La guerra de las Malvinas: 40 años (II/III)
La “Operación Rosario”

El nombre de la acción militar para la recuperación de las Malvinas fue propuesto por el TCol. Mohamed Alí Seineldín, jefe del Regimiento 25 de Infantería de Marina que iba a llevar el peso de la operación. Dicho nombre era el de “Operación Virgen del Rosario”, pero finalmente el Estado Mayor lo dejó en “Operación Rosario”.
La Armada Argentina se organizó en dos núcleos: la (Fuerza de Tarea) FT 40 (anfibia) con el destructor Santísima Trinidad en cabeza y la FT 20 (de apoyo) liderada por el portaaviones Veinticinco de Mayo, las cuales zarparon de Puerto Belgrano, en el continente, el 28 de Marzo con un rumbo que no hacía suponer que fuera hacia las Malvinas. En la FT 40 iba el transporte Cabo San Antonio que llevaba la parte más importante de las tropas y medios para el desembarco. De gran importancia era también el rompehielos Almirante Irizar. El mal tiempo que azotó a la escuadra argentina desde su salida (el Santísima Trinidad, debido a los golpes de mar, perdió parte del combustible que llevaba en la cubierta destinado a la Agrupación de Comandos Anfibios), motivo principal del retraso de la operación hasta el día 2 de Abril. Durante la travesía, desde el Veinticinco de Mayo despegaron siempre que les fue posible aparatos Grumman S-2 en misión de información y protección. El 31 de Marzo, la flota argentina cortó las comunicaciones con el continente y puso rumbo directo a las Malvinas. Informado el Gabinete británico, pues ya seguía los movimientos de los buques argentinos, terminó por convencerse de lo que se le venía encima, y puso en alerta las islas; los Royal Marines allí destacados procedieron a organizar la resistencia, al tiempo que apagaron el Faro de San Felipe.
Los principales mandos argentinos a cargo de la acción eran: a) del teatro de Operaciones el Gral. Div. Osvaldo J. García, b) de la fuerza terrestre el Gral. Br. Américo Daher, jefe de la IX Brigada de Infantería de Marina que sería la fuerza principal, c) de la fuerza aérea el Brigadier Luis Castellanos, d) de la fuerza anfibia el Contraalmirante Walter Allara, y, por último, designado para hacerse cargo de las islas, así como de las fuerzas en ellas tras la recuperación, con cargo de Gobernador General, el Grl. Br. Mario Benjamín Menéndez.
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La orden de operaciones recogía: a) mediante una operación aeromóvil, dos secciones de Infantería debían bloquear el camino entre el cuartel de los Royal Marines (unos 70 hombres al mando del Mayor Mike Norma) y Puerto Argentino; además de los anteriores, había 40 paisanos encuadrados para caso de necesidad en la denominada “Falkland Islands Defence Force” (Fuerza de Defensa de la Malvinas); b) desembarcar simultáneamente con una Compañía reforzada en Bahía Fox (Gran Malvina); c) desembarcar una sección para ocupar Goose Green y su aeródromo; y d) aerotransportar al aeropuerto de Puerto Argentino un Regimiento de Infantería, una vez asegurada su conquista, para relevar a las fuerzas empleadas en su toma. Los principales puntos a ocupar y asegurar eran: el Cuartel de los Royal Marines, la ciudad de Puerto Argentino, su aeropuerto y el Faro de San Felipe.
En cuanto a cómo debían comportarse las tropas, y debido a que se consideraba que se actuaba “…EN PROPIO TERRITORIO (…) lo menos cruenta que la situación lo permita (…) no provocar más daños que el mínimo necesario (…) Respecto a la población: (…) Trato firme, pero con todo el respeto que merece un ciudadano que no es enemigo (…) Especial cuidado en el trato a la totalidad de las mujeres (…) Aceptar la libertad de culto (…) Todo símbolo inglés… debe ser reemplazado por el argentino que corresponda (…) El éxito de la operación… estará dada por volcar a nuestro favor la opinión de la población y del mundo…” [Documento del Estado Mayor argentino (a partir de ahora Doc.EMA.)].
El día 2 a las 03,45 de la madrugada la agrupación de buzos tácticos argentino desembarcó en el Faro de San Felipe sin novedad.

A las 06,15 de la madrugada despegaba desde la base de Comodoro Rivadavia, en el continente, el primer avión con efectivos de refuerzo del Regimiento 25 camino de las islas. A las 06,30 la escuadra daba comienzo la operación. A las 06,37 los primeros cinco vehículos anfibios transportando una sección del Regimiento 25 de Infantería de Marina alcanzaba la playa sin encontrar resistencia, tomando el aeropuerto de Puerto Argentino, desplegándose para asegurar la pista de aterrizaje desde las alturas que lo rodean, al tiempo que los comandos anfibios se dirigían al cuartel de los Royal Marines que encontraron vacío.

A las 07,30 se da por asegurado el aeropuerto, quedando preparado para recibir a las tropas que ya están en camino. Lo anterior se anuncia cuando se ha conseguido retirar de la pista 25 vehículos de diverso tipo, incluso algún tractor, que los ingleses habían cruzado en ella dejándolos inutilizados, labor que se llevó a cabo no sin arduos esfuerzos. Los efectivos del Batallón de Infantería de Marina Nº 2 dan al mismo tiempo por ocupada la ciudad de Puerto Argentino. El grupo del capitán de corbeta Pedro Edgardo Giachino, que mandaba la avanzada de las fuerzas argentinas, se dirigió a la casa del gobernador, invitándole a la rendición. Al no recibir respuesta, entraron al anexo de los sirvientes, donde se había atrincherado un grupo de marines británicos, entablándose un intenso combate que dio paso a un tiroteo generalizado en el que se produjo la primera baja del conflicto, y única de la Operación Rosario, el propio capitán de corbeta Giachino, que fue herido mortalmente, resultando heridos de gravedad, aunque lograrían sobrevivir, el teniente de fragata Diego García Quiroga y el cabo primero Ernesto Urbina. Los argentinos mantuvieron el asedio sobre la sede del gobierno británico, disparando desde una posición elevada ubicada al sur. Los constantes cambios de posición de los comandos anfibios argentinos y el uso de granadas de aturdimiento hicieron creer a los ingleses que estaban bajo el ataque de una fuerza muy superior a la real, lo cual resultó decisivo para obtener su rendición.

A las 08,45 aterrizó el primer Hércules con los efectivos de refuerzo y tras él los demás aparatos ya de forma ininterrumpida con más tropas.
A las 09,00 el gobernador inglés, Rex Hunt, solicitó parlamentar, al tiempo que ordenó el cese de toda resistencia de parte de los Royal Marines; los cales liberaron a una treintena de ciudadanos argentinos que permanecían bajo guardia armada en el ayuntamiento tomados como rehenes por los marines.
A las 12,30 se arrió, con las formalidades de rigor para estos casos, la bandera inglesa y se izó la argentina por primera vez desde 1833.

A la 13,00 el Regimiento 25 comenzó a relevar a los hombres del batallón Nº2 haciéndose cargo de la población, procediendo éstos a su reembarque, volviendo al continente una vez cumplida su misión con total éxito.

Entre los 120 prisioneros tomados en la Operación Rosario figuraban los suboficiales Gerald Cheek y Pat Peck y sus 40 hombres de las “Falkland Islands Defence Force” capturados en las inmediaciones de la Casa del Gobernador. Media docena de marines bajo el mando del cabo Stefan York evitaron ser capturados, pero se vieron obligados a rendirse totalmente agotados a los pocos días tras permanecer escondidos. Terry Peck, de la policía local, tuvo más éxito, y pudo sobrevivir sin ser detectado hasta conseguir unirse a las fuerzas británicas cuando desembarcaron en San Carlos.

El día 3, llegaba a Puerto Argentino (fue rebautizado como Puerto Rosario), una compañía de Policía Militar para hacerse cargo del orden en la ciudad. El día 4, sobre las 10,00 se anunció la ocupación por una Compañía, sin encontrar resistencia alguna, de Goose Green, quedando asegurada la pista de aterrizaje allí existente. El día 5, sobre las 16,00 otra Compañía anunció la toma de Bahía Fox en la Gran Malvina también si resistencia inglesa alguna. El día 7, el Gral. Menéndez juraba como gobernador argentino de las Malvinas, acto al que de forma significativa asistieron políticos e incluso líderes sindicales que hacía unos días eran feroces opositores a la Junta Militar.
Con lo anterior, se dio por finalizada la denominada Operación Rosario, procediéndose entonces a incrementar el número de sus fuerzas y medios sobre todo en Puerto Rosario, así como a llevar a cabo trabajos de fortificación y de ampliación y mejora de la pista de aterrizaje, labores que no cesaron ya, aún en las peores circunstancias, hasta el día de la derrota; bien que no pudieron alcanzar los niveles de eficacia, cantidad y calidad que tanto falta hicieron.
Argentina se queda sola
El triunfo de la Operación Rosario produjo distintos efectos en Argentina y en Gran Bretaña. En Buenos Aires el júbilo fue desbordante. El pueblo se echó a la calle en masa. Se olvidaron todos los problemas. Sin distinción de ideologías, toda Argentina se volcó en favor del éxito militar. El patriotismo rebosó expresándose como sólo aquel país sabe hacerlo. La misma Junta que tan sólo tres días antes había tenido que soportar la mayor de todas las manifestaciones de repulsa de las realizadas desde su llegada al poder en 1976, ahora se veía aclamada sin fisuras por todos. Por el contrario, y aunque disimulada en lo posible por la clásica flema inglesa, el estupor, la ira y la vergüenza se dejaban ver en las caras de los ingleses allá donde se encontraran.


Gran Bretaña anunció la inmediata ruptura de relaciones diplomáticas con Argentina. El día 3, se reunió el Parlamento en una sesión tormentosa lanzándose agrias críticas contra Thatcher, sólo neutralizadas en parte al anunciar la primer ministro que el día 5 partiría para la islas la primera de las fuerzas que iban a reocuparlas sin lugar a dudas y costara lo que costase. Dicho anuncio fue respaldado de inmediato por la totalidad de los diputados, obteniendo además un éxito clamoroso en las encuestas que los medios de comunicación publicaron al día siguiente. El día 4 dimitió lord Peter Carrington, ministro de asuntos exteriores y su segundo, no aceptándose por el contrario la renuncia del titular de defensa, John Nott.
El mismo día 3, mientras el Parlamento británico ardía, Gran Bretaña lograba la aprobación en el Consejo de Seguridad de la ONU de una resolución de tres puntos: a) inmediato cese de las hostilidades; b) inmediata retirada de las fuerzas argentinas; y c) búsqueda de una solución diplomática del problema. Es decir, volver a la situación anterior al 2 de Abril; lo de la solución diplomática para Gran Bretaña ya sabemos qué significaba. Hubo diez votos a favor. Panamá fue el único que votó en contra. La URSS, Polonia, China y España se abstuvieron. A nuestro parecer, España debió votar en contra aunque sólo sirviera para dejar constancia. Argentina perdía así su primera batalla, la diplomática, sin duda muy importante porque se censuraba su actuación y se la abandonaba, lo que tuvo inmediatas consecuencias negativas.

Ambos países congelaron sus respetivos fondos en el otro, así como decretaron el consabido embargo de productos, con mayor perjuicio para Argentina. Canadá, Australia y Nueva Zelanda rompieron relaciones con Argentina. Portugal anunció que prestaba las Azores para lo que los ingleses necesitaran. La URSS habló de “intolerable mantenimiento del colonialismo británico”, pero se vio enseguida que iba a permanecer al margen. La CEE (hoy Unión Europea) se sumó al embargo a Argentina. Y la OTAN, cómo no, aunque nada tenía que ver en tan lejano paraje, del todo fuera de sus fines, permitió a Gran Bretaña retirar cuantas fuerzas quisiera de sus bases. Los EE.UU. condenaron el uso de la fuerza y pusieron a trabajar a su Secretario de Estado, Alexander Haig, que voló de Buenos Aires a Londres en varia ocasiones intentando un arreglo, mostrando una imparcialidad y ecuanimidad bastante loable hasta el día 19 en que abandonó ante su fracaso y urgido por los reproches británicos descontentos con dicha “neutralidad”, tras de lo cual la postura norteamericana cambió de forma que el 30 de Abril Reagan hacía pública su decisión de ponerse incondicionalmente de parte de Gran Bretaña; de entrada facilitándole el uso de la base aérea norteamericana de Wideawake en la estratégica isla Ascensión (británica) sita a 6.366 Km de las Malvinas, prácticamente a mitad de camino entre ellas y Gran Bretaña, sin la cual, en palabras de un alto mando militar inglés, les hubiera sido casi imposible ir a la guerra o, sin duda, les hubiese resultado mucho más oneroso y difícil de ganar si no imposible. Hay que tener en cuenta que además de Gibraltar, los ingleses poseían Santa Elena, Tristán de Acuña (Tristao da Cunha) y Cough, que junto con las Azores portuguesas y Dakar (Senegal) facilitaba a los británicos disponer de los peldaños necesarios para arribar a las Sandwich del Sur, las Georgias del Sur y, finalmente, a las Malvinas; el uso de la base estadounidense de la isla Ascensión supuso, por ello, pieza fundamental y sin duda un vuelco importantísimo a su favor de cara al sostenimiento del inminente enfrentamiento bélico.

Para más inri, los EE.UU. como miembro de la Organización de Estados Americanos (OEA) estaba obligado a ponerse de parte de Argentina en caso de que fuera atacada por un país no miembro de dicha organización, como era el caso de Gran Bretaña. Aunque en su reunión de los días 27, 28 y 29 de Abril, los 21 miembros de la OEA acordaron reconocer la soberanía de Argentina sobre las Malvinas, el cese de hostilidades, la retirada de la Georgias del Sur de los británicos (que para entonces ya habían reocupado) y el cese de sanciones por la CEE, el hecho sólo supuso una victoria pírrica para Buenos Aires sin ninguna consecuencia práctica. Hubo también en días posteriores otras iniciativas diplomáticas, pero ninguna supuso nada, incluida una conjunta de España y Panamá en la que reconociendo la soberanía de Argentina se condenaba el uso de la fuerza para recuperarlas, dando lugar a la famosa frase del entonces presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, quien a preguntas de los periodistas sobre las Malvinas y Gibraltar dijo que eran “cosas distintas y distantes”.
Las fuerzas en presencia

Puede decirse que Gran Bretaña entera se puso en pie de guerra como no lo había hecho desde la Segunda Guerra Mundial, en lo que tuvo mucho que ver el carácter de Margaret Thatcher y el herido orgullo nacional británico. También la conciencia de que quien quiere ser respetado en el mundo no puede dejar que nadie le pise sin, al menos, poner toda la carne en el asador para intentar evitarlo o hacerlo pagar muy caro, lección esta de la voluntad de pelear y vencer, aunque sea por lo que parezca más insignificante, que todo pueblo y nación que se precie debe aprender. Así pues, debido a las enormes distancias que separan Gran Bretaña de las Malvinas, los británicos tuvieron que realizar un increíble esfuerzo logístico para no sólo llevar sus fuerzas allí –debían transportarlo todo por vía marítima–, sino más aún para hacerlo en condiciones y en tiempo para sostener un conflicto cuya duración y coste tanto material como en vidas se presumía muy elevado. Tal vez aquí radicó su principal victoria.
La movilización de los elementos de combate disponibles fue inmediata, de tal forma que para mediados de Abril, en tan sólo dos semanas, Gran Bretaña regaba el Atlántico con un amplio dispositivo de buques, sacados incluso de los astilleros donde alguno de ellos estaba ya siendo preparado para su desguace, repletos de hombres y material:
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Contralmirante Sir John Woodward Fuerza Naval, al mando del Contralmirante Sir John Woodward: 2 portaaviones, 1 crucero, 7 destructores, 14 fragatas, 3 submarinos nucleares y 2 convencionales (los submarinos al mando del Vicealmirante Peter Hebert), 2 buques de desembarco anfibio, 4 buques de desembarco logístico, 3 transatlánticos, 20 petroleros, 30 barcos de la Royal Fleet Auxiliary entre mercantes, portacontenedores y otros de cometidos varios.
- Fuerza Aérea, al mando del Tte. Gral. Sir John Curtiss: 73 aviones de combate (embarcados) entre ellos 42 Harrier y Sea Harrier de despegue vertical y 171 helicópteros de diversos tipos y usos; contándose además con el apoyo de 4 Nimrod, 4 Hércules, 17 Victor, varios VC-10 y 3 Phatom.
- Fuerza Terrestre, al mando del Gral. Div. Sir Jeremy Moore: una Brigada de Infantería de Marina reforzada con dos batallones paracaidistas (al mando del Gral. Bri. Julian Thompson); una Brigada de Infantería ligera reforzada (al mando del Gral. Bri. Anthony Wilson); artillería de campaña, antiaérea, zapadores, comunicaciones, intendencia, transporte y sanidad.

En total, la que denominaron “Operación Corporate”, dispuso de entre 10.000/11.000 hombres estando al frente de toda ella el ministro de Defensa, Sir John Nott, siendo jefe del Estado Mayor de la Defensa, Sir Terence Lawin, de quien dependía el comandante en jefe de la operación en sí, Sir John Fieldhosue, ayudado de su jefe de E. M., Vicealmirante Sir David Halifax.

Para valorar aún más el esfuerzo logístico realizado por Gran Bretaña, conviene destacar, entre otras cosas, lo siguiente: varios de sus más importantes navíos estaban en fase de liquidación (el Invincible iba a ser vendido a Australia, y el Hermes y el Endurance iban a ser dados de baja y desguazados); el Ilustrious fue sacado con urgencia de los astilleros donde se terminaba su construcción; a los portacontenedores se les habilitó pistas para de aterrizaje para los Harrier; a todos los mercantes se les dotó de sistema para reabastecimiento en el mar; cinco pesqueros fueron convertidos en dragaminas; tres buques hidrográficos fueron habilitados como hospitales; otros dos fueron dotados con helipuertos; se mejoraron en casi todos los navíos los sistemas de navegación, comunicaciones e incluso en algunos de producción de agua potable; un barco frutero fue utilizado como almacén central de productos perecederos; en los petroleros se embarcaron 400.000 m3 de combustibles; las tripulaciones de los buques civiles “requisados” fueron la propia sólo que supervisada por marinos de guerra; se transportaron por vía marítima unas 100.000 toneladas de material de toda clase; los soldados fueron transportados en los trasatlánticos; a los aviones se les modificó lo necesario para aumentar su autonomía de vuelo; se habilitaron aviones de transporte para servir de cisternas a fin proporcionar repostaje en vuelo a los cazas; en muchos helicópteros se instalaron armas adicionales bien fueran ametralladoras, cañones o incluso lanzamisiles.
Aún con todo, hay también que dejar constancia de que semejante esfuerzo muy posiblemente no hubiera sido determinante, sobre todo a juzgar por cómo se desarrollaron los primeros combates previos al desembarco, como veremos, si los EE.UU., además de la estratégica base en Ascensión, no hubieran apoyado a los británicos desde el 30 de Abril con: importantes datos de inteligencia (facilitados por aviones AWACS, el satélite KH-11 Nº4 cuya órbita se corrigió para que pudiera trabajar sobre la zona e incluso el satélite Big Bird que fue lanzado ex profeso para el caso); 100 misiles Sidewinder aire-aire; seis millones de litros de combustible; sistemas de contramedidas electrónicas; material para construcción de pistas rápidas; radares directores para los misiles SAM Sea Wolf; designadores de láser; boyas antisubmarinas y otra clase apoyos que todavía hoy se desconocen.
Por su parte, Argentina se encontró de golpe con que sus cálculos respecto a la posible reacción británica, la de los EE.UU. e incluso del resto del mundo habían fallado por completo, por lo que su esperanza de recuperar las islas con una reducida fuerza y aprestarse a la negociación, se desvanecía por completo, debiendo por ello prepararse para una guerra en toda su extensión de la palabra, para la cual su mayor baza a priori era, al contar con el dominio de las islas, impedir el desembarco inglés, pues si los británicos lograban hacerlo la resistencia argentina iba a ser más que difícil. La noticia de que los norteamericanos ponían a disposición de Gran Bretaña la base de la isla Ascensión fue un muy duro golpe que obligó de inmediato a tomar urgentes medidas para fortalecer las defensas de todo tipo de las Malvinas, reorganizar su despliegue y aumentar el número de fuerzas en ellas.

Durante el mes de Abril, bien que ya sometida las islas al bloqueo aéreo y marítimo decretado por los británicos que materialmente dejó al archipiélago aislado del continente obligando a trasladar hombres y material por vía aérea –con la consiguiente dificultad por lo arduo y al tiempo peligroso por el bloqueo decretado–, se llevaron a las Malvinas como refuerzo de la Brigada de Infantería IX allí desplegada, a la Brigada de Infantería Mecanizada X al completo (por dificultades de transporte aéreo sólo con vehículos ruedas y no todos los disponibles) compuesta por tres Regimientos más un Escuadrón de Exploración, una Compañía de Ingenieros y otra de Comunicaciones, y a la Brigada de Infantería III formada por tres regimientos y un Grupo de Artillería llegando la guarnición de las islas a unos 12.500 hombres (se trasportaron unas 4.500 toneladas de material de toda clase). Se enviaron a las islas 19 helicópteros.

Las Marina argentina apenas iba a intervenir, no sólo por su inferioridad tanto n cantidad como en calidad con respecto a la británica, sino sobre todo tras el hundimiento, como veremos, del viejo acorazado General Belgrano. Sí lo hicieron sus aviones: 4 Mentor, 3 Aermacchi, 2 Skyvan y 1 Helicóptero Puma.
La Fuerza Aérea argentina era la que iba a emplearse a fondo, teniendo que operar siempre desde el continente con enorme esfuerzo de pilotos, aeronaves y mecánicos por la enorme distancia de vuelo a cubrir tanto a la ida como a la vuelta, convirtiéndose en la estrella de esta guerra tanto por su eficacia, como por volcar en el esfuerzo bélico la totalidad de sus medios: 60 Skyhawk, 21 Mirage III Super Etendard, 26 Dagger (Mirage III trasformados por Israel), 9 Hércules, 6 Camberra y otros como un Boeing 707, varios Fokker y Learjet, y 6 helicópteros.

Omitimos relacionar la variedad del armamento de toda clase empleado por no caber en el objeto de este trabajo.
El problema para Argentina era múltiple una vez que Gran Bretaña había decidido reocupar las islas por la fuerza: la distancia del archipiélago al continente dificultaba en extremo la alimentación del combate (máxime con el bloqueo inglés tanto marítimo como aéreo); las dimensiones de las islas y la separación entre ellas impedía adoptar una defensa de las mismas eficaz, al tiempo que exigía aumentar las fuerzas en ellas para lo que no estaba preparada; la inexistencia de infraestructuras útiles (la pista de Puerto Argentino era corta para buen número de los aviones disponibles) y de fortificaciones (inexistentes, por ejemplo para proteger a los aparatos, depósitos de municiones, etc., de posibles bombardeos); la orografía y el clima extremos que castigaban duramente a las tropas; la cantidad de potenciales puntos de desembarco y la imposibilidad de cubrirlos todos adecuadamente, así como de guarecer los de interior, obligaban a los argentinos a elegir qué y con qué medios proteger y qué dejar desprotegido, es decir, y en realidad, a una verdadera labor de adivinación; la soledad en que habían quedado abandonados por el mundo entero implicaba ninguna ayuda podían esperar, sino todo lo contrario (por ejemplo el embargo por Francia de los Mirage pendientes de entrega).
Por todo lo anterior, la defensa de las islas, con unos 12.500 hombres, tuvo que ceñirse a lo siguiente:
- Isla Soledad: en Puerto Argentino, la Brigada de Infantería Mecanizada X (sobre ruedas) con sus tres Regimientos, reforzada por uno de los Regimientos de la Brigada de Infantería III, un Grupo de Artillería con 18 obuses de 105 mm, el Escuadrón de Exploración con 12 Panhard con cañones de 90 mm, un Batallón mixto de Zapadores y Comunicaciones, un grupo de Artillería antiaérea reforzado, dos Compañías de Zapadores, una independiente y otra de Infantería de Marina, y un Batallón de Infantería de Marina.
- Isla Gran Malvina: –En Bahía Fox: un Regimiento de la Brigada IX y una Compañía de Zapadores (en Bahía Fox). –En Puerto Howard: un Regimiento de la Brigada III y como reserva dos Secciones de Zapadores, un Grupo de Artillería disminuido y senda Compañías de Sanidad y Comunicaciones. –En Goose Green: un Regimiento de la Brigada III, una Compañía de uno de los regimientos de la Brigada IX, una batería de Artillería, una Sección de Artillería antiaérea y algunos Zapadores. –En la isla Borbón (Pebble) (extremo norte de la Gran Malvina): una Compañía disminuida de Infantería de Marina (150 hombres) protegiendo una pista de aterrizaje de hierba, pequeño aeródromo desde el que iban a operar 9 Púcara, 4 Mentor y un avión de transporte Skayvan.
- Como Reserva del conjunto: una Compañía de Tropas Especiales, una Batería de Artillería de campaña, otra de Ingenieros, buzos y otras unidades menores.

Recuerdo perfectamente varias cosas de la Guerra de Las Malvinas:
1ª. Recuerdo un vídeo donde se veía a unos gurkas -oriundos de Nepal al servicio inglés- afilado sus cuchillos con cara de asesinos; pero que todavía no habían entrado en combate pero que lo estaban deseando.
Actualmente pueden ver dos versiones de esos sujetos:
Versión inglesa: https://www.youtube.com/watch?v=RufsUB5Ss40
Y versión no inglesa: nfobae.com/sociedad/2020/06/18/sangrientas-batallas-soldados-degollados-y-drogas-en-los-campos-minados-mitos-y-verdades-de-los-gurkas-en-malvinas/
2ª. También recuerdo perfectamente que después de la guerra, en otro vídeo salía un piloto de combate argentino con la grabación por él mismo desde su cabina: en la pequeña pantalla se veía muy a un buque de guerra inglés, el piloto argentino pulsó en el teclado de la pantalla marcando la velocidad y la distancia del buque, eso pasó al sistema del misil francés Exocer, y salía perfectamente buscando con toda precisión alcanzando al buque de guerra inglés. Pero lo más impactante fue años despues la conversación entre el piloto argentino y el comandante del buque hundido: fue una conversación entre soldados pero no de enemigos.
3ª. Y también recuerdo que se dijo entonces en España, que USA había puesto todo su sistema de espionaje a favor inglés, detectando y señalando a los ingleses cualquier cosa que flotase en la mar.
Magnífico artículo, que completa el primero y hace esperar con interés el tercero.
Al ser un conflicto por la posesión de un territorio insular, desgraciadamente Argentina tenía perdida la guerra de antemano…. al ser la marina de guerra del RU muy superior a la de Argentina.
Otra cosa hubiera sido la disputa en sobre territorio continental.
Solamente hubiera tenido posibilidad de éxito Argentina si al Reino Unido le hubiera faltado la voluntad de vencer…. Lo que no era el caso, teniendo al frente de sus designios a la “dama de hierro”
La guerra de las Malvinas debe proporcionar enseñanzas esenciales para España.
Por lo expuesto inicialmente, la soberanía de las Islas Canarias debe descansar en la superioridad naval de España sobre quienes pretendan arrebatarlas.
Y aún podría añadirse: además de mantener cabezas de puente sobre el territorio hostil.
Ambas cosas de importancia esencial, tras haber abandonado el Sahara.
Extraordinaria esta segunda entrega junto con la primera, completísimas las dos.
Habría mucho que comentar de esta guerra y de las lecciones que arroja esta guerra.