La ley como aparato represivo

Hace unos años –cuando Podemos acababa  de irrumpir en la escena política– a Pablo Iglesias le preguntaron qué opinaba de Adolfo Suárez. Su respuesta fue concisa pero concluyente: si bien despreciaba la indigencia la inteligencia intelectual del presidente ucedista, confesó admirar un rasgo concreto: durante su estancia en el poder, Suárez había sabido correr como nadie. Su capacidad para legislar fue de tal calado en aquellos años que cuando la oposición quiso darse cuenta, el proceso era ya irreversible. En un escaso margen de tiempo, el líder de UCD había sentado y apuntalado las bases del nuevo régimen.

Este era el ejemplo que, a decir de Iglesias, debía seguir Podemos cuando accediera al Gobierno. Debía correr, por lo menos, a la misma velocidad que lo había hecho Suárez. Y legislar con tal fruición que cuando finalizara su mandato los nuevos inquilinos no tuvieran ya ocasión de revertir los cambios.

Pues bien, en este aspecto, Sánchez ha seguido también las premisas que le han marcado sus socios. Para que el campo de batalla en el que han convertido España fuera eficaz para sus propósitos, el Gobierno se ha apresurado a construir, vía legislativa, un férreo aparato represivo.

Desde que llegara a la Moncloa tras la moción de censura contra Rajoy, Pedro Sánchez ha aprobado 140 reales decretos-ley (RDL). Más que cualquier otro presidente del Gobierno, incluido Felipe González (129 RDL). la diferencia es que González estuvo al frente del ejecutivo catorce años.

Lo peor, sin embargo, no es el «cuánto», sino el «cómo», el «qué» y, desde luego, el «para qué».

Al mejor estilo del dictador Hugo Chávez, Sánchez se ha servido del RDL, contemplado para casos de «extraordinaria y urgente necesidad», para subvertir el régimen del 78 en la dirección que marcaba la hoja de ruta bolivariana. El uso y abuso del RDL, le ha permitido aprobar de forma unilateral y directa medidas que de otro modo deberían haber superado el trámite parlamentario, debatirse y contar con el apoyo de una mayoría.

Este rodillo, todo un fraude de ley que ha merecido en más de una ocasión la repulsa del Tribunal Constitucional, se ha visto agudizado por la mala praxis de incluir muchas materias inconexas en cada decreto. Y es que, a diferencia a las leyes a las que pueden presentar enmiendas a través de artículos concretos, , estas normas se convalidan una sola vez. En suma, se aprueba el paquete completo.

De igual forma, el sátrapa del PSOE se aprovechó del drama provocado por el COVID para sacar adelante leyes de enrome importancia –es el caso de la Ley de Educación– mediante debates castrados, y eso cuando los hubo. Su Gobierno ha sido el único de Europa en cerrar de forma ilegal el Parlamento durante la crisis (1).

A continuación, referimos someramente algunas de las leyes ideológicas sobre las que el Gobierno va asentando su proyecto totalitario:

  • Ley de «Memoria Democrática»: niega los crímenes históricos cometidos por los socialistas, comunistas y separatistas, manipula la verdad histórica y amordaza, con duras sanciones, la libertad de expresión de quienes disienten de su terrorismo ideológico.
  • Ley de Educación: impone el poder del Estado sobre los derechos de las familias, agrede desde múltiples frentes la libertad educativa, atenta contra la libertad religiosa e impone a los colegios el adoctrinamiento ideológico y sexual de los niños.
  • Ley de Seguridad Ciudadana: protege los actos violentos contra la policía, concede a los delincuentes el trato de víctimas, y desampara a los ciudadanos frente al terrorismo callejero de la ultraizquierda.
  • Ley de Eutanasia: ataca directamente a los sectores más vulnerables de nuestra sociedad, agrede su dignidad de personas y crea listas negras contra aquellos profesionales de la medicina que optan por objetar conciencia.
  • Ley Trans: una aberración contra la naturaleza humana. Promueve en los niños la amputación de sus órganos sin necesidad de consentimiento de los padres. El Estado arrebata a los hijos de sus padres, y asume que el niño es un objeto de su propiedad.
  • Ley del Aborto: liberaliza el aborto a partir de los 16 años sin consentimiento paterno, crea listas negras contra los objetores de conciencia e impone la educación estatal sexual obligatoria.
  • Ley del «sólo sí es sí»: la ley más lesiva jamás dictada contra los derechos de la mujer. En el momento de escribir este estudio, más de 700 violadores y agresores sexuales se han beneficiado de la reducción de penas.
  • Ley de Bienestar Animal: penúltima muestra del fanatismo ideológico del Gobierno. Rebaja la dignidad de la persona al equipararla con la de los animales y persiste en su estrategia de acoso y derribo del estilo de vida rural.
  • Ley de la Vivienda: muestra la nocividad de sus políticas contra las clases más desfavorecidas, cuyas casas son allanadas cada día por las mafias ocupas. Los podemitas consideran que la ocupación ha de ser legal con la excepción, claro está, de sus mansiones, protegidas de forma permanente por las fuerzas de seguridad del Estado.

Cavar trincheras

En este marco de profusión legislativa, el Gobierno de Sánchez ha despenalizado la malversación, dejando en la impunidad a los corruptos; ha eliminado el delito de sedición que castigaba a los golpista catalanes; ha extendido el derecho al voto de los extranjeros allí donde piensa que le pueden favorecer sus votos; ha abierto la reforma del Código Penal para despenalizar los delitos de enaltecimiento del terrorismo, injurias a la Corona, ultrajes a la bandera, contra los sentimientos religiosos… e, incluso, ha creado una ley específica para perseguir a quienes rezan en las proximidades de los abortorios. No se puede ser más totalitario. ¿O sí?

Se puede. Y es que se habla mucho de la degeneración de las instituciones. Una afirmación que, si bien podemos compartir, sin embargo, no califica en justicia la aceleración que dicho proceso experimenta en esta legislatura. El CIS, el CNI, la Fiscalía General, el Consejo General del Poder Judicial, el Tribunal Constitucional, el Tribunal de Cunetas, Televisión Española… No hay una sola institución estatal que no se haya visto afectada por el escándalo, cada uno de los cuales se ha saldado con idéntico resultado: desprecio absoluto de lo dispuesto en la Constitución y sometimiento de estas instituciones sin pudor alguno, al servicio del proyecto destituyente (2) del régimen.

Hay que considerar que los bolivarianos españoles no conciben la contrahegemonía como un rechazo puro. Por el contrario, aceptan parte del orden hegemónico y buscan «rearticularlo». «Tiene un pie en el sentido común que ya existe –reconoce Errejón– y el otro pie en la posibilidad de cambio» (3). Es lo que Gramsci denominó guerra de posiciones, estos es, una estrategia desarticulación-rearticulación. Él hablaba de la guerra de trincheras; bajo su criterio, la clase dominante había ido conformando un aparato superestructural que garantizaba el mantenimiento del control político y que , al servicio de ese aparato, se habían creado instituciones diseñadas para proteger los intereses de dicha clase.

Sánchez y Podemos no llegaron al poder a fin de recuperar la autonomía que los partidos les habían arrebatado en el curso de los años. Nada de eso. La tarea a la que se han entregado es la de «resignificar» dichas instituciones: las corrompen por dentro, las vacían de su contenido inicial, y las dotan de una fuerte carga ideológica izquierdista. Errejón lo dice con claridad: «Los avances de las épocas aceleradas se consolidan cuando se cavan trincheras, y se hacen cotidianidad e institucionalidad nueva (4). De las viejas instituciones  liberales surgen nuevas instituciones bolivarianas.

En apariencia, estas instituciones siguen siendo las mismas, ni siquiera cambian de nombre. De hecho, no deben hacerlo, pues lo fundamental es que, aunque todo esté mutado en el régimen desde sus entrañas, prime la impresión de que no ha cambiado absolutamente nada.

«Canto más importante es la posición del aparato represivo en la estructura de poder –señalaba Václav Havel– tanto o más importante es la presencia de un ordenamiento formal que le permita funcionar. ¿Cómo se podría encarcelar tan fácilmente a la gente por el solo hecho de copiar libros si no hubiera jueces, procuradores, instructores, abogados, defensores, secretarios y voluminosas actas y si todo no estuviera unido por un ordenamiento preciso?»(5).

En definitiva, para que lo anormal sea tenido por normal, es suficiente con que así lo perciban los gobernandos. Y eso es lo que está sucediendo en España. El régimen está cambiando continuamente. Lo hace cada día, y cada día asumimos los cambios con absoluta normalidad. Ese es el gran éxito de los tiranos que gobiernan hoy España: hacer creer que nada está cambiando, cuando en realidad casi todo ha cambiado.

1.- El tribunal Constitucional decretó en 2021, en respuesta al recurso presentado por los diputados de Vox, la inconstitucionalidad del cierre del Congreso decretado por el PSOE y Podemos durante la pandemia. A pesar de ello, no ha habido ninguna consecuencia para los responsables.
2.- Errejón reconoce que la fuerza destituyentre acaba cuando se han conseguido cambiar las reglas del tablero. Los bolivarianos españoles siempre han presumiod de que la genet les votaba para deshacer.
3.- ERREJÓN, Iñigo y MOUFFE, Chantal, op. cit. p. 37
4.- ERREJÓN, Iñigo y MOUFFE, Chantal, op. cit.
5.- HAVEL, Václv: El poder de los sin poder, Encuentro, Madrid, 2013, p. 97

Parte del artículo «Del asalto al Estado a la deconstrucción del régimen». Autor Óscar Rivas, para Razón Española Nº 235. Revista en papel  sólo para subscriptores. 65€/año. Bimestral


3 respuestas a «La ley como aparato represivo»

  1. Los socialistas han hecho esas leyes en connivencia con el PP.
    Los socialistas saben que el PP no derogara una sola de sus leyes ideológicas o instrumentales porque tienen claro que el PP es parte del sistema y tanto el Psoe como el PP viven de dicho sistema politico. Ambos están de acuerdo y ambos han conferenciado antes de poner en practica sus receptivas leyes aberrantes.
    Si un partido político sabe lo que esta bien y lo que esta mal y actúa con firmeza en defensa de los derechos de los españoles, deroga las leyes que sean contrarias a esos intereses y si el contrario le monta líos en las calles, manda a los guardias y restablecer el orden con botijos, con cachiporras y con todo lo que la ley permite, mandando a la cárcel a los jefes de la insurrección.
    Pero como están de acuerdo, los socialistas, en cuanto pierdan el poder, achucharan a los de podemos para hacer creer a la gente que el PP y el Psoe son distintos
    España tiene un régimen teatral en el que cada uno cumple con su papel

  2. «Cuantas más leyes tiene, más corrupto es un Estado» (Cicerón). Excelente artículo, que enumera y repasa las aberraciones legislativas del infame desgobierno bolivariano, mafioso y antiespañol que estamos sufriendo. Es necesario insistir una y otra vez en todas las barbaridades que esta chusma degenerada y criminal está perpetrando contra la ciudadanía. No podemos permitir que la frágil memoria de los españoles olvide ni una sola de las tropelías de estos miserables canallas. Y por supuesto que la pp es cómplice e igual de culpable que la escoria socialista y comunista de la crítica situación en la que se encuentra España.

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