La justicia de la «represión» de posguerra: la verdad contra la mentira histórica

La contienda española 1936-39 terminó como el rosario de la aurora, es decir, a tortas entre los que hoy se quieren hacer pasar por demócratas de toda la vida; se llegó al extremo de que cualquier resistencia, la de Negrín y los comunistas, era más crimen de lesa humanidad que heroísmo. Para finiquitar de una vez dicha contienda, el Col. Segismundo Casado, con el histórico líder socialista Julián Besteiro, de siempre opuesto a la bolchevización del PSOE impuesta por Largo Caballero y Prieto, así como a la guerra, encabezaron un golpe en toda regla con la entusiasta colaboración de los anarquistas encabezados por el histórico líder Cipriano Mera, cuyo triunfo hizo salir de España por piernas a los comunistas para no volver más hasta la muerte de Franco –excepción hecha de los terroristas que se quedaron en los montes durante algún tiempo, hoy calificados falsamente de «guerrilleros que luchaban por la libertad»–, propiciando el final de la guerra mediante la lógica rendición incondicional impuesta por el Generalísimo.
Tras su fin, hoy, y ya desde hace décadas, se bombardea a los españoles con toneladas de pretendida historiografía que no es sino pura, burda y falsa propaganda al más tradicional estilo marxista-leninista con el fin de hacer olvidar los execrables crímenes de todo tipo cometidos por los frentepopulistas –PSOE/UGT, PCE/JSU, ERC, PNV, CNT/FAI y algunos republicanos de izquierda–, convirtiendo a dichos verdugos en víctimas y a las víctimas en verdugos, lo que en buena medida se ha conseguido por incomparecencia de los descendientes de aquellas víctimas estupidizados por UCD-AP-PP.
Uno de los temas recurrentes, entre muchos, es el de la «terrible represión» que, según dicen, llevaron a cabo con saña sin par los vencedores de la contienda, quienes, al parecer, eran lobos sedientos de más sangre aún que, enloquecidos, se paseaban por las calles matando a diestro y siniestro.
Lo anterior se contradice con las fuentes documentales originales y con los hechos también más que documentados, por lo que el «relato» de la «represión» que sigue vigente y en boga queda cada día más en evidencia por falso y ante la realidad de la verdad histórica que, como verdad que es, se abrirá paso, aunque lentamente, con nuevos autores serios y no infectados de dicha propaganda.
Como botón de muestra de esa «terrible represión», que no sólo no fue tal, sino que fue justicia obligada por humanidad ante el cúmulo de barbaridades perpetradas por los frentepopulistas –entonces y hoy se pretende que lo que tenía que haber hecho Franco es otorgar una amnistía general indiscriminada al más puro estilo decimonónico cuyos resultados nefastos ya sufrieron nuestros paisanos de tal siglo–, vamos a analizar lo ocurrido con los que apoyaron el golpe de Casado y los que se enfrentaron a él, es decir, los que procuraron terminar de una vez con la sangría innecesaria y criminal, y los que pretendieron continuarla por bastardos intereses y cábalas partidistas, o sea, los comunistas. Para ello, nos vamos a centrar en los responsables de uno y otro lado que fueron detenidos prácticamente, salvo algún caso, el mismo 1º de Abril de 1939, día de la victoria.
Entre los mandos «casadistas» y «anticasadistas» fueron procesados en consejos de guerra legales y legítimos, con todas las garantías jurídicas de tal legislación de la II República entonces todavía en vigor en el bando nacional, 90 mandos, de los cuales 24 eran militares profesionales y 66 jefes de milicias frentepopulistas.
De los 24 militares, 4 pertenecían al PCE y 20 no tenían adscripción política alguna, habiendo sido 8 de ellos colaboradores durante la guerra del Servicio de Información y Policía Militar (SIPM) nacional.
De los 66 jefes de milicias, 28 eran del PCE/JSU, 19 del PSOE/UGT, 8 de la CNT/FAI, 1 de Izquierda Republicana (IR) y 10 carecían de adscripción política. Entre todos ellos había 11 comisarios políticos.

Del conjunto de ambos grupos, o sea, de los 90 juzgados, a pena de muerte fueron condenados 33, 21 de dichas condenas: 1 militar profesional y 20 jefes de milicias –dos de éstos, Godofredo Labarga Carballo y Juan Sáez de Diego, ambos del PCE y guardias de Asalto al inicio de la guerra, terminándola de capitán y de teniente coronel, respectivamente, que lo fueron por su implicación en el asesinato de Calvo Sotelo en 1936–; de los once comisarios políticos sólo se ejecutó a cuatro. De los 20 jefes de milicias fusialdos, 14 eran del PCE/JSU, 3 de la CNT/FAI, 2 del PSOE/UGT y 1 sin adscripción política.
Del resto de encartados, 9 se encontraban huidos y 7 causas fueron sobreseídas de inmediato quedando en libertad. De los condenados a penas de cárcel, incluidos los que lo fueron a 30 años por conmutación de la de muerte, 5 quedaron libres en 1940, 6 en 1941, 11 en 1942, 7 en 1943, 12 en 1944, 8 en 1945, 2 en 1946 y otros 2 en 1949; es decir, que en un máximo de nueve años, en el peor de los casos, estaban todos en la calle a pesar de su práctica cadena perpetua.
En los consejos de guerra, además de permitir la comparecencia de testigos de cargo y de defensa, en contra y a favor de los encartados, constan los informes solicitados por sus actuaciones durante la guerra, teniéndose sobre todo en cuenta como agravante los delitos de sangre, resultando que 23 de los 66 jefes de milicias no los tuvieron, lo que se consideró atenuante; también como atenuante o agravante se tuvo en cuenta, sobre todo respecto a los militares profesionales, si su incorporación al ejército frentepopulista había sido voluntaria, forzosa o por obediencia debida; asimismo se consideró atenuante el haber sido partidario del Alzamiento –pero que por circunstancias de fuerza mayor no se pudieron incorporar a él– y, más aún, si habían colaborado con el SIPM y/o la Quinta Columna nacionales. Agravante fue considerado que hubieran participado en el «castigo a desertores», es decir, de los soldados que intentaron o sustraerse a la recluta o pasarse al bando nacional.
Todo ello calibrado y perfectamente documentado fue lo que se sustanció en sus respectivos consejos de guerra y lo que desequilibró la balanza en más o en menos a la hora de dictar sentencia.

Hay casos llamativos, como el de jefes de milicias que alegaron como atenuantes, y demostraron, por ejemplo, que protegieron a «clandestinos», «perseguidos» o «gentes de derechas», dándose el caso de que muchos de los beneficiados por ellos testificaron sin problema alguno a su favor; también se tuvo en cuenta, como atenuante, actuaciones como las siguientes: Ramón Díaz Hervás, de la UGT, empleado de la Unión Eléctrica Madrileña al inicio de la guerra y comisario político durante toda ella, del que se constató que había salvado a siete monjas; y Manuel Juan Oliva Gumiel, de la UGT, operador cinematográfico al inicio de la guerra que terminó de Mayor de milicias, quien colaboró activamente en preservar la imagen del Cristo de Jesús de Medinaceli de Madrid.

El único militar profesional fusilado fue el Gral. Toribio Martínez Cabrera, que ya lo era al comienzo de la guerra y continuó siéndolo durante toda ella, asumiendo importantes responsabilidades; su ejecución se debió a que impidió en Julio de 1936 el éxito del Alzamiento en Cartagena y en su importantísima base naval, cuya guarnición mandaba.
El Col. Adolfo Prada Vaquero, jefe de las fuerzas frentepopulistas del Norte en su momento, y mando que rindió Madrid a los nacionales, después de ser condenado a muerte quedó libre en 1945.

El Gral. Manuel Gómez Matallana, uno de los principales jefes militares frentepopulistas, debido su colaboración con el SIPM desde Diciembre de 1937 –partidario de acabar la guerra y además sin condiciones, entregó los planos del despliegue militar frentepopulista días antes de acabar la contienda–, fue condenado a 30 años quedando en libertad en 1941.
Colaboradores también del SIPM fueron mandos militares tan destacados como los Tte,s Col,s Francisco García Viñals y Miguel Rodríguez Pavón, y el Cte. médico Antonio Garijo Hernández, así como los Col,s José López Otero y Félix Muedra Miñón, junto con los Mayores Julián Suárez Inclán y José Mª Vázquez López, todos los cuales quedaron en libertad a más tardar en 1941.

De entre los jefes de milicias, el más destacado fue el anarquista Cipriano Mera Sanz, jefe al final de la guerra del IV Cuerpo de Ejército del Ejército Centro, apoyo esencial de Casado para el triunfo del golpe que, exiliado en el Marruecos francés fue entregado a España en Febrero de 1942. Condenado a muerte en Abril de 1943, quedó en libertad en Septiembre de 1946 pudiendo haber permanecido en España sin problema alguno, sólo que decidió exiliarse en Francia para ser «coherente con su ideario anarquista».
Como vemos, los procesos, las penas, y más aún los indultos, muestran palpablemente la justicia y equidad de los nacionales, de Franco, para con los enemigos de España, para con sus enemigos, para con los vencidos, ejemplos estos de verdad histórica que, como otros miles cuando se analizan, revisan y estudian con seriedad, al detalle y sin «orejeras ideológicas», dejan en evidencia la superchería, falsedad e infamia de la «represión» y de la «dictadura» hoy tan cacareada por los de siempre, bien que con la ayuda de los renegados de sí mismos, los peperos y demás adláteres.
Datos en parte extraídos de «Madrid 1939. La conjura del Col. Casado» de Ángel Bahamonde

Los asesinatos y violaciones de todo tipo protagonizados por miembros del Psoe, del anarquismo, del comunismo y de separatismo no podían darse de lado y en cuanto termino la guerra se iniciaron los legales y legitimos juicio contra los torturados y asesinos de retaguardia y cuando se les encontró culpables de horrorosos delitos, condenados a muerte y fusilados, gracia que no merecían ya que por sus delitos tenían que haber terminado en el Garrote Vil.
A pesar de lo cual mas de la mitad de los asesinos vieron conmutadas sus penas de muerte por prision a perpetuidad que se tradujeron en, por termino medio, seis años de prision .
Y poco mas
«Ser bueno es muy fácil, lo difícil es ser justo».
Mark Twain
Yo no puedo evaluar si esas condenas a muerte o cadena perpetua primero y luego el levantamiento de las mismas después, son justas o injustas porque tendría que ver los autos de cada caso y no los poseo.
Ahora bien, sentado lo anterior, tanto en este trabajo como en libros rojos, por ejemplo como el de «Caravaca Memoria histórica» (de Francisco José García Zapata y Juan José Guirao) , se recogen a pesar del sentido rojo del libro, condenas a muerte en 1940, que se rebajan a cadena perpetua dos años después y que otros 2 ó 3 años después el reo está ya en la calle completamente libre, siendo la media de estancia en la cárcel de los inicialmente condenados a muerte y luego perdonados, de unos 1400 ó 1450 días de cárcel en total, como estancia total de privación de libertad antes de ser dejados libres definitivamente.
Ante este dato, que es un dato objetivo, o una de dos, o la injusticia se cometió al principio, condenando a muerte y luego rebajada a cadena perpetua, a quien no se lo merecía, o se cometió la injusticia después rebajando unas penas que inicialmente eran justas, hasta el extremo de dejar reducidas las penas de muerte a condenas raquíticas de 4 años de cárcel o incluso menos.
Si las penas de muerte fueron justas en su momento, esta claro que estas rebajas de dejarlas reducidas a 4 años o menos, de media, son manifiestamente injustas, porque también hay que pensar en la memoria de los que fueron torturados y asesinados por esta gente en las chekas y en las comisarías rojas o incluso en sus propios hogares violados por esta chusma.
Hay que pensar en las mujeres violadas por turnos de milicianos hasta la locura, como le ocurrió a la hermana del pintor Salvador Dali, Ana Maria Dalí, porque una cosa es que te viole una persona y otra que pase por encima tuya un día y otro y otro una fila interminable de milicianos.
El horror de la guerra de retaguardia, los abusos, los atropellos, las persecuciones, los actos de robo y latrocinio, la profanación de los recintos religiosos y el asesinato a mansalva de sus moradores, la violacion moral que en el interior de los corazones tanta iniquidad y crimen provocaban ante el desamparo de Dios y de todo vestigio de Justicia, desaparecida en la, zona roja hasta extremos que nosotros, desde el sofá difícilmente nos podemos hacer idea de verdad, el horror desde los ojos de un niño que entren en tu casa y maten a tu padre o abusen de tu madre en el comedor y por turnos. La amargura de esos padres ver violar a sus hijas y a su esposa en su presencia como acto previo de crueldad y sadismo para su posterior asesinato por turnos, donde era frecuente dejar al padre para el final para que sufriera más viendo el destino de su familia, así se exterminaron familias enteras, aunque de esto no se hagan películas, así desaparecieron mujeres como las falangistas Carmen Tronchoni Soria o Carmen Cabezuelo, que no se sabe ni qué hicieron con sus cadáveres, después de usarlas como sirvienta y como esclavas sexuales, así murieron infinidad de mujeres anónimas de las que nunca más se supo, denunciada después de la guerra su desaparición por sus hermanas o por una amiga, muchas de ellas con niños de corta edad que lo último que se sabe de ellas es que fueron detenidas o es que visitaron en la cárcel a su marido, novio o a un familiar y ya no salieron.
Desconozco en qué circunstancias se produjeron estas rebajas escandalosas de penas, pero con frecuencia se hace hincapié en la magnanimidad del que las acuerda cuando a lo mejor habría que mirarlas desde la indefension y el desprecio que tales rebajas suponían para el sufrimiento y la memoria de sus víctimas, que no por estar ya bajo tierra, asesinadas, descansando del tremendo horror al que se vieron sometidas hasta el momento mismo de su muerte, ellas y sus familias ya no merecen ninguna consederacion.
En términos generales la Justicia Nacional apenas si castigó una pequeña porción de los crímenes cometidos, no se si es un 1%, un 2% u otra cantidad, y a lo peor ni eso,, pero en comparación con la crueldad y magnitud de los crímenes cometidos la «represión franquista» más parece hecha por monjas clarisas mientras fabricaban dulces de Navidad en la cocina que por un Estado que aspira a la Justicia. Hay ejemplos a cientos, cómo en muchos pueblos del norte de España que era frecuente que los asesinos vivieran plácidamente y fueran conocidos como «el mata curas», lo que da idea de la impunidad de la que gozaron, propaganda antifranquista a parte, o el caso del Coronel Moscardó cuando fue liberado el Alcázar, que hubo gente sin ninguna consecuencia que se mofaron en su cara nada más salir que a su hijo Luis lo habían matado, desgracia que él desconocía, porque él sabía tras la famosa llamada telefónica que si no rendía el Alcázar amenazaban con matarle, pero no sabía que efectivamente habían cumplido su miserable amenaza. O el caso de Alicante, que por acoger el asesinato de José Antonio no sufrió el más mínimo castigo colectivo como ciudad, ni se puso precio a la cabeza del piquete, del Teniente rojo que lo remató en el suelo ni a los miembros corruptos del Tribunal corrupto. Se tendría que haber dado un escarmiento ejemplar a esa Audiencia Provincial en pleno.
Cabe preguntarse si todos estos libros que están saliendo sobre la magnanimidad de la justicia nacional, como por ejemplo esos sobre las condiciones favorables de vida y trabajo en la construcción del Valle de los Caídos, o cómo las penas se quedaban en nada, no son una forma de ceder ante la presión de la propaganda roja sobre los «crímenes del franquismo», reivindicando una magnanimidad que nadie duda de que sea cierta, sino que lo que cabría preguntarse es si es para felicitarse de ella o por el contrario es para avergonzarse, viendo la actitud de odio, fanatismo y revanchismo que hoy tienen los herederos políticos de aquellos canallas que se vieron beneficiados con la arbitrariedad positiva (para beneficiar los) de la justicia nacional.
Porque si 4 cosas han quedado claras desde entonces, son estas:
– el final de la Segunda guerra mundial demostró y puso de manifiesto que los rojos como jugadores, no tuvieron la más mínima piedad con sus contrarios políticos, la crueldad con la que los trataron desautoriza la magnanimidad de Franco
– Si algo ha demostrado la Transición, es que los rojos, como colectivo, no se merecieron ni hicieron honor a esas magnanimidad, pirque es de bien nacidos ser agradecidos y no pudieron ser más desagradecidos.
– si algo demuestran las leyes de odio que se están dictando en el momento presente, es que la actitud sectaria de los rojos, lejos de ir a menos va a más cada día.
– Y por último algo muy importante que se pierde completamente de vista, y es que a los rojos en realidad los crímenes les importan un pitó, si acusan de crímenes a los contrario es PIR razones de propaganda, no pirque ellos estén en contra de matar gente, que respecto de la que ellos encarcelsn, torturan y matsn no sólo no han pedido perdón sino que se vanaglorian de ello. Mientras los alemanes tratan de hacer ver que el dogma del holocausto no es como lo cuentan, o los franquista tratan de demostrar que las condiciones de vida de los presos que trabajaron en el Valle de los Caídos no eran las que dice la propaganda roja sino todo lo contrario y que la justicia nacional fue muy generosa, para quitarse los sambenitos de la propaganda, en el bando contrario, los rojos ni se molestan en hacer lo propio, pirque ellos reivindican sus crímenes, de los que no se avergüenzan sino todo lo contrario, con lo cual a lo peor es estar haciendo el idiota en dar explicaciones a una gente que ellos no sólo no dan ninguna explicación sobre sus crímenes sino que se enorgullecen abiertamente de ellos.
Muy bien argumentado ,todo de sentido común , no me explico cómo hemos llegado a la situación actual después de haber ganado la guerra, bueno sí me lo explico plan masonico para destruir España ,traición y compra de los antiguos del régimen y lo principal de todo asesinato de Carrero consentido por los antiguos miembros del régimen y organizado por la CIA
Comentario magistral, estimado K.S.
Siempre he llevado flores a la tumba de Franco, tanto en el Valle como en Mingorrubio, pero eso se acabó, el hartazgo ha llegado ya al límite.
Y no es que no se supieran todos los indultos que graciosamente ha dado, así por las buenas, como si los muertos fuesen escoria, se sabía, pero llega un momento en que se rebasa el límite de la paciencia.
Como ejemplo la conocida anécdota del enviado estadounidense (V. Walters u otro) que acudiendo a despachar con Franco estaba este firmando montañas de documentos; preguntando el “usa” le dice que son indultos y este pregunta si puede ver algún expediente. Franco dice que sí y revisa algunos, tras lo que, espantado, le dice a Franco ¡esta gente en mi país sería eliminada inmediatamente! Simplemente no se podía creer que con los crímenes cometidos ¡se les perdonase sin más! Propio de un país que ha perdido cualquier esencia y que real y moralmente no existe.
Menudo genio; Franco tuvo la suerte de encontrarse con la última generación, parte de ella, propiamente española, que había vivido la guerra y que estaba dispuesta a cualquier sufrimiento por no volver a ello, pasando toda clase de penalidades. De no encontrarse con este pueblo Franco habría durado diez minutos.
Eso sí, a partir de ese momento procuró formar franquistas, no españoles, por lo que al final estos habían desaparecido, quedando solo los de las manifestaciones de “Viva Franco”, que una vez desaparecido este no tenían ni idea de España, por lo cual el país era ya carne de cañon.
Esto a grandes rasgos, para que más, pero si es necesario habrá más.
Apreciado Toribio, ha olvidado citar a la madre de todas las incomparecencias (tanto de las anteriores al 20-11-1975, como de las posteriores a esa fecha): la jerarquía «católica» posconciliar…
Y en cuanto respecta a la justicia consecuente por los incontables crímenes y tropelías cometidos por el bando «republicano» y/o frentepopulista, es justo decir que se cayó en la más incomprensible de las sinrazones, PERO POR UN CLAMOROSO DEFECTO EN LA APLICACIÓN DE LAS CONDENAS Y NO POR EXCESO EN LAS PENAS IMPUESTAS.
De todos modos, aconsejo ver y escudriñar con mente abierta y corazón misericordioso la historia de España entre el 1-4-1939 y el 20-11-1975 (experiencia única a nivel mundial), así como el proceder de los vencedores en aquellos difíciles y complicados momentos. En conjunto, fue un gran regalo de la Providencia a los españoles (junto con la precedente Victoria), que, probablemente, no volverá a repetirse tal cual.