras carnes, por la torpeza o la traición a España del Rey y del gobierno de no mantener la neutralidad, mientras en EEUU la ven por la tele.

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