La Inquisición española pilar fundamental de la “Leyenda Negra”
Cifras de víctimas en España
Las cifras de víctimas de la Inquisición española han sido objeto de todo tipo de especulaciones. El primer trabajo al respecto, y el que ha dado pábulo a la peor “Leyenda Negra” de la institución, es el de Juan Antonio Llorente (1756-1823) quien, en su Historia crítica de la Inquisición española, escrita en 1818, habla de 300.000 procesos, con 31.192 quemados vivos, y 17.659 quemados en efigie –esto es, mediante un muñeco que representaba su persona– por no haber podido ser capturados, aunque sí juzgados in absentia.
Llorente es un personaje singular. Ordenado sacerdote, y tras ser comisario del Santo Oficio y secretario de la Inquisición de Corte, simpatizará con el movimiento religioso llamado “jansenismo”, condenado como herético por el Papa Urban VIII. Se une luego al bonapartismo, siendo componente de la Junta Nacional que reconoce como rey de España a José I Bonaparte, con el que es consejero de Estado para Asuntos Eclesiástico. Como tantos afrancesados, según se los llamaba, en 1813 abandona España y se instala en Francia, concretamente en Burdeos –como Goya, que lo retrata–, de donde es expulsado por su relación con la masonería. Con el Trienio Liberal, vuelve a España, donde muere al poco.
Su obra sobre la Inquisición está muy cuestionada, tanto por la animosidad que observa hacia la institución –de la que había formado parte, no lo olvidemos–, como por la oscuridad de sus fuentes, muchas de las cuales, de hecho, no se conocen por haberlas destruido él mismo, cosa que es lo último que haría un investigador bien intencionado y veráz.
Ya en tiempos más modernos, son muchos los trabajos que sobre la famosa institución se han hecho en lo relativo al número de víctimas.
El británico Geoffrey Parker cree que el tribunal causó unos cinco mil muertos. El también británico Henry Kamen, en su obra Inquisición Española, Historia y Mito, calcula que la Inquisición condenó a muerte al 2% de los acusados, lo que sobre 150.000 procesos, daría una cifra de unos 3.000 ejecutados.
El trabajo más preciso, aunque fragmentario, es el titulado El banco de datos del Santo Oficio. Las relaciones de causas de la Inquisición Española, donde el danés Gustav Henningsen examina los documentos del Consejo de la Suprema y General Inquisición en el período 1550-1700, ciento cincuenta años, la mitad de la vida del tribunal, estableciendo que durante ese periodo, las causas abiertas fueron 44.674, de las que el tribunal condenó a muerte a 1.346 personas, un tercio de ellas en efigie, o sea unas 900 personas.
La actividad del tribunal en América es un tema muy estudiado por el propio Henningsen y por Jaime Contreras, que menciona exactamente 73 víctimas mortales: 38 condenados por el tribunal de Méjico, 32 por el de Lima, y tres por el de Cartagena de Indias; de los cuales sólo fueron ejecutados 50 en persona, los otros 23 en efigie.
Entre ellos, un único indígena, por cierto, Carlos Ometochtzin, quemado por herejía y por bigamia, en 1535, y ni siquiera propiamente por el tribunal, que aún no había sido implantado, sino por el obispo Zumárraga, en su condición de inquisidor apostólico de la diócesis de Méjico. Llegado el caso a oídos de Carlos I, éste se indignó, obligando incluso a la devolución de los bienes confiscados. El caso, en realidad, venía instigado por los propios familiares de Ometochtzin, y ocultaba toda una trama dinástica, pues el acusado pertenecía a la familia real azteca. El resto de los ajusticiados son españoles y europeos, ya que ejerció también la Inquisición española en América su jurisdicción sobre piratas protestantes, tal es el caso de los que componían la flota de John Hawkins, o de John Drake, sobrino de Francis Drake.
Comparación con otros procesos de persecución religiosa
Ningún hecho histórico puede ser juzgado en solitario, y ha de ponerse necesariamente en contexto con los procesos similares, única manera de conocer su alcance y gravedad. Sin ánimo de ser exhaustivos, se puede hablar de los siguientes genocidios por razones religiosas, contemporáneos todos ellos, aunque concentrados en períodos de tiempo infinitamente inferiores a los tres siglos y medio que dura la Inquisición española, lo que arroja índices de letalidad muy superiores a los del hispano tribunal:
- Matanzas medievales de judíos realizadas por lo general en una única jornada, o dos, o tres: Worms (1096), 800 judíos; Meinz (1096), 1.100 judíos; York (1189), 150 judíos; Londres (1265), 500 judíos; Estraburgo (1349), 2.000 judíos; Basilea (1349), 600 judíos; Toledo (1355), 1.200 judíos; Viena (1420), 1.000 judíos. En Granada (1066), la matanza perpetrada por los musulmanes rondó las 4.000 personas.
- Caza de brujas (1450-1750, con un pico entre 1550 y 1650). Con una cifra de víctimas mortales en toda Europa de unas 60.000 personas, esto es, veinte veces la cifra de la Inquisición española en un periodo similar pero incluso inferior. La palma se la lleva Alemania, sobre todo los estados protestantes, con unas 25.000. En Suiza
se ejecutan unas 10.000 (¡tres veces más que la Inquisición en tres siglos y medio!). En Francia unas cuatro mil. En las Islas Británicas, unas 2.000. En España, la caza de brujas se encomienda a la Inquisición, y las ejecuciones no superan 60. El principal proceso es el de las brujas de Zugarramundi, con seis quemados en persona y cinco en efigie. El inquisidor Alonso de Salazar y Frías concluirá que se trata de un proceso de histeria colectiva, que debe ser tratado con poco rigor.
- Guerra de los campesinos alemanes, llamada en alemán Deutscher Bauernkrieg (1525) con unos 100.000 campesinos muertos en el marco de la Reforma Luterana, una matanza avalada por Lutero con palabras como éstas: “La autoridad debe actuar con tranquilidad y asesinar con buena conciencia. Ésta es su ventaja, que los campesinos tienen mala conciencia, y hacen cosas injustas, y serán asesinados por ello, y presa eterna del demonio”.
- Consistorio calvinista de Ginebra (1541-1564): Fabián Granobles da cifras muy exactas: 68 ejecuciones, entre las cuales Miguel Servet, y 76 destierros, en apenas cinco años, sobre una población de 000 habitantes. La ratio es bestial. Entre 1558 y 1559, el Consistorio imparte 414 condenas.
- Reforma anglicana: Hasta la fecha, la Iglesia católica ha elevado a los altares a 265 mártires producidos en las persecuciones ocurridas entre 1535 y 1681 en Inglaterra y Gales.
- Matanza de San Bartolomé, en Francia (1572). En apenas unos días, unos 3.000 hugonotes –así se llamaba a los protestantes franceses—, son masacrados sólo en París y hasta 20.000 en toda Francia.
- La Vendeé (1793-1796): el movimiento contrarrevolucionario y de inspiración católica severamente reprimido por las autoridades de la revolución Francesa, acontecido en la región francesa de ese nombre, en el poniente francés. Alberto Bárcena, autor de La guerra de la Vendeé, recoge el dato de Reynald Secher según el cual son asesinadas y ejecutadas 117.257 personas. Y eso que el protagonista de los hechos, el general Hoche, asegura a su gobierno el 12 de febrero de 1796 haber acabado con la vida de 600.000 ciudadanos, sobre una población de 800.000, esto es, tres de cada cuatro habitantes de la región.
NOTA.- Dos de los varios epìgrafes de que se compone el artículo publicado por el autor en la revista Razón Española Nº 238. Revista en papel sólo para suscriptores. Bimestral. 60 €/año. Tel.- 617 32 61 23 ó correo fundacionbalmes@yahoo.es

El pilar fundamental de la Leyenda Negra es simplemente la estupidez española, un país que jamás ha entendido nada de la propaganda de guerra, de la psicología individual y de masas, del fondo real de la sociedad y la historia, ni de nada de nada.
Como bien sabia ya Baltasar Gracián, los españoles no hemos tenido nunca ni idea de contar nuestra propia historia y si lo hacemos es al revés, todo en contra y quitando cualquier mérito posible, por tanto nos la escriben otros y nosotros, como buenos borregos, la asumimos.
Ese es el pilar fundamental, un país que ni sabe ni quiere defenderse, monigote de golpeo de cualquier otro. Así de simple.
Al contrario que Ud. yo pienso que el español tiene una grandeza de alma tal que es incapaz de imaginar la bajeza de alma de los que le odian por su grandeza
Y duro y dale: que no hombre, que el dejarse pisotear, el asumir y defender las mentiras sobre uno mismo y el ensalzar las mentiras o las grandezas imaginarias de otros no es tener «grandeza de alma», es simplemente ser un loco, un ignorante o un tonto, o combinación de todo ello.
De grandeza de alma nada.
Es un consuelo saber que los que difunden la leyenda negra, le dan la vuelta a todo. Así, imaginando justo lo contrario de lo que mienten, podemos estar bien orgullosos. Cuanto más nos difaman, más importantes e íntegros fuimos/somos. Y, no es ningún chiste ni exageración; porque nada de lo dicho en la leyenda está exento de mala intención salvo el desconocimiento de la escoria aborregada y crédula, que es pura besuguería.
Leyendo a Buhigas se da uno cuenta de que la Inquisición se preocupaba por los marranos que destrozaban instituciones, infiltrándolas para acumular poder y propiedad. Así por ejemplo el inquisidor Abel terminó en la cárcel como Quevedo por el mismo motivo. Espías ingleses al servicio de España alertaban al rey en el mismo sentido. La asociación de la Inquisición con el solo tema religioso, forma parte de la misma leyenda. Lo que preocupaba a muchos españoles del momento era lo de siempre, la conspiración para hacerse con el poder en la sombra y manejar a propios y extraños desde él. Siempre asociado a un anticristo patológico y hereditario.