“La persecución a Fuerza Nueva», José Piñeiro Maceiras

José Piñeiro Maceiras

José Piñeiro Maceiras, nació en Pontevedra en 1962, residiendo en la actualidad en la comunidad de Castilla y León. Es Licenciado en Derecho, Máster en Ciencias Históricas y politólogo, si bien ejerce la profesión de abogado, compaginándolo con la investigación histórica y medioambiental. Ha publicado varios libros y numerosos artículos de temática diversa.

En esta entrevista analiza su libro La persecución a Fuerza Nueva (SND).

¿Por qué un libro sobre la persecución a Fuerza Nueva?

Porque corríamos el riesgo de que las nuevas normas “memorialistas” privasen al pueblo español de conocer la realidad de un acoso padecido por un concreto colectivo político, hace aproximadamente cuatro décadas; cuyos primeros síntomas comenzaron a advertirse, paradójicamente, en pleno régimen de Franco.

Incluso el propio Sistema silencia esta bochornosa persecución, inadmisible en una democracia. Obviamente no se ha hecho justicia y tristemente no se haga nunca. ¿Por qué Fuerza Nueva era una gran amenaza para el Sistema que había que combatir?

Principalmente, por los ideales políticos que defendían los miembros de FN, siquiera sean ignorados. Y estos eran los valores políticos y espirituales que habían alumbrado el Estado del 18 de Julio, pero sin haber formado parte de la cúpula del régimen ni haber participado en el mismo. Como es sabido, tales principios eran los de la Falange, los del Tradicionalismo carlista y los de la España cristiana, creadora de más de veinte naciones. Si bien FN postulaba el perfeccionamiento de dichos ideales, situándolos en la coyuntura española de los años setenta.

En segundo lugar, puede afirmarse que la opción de FN suponía aire fresco y algo novedoso en el activismo político, lo que suele gustar a la juventud, configurándose de hecho Fuerza Nueva como la agrupación juvenil más potente de la Transición.

Curiosamente, la reforma política se había iniciado desde el aparato burocrático del Movimiento, a partir de finales de los años sesenta. Por ello el Estado no podía ver con buenos ojos la expansión de Fuerza Nueva, aunque postulase los ideales originarios del Movimiento Nacional. Más adelante, para frenar el crecimiento del partido piñarista, incluso se encomendó su desactivación a oscuros servicios policiales, con lo que ello significaba. Pues bien, en dicha situación se emplearon estrategias y conductas, cuya moralidad resulta muy discutible.

De ahí, las opiniones interesadas y malintencionadas de un sector de la prensa de la época, controlada por el Estado o por los nuevos grupos de presión político-económica del posfranquismo, con el fin de desprestigiar al movimiento que acaudillaba Piñar.

Con todo, el acosamiento perpetrado por la izquierda radical contra los miembros y simpatizantes de Fuerza Nueva fue despiadado, sirviéndose incluso de grupos terroristas perfectamente armados y organizados.

Evidentemente, no se ha hecho justicia con los perseguidos, desde una perspectiva del Derecho Natural.

¿Cuáles fueron los hechos más graves de esta persecución?

Los muertos y heridos, sin duda. He aquí los nombres de los fallecidos que Fuerza Nueva ha estimado como miembros de la organización o relacionados con la misma: Víctor Legorburu, Luis Carlos Albo, Augusto Unceta-Barrenechea, José María Arrizabalaga, Jesús García, Alfredo Ramos, Manuel Lemus, Vicente Rubio, José Luis Frutos, José, P. García, Luis Berasategui, Julio Santiago, Juan Ignacio González, Juan Vila, Ángel Santos, Ángel Valero, José Javier Moreno y Jesús Alcocer. No obstante, el número de muertos, entre militantes, simpatizantes e, incluso, seguidores de los movimientos hermanos llega a la cifra de sesenta personas. Y todo ello desde 1975 hasta 1986… Sucesos como el ametrallamiento de 1978 contra un mitin de FN en San Sebastián o la bomba colocada, un año más tarde, cerca de la sede de Fuerza Nueva, en una cafetería madrileña, han quedado como recuerdos sobrecogedores de aquella persecución.

¿Cómo la soportaron sus militantes y simpatizantes esta persecución?

Con resignación, hasta el punto que algunos de sus activistas se vieron forzados a abandonar la organización porque no podían soportar el acoso. Incluso, concretos militantes se marcharon fuera del país, para poder continuar con sus carreras profesionales.

En realidad, muchos de los que estuvieron en Fuerza Nueva, ya fuere en el partido, ya en su rama juvenil (Fuerza Joven) o, mismamente, en el sindicato Fuerza Nacional del Trabajo presentían que les perseguirían sin tregua y que esa persecución se prolongaría en el tiempo. Y eran conscientes de ello porque no pocos de sus adversarios políticos detestaban el ideal que enarbolaban los hombres y mujeres de FN.

¿Por qué se demonizó a los Guerrilleros de Cristo Rey?

Seguramente por haber participado miembros de este grupo poco conocido en la disolución violenta o irregular de actividades ilegales o perniciosas durante los últimos años del franquismo y los primeros de la Transición. En cualquier caso, apenas se conocen datos significativos de estos hombres para formular juicios definitivos; prácticamente se sabe que empezaron a operar en España hacia 1968, habiéndose escrito, sobre ellos, meras conjeturas. Como usted sabe, los genuinos combatientes de Cristo Rey fueron los católicos que tomaron las armas en la guerra cristera de México de 1926. Sea como fuere, parece evidente que, frente a un terrorismo de izquierdas, tan sanguinario como fue el español de aquella época, resultaba conveniente que se hablara también de un terror que imponían los grupos contrarios a los efectos de estabilizar el nuevo proceso político.

Blas Piñar llegó a ser diputado en el Congreso, pero lamentablemente el partido no pudo crecer y se vio a abocado a su desaparición. ¿Cuáles cree que fueron las principales razones?

Los motivos fueron, a mi juicio, los que siguen:

A) Deudas económicas, que auguraban un negro panorama al no obtenerse ningún diputado en las elecciones generales de 1982.

B) Desunión de las fuerzas políticas llamadas nacionales: si en 1977 o en 1979 concurrieron unidas, en 1982 no lo hicieron así, provocando el desastre electoral.

C) Disensiones y fraccionamientos internos.

D) Ataque desproporcionado contra FN por parte de la prensa del sistema.

E) Multas económicas exageradas dictadas por los poderes públicos.

F) Coacción generalizada contra sus militantes por parte de la izquierda extrema, resultando una persecución técnica en toda regla para no pocos activistas: homicidios, palizas, quemas y asaltos de locales, agresiones físicas, insultos e injurias. Si alguien trataba de defenderse por sus propios medios, se arriesgaba a ser severamente castigado.

G) El efecto negativo y reflejo del golpe militar del 23 de Febrero en la opinión pública. Se asoció a Fuerza Nueva con aquel pustch, cuando no había participado en él, aunque en el fondo pudiera gustarle a sus militantes.

H) Desconocimiento del poder real que posee un sistema político moderno, siquiera se titule democrático, habida cuenta de que puede tratar a sus adversarios ideológicos como eventuales enemigos.

I) Falta de expansión suficiente en los núcleos rurales del interior.

¿Con Fuerza Nueva en política las cosas serían hoy muy diferentes?

Probablemente, por el elevado número de activistas con que contó esta organización, Recordemos, por poner solo un ejemplo, que, en la concentración del 20 de noviembre de 1977 a la que acudieron más de trescientas mil personas, el servicio de orden de FN estaba compuesto por 18.000 jóvenes en camisa azul, quienes soportaron un fuerte aguacero sin inmutarse. No creo que con una oposición así algún gobierno se atreviera a llevar a cabo iniciativas gubernamentales tan insensatas y perjudiciales como el proyecto de la llamada Memoria Democrática.

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2 respuestas a «“La persecución a Fuerza Nueva», José Piñeiro Maceiras»

  1. FUERZA NUEVA, al menos en el caso de ZARAGOZA, estaba penetrada de soplones de la policía.
    El Jefe Superior, y el Gobernador Civil, conocían cualquier acción que iba a emprenderse, antes que los propios afiliados.
    Ítem más, se dejaba afiliar a cualquiera, y había mucho material de derribio, y «ganado» de tienta, gente a los que no invitarías ni a tomar café, y mucho menos a comer en tu casa…
    Y, por supuesto, también había personas valientes, honestas y decididas; las menos.
    Siento ser tan pesimista, pero es mi visión «desde fuera», pues nunca estuve afiliado, pero sí tenía y tengo muchos amigos de aquella epoca.

    1. Que en Fuerza Nueva había un montón de soplones de la policía, desgraciadamente es verdad, en parte porque antes como ahora la gente se pensaba que los policías eran «de los nuestros», cuando eran y son, -tanto antes como ahora-, unos vendidos la mayoría de ellos. El nivel de la militancia también dejaba bastante que desear. Muchos de esos que vitoreaban a D. Blas Piñar en los actos de las plazas de toros, luego votaban a Alianza Popular en las elecciones, por el voto más inútil de todos que era el voto a estos miserables.
      Sin embargo esa no es la cuestión, la cuestión en este artículo es la persecución atroz e ilegal que sufrió Fuerza Nueva en sus años, y quienes sufrieron esta persecución no fueron los retrasados ni los soplones de la policía, -valga la redundancia-, sino los que estaban en la brecha mientras los Generales cargados de medallas tomaban canapés de salmón y de dátiles con panceta en la Capitanía General, mientras su lugar en la defensa de España lo ocupábamos gente corriente, que no teníamos medallas, sino la juventud y la ingenuidad para no vender nuestros libros, de haberlos escrito, a 42 € el ejemplar, como hacen otros, o lo que es lo mismo para arriesgar nuestras vidas a cambio de nada. Pagamos un alto precio, yo por ejemplo tuve que irme de mi ciudad para poder encontrar trabajo.

      No he leído el libro, pero me parece un gesto buenísimo robar al olvido los casos que este libro recoja. Pero no dude el lector que esto es solo la punta del iceberg, el 1% o menos del total, lo que queda sumergido es muchísimo más, comparativamente lo que emerge no es nada para lo que queda sumergido.
      Yo entonces estudiaba en Córdoba, el primer jefe provincial de FN fue Juan de Dios Olías, vivía en la Calle Teniente Braulio la Portilla (héroe de la guerra de África que murió en el Barranco del Lobo), detrás de la oficina de Correo, en un piso precioso, con un montón de muebles valiosísimos y de colecciones de soldados de plomo y de un montón de cosas más, le quemaron el piso, oficialmente fue un «corto circuito». Se quemó todo. Yo nunca había visto los cristales de las ventanas derretidos, como si fueran estalactitas. Y todo completamente negro, el suelo, las paredes el techo, todo.
      Yo ya había vuelto a mi ciudad, pero apenas 3 ó 4 años después otro jefe provincial, Juan Meléndez Valdés, le quemaron la casa también , con otro cortocircuito. Dudo mucho que estos sucesos estén incluidos en este libro, no por culpa del autor, que no lo digo por desmerecer del libro, sino porque hay mucha tela que cortar en este tema, y lo que ha trascendido es solo una pequeña parte de aquella persecución que sufrimos.
      El 4 de diciembre de 1979 se celebraba una manifestación por el día de Andalucía, como en la manifestación no había ni una sola bandera de España algunos militantes cogieron una bandera y la llevaron a la manifestación (la acción, desde el punto de vista militar, una memez y una chapuza pero esa es otra cuestión) donde fueron apuñalados, y con el paquete intestinal al descubierto no dejaron que la bandera cayera en manos del enemigo, mientras los Generales con sus medallas estaban en sus casas en pijama viendo la tele tranquilamente. La policía incautó los carretes de fotos a los muchos fotógrafos que había, pero las fotos solo se usaron por las autoridades gubernativas y también judiciales, para acusar a los militantes de FN, no para identificar a los que cometieron las puñaladas que quedaron impunes y han vivido tranquilamente sin nada que temer de la «Justicia» ni de la policía.
      Hay toda una historia de España que está por escribir, que posiblemente no se escriba nunca, y se pierda, pero la Transición no es esa Historia maravillosa que cuentan los rojos, fue un época de una miseria moral de las autoridades, de todas las clases, policías jueces y fiscales incluidos, de un sectarismo y de una injusticia, que dan ganas de vomitar del asco que me da cómo todo estaba todo de podrido, los primeros los medios de comunicación que mentían permanentemente.

      Enhorabuena al autor por su trabajo.

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