La guerra de las Malvinas: 40 años (I/III)

“¿Quién gana la batalla? Quien menos errores y menos graves comete, y quien mejor aprovecha los de su enemigo” (Anónimo)

Introducción

El 2 de Abril de 1982, Argentina recuperaba de improviso mediante una audaz operación anfibia las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich, que estaban en poder de los británico, atrayendo sobre dicho archipiélago la atención del mundo entero, la mayor parte del cual nunca había oído hablar de ellas, ni mucho menos sabía su historia; una más de los muchos latrocinios cometidos por el Reino Unido que perduraban y que por desgracia perduran. Y es que, al margen de cualquier clase de consideraciones, sobre todo de las políticas circunstanciales del momento en Argentina, hay que dejar bien claro y sentado que los argumentos en su favor eran  y son incuestionables pues las Malvinas por su origen, devenir histórico y situación geográfica son, sin lugar a dudas, parte constituyente e irrenunciable de Argentina; como Gibraltar lo es de España.

Vaya pues este sucinto trabajo como homenaje a todos los argentinos, pero especialmente a los que en defensa de la razón y de la verdad, y de ese trozo de su patria que son dichas islas, dieron generosamente su vida o sus heridas cuando se cumplen 40 años de aquellos acontecimientos cuyo espíritu sintetizó perfectamente el Teniente Néstor Roberto Estévez (caído en combate) al final de su carta dirigida a su padre el día que partía para las Malvinas: “Dios, Patria ¡O muerte!” (AQUÍ el texto íntegro).

Antecedentes históricos

Esteban Gomes

Las Malvinas fueron descubiertas el 9 de Noviembre de 1520 por el portugués, al servicio de España, Esteban Gomes, desertor de la expedición de Magallanes cuando con el San Antonio intentaba regresar a España; las avistó y, aunque no llegó desembarcar en ellas, tomó su posesión, las bautizó como islas San Antón o San Son, siendo incluidas desde ese momento en todas las cartas de navegación españolas.

Posteriormente, y una vez conocido el descubrimiento, no tardaron los ingleses en reclamar su posesión aduciendo falsamente que ya habían sido descubiertas por el corsario Richard Hawkins al servicio de la corona inglesa. Lo cual está hoy incluso desmentido por los propios británicos, pues tan deleznable como contradictorio personaje nunca dio claras referencias de ellas y, mejor aún, la primera vez que se recoge su existencia por parte inglesa fue en 1599 en el planisferio de Richard Hakluyt. Otra reclamación de parte holandesa basada en el aventurero de dicha nacionalidad, Sebaldes de Wert, les permitió nombrar como islas Sebaldes a tres diminutas islas del archipiélago situadas al norte de la Gran Malvina, pero en absoluto dicho navegante de las mayores y verdaderas.

En 1675 se descubría por el español Antonio de la Roca las Georgias del Sur. En 1775 el inglés James Cook descubre y toma posesión de las Sandwich del Sur. En 1690, el inglés John Strong descubre y da nombre al estrecho Falkland (de él tomarían los ingleses posteriormente el nombre para todo el archipiélago).

Antoine de Bougainville

No fue hasta 1764 cuando las islas, hasta entonces deshabitadas, fueron ocupadas por pescadores franceses capitaneados por Louis Antoine de Bougainville quienes fundó Port Sant Louis en la isla Soledad, designando Bougainville el archipiélago como islas Malouines, del cual derivaría la designación española de Malquinas, primero, y Malvinas después. Apercibidos los ingleses ya del potencial estratégico del archipiélago, en 1765 fundaron Port Egmont en la Gran Malvina.

Apercibida España de lo hecho por franceses e ingleses, emprendió la reclamación de la soberanía y posesión del archipiélago aduciendo dos importantes documentos: la “Bula Inter Coetera Divinis Majestati” del papa Alejandro VI de 1493 (el famoso reparto del descubrimiento con Portugal) y el Pacto de Familia de 1761 con Francia. Como resultado, los franceses abandonaron las islas a cambio, eso sí, de una importante suma de dinero como indemnización, pero no los ingleses que permanecieron en Port Egmont, obligando a España a enviar una pequeña flota que bombardeó el asentamiento, bien que su recuperación se truncó porque temerosa de una guerra abierta con Inglaterra no se hizo más; la debilidad y decadencia del imperio español era ya patente.

Luis Vernet

En 1816, como consecuencia de la secesión de la Argentina del imperio español, las islas pasaron a dichas manos como lógica herencia y parte integrante e inseparable de la recién nacida nación. El 10 de Junio de 1829, Argentina decidía terminar con la “coexistencia pacífica” de los británicos en Port Egmont, enviando a Luis Vernet en calidad de gobernador general de todo el archipiélago, quien fundó una colonia, prohibió la pesca a todos los extranjeros y apresó la goleta norteamericana Breakwater, lo que provocó la llegada al archipiélago de la Lexintong, de igual nacionalidad, que bombardeó y saqueó la colonia fundada por Vernet. El 2 de Enero de 1933, contando con la premeditada y pactada inhibición norteamericana, arribaron a las islas las fragatas inglesas  Clio y Tyne que volvieron a bombardear y saquear el emplazamiento, apresando la fragata argentina Sarandia en la cual embarcaron a todos los supervivientes argentinos, con Vernet a la cabeza, obligándoles a trasladarse al continente. Los marinos británicos fundaron entonces Port Stanley haciéndose así, hasta nuestros días, con las Malvinas.

Cuando en 1945 Argentina entró en la ONU lo hizo dejando constancia de que se reservaba el derecho a la soberanía de las islas, tanto como a su recuperación. La resolución 1.514 de 1960 de dicha organización que que obligaba a la descolonización de todos los territorios bajo dominación extranjera afectaba directamente a las Malvinas toda vez que la propia Gran Bretaña las había incluido anteriormente en su relación de territorios de la Corona a descolonizar, lo que nunca ha cumplido en clara vulneración del derecho internacional, como tampoco ha cumplido la resolución 2.605 de 1965, también de la ONU, que obligaba a ello en el caso concreto de la Malvinas, aduciendo Gran Bretaña lo de siempre, o sea, lo mismo que para Gibraltar: el deseo de los habitantes, expresado mediante referéndum inválido hasta para la propia ONU –sólo votaron sus habitantes, todos ellos oriundos del Reino Unido–; a tal truco hay que añadir su derecho de veto en el Consejo de Seguridad con el que una y otra vez impide, lisa y llanamente, la posibilidad siquiera de debate o negociación de dicha descolonización.

Así pues, y como hemos dicho en la introducción, el derecho histórico y el internacional en vigor amparan absolutamente a Argentina, evidenciando en este caso, como en otros, el latrocinio británico.

Las Malvinas

El archipiélago, a 800 Km de la costa argentina, está formado por la Gran Malvina dividida por el Estrecho de San Carlos en dos islas separadas: Gran Malvina (Oeste) y Soledad (Este). A 1.290 Km al Este de ellas están las Georgias del Sur (habitada por tan sólo una veintena de habitantes en una estación antártica en 1982) y a unos 700 Km de ellas las Sandwich del Sur (despoblada). En 1982 el archipiélago tenía en total 1.813 habitantes censados, de los cuales 1.050 se situaban en Puerto Argentino (Port Stanley) sita en la costa este de la isla Soledad, capital y única “ciudad”; contaba con la única central eléctrica de las islas exclusiva para ella.

En círculo rojo las Georgias del Sur y Sandwich del Sur

El archipiélago abarca unos 12.000 Km2 de superficie, bien que esparcidos por 193 Km de océano. Su geografía es relativamente accidentada siendo sus máximas alturas Monte Usborne (705 m) y Monte Adam (700 m). Tiene poca vegetación –los árboles son prácticamente inexistentes–, abundando las masas de cantos rodados, glaciares rocosos y ríos de pedruscos. Existen en ellas gran variedad de aves y mamíferos marinos. El clima es oceánico extremo con temperatura media de 5,6º y baja pluviosidad todo el año. Vientos muy fuertes con media de 28 Km/h. Nevadas casi constantes excepto en Febrero; la nieve no llega normalmente a cuajar en exceso. Poseía una muy mala y reducida red de carretas de tan sólo unos 14 Km en total, de los cuales sólo una decena estaban asfaltados; fuera de ellas y debido al tipo de terreno y a la climatología es imposible la circulación de cualquier clase de vehículo incluido los todoterreno. Abundaban los caseríos desperdigados (autoabastecidos de electricidad mediante grupos electrógenos propios) unidos por caminos carreteros (unos 1.000 vehículos de todo tipo) dedicados a explotaciones agrícolas y ganaderas (650.000 ovejas, 12.000 de bovino y millones de pingüinos), prácticamente todas pequeñas y de subsistencia; en realidad sus habitantes cumplían una labor de ocupación del territorio.

La importancia para el Reino Unido de lugar tan remoto y aparentemente inservible se debe: a) como seña de poder y orgullo nacional, b) su magnífica situación respecto a los continentes americano y antártico, c) enlace entre ambos por su cercanía al Cabo de Hornos y al Estrecho de Magallanes, d) para reclamaciones sobre la Antártida –continente aún ignoto y en disputa, pero cuyas reservas de minerales aún sin explotar  se consideran de las mayores del planeta– y e) vital en caso de cierre del Canal de Panamá pues todo el tráfico marítimo del Atlántico al Pacífico pasaría por ellas. Otra razón es su gran potencial económico al poseer recursos considerables aún sin explotar como son: la pesca en la plataforma continental de hasta 300 especies de peces y 1.500 de invertebrados que se calcula podría llegar a las 2,7 millones de toneladas al año (también de algas y krill), la creencia de que existen grandes yacimientos petrolíferos y la comprobada de magnesio, hierro, cobalto, níquel y cobre.

De las palabras a los hechos

Almirante Jorge Anaya

En 1974, Argentina acordó con Gran Bretaña que, a cambio de importantes cantidades de divisas, tan necesarias para la maltrecha economía argentina, ésta suministraría a las islas diversos abastecimientos (carburantes, alimentos y medicamentos, y la apertura de una oficina de las Aerolíneas Argentinas para favorecer el enlace con el continente) necesarios para abaratar y dar calidad a la vida a sus habitantes. En 1975 se nombró agregado naval argentino en Londres al Almirante Jorge Isaac Anaya ferviente partidario de la recuperación de las islas quien elaboró un plan para ello; sobre él se basaría el llevado a cabo en 1982. En 1977 Gran Bretaña conoció de la existencia de dicho plan que tomó en serio, pues envió como medida disuasoria a la zona, con la excusa de unas maniobras, un submarino nuclear, dos fragatas y dos buques auxiliares que relajaron la tensión. Las negociaciones entre ambos países sobre la soberanía de las islas llevadas a cabo en 1978 en Nueva York y en 1980 en Lima acabaron, como siempre, sin acuerdo.

Leopoldo Fortunato Galtieri

En Diciembre de 1981 accedió a la presidencia de la Junta Militar que gobernaba Argentina desde 1976 el Gral. Leopoldo Fortunato Galtieri, quien remodeló en profundidad la Junta rodeándose de fervientes partidarios de aprovechar el momento para recuperar las islas; entre ellos el ya citado Almirante Anaya, posiblemente el más decidido, que inmediatamente impulsó una serie de medidas para preparar a las Fuerzas Armadas con vistas a tal fin; bien que nunca declarado. Entre dichas medidas estuvo la compra a Alemania de varias fragatas clase Meko de rápida construcción; a Francia de autoametralladoras Panhard, 14 cazas Super Etendard para la Armada (cinco llegarían antes del inicio de la recuperación de las islas, mientras que el resto serían embargados y no entregados) y misiles Exocet; a Italia 14 aviones Aermacchi y varios Learjet; incluso a la propia Gran Bretaña diversos equipos electrónicos. Asimismo, durante 1981 navíos de la Armada argentina intensificaron su participación en maniobras en aquella zona con los Estados Unidos (Ocean Venture y Unitas XXII) realizando ejercicios ad hoc de cara a las necesarias para la recuperación de las islas, y con Brasil, en sus aguas, con ejercicios similares.

No cabe duda de que para ese instante, cuando el Gral. Galtieri asumió la dirección de la Junta Militar ésta se encontraba sometida a una gran presión: a) la más importante era la imparable caída de la economía con una inflación galopante, b) su descrédito y aislamiento internacional por la “represión” sufriendo el acoso incansable de todo tipo de organizaciones de izquierda apoyadas por no pocos gobiernos ávidos de provocar su caída y c) el descontento cada vez más generalizado de la población sobre todo por la deriva económica. El nombramiento de Galtieri tuvo mucho que ver con intentar mejorar la imagen de la Junta pues era persona muy conocida por Estados Unidos donde había estudiado y representado a su país durante mucho tiempo, no estaba directamente implicado en la “represión” y era partidario de iniciar una lenta pero firme “apertura” de vuelta a la “democracia”. De hecho, los EE.UU. acogieron su nombramiento con clara aprobación, recibiéndole en visita oficial con todos los honores.

Costa Méndez

Es seguro que, dado el deterioro de la situación interna, la nueva Junta puso sobre la mesa inmediatamente la necesidad imperiosa de aunar esfuerzos, aglutinar a la población y hacer revivir a la decaída moral argentina, para lo cual nada mejor que apelar a su siempre enorme patriotismo con independencia de su ideología política; excepto por parte de muy reducidos colectivos de izquierda revolucionaria. Por ello, la vista se fijó en la recuperación de la Malvinas, cuestión histórica, de honor y dignidad sin par para los argentinos. El ministro de exteriores, Costa Méndez, apoyó el proyecto pues consideró, como también Galtieri y toda la Junta Militar, que la respuesta de Gran Bretaña quedaría en la clásica polvareda diplomática internacional, sin más consecuencias; Gran Bretaña padecía también graves problemas económicos y laborales, más importantes que la conservación de islas tan remotas, además del inasumible coste económico que implicaría su reocupación. También creyeron que los EE.UU. se mantendrían al margen y que el mundo en general haría lo mismo toda vez que internacionalmente la soberanía de Argentina sobre las islas estaba más que reconocida desde hacía mucho. Los militares, por su parte, consideraron también que debido a la distancia poco o nada podrías hacer en el plano bélico los británicos, toda vez que por loa graves problemas económicos que sufría el Reino Unido, su gobierno había decidido grandes recortes del presupuesto de defensa, así como el retiro inmediato de buena parte de su flota. Asimismo, dicho golpe de fuerza serviría como advertencia a un Chile que crecía en sus reclamaciones sobre el Canal de Beagle y cuya actitud hacia Argentina venía siendo díscola e incluso amenazante hasta el punto de que varias de las mejores unidades del Ejército argentino habían sido trasladadas a dicha frontera como medida disuasoria.

Así pues, pareció a la Junta Militar que el momento para recuperar las Malvinas había llegado; y que posiblemente nunca volvería a darse una situación a priori tan clara para ello. No obstante, y debido a la importancia del paso, la Junta mantuvo su decisión en el más absoluto secreto incluso de cara a los altos mandos militares hasta pocos días antes de su comienzo y mucho más aún de cara a la población; se consiguió así un excepcional y altísimo grado de sorpresa estratégica y táctica, causa del éxito inicial; por el contrario, cuando la cosa comenzó a torcerse, la euforia se desvaneció y el respaldo a dicha decisión cayó tan rápidamente como había surgido porque la población no estaba mentalizada para una guerra y menos aún para una derrota.

Fin parte I/III


2 respuestas a «La guerra de las Malvinas: 40 años (I/III)»

  1. Quiero felicitar al autor del trabajo, que ya he visto que sderá publicado en tres entregas, pues es un verdadero ensayo sobre el tema, que merecería ser publicado en forma de libro. (Ahora, con Amazon, es relativamente fácil).
    Los españoles bien nacidos estamos con Argentina, pues son nuestros hermanos, o, por lo menos, primos hermanos.
    Durante mi estancia de varios meses en la gran república Argentina (lástima que sufran políticos ladrones, ineptos y sinvergüenzas…, igual que nosotros), sentí el cariño del noble y sufrido pueblo argentino hacía España y los españols.
    ¿Viva Argentina y Viva España!
    GIBRALTAR ESPAÑOL.

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