La leyenda dorada de España
Esa manía de mirar a otros, de admirarnos de ellos y de vilipendiar lo nuestro es doblemente injusto y despreciable. Para ellos, que no son lo que nos creemos y para nosotros, que somos mucho más de lo que siquiera podríamos sospechar. Hay que reivindicar España y lo español. Nadie en el mundo puede darnos lecciones de nada; en cambio, nosotros sí.
Toda Patria tiene sus joyas, sus medallas, sus condecoraciones, su leyenda áurea. Sobre cuáles sean los principales laureles de España no caben muchas dudas, pues pueden resumirse en dos: la asombrosa conquista y colonización de América, y las numerosas hazañas que los españoles hemos protagonizado heroicamente sobre todos los enemigos que han intentado domeñarnos. Sobre esto último punto, destacan las victorias extraordinarias sobre las fuerzas del mal, sobre la pavoroso sinagoga de Satanás, pues no en vano derrotamos tanto a la gabachería masónica, como al bolchevismo rojo. Caso único en la historia universal.Sin embargo, frente a quienes buscan nuestras hazañas solamente en el pasado, rememorando nostálgicamente aquellos tiempos en los que éramos los dueños del mundo, conviene llamar la atención sobre una joya cuyo brillo y valor han quedado opacados y olvidados justamente por esa tendencia que tenemos a establecernos en nuestro glorioso pasado.
Me refiero a la poca relevancia que le damos en España al hecho de ser un país que puede presumir de ser una verdadera potencia mundial en muchos campos de la actividad humana, en los cuales ejercemos una indiscutible —pero ninguneada—, capacidad de liderazgo. Es éste un componente de nuestra leyenda dorada que conviene resaltar, y mucho más en estos tiempos oscuros y depresivos que atravesamos, donde nuestra Patria está sometida a una devastadora crisis en todos los sentidos, que amenaza incluso su supervivencia como país.
Uno de los más conocidos de estos campos donde destacamos es el deportivo, donde en muchas disciplinas contamos con una verdadera pléyade de deportistas y equipos de reconocida valía, concretada en multitud de títulos, tanto individuales como colectivos. Una nota distintiva de nuestro deporte es que precisamente destacamos en los deportes más populares, los que tienen más relevancia social: fútbol, baloncesto, tenis, ciclismo…
Y, ¿qué decir de la inmensa cantidad y variedad de nuestro patrimonio artístico, de una riqueza incomparable, pues poseemos manifestaciones de todas las épocas y estilos artísticos de la historia, caso único en el mundo: desde Atapuerca hasta la Alhambra de Granada; desde el acueducto de Segovia hasta el mudéjar castizamente patrio; desde el teatro romano de Mérida, hasta la modernidad de Picasso y Dalí; desde la vertical majestuosidad de las catedrales góticas, hasta el progresismo del «Guggenheim» bilbaíno. No es un hecho anecdótico que seamos el país que tiene más monumentos declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Continente en miniatura, en España se dan casi todos los tipos de clima, lo cual motiva que nuestra diversidad paisajística sea única en el mundo: desde los bosques atlánticos del Norte, hasta las dunas de Maspalomas en Gran Canaria; desde los parques volcánicos canarios, hasta los cultivos tropicales del sur de Málaga; desde las cumbres nevadas de nuestras altas cordilleras, hasta las inmensas playas de arena dorada de nuestro litoral mediterráneo; desde los bosques de coníferas pirenaicos, hasta la laurisilva canaria. Por algo somos el primer país del mundo en reservas de la biosfera, pues a esta enorme riqueza paisajística se le añade una exitosa política de preservación del medio ambiente, que hace que seamos el país europeo con mayor número de banderas azules en sus playas (521).
El liderazgo en temas de medioambiente también se muestra en que disfrutamos de un buen elenco de empresas que lideran el campo de las energías alternativas, hasta el punto de que somos el líder mundial en energía eólica, y jugamos un papel muy destacado en la energía solar fotovoltaica, la energía solar termoeléctrica, en plantas desalinizadoras, y en tratamiento de aguas residuales.
En este campo destaca la empresa Abengoa, multinacional que opera en más de 70 países, con una plantilla de cerca de 26.000 trabajadores, especializada en energía y medioambiente, produciendo electricidad a partir de recursos renovables, transformando biomasa en biocombustibles o produciendo agua potable a partir del agua de mar.
Si a la riqueza patrimonial y medioambiental le unimos una gastronomía incomparable —basada en la elogiadísima dieta mediterránea, y en la gran variedad y riqueza de sus productos—, unas infraestructuras hoteleras de extraordinario nivel, el bienestar de una sociedad plenamente desarrollada, y unos precios competitivos, la conjunción de todos estos factores da como resultado que seamos la segunda potencia turística mundial solo por detrás de Francia, con un volumen total de visitantes en 2017 de cerca de 80 millones de turistas. Según el Foro Económico Mundial, somos el país turísticamente más competitivo del mundo.
Mención aparte merece el patrimonio español constituido por sus tradiciones culturales y sus festividades, entre las cuales figuran algunas que tienen una gran reputación mundial, sin parangón en otros países: la semana Santa, los sanfermines, las fallas valencianas, la tauromaquia…
Aunque los campos del deporte y el turismo sean los más visibles dentro de aquellas actividades donde España ejerce un liderazgo mundial, éste se extiende a otros muchos campos, detalle que suele pasar inadvertido a quienes solo quieren ver los puntos negativos de nuestro quehacer como país, o a quienes se aferran a los viejos tópicos de España como «país diferente».
Uno de los campos donde destaca de manera sobresaliente España es en el de la Seguridad Social, pues contamos con un sistema sanitario de los mejores del mundo sin ninguna discusión, por sus excelentes cuadros médicos y sus amplias prestaciones, hasta el punto de que somos una pieza apetecida para el «turismo sanitario». Es un hecho conocido que somos el primer país mundial en donación de órganos. Entre las buenas prestaciones sanitarias y nuestra dieta mediterránea, somos el segundo país más longevo del mundo, después de Japón.
En este sentido, a pesar de la crisis del sistema de pensiones y de las protestas de los jubilados, las prestaciones por jubilación tienen una cuantía media de 1070 €, mayor que la de los sueldos de muchos trabajadores, hasta el punto de que España es el segundo país de Europa con mayor nivel de retorno de las pensiones, lo cual significa que su cuantía viene a ser el 80% de lo que los jubilados cobraban cuando eran trabajadores, 8 puntos más que Francia, y 15 más que Alemania. Este hecho, junto con el descenso en el número de cotizantes, está en la base de la crisis de nuestro sistema de pensiones.
En el terreno económico, según los especialistas financieros España posee dos de los bancos más dinámicos del mundo —Santander (primera entidad bancaria europea, con un valor de capitalización cercano a los 90.000 millones de euros) y BBVA (el quinto en el ranking de Europa)— ampliamente extendidos por todos los circuitos económicos internacionales.
A pesar de la crisis hipotecaria, el 70% de los españoles son propietarios de su vivienda, cifra altísima comparada con la mayoría de los países europeos.
No son pocas las empresas españolas que juegan un destacado papel en la economía mundial, destacando constructoras como ACS —líder mundial—, REPSOL, Telefónica, ENDESA, Abertis, y un largo etcétera de corporaciones industriales que igual participan decisivamente en la construcción del puente fijo más largo del mundo entre Suecia y Dinamarca, que construye mediante un consorcio de empresas predominantemente españolas el AVE entre La Meca y Medina, hecho nada casual, pues somos —con 3.100 kms. de red— el segundo país del mundo con mayor densidad de trenes de alta velocidad, solo superado por China.
Siguiendo en el campo de los transportes, ejercemos también un notorio liderazgo en el terreno de la gestión aeroportuaria, con la empresa ABERTIS como líder mundial en la gestión de autopistas de peaje e infraestructuras, presente en 13 países, y con más de 17.000 empleados.
En el campo de la energía, además de destacar en el sector de las renovables, Endesa suministra electricidad a las mayores áreas metropolitanas de América latina, en muchos de cuyos países es el primer operador eléctrico.
También somos líderes mundiales en la instalación de fibra óptica ultrarrápida, pues sumamos tanta fibra instalada como Reino Unido, Francia y Alemania juntas, hasta el punto de que el 76,1% de la población está cubierta por redes fijas de última generación.
España es el segundo país europeo en el sector de la automoción, y el noveno a nivel mundial. Es el primer fabricante de vehículos industriales, y es el único país del mundo que cuesta con instalaciones de casi todas las multinacionales del mundo del motor.
En lo que se refiere a la contrucción naval —industria de tradicional arraigo en España—, la empresa española Navantia figura entre las tres primeras constructoras y diseñadoras de buques navales militares de alta tecnología, presente en más de 25 países.
Después de Japón, la flota pesquera española Es una de las que están más presentes en los caladeros mundiales, y la diversidad de nuestros litorales nos aporta una riqueza pesquera excepcional
Incluso en terrenos de poca raigambre patria, como el de la moda, contamos con INDITEX, la mayor empresa textil del mundo, conjunto de corporaciones presidido por ZARA.
Aunque las universidades españolas no figuran entre las mejores a escala mundial, España destaca por su elevado porcentaje de universitarios, y por haber creado la mayor red universitaria del mundo, llamada «Universia», con más de 1200 universidades en 30 países. Con la «Biblioteca virtual Miguel de Cervantes», España ha creado uno de los proyectos culturales de digitalización más importantes del mundo.
Se nos considera como el octavo país en producción científica en el ámbito mundial
Y, qué decir de nuestra lengua, hablada por unos 500 millones de personas en todo el mundo, que la convierten en el idioma que se habla en más países como lengua materna, y la segunda lengua más hablada a nivel mundial, solamente detrás del chino mandarín, por delante del inglés. La enseñanza del español aporta a nuestras arcas más de 2000 millones de euros, y sigue creciendo cada año.
También hemos ejercido un papel decisivo en el terreno de la política, con nuestra modélica Transición de un régimen autoritario a una democracia, proceso estudiado e imitado en otros países.
Pero, a pesar de esta amplia panoplia de logros y conquistas, de hazañas y éxitos, en mi opinión, la mayor y mejor de nuestras victorias, la verdadera joya de nuestra corona ha sido el hecho de que todo lo que de meritorio hemos conseguido a lo largo de nuestra historia, de que nuestros más preciados laureles los hemos conseguido a pesar de haber contado siempre con la peor, más inepta, más traidora y más corrupta clase política del mundo, porque, hoy como ayer, España sigue siendo un «país de pícaros», territorio komanche donde facinerosos, filibusteros, mafiosos, necios, «perfectus detritus» de toda calaña han butroneado nuestras riquezas, nuestros valores y nuestros ideales, de traición en traición, de felonía en felonía… También en esto somos líderes mundiales, porque un Gobierno golpista como el actual no duraría ni un minuto en cualquier país medianamente desarrollado: somo líderes mundiales en bolivarianos por metro cuadrado en un país no-bananero, en giliprogres, en okupas y perroflautas, en sociatas marxistoides, en separatas supremacistas, en televisiones de izquierda, n ministr@s corrupt@s, en necios y estúpidos…
Sí, es un verdadero milagro que un país sometido a tanta abyección, a tan maquiavélicos políticos, a tanto latrocinio infecto, a tanto dirigente perverso, haya alcanzado tan elevadas cotas de progreso material y espiritual, a tanta hazaña imperial, a tanto triunfo sobre las fuerzas del Mal.
Porque nuestra historia áurea ha sido protagonizada siempre por el pueblo, y podría resumirse con aquellas palabras del «Mío Cid»: «¡Qué buen vasallo sería, si tuviese buen señor!».
