La guerra de las Malvinas: 40 años (III/III)

La guerra

El mes de Abril había contemplado la recuperación de las Malvinas por Argentina, una serie de fracasados intentos diplomáticos para evitar la conflagración y, como consecuencia, la constitución de las dos fuerzas que iban a enfrentarse, empleando los ingleses pate del mes en trasladar la suya al teatro de operaciones, mientras que los argentinos lo hicieron reforzando las suyas en lo posible.

Pero también Abril vería la primera acción de guerra, bien que de poca importancia militar, aunque no cabe duda que de cierta envergadura publicitaria para Gran Bretaña, nos referimos a la reocupación de las Georgias del Sur.

La reocupación de las Georgias del Sur:

Situadas a 2.160 Km del continente y a 1.290 Km de las Malvinas, los argentinos habían desplazado a ellas una pequeña fuerza (medio centenar de hombres) que se hallaba distribuida entre la capital, Grytviken, y Leith Harbour, únicos lugares habitados; la presencia en dicha isla era simbólica sólo a efectos de reivindicación de su soberanía, careciendo de valor militar y mucho menos de posibilidad de ser defendida.

Georgias del Sur

Habiéndose desgajado previamente del núcleo principal de fuerzas británicas que para mediados de Abril se acercaban a las Malvinas, el día 21 se encontraba a la vista de la Georgias del Sur una fuerza de combate compuesta por un submarino con misión de bloqueo, un destructor, dos fragatas, un barco polar (el Endurance) y un petrolero.

El Santa Fe

La primera intención de los británicos fue infiltrar una unidad de los SAS (Special Aire Service) mediante dos helicópteros, pero las terribles condiciones climatológicas dieron con ellos en tierra quedando aislados sin poder cumplir su misión y teniendo que organizarse una operación de rescate en condiciones muy adversas (vientos de hasta 100 Km/h). En la noche del 23 al 24, se logró por fin la infiltración en la isla de un grupo de unos 15 SAS que accedieron a ella mediante lanchas neumáticas; sufriendo no obstante la pérdida de algunos al caer a un mar muy agitado y gélido.

El día 25, uno de los helicópteros británicos descubrió al submarino convencional argentino Santa Fe (de fabricación norteamericana veterano de la II Guerra Mundial) abandonando Grytviken camino del continente después de haber procedido el día anterior a desembarcar al relevo de la guarnición de las Georgias del Sur. De inmediato, el helicóptero británico comenzó su ataque con cargas de profundidad obligando al submarino a salir a la superficie al lograr averiarlo, momento en que se redobló el ataque con la participación de otros helicópteros que lograron con misiles impactar en la torreta del navío argentino, el cual se defendió con sus ametralladoras como pudo impidiendo a los británicos rematarlo, logrando volver a Grytviken en cuyo puerto, no obstante, tuvo que ser desalojado por su tripulación tras de lo cual prefirieron vararlo para que no cayera intacto en manos británicas, ya que no tenían medios para repararlo.

El Cap. de fragata Alfredo Astiz, jefe de la guarnición de las Georgias del Sur, firma el acta de capitulación

Mientras tanto, un nuevo grupo de SAS había conseguido desembarcar en varios puntos de la isla protegiendo el desembarco de 150 Royal Marines, así como señalando desde tierra los blancos más idóneos para el bombardeo desde el mar de los alrededores de Grytviken y Leith Harbour. Llegados los infantes a ambos lugares, los argentinos, que habían decidido no luchar dada su manifiesta inferioridad se rindieron, quedando así reocupadas las Georgias del Sur.

Primeros enfrentamientos

El 1 de Mayo, es decir, al día siguiente de conocerse que los EE.UU. se ponían decididamente de su parte, aviones Vulcan británicos, partiendo de Ascensión (16 horas de vuelo ida y vuelta, y tres repostajes en el aire) bombardearon a gran altitud la pista de aterrizaje de Puerto Argentino (21 bombas de 450 Kg.) bien que prácticamente sin resultado debido a la imprecisión por la altura a la que fueron arrojadas. Después, aviones Harrier y Sea Harrier intentaron lo mismo a baja pero el intenso de la nada despreciable defensa antiaérea argentina que lo protegía impidió su éxito resultando tocados varios aparatos, por lo que tal tipo de acción no se repetiría hasta casi el final de la contienda. También lo intentaron sobre el aeródromo de Goose Green con el mismo poco éxito.

Escuadrilla de Harrie despegando del Hermes

Por la tarde se enfrentaron por primera vez Sea Harrier británicos contra Mirage Dagger argentinos en el aire; los pilotos no tuvieron en ningún momento contacto visual entre ellos, sólo por radar. Los misiles Sidewinder británicos pronto dieron cuenta de los Dagger que carecían de los modernos sistemas electrónicos con que sí los equipaba la aviación israelí que, por considerarlos alto secreto, no los había instalado en los aparatos vendidos a Argentina. Además de lo anterior, la distancia al continente impidió a los pilotos argentinos, a fin de asegurar su regreso, utilizar la post-combustión por el considerable consumo de combustible que implicaba, disminuyendo al mismo tiempo en gran medida la velocidad y capacidad de maniobra que un combate avión-avión requiere lo que les puso desde el principio en franca inferioridad.

Puerto Argentino sufre su primer bombardeo

Un intento de bombardeo naval sobre Puerto Argentino por parte de un destructor y dos fragatas británicas fue neutralizado por dos Camberra argentinos que aparecieron oportunamente en el aire logrando tocar al Arrow, obligando a los buques a alejarse; uno de los Camberra terminó siendo derribado por un misil Sidewinder.

En total fueron 56 las misiones que la Aviación argentina llevó a cabo este día contra la flota británica demostrando con ello su audacia que sería legendaria durante toda la guerra, así como que Argentina estaba dispuesta a emplearse a fondo. También quedó claro que los ingleses venían preparados y dispuestos a lo mismo.

Un nuevo intento de infiltración de comandos SAS en tierra quedó truncado por el derribo por los argentinos de varios de los helicópteros en los que eran transportados.

Al día siguiente, 2 de Mayo, el submarino Conqueror detectaba a 60 Km fuera de la Zona de Exclusión marítima y aérea establecida por los británicos en torno a las Malvinas al viejo acorazado General Belgrano (era uno de los superviviente de Pearl Habour) escoltado por dos destructores. Comunicado el hecho a Londres, se dio la orden de hundirlo, lo que se hizo con dos torpedos MK-8 que impactaron en su sala de máquinas y en la proa; el acorazado carecía de equipos de detección antisubmarina, mientras que los británicos hacían alarde ya de la información de sus propios equipos, así como de los satélites. Sobre las 17,00 h., tras una larga hora de agonía, el buque argentino se hundía llevándose consigo a 324 de sus 1.050 tripulantes, hecho que conmocionó a sus compatriotas e indignó al mundo, menos a británicos y norteamericanos, claro, por haber sido torpedeado fuera de la citada Zona de Exclusión vulnerando así uno de los principios internacionales establecidos para estos casos.

El General Belgrano hundiéndose

Al día siguiente, y cuando buscaban posibles pilotos surpervivientes de los combates del día anterior, los patrulleros argentinos Comodoro Somellera y el Alférez Sobral fueron detectados por helicóptero británicos que se lanzaron a su caza de inmediato logrando un Lynx hundir con un misil Sea Skua al primero y dejar al segundo tan mal parado que, aunque pudo llegar a Puerto Argentino ya no volvería a salir de él. La consecuencia de todo lo anterior fue que a partir de ese instante la Marina argentina se recluyó en el continente habiendo quedado en evidencia su absoluta inferioridad respecto a la británica que por consiguiente se hizo dueña del mar.

No obstante, la revancha argentina no tardó en llegar. El día 9, cuando la flota británica emprendía un intenso bombardeo de puntos clave de la isla Soledad, la aviación argentina se volcaba sobre ella con audacia, gran valor y ambición. Un Skyhawk argentino en vuelo casi rasante lograba que una bomba de 450 Kg, aunque no explosionó, quedara alojada en el destructor Glasgow obligando a su retirada para poder desactivar el artefacto, así como a reparar los daños. Asimismo, otros buques resultaron tocados por el arriesgado fuego de cañón de los aviones argentinos, bien que sin tantos resultados como en el caso del Glasgow.

Augusto Bedacarratz y Armando Mayora

Pero la gran revancha se produciría el día 10, cuando el moderno destructor británico Sheffield recibía el impacto de un misil Exocet lanzado desde un Mirage Super Etendard argentino –pilotado por los Tte,s Augusto Bedacarratz y Armando Mayora–, que lo incendiaba y hundiémdose diez días después, habiendo costado la vida a 20 de sus tripulantes y llevándose al fondo del mar los 26 millones de dólares que costó su construcción (un Exocet costaba 350.000 dólares); los aviones habían salido del continente, volado a muy baja altura –casi a ras del agua– para esquivar los radares británicos y con sus equipos electrónicos apagados para evitar ser detectados. Llegados a unos 65 Km de los buques ingleses, ascendieron a 170 metros, procediendo a disparar sus misiles –eran dos aviones cada uno con un Exocet—y a virar inmediatamente 180º para retornar; sólo cuando llegaron a su base en Argentina supieron del gran éxito alcanzado. El segundo Exocet pudo ser neutralizado por el Hermes a quien iba dirigido estrellándose en el mar. La sorpresa y conmoción tanto británica como mundial fue absoluta –Gran Bretaña amplió hasta las 12 millas del continente la zona de exclusión marítima y aérea–, poniéndose a partir de ese instante en guardia frente a la capacidad de la aviación argentina que renovaba su crédito, hacía temblar a la Royal Navy, despertaba grandes esperanzas en Buenos Aires y entre las tropas en las Malvinas y aseguraba que el conflicto iba para más largo de lo que nadie sospechó ni quería, así como que su coste en vidas y medios no iba a ser baladí. La guerra que se creyó ligera asomaba su siempre verdadero rostro.

El Sheffield herido de muerte

En la noche del 14 al 15 de Mayo, 45 comandos del SAS helitransportados lanzaban un virulento ataque contra la guarnición de la isla Borbón (Pebble), logrando destruir en su pista de aterrizaje seis de los nueve Púcara, los 4 Mentor y el Skyvan de transporte allí ubicados, el radar y varios depósitos de combustible, contando para ello con el apoyo de los potentes cañones del destructor Glamorgan; los SAS sólo tuvieron dos bajas, pudiendo reembarcar sin más más novedad.

Situación a 20 de Mayo

Vimos como Abril había sido el mes en el que ambos contendientes se emplearon en hacer acopio de fuerzas preparándose para el enfrentamiento armado tras la exitosa recuperación de las islas por Argentina.

Fracasados los intentos de mediación diplomática llevados a cabo durante dicho mes –en Mayo se realizaría uno último por parte del Secretario General de la ONU, Pérez de Cuellar, condenado al fracaso toda vez que, como se ha relatado, las hostilidades ya estaban en marcha siendo por tanto cuestión de honor para ambos contendientes terminar el asunto por la vía armada–, las tres primeras semanas de Mayo habían contemplado los primeros enfrentamientos que, salvo la reocupación por los británicos de las Georgias del Sur, lo fueron aeronavales. La conclusión de ellos había sido:

  • Interior de uno de los buques británicos

    Para los ingleses: resultados nada determinantes e incluso preocupantes y poco alentadores. Aunque habían expulsado del mar a la Marina argentina, no lo habían logrado con su aviación, la cual se mostraba increíblemente más eficaz y peligrosa de lo que nunca llegaron a sospechar superando con habilidad y arrojo las graves limitaciones de sus aviones y las grandes distancias a cubrir con el impresionante esfuerzo que implicaba tanto para los pilotos como para el material. No se había inutilizado ni la pista de aterrizaje de Puerto Argentino ni la de Goose Green. Las fuerzas argentinas en tierra permanecían intactas –ni los bombardeos aéreos ni los navales habían resultado efectivos–, bien que imposibilitadas de recibir por la única vía posible, la aérea, refuerzos de ninguna clase ni en tiempo ni en cantidad suficiente caso de que el conflicto se alargara. Todos los intentos de infiltración de comandos en las islas habían fracasado. Los días habían pasado y la flota con sus casi 10.000 hombres a bordo seguía meciéndose en un mar siempre adverso, sometidos a condiciones climatológicas extremas con la amenaza de la llegada del duro invierno austral. El coste económico comenzaba a ser preocupante, más aún en caso de alargarse el conflicto. Por ello, les urgía tomar decisiones cuya puesta en práctica propiciara resultados resolutivos.

  • Soldados argentinos en su posición

    Para los argentinos: aunque tampoco los resultados eran determinantes, sus preocupaciones, bien miradas, y a pesar de las pérdidas sufridas por su Marina y aviación, así como por el bloque aeronaval británico, el hecho de conservar intactas las Malvinas y de haber conseguido plantar cara a una potencia como Gran Bretaña respaldada además por los EE.UU., y conociendo por supuesto lo dicho en el párrafo anterior sobre su enemigo, daba alas a pensar que de conseguir alargar la confrontación, el tiempo jugaría a su favor.

Llegamos así al punto en el que las decisiones a tomar por cada parte iban a ser cruciales; ese en el que todo contendiente debe siempre recordar lo apuntado al inicio de este trabajo: “Gana quien menos errores y menos graves comete, y quien más y mejor aprovecha los de su enemigo”.

Los ingleses tenían obligatoriamente que desembarcar para reocupar las islas, pues, por un lado, sólo con acciones aeronavales no lo iban a conseguir, mientras que, por otro, es máxima imperecedera del arte militar que sólo se domina un territorio cuando la Infantería lo pisa y controla. La cuestión era dónde realizar dicho desembarco para que, además de exitoso, fuera decisivo. Lo argentinos, por su parte, tenían, por el contrario, que mantenerse dominando el territorio, debiendo prever, más bien adivinar, cuál sería el punto elegido por su enemigo para llevar a cabo el obligado desembarco sin el cual nunca reocuparían las islas.

Objetivo principal a tomar por los ingleses era, sin duda, desde todo punto de vista tanto militar como político/diplomático, Puerto Argentino, en la isla Soledad, capital del archipiélago, así como su aeródromo. Para ello tenían que desembarcar en dicha isla, por lo que hacerlo incluso en un primer momento en la Gran Malvina quedaba descartado por completo. El problema era que un desembarco en tal punto o muy cerca de él, que era precisamente donde los argentinos habían concentrado la mayor parte de sus defensas, era demasiado arriesgado como para si quiera tenerlo en cuenta; conviene recordar que el atacante debe poseer tres veces más de fuerzas que el defensor para poder considerar posible el éxito en ofensiva, algo que aquí no se daba ni por asomo, ya que, como se ha dicho, ambos contendientes poseían fuerzas semejantes en hombres. Así pues, tenían que elegir un punto lo más desguarnecido posible, pero al tiempo no excesivamente alejado del objetivo principal, Puerto Argentino, para poder progresar por tierra hacia él con las fuerzas disponibles con suficiente garantía de éxito.

Aparatos Pucara en uno de los aeródromos en Malvinas

Para ello, durante el mes de Marzo, los británicos no habían perdido el tiempo, toda vez que sabían que más temprano que tarde tendrían que llevar a cabo una operación anfibia de desembarco –no se olvide que desde el punto de vista militar es posiblemente la más difícil, seguida por la retirada o el repliegue–, habiendo puesto todo su empeño en conocer el despliegue argentino en lo posible mediante la información de inteligencia, fotografía aérea y de satélites, y los resultados de las acciones aéreas y navales llevadas a cabo. Como sabemos, los argentinos tenían su punto fuerte en Puerto Argentino –donde poseían 12 aviones de apoyo táctico Pucara y algunos Aermacchi y Mentor, bien que todos al descubierto al carecer de hangares protegidos; las defensas antiaéreas eran considerables; el nivel de obras de fortificación de las posiciones defensivas era medio; las reservas de material, munición y alimentos justas–, seguido por Goose Green, ambos en la isla Soledad, ocupando también pero con menor entidad Bahía Fox y Puerto Howard en la Gran Malvina y de forma muy escasa la isla Borbón (Peeble) en su extremo norte como se dijo. El resto del territorio de ambas islas permanecía descubierto, transitado con dificultades debido a su orografía y falta de vías de comunicación por patrullas móviles en misión de vigilancia. Sobre lo último nada más significativo que lo siguiente: “… múltiples inconvenientes derivados de la intransitabilidad del terreno, inclusive a través de caminos o sendas secundarias. El 6 de Abril, una columna motorizada del Reg. 25, constituida por vehículos Unimog, que ha sido destacada desde Puerto Argentino para transportar abastecimientos, queda totalmente empantanada a poco de abandonar la punta de camino asfaltado. Es imposible movilizar los vehículos, inclusive con la ayuda de tractores. Debe descargarse todo el material, que es transportado a brazo hasta el sector de asfalto. Posteriormente los camiones sólo pueden ser destrabados con la ayuda de un helicóptero pesado Chinook. Finalmente, los abastecimientos son transportados con helicópteros” (Doc.EMA.)

A la vista de lo dicho de forma muy resumida, los británicos, descartado por completo el desembarco en Puerto Argentino o en sus proximidades, fijaron su vista en la bahía de San Carlos, desguarnecida y a tan sólo 105 Km al Oeste de aquél, es decir, a su retaguardia.

Efectivamente:

“a) Luego de su asunción como Gobernador Militar y Cte. Conjunto Malvinas, el Gral. Menéndez, con participación del Cte. De la Fuerza Terrestre y de su Estado Mayor con oficiales superiores a cargo de los componentes naval y aéreo, efectuó una apreciación de la situación. Con respecto a la misión asignada a las fuerzas a su cargo, llegó a las siguientes conclusiones: 

1) Las fuerzas británicas tienen suficiente libertad de acción en el mar como para desembarcar en cualquiera de los innumerables lugares aptos existentes en el litoral de las islas, especialmente en el Norte de la isla Soledad.

Pista de aterrizaje de Puerto Argentino

2) El enemigo tratará de mantener su flota lo más al Este posible, para disminuir las posibilidades y eficacia de los ataques de la aviación propia.

3) Por el Norte puede proyectarse hasta la isla Borbón (Pebble) y hacia el SE, sobre el acceso Norte del estrecho de San Carlos. Su avance hacia el Oeste, especialmente en el acceso Sr del mencionado estrecho y en el litoral Oeste de la Gran Malvina, es menos probable, por lo mencionado en 2).

4) Una penetración de la flota enemiga en el estrecho de San Carlos no se considera probable, dada la estrechez de dicha vía de agua que imposibilitaría su maniobra.

5) Los lugares de desembarco más probables de los ingleses son:  a) Bahía Asunción, b) boca de Seno Choiseul, c) Costa E. y N. de la península de San Luis, d) Puerto salvador y su acceso, f) Foul Bay, g) Concorde Bay, h) boca del estrecho de San Carlos, i) zona de Puerto y j) establecimiento de San Carlos.

6) Teniendo en cuenta lo expresado en 1) y 5), y considerando el número de efectivos a disponer y los que probablemente empleará el enemigo, no es factible defender con fuerzas importantes los posibles lugares de desembarco. En la asignación de los medios de combate debe darse prioridad al objetivo estratégico de Puerto Argentino, a la presencia de fuerzas en la Gran Malvina y a la defensa den nexo entre las guarniciones de ambas islas, constituido por la zona de Darwin.

7) De producirse un desembarco importante del enemigo en otros puntos de las islas, es imposible pensar en concurrir con fuerzas terrestres de magnitud como para eliminar la cabeza de playa. Por lo tanto, se deberá optar por desplazar medios más reducidos y móviles para fijarla, o al menos controlarla, actuando con aviación y tropas de comando, preferentemente. (…)” (Doc.EMA.)

En el mismo documento, repetimos que oficial militar argentino, más adelante se expresaba que toda la cadena de mando en las islas, pero también en el continente (la Junta Militar), estuvieron de acuerdo en que: “…Se mantiene la apreciación de que la capacidad más probable del enemigo está constituida por la ejecución de un ataque sobre Puerto Argentino, mediante una operación anfibia (…)” (Doc.EMA.)

Tte. Daniel Esteban

Así pues, fue por lo anterior por lo que el despliegue argentino se centró en Puerto Argentino, principalmente, y en Goose Green, ambos en la isla Soledad, y en Bahía Fox, Howard y la isla Borbón (Pebble) en la Gran Malvina. Y más aún es por lo que al descartarse San Carlos como punto de desembarco no se protegió. Sólo desde mediados de Mayo se desplazó a dicho lugar en misión de vigilancia para impedir la infiltración de comandos del SAS de dos secciones de la III Brigada (unos 60 hombres) al mando del Tte. Daniel Esteban, 40 de los cuales se instalaron en Puerto San Carlos con él, mientras que los 20 restantes, al mando del Subteniente Reyes, lo hicieron en Fanning Head (Cota 234), altura que domina la entrada del estrecho y bahía de San Carlos.

Como hemos visto, además, se reconocía que caso de desembarcar el enemigo en cualquier otro lugar iba a ser imposible plantarle cara como era debido no sólo por la escasez de medios adecuados, sino también por esa imposibilidad para una adecuada movilidad que presentaba el terreno (y que el ejemplo que hemos reseñado, entre muchos, deja más que en evidencia), teniendo que confiar en la aviación como única forma de detener el desembarco; por muchos comandos que se pudieran enviar según lo previsto, nunca tendrían fuerza suficiente para neutralizar, ni siquiera fijar, a las tropas desembarcadas, no sólo por su número que sería siempre muy superior, sino también por los apoyos de todo tipo, incluido el potente fuego naval, con el que contarían los enemigos desembarcados.

Por todo lo dicho se explica que la elección por parte británica de San Carlos como punto de desembarco fue esencial para su éxito y en la misma medida que lo fue para el fracaso argentino.

El desembarco en San Carlos

Según lo previsto, el día 20 de Mayo, la fuerza anfibia destinada a desembarcar en San Carlos se acercó a la costa amparada por la caída de la tarde, ya que la hora “H” se había señalado para las 01,30 h. de la madrugada del día siguiente. Dicha fuerza estaba compuesta por: 22 buques (2 de desembarco anfibio, 5 de desembarco logístico, 1 trasatlántico, 4 mercantes de apoyo logístico, 1 petrolero, 1 destructor y 6 fragatas) que transportaban unos 5.000 hombres (la III Brigada de Comandos de los Royal Marines y los 2º y 3º Batallones Paracaidistas).

Subteniente Oscar Roberto Reyes

El 21 de mayo, a la hora fijada, la flota británica comenzó a ingresar en el estrecho de San Carlos en medio de un silencio sepulcral. Una hora más tarde, comandos del Special Boat Service (SBS) despegaron de la cubierta del Antrim en dos helicópteros y se posaron a unos 3.000 metros a retaguardia de la Cota 234 ocupada por el Subteniente Oscar Roberto Reyes y su 40 hombres. Sobre las dos de la madrugada, una patrulla de éstos informó que escuchaban ruidos y voces desde el Estrecho y que percibían al mismo tiempo la silueta de buques ingresando en él. Enseguida, y por orden del Subteniente Reyes, se lanzaron bengalas y comenzaron a disparar con los cañones sin retroceso de 105 mm y los morteros de 81 mm de que estaban dotados. Inmediatamente, los buques ingleses abrieron fuego, guiados por el resplandor de dichas armas.

Al cabo de una hora y media, con la munición agotada y los cañones de 105 mm destruidos por el fuego de las fragatas, Reyes ordenó el repliegue de sus hombres. Minutos después comenzaron a recibir fuego de parte de los comandos SBS que estaban esperando a los argentinos a su retaguardia resultando heridos dos de ellos. El Subteniente Reyes reaccionó atacando a los comandos ingleses impidiendo que sus hombres fueran cercados; sólo los dos heridos y un Cabo que había quedado a su cuidado fueron capturados. Reyes y el resto de sus hombres lograron replegarse y llegar a Puerto San Carlos. Sin duda, el valor de tan escasa guarnición, máxime ante enemigo tan desproporcionado, fue excepcional.

Mientras tanto, desde Puerto San Carlos el Tte. Daniel Esteban se apercibió de lo que ocurría por el ruido del combate, así como por las siluetas de los buque que se dibujaban en la bahía procediendo a transmitir la información a su jefe inmediato en Darwin, el cual a su vez hizo lo propio a Puerto Argentino.

En Puerto San Carlos, sobre las 8:10 y tras tres horas de intenso cañoneo naval que barría toda la zona, los argentinos pudieron observar con total nitidez la silueta del transporte de tropas Canberra que entraba en el canal.

La primera oleada de desembarco

La primera oleada de desembarco alcanzó la playa sin oposición alguna; utilizaron 16 barcazas y varios helicópteros. La fragata Plymouth proporcionó el necesario fuego de cobertura directo, y cuatro vehículos ligeros Scimitar y Scorpion alcanzaron la playa a fin de que los Marines pudieran disponer de buena potencia de fuego de apoyo en tierra. Las primeras unidades en desembarcar fueron el 40º Comando de Royal Marines y el 2º Bón. Paracaidista, el cual ocupó las Alturas Sussex, mientras aquél hizo lo propio con las Montañas Verde. El flanco sur, de cara a la posición argentina de Darwin, estaba asegurado. A continuación, las barcazas y helicópteros regresaron al canal para recoger y transportar a la segunda oleada.

Al amanecer, las barcazas y helicópteros con la segunda oleada de desembarco llegaban a la playa. El 45º Comando de Royal Marines tomó posiciones en Ajax Bay (sector occidental del desembarco) y el 3º Bón. de Paracaidistas desembarcó cerca de Puerto San Carlos, en las proximidades de la posición principal argentina. Pero, para entonces, los hombres del Tte. Esteban habían ocupado nuevas posiciones hacia el este de Puerto San Carlos, desde donde abrieron fuego contra los paracaidistas.

En las playas

Así pues, sobre las 07,30 h. todas las unidades de maniobra estaban asentadas en tierra, procediendo entonces de inmediato los ingleses a transportar lo necesario para afianzar la cabeza de playa lograda, desembarcado por aire y mar vehículos, artillería, municiones, impedimenta de todo tipo, víveres, etc. (para transportar una batería antiaérea de 12 misiles Rapier se empelaron 70 vuelos de ida y vuelta de los helicópteros Sea King); al finalizar el día los ingleses habían logrado poner en tierra 3.000 hombres y 1.000 toneladas de armamento y material (muy importante fue el dispositivo antiaéreo inglés instalado para proteger lo desembarcado con abundante y muy moderno material ad hoc tanto de cañones como más aún de misiles tierra-aire que fueron verdadera pesadilla para los pilotos argentinos que llegaron a denominar al estrecho de San Carlos “El valle de la muerte”, razón de más para valorar su arrojo y eficacia. En dichas labores los argentinos lograron derribar desde tierra dos helicópteros Gazelle que patrullaban la zona en misión de seguridad.

La primera reacción aérea argentina contra el desembarco se produjo sobre las 08,30 h. en que un Aermacchi procedente de Goose Green sobrevoló el despliegue británico, obteniendo y comunicando una muy valiosa información, al tiempo que se lanzó sobre la fragata Argonaut a la que tocó, causándole además tres heridos, bien que sin mayor éxito. Sobre las 09,00 h., despegaron del aeródromo de Goose Green y Puerto Argentino cuatro Pucará; lográndolo incluso mientras la fragata Ardent bombardeaba la pista del primero. Uno de ellos fue casi inmediatamente derribado por un misil y otro alcanzado por el fuego de cañones de los Sea Harrier británicos que daban cobertura al desembarco. Los dos Pucará restantes atacaron a la fragata Ardent.

Fue al poco cuando los argentinos, tal y como estaba previsto para caso de que, como había ocurrido, los ingleses no desembarcaran donde se preveía, llevaron a cabo su principal reacción a cargo de su Aviación.

Mirage argentino en pleno ataque a ras de agua

Volando de nuevo a muy baja altura, con depósitos de combustible suplementarios y pegándose aún más al terreno al sobrevolar la Gran Malvina, sobre las 09,00 una oleada de 11 Mirage Dagger y 6 Mirage Super Etendard aparecieron de repente en la zona de combate dispuestos a darlo todo por impedir como fuera la consolidación del desembarco enemigo, contando a su favor no sólo con la sorpresa, que fue total, sino también con la gran concentración de navíos británicos en un espacio relativamente limitado, al pairo y en buena medida encajonados en el angosto estrecho de San Carlos, todo lo cual favorecía su ataque; el hecho en sí ya constituía un alarde, pues tras volar a muy baja cota, en silencio radio y sin saber muy bien lo que iban a encontrarse, debían coger altura en el momento apropiado, descargar sus bombas y regresar de la misma forma acosados por los Sea Harrier. Una segunda oleada de 4 Sakyhawk llegaría sobre las 11,30.

La fragata Ardent herida de muerte

El resultado de tan arriesgada como valerosa acción, repetida hasta lo imposible en este 21 de Mayo fue: la fragata Ardent hundida, sufriendo 24 muertos y 30 heridos; la Argonaut fuera de combate; el destructor Antrim y las fragatas Brilliant y Broadsword tocadas. El problema principal de los argentinos fue que sus bombas no explosionaban, sólo se incrustaban en los buques, por lo que los daños, salvo en los casos más importantes citados, eran mínimos. La causa pudo deberse a la baja altura de los aviones en el momento del ataque. Los argentinos perdieron dos aviones y los británicos uno por avería.

El día 22, la aviación argentina no pudo operar debió a las malas condiciones meteorológicas, lo que favoreció a los ingleses que aprovecharon para seguir desembarcado material, así como para consolidar con las primeras obras de fortificación el terreno logrado.

Aunque el mando en Puerto Argentino estudió la posibilidad de reaccionar ofensivamente por tierra, finalmente lo desechó fundamentalmente por:

“a) la neta superioridad aérea local inglesa que impedía el uso de helicóptero, como tampoco por la noche al no disponer de los aparatos adecuados para tal tipo de vuelo, b) consecuente imposibilidad de transportar artillería, lo que impedía a su vez disponer del imprescindible apoyo de fuegos, c) igual imposibilidad de contar con apoyo aéreo directo, d) falta de medios de transporte terrestres, así como la práctica imposibilidad de utilizar los pocos existentes debido a lo ya dicho sobre la absoluta impracticabilidad del terreno y las escasas y malas comunicaciones existentes en él (el desplazamiento a pie de las tropas era impensable), e) la escasez de combustible que obligaba a restringir el uso de helicópteros, f) la superioridad naval del enemigo que le permitía poder desembarcar en otros puntos, (…) El empleo de fuerzas importantes impone reducir la capacidad de defensa de Puerto Argentino, lo que facilitaría una eventual acción anfibia directa  y aeromóvil sobre dicho objetivo, esencial desde el punto de vista político y estratégico (…) hacía imposible (la reacción por tierra) por a) no contar con medios para su implementación en oportunidad, b) no asegurar mínimas posibilidades de éxito y c) facilitar la estrategia del enemigo (…)” (Doc.EMA.)

La Antelope hundiéndose

El día 23, la aviación argentina reanudó su ataque. Un Skayhawk logró colocar una bomba de 225 Kg. en la fragata Antelope, que tuvo que ser retirada para proceder a la desactivación del artefacto que no había explosionado, bien que con tan mala suerte que terminó por hacerlo, provocando al día siguiente su hundimiento al no poder controlar los incendios que se prodigaron por la nave producto de varias explosiones internas. El día 24, aviones argentinos lograron colocar sendas bombas en los buques de desembarco logístico Sir Galahand y Sir Lancelot, bien que ambas pudieron ser desactivadas. Siempre el problema constante de las bombas sin explosionar. Dos Sea King consiguieron hundir un mercante argentino que se había introducido en la Zona de Exclusión.

El 25 de Mayo, fiesta nacional argentina, el mando decidió intentar festejarla obteniendo una gran victoria como era el hundimiento de alguno de los dos portaaviones británicos, el Hermes o el Invincible. La operación que se planeó con todo detalle. Al carecer de medios aéreos adecuados para obtener su posición, se recurrió a un ingenioso y original sistema consistente en el ploteado ininterrumpido sobre una carta de navegación de todos los puntos en los que aparecían o desaparecían los ecos de los Harrier en el radar director de la defensa aérea instalado en Puerto Argentino, lo que terminó por señalar con suficiente exactitud la posición de uno de los dos portaaviones a 100 millas de las islas.

Roberto Curilovic y Tulio Barraza

Informado el Comando de la Aviación Naval, ordenó un ataque con dos Mirage Super Etendard que partieron de la base de Río Grande pilotados por el Capitán de Corbeta Roberto Curilovic y el Teniente de Navío Tulio Barraza. Los aviones despegaron a las 14:30 efectuando su reabastecimiento en vuelo sin dificultad. Cuando se encontraban a más de 270 millas del blanco pasaron a aproximación rasante a 500 nudos de velocidad. Cuando llegaron a la distancia adecuada lanzaron cada uno un misil Exocet, emprendiendo de inmediato el regreso (entre ida y vuelta cuatro horas de vuelo). Pero los misiles no impactaron en el Hermes que era contra quien iban dirigidos, sino en la banda de babor del portacontenedores de 14.946 toneladas Atlantic Conveyor que navegaba a dos millas del portaaviones sin disponer de ninguna clase de contramedidas electrónicas. En la cubierta donde explotaron los misiles había camiones cargados de gasolina que se incendiaron, propagándose el fuego al resto del buque rápidamente provocando el hundimiento del navío unos días después. La pérdida del buque fue un durísimo golpe contra la capacidad logística inglesa, toda vez que disponía de zona de aterrizaje habilitada para los Harrier –que la utilizaban cuando las pistas de los portaaviones estaban saturadas–, con él se perdieron –además de 12 tripulantes muertos– 3 de los cuatro Chinook disponibles –el cuarto estaba en vuelo, siendo los aparatos destinados al transporte de tropas en el futuro, posibilidad que quedó truncada–, 8 helicópteros Vessex, bombas de racimo, motores de cohetes, misiles antitanques, granadas y municiones, depósitos inflables para combustible, vehículos de diverso tipo y tonelaje, botes para desembarco, una pista de aterrizaje vertical para montar en San Carlos, equipos desalinizadores y de iluminación, repuestos para aviones y helicópteros, generadores eléctricos, tiendas de campaña, raciones, calentadores y otra gran variedad y cantidad de material.

El Atlantic Conveyor herido de muerte

Tan grave fue la pérdida del Atlantic Conveyor que, además incluso de dudar durante algunos momentos del éxito total de la operación de reocupación de las islas, los ingleses se vieron obligados a anular la proyectada operación aeromóvil sobre Puerto Argentino al carecer ya de los medios de transporte precisos, obligándoles a tener que avanzar sobre dicho objetivo a pie, precisamente por ese terreno falto de vías de comunicación y de naturaleza impracticable sufrida por los argentinos desde el momento en que pusieron pie en las islas.

Para rematar la festividad nacional argentina, ese mismo día aviones Skyhawk y Mirage III Super Etendard lograban hundir el destructor Conventry y tocar seriamente a la fragata Broadsword. El día no podía cerrar para los argentinos con mejores noticias al tiempo que esperanzas, incluso a pesar de que para entonces los ingleses ya habían colocado en tierra 5.000 hombres y 5.000 toneladas de armamento y material diverso (15 días después en San Carlos los británicos dispondrían incluso de una pista de chapas metálicas de 230 metros de longitud válida para los Harrier, Sea Harrier y todo tipo de helicópteros).

Reocupación de Goose Green y Darwin

Antes de marchar sobre el objetivo por excelencia, o sea, sobre Puerto Argentino, los ingleses debían neutralizar la seria amenaza que para su flanco sur de avance suponían las fuerzas argentinas instaladas en Goose Green y Darwin que, al mando del TCol. Ítalo Ángel Piaggi, sumaban en total 643 efectivos que disponían de dos cañones antiaéreos Oerlikon de 35mm y tres obuses Otto Melara de 105 mm y elementos de Zapadores, más 202 hombres de la Aviación a cargo del aeródromo allí ubicado.

El día 27, tras una marcha nocturna de 20 Km., el 2º Bón. de Paracaidistas británicos, reforzado con parte de 40º Bón. de los Royal Marines, se presentaba ante Darwin, maniobrando de forma que, al día siguiente, con un notable apoyo de fuego naval, pero casi sin resistencia de parte argentina, se hacían con el enclave.

Paracaidistas británicos en marcha

Sin embargo, camino de Goose Green, y sin apercibirse de ello, los ingleses penetraron en una zona dominada por posiciones argentinas bien dispuestas cuyos fuegos cubrían con gran acierto el terreno por donde avanzaban sus enemigos, ofreciendo así una resistencia inesperada, entablándose un combate en el que los argentinos, aunque menores en efectivos y en potencia de fuego, aunque se vieron obligados a ceder terreno, lo hicieron en orden y con calma, poniendo en no pocos aprietos a los ingleses; fue en este combate donde cayó mortalmente herido el TCol. H. Jones, jefe del batallón paracaidista. Al atardecer, y gracias al apoyo de varios Harrier, los ingleses se hacían con el aeródromo y cercaban a los argentinos. Entabladas negociaciones durante la noche, al día siguiente, 29 de Mayo, se rendían dieciséis horas después de iniciados los combates. Aunque la tropa argentina era bisoña (reclutas), algunos incluso habían jurado bandera al llegar a las islas, dieron la talla hasta lo imposible máxime teniendo en cuenta la desproporción respecto a sus enemigos, más aún en cuanto a medios sobre todo de fuego de los que prácticamente carecían como se ha visto –y de los que en cambio los ingleses hicieron alarde no sólo por poseerlos, sino porque la inesperada resistencia argentina les obligó a intensificarlos pues de otra forma el número de bajas habría sido mucho mayor–; en algunos momentos y puntos se llegó al combate cuerpo a cuerpo con éxito de parte argentina.

El 30 de Mayo los argentinos, ni mucho menos dándose por perdidos, sino incluso todo lo contrario, llevaron a cabo una operación que, de haberse coronado con el éxito muy bien hubiera podido cambiar a su favor el signo de la guerra. Nos referimos al ataque al portaaviones Invincible, buque insignia la la flota inglesas y uno de sus principales exponentes.

Cap. Alejandro Francisco y Tte. Luis Collavino

El 28 de mayo de 1982, el mando naval argentino tomó la decisión de atacar al Invincible con aviones Mirage Super Etendard portando uno de ellos el único Exocet que quedaba (Francia había embargado una decena que Argentina tenía encargados desde antes de la guerra), los cuales debía ser reabastecimiento en vuelo por aviones Hércules de la Fuerza Aérea, la cual además puso cuatro Skyhawk como escolta y, caso necesario, para rematar con sus bombas al buque inglés. Los Super Etendard estuvieron pilotados por el Cap. Alejandro Francisco, que portaría el misil Exocet que debía impactar en el navío, y el Tte. Luis Collavino que le prestaría el apoyo electrónico necesario. Los pilotos de los Skyhawk eran los Tte,s José Vázquez, Ernesto Ureta, Omar Castillo y el Alférez Gerardo Isaac. Los dos Hércules iban pilotados por el Vicecomodoro Luis Litrenta y del Mayor Roberto Briend. La posición del Invincible fue determinada con toda seguridad utilizando de nuevo el ingenioso sistema ya descrito mediante la información suministrada por el radar TPS-43 de la Fuerza Aérea en Puerto Argentino, el cual triangulaba las rutas utilizadas por los Harrier al despegar y regresar al portaaviones.

Los aviones despegaron de la base de Río Gallegos el 30 de Mayo de 1982 a las 12,30 rumbo a su objetivo. Tras remostar en vuelo se dirigieron hacia el Invincible. Los dos Super Etendard iban delante seguidos de los Skyhawk, volando todos a no más de  30 metros del agua y a 800 km/h. Al llegar a una distancia de unos 50 km del buque, los dos Super Etendard ascendieron para hacer un barrido de radar, consiguiendo detectar un blanco muy grande a unos 30 km. Con el blanco fijado, a las 14,24 se lanzó el único Exocet disponible, virando de inmediato los aparatos poniendo rumbo al continente. Al poco, el Cap. Ernesto Ureta pudo ver desde su Skayhawk una gran columna de humo negro salir del lugar donde estaba el portaaviones contra, lo que era indicativo de que el Exocet había dado en el blanco, columna de humo que él y los demás pilotos tomaron como referencia para su inmediato ataque.

Un Mirage Super Etendard en el momento de lanzar un Exocet

A unos 10 km del portaaviones el avión de José Vázquez es alcanzado por un misil. Se le desprende el ala izquierda de la aeronave y simultáneamente el motor explosiona, precipitándose e impactando contra el agua. Los tres aviones restantes continúan el ataque, y a unos 500 metros del portaaviones el avión de Castillo es alcanzado por la artillería antiaérea en el depósito de combustible, explotando y convirtiéndose en una bola de fuego. Ureta es el primero que consigue atacar al buque; abre fuego con los cañones, pero sólo puede realizar dos disparos porque el arma se encasquilla. Sigue con el ataque soltando tres bombas que impactan en la popa del Invincible, tras de lo cual vira e inicia el regreso.

Posible fotografía del Invincible tras ser tocado

El Cap. Isaac, que viene a continuación, dispara los 200 proyectiles de sus cañones y lanza sus bombas también en la zona de popa. Ambos pilotos vieron al buque completamente envuelto en humo. Gran Bretaña negó siempre que el portaaviones hubiera sido tocado, argumentando que los argentinos habían alcanzado el casco incendiado del Atlantic Conveyor. Pero lo cierto es que las acciones aéreas inglesas disminuyeron considerablemente desde entonces, lo que quiere decir que, a pesar del hermetismo británico aún hoy, sin duda el buque resultó tocado, lo que acreditan los propios pilotos, bien que no hundido ni puesto fuera de servicio.

Hacía Puerto Argentino

Con Goose Green en su poder, quedaba asegurado el camino hacia el objetivo principal que era la “capital”, Puerto Argentino.

Al día siguiente de la reocupación de Goose Green, o sea, el 31 de Mayo, el 45º Comando de los Royal Marines alcanzaba Douglas, mientras el 3º Bón. Paracaidista hacía lo propio con Teal Inlet. Para ello tuvieron que marchar campo a través 30 Km. en condiciones meteorológica muy adversas: granizo, chubascos y vientos helados, que causaron no pocas lesiones en piernas y tobillos, máxime cuando cada hombre portaba a sus espaldas no menos de 50 Kg. de equipo, municiones incluidas. Asimismo, paracaidistas del 42º Comando helitransportados ocupaban Monte Kent situado a 30 Km. a vanguardia del despliegue británico, posición clave en su avance hacia Puerto Argentino. Al mismo tiempo se ocupaba Monte Challenger, también clave para dicho avance. El 1 de Junio desembarcaba en San Carlos la V Brigada de Infantería compuesta por escoceses y gurkhas nepalís que venía a reforzar la ofensiva en marcha.

El día 3, mientras la V Brigada de Infantería comenzaba a avanzar, paracaidistas ingleses helitransportados ocupaban Fitz Roy cuya importancia se debía a su potencial para efectuar un nuevo desembarco (los argentinos habían volado el puente sobre el estuario que tuvo que ser reconstruido por los ingleses).

Los ingleses reconstruyendo el puente

Los movimientos a vanguardia de los ingleses se realizaron por aire y por mar. El día 4, el 2º Bón. de gurkhas y el resto del 2º Paracaidista realizaron una serie de ataques aeromóviles contra posiciones argentinas dejadas atrás en el rápido avance a vanguardia. Precedidos de potente fuego de artillería o cohetes y cañones desde helicópteros, llegaban por sorpresa y neutralizaban los puestos de observación argentinos y pequeñas unidades de vigilancia existentes.

A la vez que el personal y los suministros se trasladaban a las cercanías de Puerto Argentino, se lanzaban patrullas nocturnas para reconocer el espacio entre ambos contendientes, así como para señalar posibles campos de minas y examinar mediante tanteos la fortaleza de las defensas argentinas. Los SAS y SBS tuvieron un papel esencial en tales acciones.

La Sir Galahand herida de muerte

La pérdida de los Chinook, como sabemos, anuló cualquier posibilidad de helitransportar el grueso de la V Brigada de Infantería, que tuvo que hacerse por mar, única forma de efectuar un avance rápido que además mantuviera el impulso de la operación y minimizara el riesgo de que los argentinos reaccionaran.

Durante los días 5 y 6 de Junio, el avance de escoceses y gurkhas se vio frustrado por las mala condiciones atmosféricas. El día 7, el Sir Galahand y el Sir Tristan se hicieron a la mar con los escoceses, además de gran cantidad de suministros. El día 8, al mejorar el tiempo, la aviación argentina hizo su aparición, logrando impactar en el primero, causando 50 muertos y obligando a abandonar la nave. Por el contrario, aviones Sea Harrier lograron el derribo de cuatro Mirage argentinos.

Para el 10 de Junio, los ingleses se situaban ante la primera línea de defensa ante Puerto Argentino.

El día 10, los ingleses se prepararon para tomar los montes Dos Hermanas (por el 45º Comando de los Royal Marines), Harriet (por el 42º) –ambos defendidos por el Reg. 4 de Infantería reforzado–, y Longdon (por el 3º Bón. Paracaidista) y Goat Ridge –defendidos por el Reg. 7 de Infantería–; todos ellos cerros rocosos sobre largas colinas claves para la defensa de Puerto Argentino. Los ataques fueron nocturnos. En Monte Longdon los argentinos se mantuvieron muy firmes, logrando conservar sus posiciones hasta el día siguiente; por primera vez los ingleses toparon con comandos argentinos muy especializados. En Dos Hermanas la resistencia fue menor, tomando los ingleses la posición, sufriendo 4 muertos. Monte Harriet también fue tomado bien que sólo tras cinco horas de intenso combate. Esta misma noche, en el último ataque directo contra un navío inglés, los argentinos, con un Exocet disparado desde tierra lograron tocar al Glamorgan causando 14 muertos y 30 heridos entre su tripulación. Una granada disparada desde la fragata Ardent inglesa impactó en una vivienda de Puerto Argentino matando a sus tres habitantes, únicas víctimas civiles de la conflagración.

La noche y primeras horas del día siguiente se saldaron con un total de 23 muertos y 70 heridos de parte británica y 69 argentinos muertos, 220 heridos y 400 prisioneros, habiendo conseguido los ingleses alcanzar todos sus objetivos.

Pozo de tirador argentino en Puerto Argentino

El día 11 se registró un intenso intercambio de fuego de artillería entre ambos contendientes, posible porque ya el aeródromo de Puerto Argentino quedaba a tiro de los cañones británicos de 105 mm, que los de 155 mm argentinos respondieron con vigor (cada uno de los dos bandos llegó a disparar en torno a los 6.000 proyectiles).

A las 03,00 de la madrugada ya del 14 de Junio, los escoceses llevaron a cabo un ataque de distracción contra una posición argentina en Monte William desplazada unos dos kilómetros al sur del objetivo principal a alcanzar que era Monte Tumbledown; posición muy ventajosa de cara al asalto a Puerto Argentino. En aquélla encontraron muy fuerte resistencia de un batallón argentino allí instalado reforzado con morteros y ametralladoras. El asalto se realizó en tres fases diferentes, por Compañías y sobre distintos puntos del objetivo, apoyado por fuegos de artillería desde tierra y mar. La gran dificultad en su realización se debió a la complicada coordinación de los fuegos de iluminación y a la proximidad de la vanguardia británica a la zona batidas por el fuego artillero. Tras 14 horas de cañoneo ininterrumpido, los argentinos tuvieron 100 muertos, dejándose además 27 prisioneros entre ellos el jefe de la posición; los ingleses 9 muertos y 41 heridos.

Ataque final a Puerto Argentino (Flechas amarillas argentinos. Flechas rojas ingleses)

Tomado Monte William, los gurkhas rodearon Monte Tumbledown por el norte, avanzando bajo el fuego de la artillería argentina sufriendo 10 bajas. Los escoceses avanzaron por el sur, atravesando un campo de minas en el que dos hombres sufrieron la amputación de sus pies. Al amanecer, aquéllos habían tomado Monte Tumbledown y éstos Wireless Ridge. Desde ambos lugares ya divisaron cómo los argentinos abandonaban algunas posiciones replegándose hacia Puerto Argentino; todo ello, para ambos contendientes, en medio de durísimas condiciones meteorológicas.

El final

Sobre las 09,00 el Gral. Menéndez se reunía con sus mandos llegando a la conclusión de que “…ya no existe posibilidad de éxito y que la continuación de las operaciones produciría un sacrificio inútil de preciosas vidas humanas”, debido “a) la crítica situación desde el punto de vista táctico y logístico, b) la probable evolución que determinará la segura derrota en un lapso no mayor a 24 horas y c) (…) puede esperarse un número elevado d bajas, sin que ello posibilite una solución favorable a la situación” (Doc.EMA.).

Soldados argentinos durante los combates

Todo ello se comunicó a Buenos Aires, desde donde la Junta Militar contestó sobre las 12,00h.: “a) Que se debe resistir y actuar ofensivamente “hay que sacar la gente de los pozos para adelante y no para atrás”, b) Que los ingleses también, con seguridad, están agotados” y d) Que “es imposible aceptar en esa situación, la Resolución 502 de la ONU” (Doc.EMA.). Cuando Menéndez insistió en que la resistencia era imposible, la Junta le contestó “a) Que se encuentra muy lejos de Malvinas como para poder concretar la gravedad de la situación que se expone y b) Que El Gral. Menéndez es el Comandante, conoce cuáles son sus responsabilidades y atribuciones y debe obrar según la mismas” (Doc.EMA.). A lo que el General, a su vez, respondió afirmativamente. Todo lo anterior se realizó siempre en presencia de los más altos mandos militares en Malvinas.

Prácticamente en ese momento, el Cap. de Navío Barry Melbourne Hussey, uno de los miembros del Gobierno argentino de las Malvinas, comunicó al Gral. Menéndez que habían recibido por la frecuencia de la red sanitaria de comunicaciones un mensaje del mando inglés en el que además de reconocer la bravura de las tropas argentinas en la defensa de sus posiciones, se quería llevar al ánimo del mando argentino la imposibilidad de alargar la defensa, motivo por el cual se invitaba a entablar negociaciones para la rendición previa la declaración de un alto el fuego, fijando como plazo máximo para contestar las 13,00. Comunicado lo anterior a Buenos Aires, la Junta Militar autorizó la realización de las negociaciones con la condición de “…no aceptar ninguna imposición que significara un compromiso político para el Gobierno, inclusive la resolución 502” (Doc.EMA.).

Sobre las 16,00 se celebró la reunión entre el Gral. Menéndez, acompañado por el Comodoro Bloomer Reeve y el Cap. Hussey, y los representantes ingleses que fueron el Col. Sir Michael Rose y su intérprete el Cap. Bell, la cual duró una hora; durante en varias ocasiones éstos últimos consultaron por radio con el mando británico para resolver dudas. Conseguido el acuerdo, se redactó el documento correspondiente (AQUÍ):

  1. Las unidades conservaban sus banderas
  2. La administración y gobierno de las tropas serían ejercidas por sus mandos naturales.
  3. Se formarían grupos de trabajo mixto para resolver problemas de personal y logística.
  4. El regreso del personal argentino al continente podría hacerse en buques de guerra argentinos.
  5. Las tropas argentinas deberían concentrarse en la zona del Aeropuerto, evacuando Puerto Argentino a partir del día siguiente.
  6. La ceremonia de firma del documento sería absolutamente reservada y sin la presencia de periodistas.
  7. La capitulación comprendía a todas las fuerzas del Archipiélago.

A las 19,45 los Gral,s Menéndez y Moore firmaron el documento del que el primero tachó la palabra “incondicional” advirtiendo que, caso de no aceptarse, estaba dispuesto a pagar el precio que fuese necesario. Asimismo, se acordó que los oficiales argentinos conservarían sus armas hasta su partida, que se podrían realizar comunicaciones con el continente siempre en lenguaje claro y que el 15 de Junio sería el día en que los argentinos debían comenzar a evacuar Puerto Argentino.

Los Gral,s Jeremy Moore y Mario Menéndez en el acto de firma de la capitulación

Bajas humanas y materiales

Aunque como es lógico existen distintas cifras, estribando el mayor problema en conocer las inglesas dado su hermetismo y el hecho de que hasta 2072 no se desclasificarán por su parte los documentos originales, recogemos las siguientes.

Soldados argentinos fallecidos a la espera de ser enterrados

Por parte argentina (son cifras prácticamente seguras):

  • De la Armada: 324 muertos y unos 100 heridos.
  • De la Aviación: 48 muertos.
  • Del Ejército: 313 muertos (25 Oficiales, 61 Suboficiales y 227 soldados) y 1.609 heridos.

Por parte inglesa:

  • 225 muertos (nadie se cree cifra tan baja) y unos 600 heridos (según la clásica proporción de tres heridos por cada muerto).

Por parte argentina (no se contabilizan los averiados):

  • Aeronaves: 70 aparatos en total (47 de la Aviación, 12 del Ejército de Tierra y 9 de la Armada).
  • Navíos: 7 buques (1 acorazado, 1 submarino, 2 transportes logístico de apoyo, 1 mercante, 1 pesquero y 1 guardacostas).

Por parte inglesa (no se contabilizan los averiados):

  • Aeronaves: 23 aparatos en total (6 de la Aviación y 13 de la Marina). Argentina asegura que Gran Bretaña perdió 80 aparatos.
  • Navíos: 8 buques (2 destructores, 2 fragatas, 1 buque de desembarco, 2 buques logísticos de desembarco y 1 portacontenedores).

A modo de breves conclusiones

Sin duda son múltiples las conclusiones, lecciones y enseñanzas que pueden extraerse en todos los órdenes de este conflicto bélico; y a ser posible aprendidas. Imposible, por ello, que todas tengan cabida en este trabajo, por lo que nos limitaremos a esbozar las que consideramos más evidentes e importantes, sin que, por supuesto, sean todas, dejando a otros completarlas o, incluso, mostrar su desacuerdo.

  • Instante en que un Mirage Super Etendard argentino sobrevuela a baja cota a los buques ingleses a los que ataca

    Indudables eran las poderosas razones argentinas para reclamar e incluso recuperar por la fuerza las Malvinas, máxime ante la recalcitrante e inaceptable actitud secular inglesa.

  • Llegado el momento, los organismos internacionales para nada sirven pues o quedan marginados o no se les acata o, peor aún, se inclinan hacia el más fuerte.
  • Cualquier enfrentamiento bélico requiere hoy de un potencial económico que sólo algunos países pueden soportar durante mucho tiempo; incluso en caso de vencer, el descalabro será siempre muy importante.
  • Los ingleses demostraron su tesón y disposición a emplearse a fondo para conservar su crédito como potencia mundial, sin permitir en lo más mínimo y por difícil que pueda suponer el menoscabo de un solo palmo de sus posesiones, aún cuando lo sean ilegal e ilegítimamente.
  • Los EE.UU. actuaron como es su costumbre, máxime tratándose del Reino Unido; que nadie se lleve nunca a engaño.
  • Momento del ataque a ras del agua de los Skyhawk (círculos rojos) pilotados por el Capitán Pablo Carballo y el Alférez Carlos Rinke (foto tomada desde el buque inglés objeto del ataque)

    Los países europeos igual; Francia embargó aviones y misiles esenciales para a Argentina.

  • La comunidad hispanoamericana también, porque se mantuvo al margen.
  • Chile fue un caso peculiar, porque no sólo miró para otro lado, sino que hay indicios de que apoyó a los ingleses activamente; la falta de confianza en él de los argentinos les obligó a mantener en dicha frontera fuerzas especializadas que necesitaba en Malvinas.
  • El hundimiento por los ingleses del acorazado General Belgrano fuera de la Zona de Exclusión fue prueba del nulo respeto que tiene Gran Bretaña por incluso la normas que ella misma impone; para qué decir del derecho internacional y de guerra.
  • Los ingleses hicieron alarde de una capacidad de movilización logística encomiable.
  • Argentina no valoró ni suficiente ni acertadamente ninguno de los puntos hasta ahora citados.
  • Visión desde la cabina de un aparato argentino en el momento en que ataca a baja cota a un buque inglés

    Tampoco la diferencia entre la calidad de sus tropas, aún a pesar del valor demostrado por todos sus combatientes, como la del material disponible.

  • La Operación Rosario, de recuperación del archipiélago por parte argentina, fue modélica.
  • La Fuerza Aérea y de la Armada argentina fueron, sin duda, no sólo una sorpresa, sino un modelo de profesionalidad, valor y patriotismo sin peros de ninguna clase; máxime teniendo en cuenta el material con el que tuvieron que operar y las duras condiciones de vuelo.
  • El valor y espíritu de sacrificio de los combatientes argentinos fue excepcional, máxime teniendo en cuenta que la mayoría de ellos era soldados de reemplazo con poca instrucción y operando en condiciones de gran inferioridad material y extrema climatológicas.
  • Los británicos demostraron también gran valor, así como muy buena instrucción.
  • Los ingleses consiguieron neto dominio del mar, aislando por tal vía a las islas; en parte por la incapacidad naval argentina en todos los sentidos.
  • El dominio aéreo inglés no fue total porque no consiguió impedir los reiterados ataques argentinos por dicha vía; bien que sí lo hizo con el abastecimiento de las fuerzas en el archipiélago que quedaron en tal aspecto desatendidas con consecuencias muy negativas para el sostenimiento de su defensa (llegó a haber casos de desnutrición entre la tropa, debiéndose recurrir para alimentarla a la requisa de ganado de las granjas de los habitantes de las islas).
  • Este aparato argentino fue uno de los que atacó con éxito a las fragatas Arrow (01.05.1982), Antrim (21.05.1982) y Avenger (24.05.1982)

    La carencia de material adecuado de toda clase, impedimenta y abastecimientos, impidió a los argentinos poder establecer un despliegue defensivo de las islas adecuado y eficaz, teniéndose que limitar a concentrarse sobre los puertos y aeródromos sin posibilidad de acudir, en caso necesario, como así ocurrió, al punto donde fuera más urgente y esencial.

  • Considerar como más probable e incluso como seguro el desembarco británico en Puerto Argentino fue, sin duda, un grave error; sus defensas, además, se orientaron sólo hacia el mar.
  • La elección del estrecho de San Carlos por parte británica para desembarcar fue su gran éxito para la reocupación final de las islas.
  • A destacar, entre el armamento empleado por unos y otros: los misiles Exocet, los Mirage y Skayhawk, todo tipo de helicópteros, los Harrier y Sea Harrier.
  • Los modernos buques ingleses demostraron su vulnerabilidad y ello ante una fuerza aérea escasa y nada moderna.
  • Medalla argentina al valor heroico en combate

    Los reiterados fallos de las bombas lanzadas por los aviones argentinos fue uno de sus mayores fallos porque de haber llegado a explosionar las 14 que no lo hicieron a pesar de haber hecho impactado en los buques ingleses, muy posiblemente el signo de la guerra hubiera sido muy distinto.

Condecoraciones; sólo las más importantes (Desconocemos las inglesas)

Teniente Roberto Estévez (+): por comandar, gravemente herido por balas británicas a sus efectivos de infantería y dirigir por radio el fuego de artillería en la primera línea de combate durante la batalla de Darwin. Un último impacto de bala terminó con su vida.
Teniente Ernesto Emilio Espinosa (+): por cubrir desde la planta alta de la granja de Top Malo House la salida y despliegue de sus compañeros, mientras eran rodeados y atacados por fuerzas especiales británicas, cayendo en combate.
Sargento primero Mateo Antonio Sbert (+): por su valentía y heroísmo presentado en la batalla de Top Malo House frente a fuerzas especiales británicas, combatiendo gravemente herido, cayendo en combate. 

Tte. Estévez

Tte. Espinosa

Sgto. 1º Sbert
Teniente primero Jorge Vizoso Posse: por su arrojo, valentía y heroísmo presentado durante toda la campaña de Malvinas, combatiendo en desventaja de materiales contra fuerzas especiales británicas en las cercanías del Monte Kent, quedando aferrado y aislado fue herido, continuó combatiendo y forzando a las fuerzas enemigas a replegarse. Retornó por sus medios a las líneas nacionales perdiendo gran cantidad de sangre.
Subteniente Juan José Gómez Centurión: por su liderazgo, valentía y heroísmo en Darwin y Prado del Ganso, en especial por sus acciones en combate, liderando en desventajas numérica y material varios contraataques al enemigo en la batalla de Darwin.
Cabo Roberto Basilio Baruzzo: por su heroísmo en la batalla del Monte Harriet, combatiendo herido por esquirlas de bombardeos en los días anteriores. En dicha batalla el Cabo Baruzzo transportó bajo fuego a lugares seguros a heridos, exponiéndose a sí mismo y arriesgando su vida en varias ocasiones, y continuando la pelea durante dichas maniobras contra infantería enemiga en combate cuerpo a cuerpo hasta agotar munición, e incluso intentando combatir con su cuchillo, hasta caer prisionero ante un pelotón de Royal Marines.

Tte. 1º Vizoso

Subtte. Gómez

Cabo Baruzzo
Soldado  Oscar Poltronieri: por sus acciones de combate durante la batalla del cerro Dos Hermanas, en donde era operador de una ametralladora, desoyendo la orden de retirada y quedándose combatiendo el solo, permitiendo el repliegue de todos sus compañeros a zonas seguras y aferrando al enemigo con su única boca de fuego, impidiéndole avanzar a todo el dispositivo ofensivo británico.
Capitán de Fragata Infantería de Marina Pedro Edgardo Giachino (+): por su valentía, heroísmo y liderazgo demostrados durante la Operación Rosario, mediante la cual se recuperaron las islas Malvinas. En dicha ocasión, el Capitán Giachino lideró sin abrir fuego ante las tropas británicas, el asalto a la casa del gobernador, donde al entrar por la fuerza, fue recibido por intenso fuego de fusiles de Royal Marines que estaban allí, cayendo gravemente herido. Murió en el hospital.
Teniente de navío Guillermo Owen Crippa, piloto de Aermacchi: por su heroísmo y arrojo demostrado en el primer ataque aéreo al desembarco británico en Puerto San Carlos, donde, en solitario y con una aeronave liviana como el MB339 realizó un ataque al centro de la flota británica allí basada, conformada por una docena de navíos fuertemente defendidos por artillería antiaérea y misiles. Enfrentándose a todo el dispositivo abrumadoramente superior, el Teniente Crippa atacó con éxito con cohetes no guiados a la fragata británica Argonaut, dejándola fuera de servicio, para luego regresar mediante maniobras evasivas y un denso fuego antiaéreo del enemigo, a su base operativa en Puerto Argentino.

Soldado Poltronieri

Cap. Fragata Giachino

Tte. Navío Crippa
Teniente de Corbeta Héctor Omar Miño, Ingenieros Anfibios: por ejecutar voluntariosamente delante de la posición misiones de alto nivel de riesgo y, cumplidas sus tareas específicas como ingeniero de combate, armarse como infantería rechazando a un enemigo numéricamente superior mediante cinco contrachoques conducidos personalmente, resultando herido al intentar proteger a un camarada cuya vida corría inminente peligro. Luego de reorganizar a su personal y dejarlo en posiciones seguras, replegase por sus propios medios, seis kilómetros con un proyectil alojado en una pierna, y posteriormente negarse a ser atendido, hasta que lo hubieran sido otros subordinados heridos que lo acompañaban.
Teniente de corbeta Carlos Daniel Vázquez,  Infantería de Marina: por conducir su sección de tiradores con vigor y acertadamente en la defensa de Tumbledown contra el ataque de una unidad Británica, recurriendo al fuego de la propia artillería y morteros sobre su posición, a fin de producir bajas al adversario, sin reparar en su propia seguridad y recién resignar su posición después de resistir al tercer ataque enemigo, luego de haber agotado su munición y prácticamente estar aniquilada su sección.
Suboficial Julio Saturnino Castillo (+), Infantería de Marina: siendo jefe de grupo de la 4ª Sección de Tiradores de la compañía Nácar del Batallón de Infantería de Marina No 5, tener reiteradas actitudes de entrega al servicio y valor personal, lealtad y devoción hacia sus subalternos y superiores, antes y durante el combate final, combatiendo con fiereza, dando permanente ejemplo de valor personal y conduciendo sus hombres hasta caer abatido por el fuego adversario, cuando trataba de salvar a un subordinado que estaba siendo muerto a bayonetazos por el enemigo.

Tte. Corbeta Vázquez

Suboficial Castillo
Soldado Félix Ernesto Aguirre (+) Infantería de Marina: Formando parte de la 4ª Sección de Tiradores de la compañía Nácar del Batallón de Infantería de Marina No 5, combate a distancia cuerpo a cuerpo, soportando una abrumadora superioridad del enemigo y el fuego de la propia artillería sobre su posición, resistiendo dos asaltos Británicos. Es herido inicialmente en las piernas, y pese a ello, intenta auxiliar al Subteniente Silva herido mortalmente cerca suyo hasta que, finalmente, es nuevamente herido y muere en su posición de combate. Su conducta constituye un claro ejemplo de soldado y camarada.
Brigadier Ernesto Ureta, piloto de Skyhawk: por su participación de la misión del 30 de mayo de 1982, correspondiente al ataque al portaviones Invincible.
Comodoro Pablo Carballo, piloto Skyhawk: por su heroísmo, valentía, arrojo y liderazgo demostrado durante todas sus misiones de combate en la campaña de Malvinas, especialmente en la realizada el día 25 de mayo de 1982, día de la patria, en donde la sección a la cual comandaba atacó duramente a dos buques al norte de las islas Malvinas, fragata Broadsword, dejada fuera de combate en ese ataque, y destructor HMS Coventry, siendo hundida en el mismo ataque.

Soldado Aguirre

Brigadier Ureta

Comodoro Carballo
Comodoro Gerardo Guillermo Isaac, piloto de Skyhawk: por su participación de la misión del 30 de mayo de 1982, correspondiente al ataque al portaviones Invincible.
Capitán Omar Jesús Castillo, piloto de Skyhawk: por su heroísmo, valentía y arrojo, muerto durante la misión del 30 de mayo de 1982, correspondiente al ataque al portaaviones Invincible, buque insignia de la flota enemiga ubicado dentro del corazón defensivo de la misma, misión en la cual es abatido por fuego de artillería antes de alcanzar al objetivo. Existen evidencias concretas que el portaaviones fue dejado fuera de combate ese 30 de mayo.
Capitán José Daniel Vázquez, piloto de Skyhawk: por su heroísmo, valentía y liderazgo, muerto durante la misión del 30 de mayo de 1982, correspondiente al ataque al portaaviones Invincible, buque insignia de la flota enemiga ubicado dentro del corazón defensivo de la misma, misión en la cual alcanza el objetivo. Existen evidencias concretas que el portaaviones fue dejado fuera de combate ese 30 de mayo.​

Comodoro Isaac

Cap. Castillo

Cap. Vázquez
Suboficial mayor Carlos Omar Ortiz: por salir de refugios en medio de alertas rojas a asistir bajo fuego de bombardeo enemigo y en zona de combate a personal herido en los primeros días de mayo de 1982.
Suboficial Principal Pedro Prudencio Miranda: por su heroísmo, arrojo y abnegación al ofrecerse como voluntario y actuar por convencimiento propio como desarmador de explosivos, primero desarmando en solitario, una bomba activada dentro del buque argentino Formosa, posteriormente desactivando bombas de un avión A-4Q de la Aviación Naval que había aterrizado en la base y dañado su tren de aterrizaje chocando las bombas con el terreno, y finalmente en el penúltimo día de la guerra, al desactivar rápidamente una bomba que notó se había activado accidentalmente y estaba a punto de estallar.​
Cabo segundo José Raúl Ibáñez, tripulante del guardacostas Río Iguazú: por su heroísmo y arrojo demostrado al repeler por propia decisión un ataque aéreo sobre su embarcación por dos cazas Harrier enemigos, abrumadoramente superiores en armamento y poder de fuego. A pesar de no haber tenido asignado el puesto de la ametralladora, el Cabo Ibáñez no dudó en recogerla al caer su operador y respondió a los ataques de los aviones enemigos, logrando averiar seriamente a uno de ellos con material liviano y poco adecuado para la lucha contra aviones, forzando a la patrulla aérea británica a retirarse.

Suboficial Mayor Ortiz

Suboficial Principal Miranda

Cabo 2º Ibáñez

Por gentileza de nuestro colaborador Toribio pueden descargar el texto de este trabajo en PDF AQUÍ

Primera parte   Segunda parte


2 respuestas a «La guerra de las Malvinas: 40 años (III/III)»

  1. Mi felicitación al autor, pues es el trabajo más exhaustivo qhe he podido leer y estudiar sobre la materia.
    Y una sugerencia: ¿porqué no lo publica como libro, en Amazon, por ejemplo, que es relativamente fácilo, sobre todo para una persona con conocimientos informáticos, no los míos, que utilizo el ordenador como si fuese una simple máquina de escribir, y poco más…?
    Muchos lo compraríamos, muy a gusto, pues al menos Argentina tuvo la gallardía de defender lo que era y es suyo, no como nosotros, que agachamos la cerviz ante las masonería británica.
    ¡Gibraltar español!
    ¡Y viva la gran república argentina, nuestros hermanos!
    Solo pierden las batallas los que se rinden previamente, o no las luchan, como sucede con España.

  2. Cuando la guerra de Estados Unidos contra España, Francisca Melania Calvat Bernaud vidente de La Salette escribió dos cartas donde escuetamente hacía referencia a esa guerra:
    7 de mayo de 1898: «La pobre España está amenazada, pero está con Dios; mientras que gran parte de Estados Unidos es liciferiana y protestante».
    18 de julio de 1898: «Las atrocidades que los enemigos de todo bien hacen sufrir a los pobres españoles no quedarán sin castigos. Esta guerra ha sido suscitada por el infierno, pero el odio y la envidia, Dios lo castigará a su hora».
    José Luis de Urrutia. Aparición y Mensaje de La Salette. Madrid, 1983, p. 37.

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