La Santa Sede pactará con el Diablo en China
Se anuncia que en breve la Santa Sede va a reconocer a la Asociación Patriótica Católica China, o sea, a una «iglesia» edificada no por Cristo, sino por un gobierno terrenal y, además, comunista y ateo, perseguidor durante décadas –aún hoy lo sigue haciendo– de la Iglesia de Cristo. Una barbaridad más, un paso más hacia el abismo de este Vaticano, de este Papa y de esta jerarquía que cual ciegos conducen a los ciegos al despeñadero. La traición es, por ello, monumental.
El anuncio del inmediato reconocimiento de la Asociación Patriótica Católica China por parte de la Santa Sede ha causado estupor, dolor e indignación. Que se vaya a reconocer a unos herejes, que además han colaborado desde su creación en 1957 en la persecución y martirio de los verdaderos católicos chinos, resulta vomitivo y clama al Cielo; supone una puñalada trapera a todos los que a pesar de las adversidades han mantenido la fe.
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Los comunistas tomaron el poder en China en 1949. En 1950, previendo lo que se venía encima –para entonces la guerra fría ya asolaba silenciosamente a Europa–, el Papa Pío XII nombró obispo al padre Ignatius Gong Pinmei –primer obispo de Shanghai–, desde entonces conocido como el obispo Kung y, más adelante, cardenal Kung, figura emblemática donde las haya de la resistencia católica china. En 1951, el Vaticano reconoció a Taiwán y por ello rompió relaciones con la China Popular recién creada.
Desde el primer momento, y de acuerdo a su ideología marxista-maoísta, el gobierno chino puso en práctica cuantas medidas coercitivas pudo para destruir a la Iglesia Católica. Las presiones sobre los católicos, sus sacerdotes y el obispo Kung fueron durísimas. A éste, constantemente le presionaban para que adjurara de su lealtad al Papa, a lo que Kung siempre respondía «Soy un obispo católico. Si renuncio al Santo Padre, no sólo no sería un obispo, ni siquiera sería un católico. Pueden cortarme la cabeza, pero nunca lograrán que no cumpla con mis obligaciones».


En 1953, muchos sacerdotes y fieles chinos fueron arrestados, muriendo posteriormente muchos en la cárcel. El obispo Kung, junto con varios cientos de sacerdotes católicos, fueron arrestados simultáneamente el 8 de Septiembre de 1955; Kung permaneció en la cárcel durante treinta años. En casi toda China los prelados, junto con sus religiosos y fieles, fueron arrestados en masa. Entre otros, el difunto arzobispo Dominic Tang, arzobispo de Cantón, estuvo preso durante 22 años hasta que enfermó gravemente de cáncer y murió. El difunto obispo Peter Joseph Fan, obispo de Baoding, fue encarcelado durante 34 años y torturado, muriendo en prisión. La lista de mártires es inacabable.
Ante la imposibilidad de doblegar la voluntad de los católicos –que siempre fueron una ínfima minoría en China–, Pekín ideó un plan complementario al de la persecución, y en 1957 creó, al amparo de la Oficina de Asuntos Religiosos, su propia organización religiosa pretendidamente «católica» a la que denominó Asociación Patriótica China (APCh.); se daba así la paradoja de que una autoridad terrenal, además comunista y atea, «fundaba» una iglesia «católica» alternativa a la Católica que, por ello, no era la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica funda por Cristo hace dos mil años.
Los objetivos de la APCh., y sus ramificaciones posteriores que veremos, fueron y siguen siendo: a corto plazo, ser la sustituta de la verdadera iglesia católica romana; a largo plazo: eliminar la religión para lograr una sociedad puramente materialista y autocrática «Su compromiso (el de la Asociación Patriótica) es manipular a la masa de la población católica con el fin de integrarlos en el movimiento revolucionario socialista sometiéndolos a la dirección del Partido Comunista en todo» (Rdo. Matthias Lu).
Para lograr este objetivo en los últimos 68 años el gobierno chino nunca ha dudado en encarcelar a decenas de miles de fieles católicos durante periodos de 10, 20, 30 o más años, cuando se han negado a unirse a dicha Asociación. Miles de ellos han muerto en la cárcel. Muchos fueron fusilados incluso en público. Todos los misioneros extranjeros fueron desterrados. Y la persecución continúa incluso hoy en día.
Para dotar a la Asociación recién creada de las infraestructuras necesarias para su funcionamiento, de inmediato todas las propiedades de la Iglesia Católica fueron confiscadas y transferidas a ella, dejando a ésta prácticamente en banca rota, la cual tuvo que pasar a la clandestinidad no sólo por la pobreza en la que quedó sumida, sino también por la persecución a la que se la sometía.
Así mismo, no pocos sacerdotes y fieles chinos católicos se pasaron a la Asociación, para lo cual sólo tuvieron que jurar la Constitución china, así como acatar los estatutos de la Asociación, especialmente sus «obispos». Debe tenerse en cuenta que uno de los pilares más importantes de la Constitución es el principio de «autonomía» respecto de mandatarios extranjeros, en este caso de la Santa Sede, por lo que con ello, los católicos de la Asociación se declaran «cismáticos», ya que renuncian a la comunión con el Romano Pontífice. Así, la Asociación es en realidad una «iglesia» cismática y, además, herética.
Debido a esa transferencia de iglesias y otras propiedades, así como a que el gobierno chino se guardó mucho en cambiar los ritos, oraciones, etcétera, se da el caso de que los católicos extranjeros cuando visitan China a menudo se creen que estas iglesias son católicas, porque en su aspecto lo parecen ya que conservan todos sus elementos. Los sacerdotes que sirven en ellas se visten como sacerdotes católicos. Incluso sus oraciones suenan católicas. Pero no son católicos «Lo que hace la APCh. bajo ese disfraz religioso, nunca puede ser verdaderamente religioso. Es un espectáculo engañoso… No es una parte del Cuerpo de Cristo… Cuanto más dulces y más santas son las oraciones y el sonido de la predicación, más engañoso es.» (Rev. Matthias Lu). Detrás de las escenas aparentemente serenas y piadosas en estas iglesias, se esconde la opresión y a menudo la brutal persecución de los actuales ocho millones de católicos romanos, leales al Papa, a los que se conoce como los «católicos perseguidos o clandestinos».
La Asociación Patriótica no es católica: el principio más importante en la constitución (estatutos) de ella es su autonomía del Papa. No reconoce la suprema autoridad administrativa, legislativa y judicial del Papa, lo que no es óbice para que por interés sus miembros declaren públicamente su «lealtad» a Su Santidad. Esta autonomía es la divergencia fundamental teológica entre la Asociación Patriótica y la Iglesia Católica Romana. Nadie puede pretender estar en comunión con el Papa y con la iglesia universal, y al mismo tiempo negar la autoridad administrativa, legislativa y judicial del Romano Pontífice.
Tres años antes de la creación de la Asociación, Pío XII escribió con gran previsión sobre el tema de la pretendida «autonomía» en su encíclica «Ad Sinarum Gentem» de Octubre de 1954: «Es absolutamente necesario que la comunidad cristiana en su tierra (China), si desea ser parte de la sociedad divinamente establecida por Nuestro Redentor, esté sujeta en todo al Soberano Pontífice, el Vicario de Jesucristo en la Tierra… Este movimiento (autonomía) busca… o engañar a los simples y tímidos, o apartarlos del camino correcto… Pero de hecho, para llegar a ese punto, están procurando por todos los medios en su poder establecer entre ustedes una Iglesia «nacional»… esta iglesia (la Asociación Patriótica), si llegara a existir, ya no sería católica, ya que sería la negación de esa universalidad, o «catolicidad», lo que hace que la verdadera sociedad fundada por Jesucristo sea superior a todas las naciones, y capaz de abarcar a todos y cada uno».
Treinta y cuatro años después, en 1988, la Santa Sede advirtió a los obispos del mundo sobre que quienes no profesan o no preservan la comunión con el Papa no pueden considerarse católicos. Esta posición fue repetida en una carta a los fieles chinos en septiembre de 1994 por el Papa Juan Pablo II. Asimismo lo volvió a declarar durante las celebraciones de la Jornada Mundial de la Juventud en Manila en enero de 1995 «Un católico que desea permanecer así y ser reconocido como tal no puede rechazar el principio de comunión con el sucesor de Pedro».
En diciembre de 1994, la Conferencia Episcopal Católica clandestina de China hizo pública una carta pastoral. En ella, los obispos leales a Roma llamaron la atención del mundo sobre el hecho de que la Asociación Patriótica no es una Iglesia Católica, aconsejando al clero de la Iglesia universal que no participara en la comunión sacramental con su clero.
La Asociación Patriótica depende directamente del Congreso Nacional de Representantes Católicos de China, mientras que la leal Iglesia Católica en China depende del Papa, el sucesor de San Pedro.
En un intento por hacer que parezca una organización religiosa, la Asociación creó en 1980 «La Conferencia del Obispo de China» y «La Comisión de Asuntos Religiosos Católicos de China». En 1992, las tres organizaciones anteriores se combinaron en el «Colegio de Obispos Católicos de China» y en la «La Asociación Patriótica Católica de China» (APCCh.); ambos dependientes del «Congreso Nacional» de China. Toda una maraña de pseudo-organizaciones para confundir y encubrir la realidad de que los fieles de la Asociación escuchan a sus sacerdotes, los cuales obedecen a sus obispos, quienes responden sólo ante el «Congreso Nacional» de China. Al comentar dicha relación de obediencia por parte de la Asociación, los fieles obispos católicos romanos chinos dijeron con cierto sarcasmo en su carta pastoral de diciembre de 1994: «Cristo nunca lo ha enseñado. Ninguno de los teólogos católicos lo ha enseñado nunca. La historia de la Iglesia Católica nunca lo ha enseñado. La «autoridad» del «Congreso Nacional» debe ser un gran descubrimiento sin precedentes de algún sabio de China».
Durante la citada reorganización de la Asociación, tuvo lugar un cambio sutil pero importante. Hasta 1992, «La Conferencia de Obispos de China» carecía de la palabra «católica». Debido a ello, cuando los obispos de la Asociación viajaban fuera de China, tenían que identificarse como obispos de la misma, lo que generaba rechazo, poniendo a muchos en guardia contra ellos, momento en el que no pocos, dándose cuenta, se negaban a relacionarse con una «iglesia comunista».
Por eso, en 1992 la Asociación adoptó el nuevo nombre que hemos citado de «Colegio de Obispos Católicos de China» y de «Asociación Patriótica Católica de China» (APCCh.), logrando una notable mejoría en cuanto a ser aceptados por otras confesiones, aprovechándose al máximo de la denominación «católica». Así, los miembros de la Asociación se presentaban como sacerdotes u obispos católicos sin tener que revelar que en realidad eran miembros de la APCCh. sin vínculos con el Vaticano.
Este cambio engañoso en la terminología produjo grandes resultados. Desde entonces, han aparecido numerosos artículos en los medios, incluidos los periódicos diocesanos católicos de no pocos países, sobre la «Iglesia Católica en China» sin distinguir entre la Asociación y la verdadera, la clandestina, la perseguida, la leal a Roma. Los sacerdotes y obispos de la Asociación, camuflados como clérigos católicos, viajaron ya por todo el mundo siendo aceptados e incluso obteniendo elevadas donaciones. No pocas instituciones católicas mal informadas llegaron a donarles millones, mientras que los obispos leales, y por ello en la clandestinidad, se quedaban sin nada. Debido además a que a los obispos leales no se les permitía viajar fuera de China y su libertad de expresión está prohibida dentro de ella, se han visto siempre impedidos de dar a conocer su amarga situación.
Más aún. En la Iglesia, todas las organizaciones religiosas que trabajan en una diócesis deben recibir la aprobación del Ordinario de esa diócesis. Sin embargo, muchos misioneros, en los últimos años, regresaron a China y comenzaron varios proyectos de caridad por invitación y bajo la supervisión de la APCCh. y del gobierno comunista. No trabajando con los obispos leales clandestinos.


Para recibir millones en donaciones de instituciones católicas, los obispos de la Asociación deben convencer a sus benefactores extranjeros de su fidelidad a la Iglesia Católica Romana. Para hacerlo, los obispos de la Asociación como Zong Huaide, Jin Luxian, Fu Teshan y otros nunca dejan de proclamar en público su «lealtad» al Papa bien que… «EN SUS CORAZONES». Los benefactores, entonces, no se dan cuenta, o no se quieren dar, que estos obispos son oficiales (funcionarios) de la Asociación y que como tales tienen el deber fundamental de defender la «autonomía» respecto del Papa.
La APCCh. opera independientemente de la Santa Sede. Sus obispos y sacerdotes no reconocen la jurisdicción suprema del Papa. No están en comunión con el Papa, ni están en comunión con la Iglesia universal. En público profesan su lealtad, pero sus acciones hablan más que las palabras. Por ejemplo, cuando el Juan Pablo II anunció en 1981 la elevación del Obispo Dominic Tang, S.J. a arzobispo, el obispo patriótico de Cantón y otros obispos de la Asociación denunciaron al Santo Padre y al arzobispo Tang.
La historia se repitió diez años después. En 1991 el Santo Padre anunció la elevación del Obispo Kung al Colegio de Cardenales. El patriótico obispo Jin Luxian de Shanghai, junto con otros obispos de la Asociación, protestaron enérgicamente y acusaron públicamente al Santo Padre de entrometerse en los asuntos internos de China y de dividir a la Iglesia Católica en China. Acusaron además al Cardenal Kung de pecar contra la Iglesia y el país. Tal beligerancia ejemplifica el verdadero rostro de estos obispos de la Asociación Patriótica.
Dado que los obispos de la Asociación informan directamente al gobierno comunista, los obispos católicos en otras partes del mundo que mantienen relaciones con ellos deberían preguntarles sobre los pasos que se están dando para persuadir al gobierno chino de que desista en la persecución de obispos, sacerdotes y fieles a la Iglesia Católica Romana.
Muchos católicos chinos, que, lamentablemente, frente a la adversidad, se han debilitado y vacilado en su fe católica, optaron por negar la supremacía del Santo Padre y siguieron a la Asociación. Pueden asistir a los ritos de la APCCh., aun no siendo necesariamente miembros declarados de la Asociación. Aunque reconocen al Santo Padre como la autoridad suprema de la Iglesia en el corazón, carecen del coraje para declararlo. Debido al miedo, las amenazas físicas, las ventajas financieras, las oportunidades educativas y profesionales, el privilegio o la ignorancia, han traicionado su fe al aceptar la autoridad de la Asociación en lugar de la de los obispos nombrados por el Vaticano.
Caso particular ha sido el de alguna importante diócesis de los Estados Unidos que ha otorgado facultades a sacerdotes de la Asociación para oficiar la Santa Misa y administrar Sacramentos en ella. En respuesta a esta inquietante posibilidad o tendencia, el Rvdo. Matthias Lu ha declarado «Sus ordenaciones al sacerdocio y episcopado por parte de la Asociación Patriótica no son ni lícitas ni válidas. De acuerdo con su naturaleza corporativa, no son parte del Cuerpo de Cristo y, sin Cristo, no puede hacer nada lícito o válido. Para Cristo y su Iglesia, la APCCh. realiza ritos sacramentales no válidos. Sus sacramentos son nulos y sacrílegos».
Además, la APCCh. ha conseguido también que no pocos seminaristas y sacerdotes de la Asociación estudien en seminarios en los Estados Unidos, con apoyo de dichas diócesis, ofreciendo una imagen errónea según la cual el Santo Padre acepta la Asociación. Además, estas acciones causan mucha confusión en la Iglesia universal y un gran dolor en los fieles católicos chinos perseguidos, sobre todo porque la Asociación continúa no sólo promoviendo su independencia del Papa, sino también porque respalda al régimen comunista totalitario en su persecución contra ellos, y en casos como el del aborto obligatorio de niños en familias donde ya existe un hijo.
En la Iglesia Católica Romana, el obispo es designado por el Sumo Pontífice. Bajo ninguna circunstancia se concede el derecho de nombrar obispos a las autoridades civiles. Habiendo sido designado, el obispo hace la profesión de fe y presta juramento de fidelidad a la sede apostólica antes de tomar posesión de su cargo. Por el contrario, los obispos de la Asociación no son nombrados por el Sumo Pontífice. Son nominados, elegidos y supervisados por el gobierno y los representantes de la Asociación sin la aprobación de la Santa Sede. Antes de asumir el cargo, el nuevo obispo jura observar la Constitución. Uno de los pilares más importantes de la Constitución son los principios de autonomía con respecto a la Santa Sede. La comunión con el Romano Pontífice ni se menciona. El Código de Derecho Canónico de 1917 y el código revisado de 1983, en su sección 1382 establece: «Un obispo que consagra a alguien como obispo y la persona que recibe tal consagración de un obispo sin un mandato pontificio incurre en una excomunión automática (latae sententiae) reservada a la Sede Apostólica».
Dado que todos los obispos de la Asociación Patriótica están ordenados sin un «mandato pontificio» y cuyas consagraciones son «conferidas irresponsablemente», hace que todos ellos estén automáticamente e ipso facto excomulgados.
Ha habido, eso sí, casos de obispos de la Asociación que se han arrepentido ante el Santo Padre y han sido reconocidos por él. Los nombres de esos obispos permanecen estrictamente reservados por la Santa Sede. Debido a esta confidencialidad surge no poca confusión, ya que las organizaciones católicas que ayudan y cooperan con los obispos de la Asociación justifican sus actos afirmando que estos obispos son reconocidos por la Santa Sede, y los obispos de la Asociación, a su vez, se aprovechan y cada uno de ellos suele afirmar que es uno de los reconocidos en secreto a fin de ganar credibilidad en Occidente.
Resumiendo:
- a) La Asociación Patriótica no ha sido creada por Cristo, sino por un gobierno terrenal y además comunista y ateo.
- b) La Asociación Patriótica no es la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica.
- c) La Asociación Patriótica no reconoce la suprema autoridad administrativa, legislativa y judicial del Papa y es autónoma de él. En consecuencia, no depende del Papa. Reporta al Congreso Nacional de Representantes Católicos de China.
- d) La Asociación Patriótica no está en comunión con el Papa, ni está en comunión con la Iglesia Universal. No es católica.
- e) La Asociación Patriótica nombra y ordena a sus obispos sin el permiso del Papa. Esta acción está específicamente prohibida. De acuerdo con ello, estos obispos han sido excomulgados automáticamente, con la autoridad de revocación reservada sólo a la Santa Sede. Sólo un pequeño número de dichos obispos de la Asociación Patriótica han sido reconocidos por la Santa Sede y en secreto.
CUESTIONES DE SUMA IMPORTANCIA.-
Varias organizaciones católicas, en su fervor por evangelizar en China, han sido víctimas de la propaganda de la Asociación, porque al decidir trabajar con ella en muchos proyectos, la Iglesia Católica Romana clandestina queda automáticamente excluida. A tan importante asunto dedicamos las siguientes objeciones:
PRIMERA: Ambos lados tienen la misma fe:
Ayuda a la Iglesia Necesitada, organización de caridad católica internacional, para justificar su ayuda a la Asociación Patriótica, alega: «Ambos (la Asociación Patriótica y la Iglesia Católica Romana en China) tienen… la misma Fe… Las diferencias entre ellos se deben más a los acontecimientos históricos de la década de 1950 y a las diferencias en las políticas de las autoridades civiles locales que a la divergencias teológicas «. Asimismo, en artículos de revistas como AMÉRICA, publicados por los jesuitas de los Estados Unidos y Canadá, también se propaga esta falsa teoría de que la Asociación Patriótica y la Iglesia Católica Romana tienen la misma fe.

Si esta analogía fuera cierta, uno podría fácilmente excusar a herejes como el Arzobispo de Canterbury, Thomas Cranmer y otros obispos de Inglaterra durante el reinado de Enrique VIII. Cuando Enrique VIII estaba decidido a proclamarse jefe de la Iglesia Católica en Inglaterra, cualquiera que se negara a tomar el Juramento de Supremacía era torturado y condenado a muerte. La mayoría de los obispos ingleses juraron entolnces por ¿acontecimientos históricos?
Durante el reinado de Enrique VIII, la liturgia católica permaneció exteriormente igual. No fue sino hasta el reinado del rey niño, Eduardo VI, cuando Cranmer cambió la liturgia de la Misa hasta el punto de invalidarla. Miles de mártires murieron por la fe católica durante los reinados de Enrique VIII, Eduardo VI e Isabel I. Sólo durante el breve reinado de María Tudor se restauró Inglaterra a la unidad católica, así como la verdadera Misa. Muchos de los mismos obispos que aceptaron el Juramento de Supremacía cambiaron de postura e hicieron entonces una «profesión de fe». ¿Reaccionaban también ahora a los «eventos históricos», como antes a los otros?
Si la excusa de que los obispos patrióticos solo se enfrentan a la «realidad de los acontecimientos históricos» es válida, ¿qué decir de los miles de obispos, sacerdotes y laicos mártires que dieron su libertad e incluso sus vidas en defensa de la fe? Según la teoría de los «eventos históricos», ¡simplemente eran «tontos»! o como dijo el gobierno comunista chino, «contrarrevolucionarios». Lo mismo puede decirse de todos los mártires honrados por la iglesia católica, desde la época del Imperio Romano hasta nuestros días.
DOS: La Iglesia bajo el régimen comunista en Europa del Este antes de su colapso:
En la medida en que ayudamos en su día a las Iglesias de Europa del Este ¿deberíamos ayudar ahora a la Asociación Patriótica? Antes del colapso del comunismo en Europa del Este en 1990, también existía la persecución de la iglesia católica en tal región. Muchas organizaciones se enorgullecían de ayudar a la iglesia perseguida en Europa del Este y en Cuba en ese momento. En base a estos eventos, Ayuda a la Iglesia Necesitada alega: «Hace más de 40 años que empezamos a ayudar a la Iglesia perseguida en Europa del Este… Si incluso el Papa no tenía reservas en utilizar a comunistas para apoyar a la Iglesia perseguida, entonces ¿no deberíamos también cooperar ahora con otros comunistas que también controlan a la Iglesia?»
¡La respuesta a la pregunta anterior tiene que ser un NO rotundo! En el caso de Europa del Este, el Papa aprovechó ciertas políticas y procedimientos comunistas, y apoyó a la Iglesia Católica Romana perseguida, que no era una «iglesia controlada por los comunistas», sino que era una iglesia en comunión con Él y formaba parte de ella, de la Iglesia Universal. La Asociación Patriótica no puede ser equiparada a la Iglesia Católica Romana perseguida anteriormente en Europa del Este. Es una «iglesia controlada por los comunistas», como se ha dicho anteriormente, no es una iglesia católica y no está reconocida por el Santo Padre.
Por lo tanto, la única iglesia en China que debe recibir el reconocimiento de la Iglesia Universal y ser equiparada a la iglesia previamente perseguida en Europa del Este es la Iglesia Católica Romana clandestina y no la Asociación Patriótica. La iglesia universal tiene la obligación de ayudar a la Iglesia perseguida en China, así como en otros lugares donde también es perseguida.
TRES: Grandes donaciones a la Asociación Patriótica:

La advertencia de 1988 a los Obispos del mundo de la Santa Sede dictaminaba que cualquier contacto con la Asociación Patriótica debería estar marcado por la «claridad doctrinal». Hemos tratado al principio la doctrina en detalle de la Asociación Patriótica. Veamos ahora la «caridad fraterna» como la defienden muchas instituciones católicas en todo el mundo.
La caridad y la compasión deben ser ubicadas correcta y apropiadamente. La caridad se aplica a todos, pero debe comenzar obligadamente por nuestros hogares y centrarse en todas las necesidades básicas de los obispos católicos romanos. Donarle a la Asociación millones como se ha hecho por parte de varias instituciones católicas, mientras que los leales hermanos clandestinos «se quedaron sin nada» difícilmente pueden llamarse «Caridad Fraternal». Gastar millones de dólares en manos del gobierno comunista y su iglesia controlada mientras el gobierno está encarcelando a los obispos y fieles católicos es un insulto directo a la iglesia sufriente.
¿La Iglesia Universal respalda a la Asociación Patriótica al hacer grandes donaciones a ella? Uno no hace una donación a una organización y mucho menos la respalda con millones, a menos que apruebe sus políticas. La cooperación con la Asociación de las organizaciones de la iglesia universal supone respaldarla. Tales apoyos alientan al gobierno chino a continuar con su política actual, entre las que se encuentra la persecución de la Iglesia Católica Romana clandestina. Por ello, tales apoyos prolongan indirectamente la persecución religiosa en China.
Las donaciones de varias instituciones católicas se han utilizado para imprimir biblias en China. En estas biblias, varias de las afirmaciones que explican la supremacía del Papa fueron eliminadas o alteradas. Las donaciones también ayudaron a los seminaristas de la Asociación a estudiar en los Estados Unidos y en seminarios europeos. Estos seminaristas regresarán a China para ser ordenados por la Asociación y servir sólo a ella. En dónde estarán las lealtades de estos seminaristas es obvio.
Además, estas donaciones también construyeron y renovaron iglesias de la Asociación, mientras que a los sacerdotes y obispos leales no se les permite tener ninguna iglesia o sitio para oficiar Misas o celebrar una reunión. A los ojos de los fieles en China, la Iglesia Universal ha respaldado claramente a la Asociación Patriótica y su política en virtud de su generosa donación y su entusiasta participación en sus proyectos.
Por lo tanto, aquellos misioneros católicos y organizaciones que asisten a la Asociación están socavando públicamente la «lealtad a la Santa Sede». En el mejor de los casos, sólo pueden considerarse como organizaciones de servicio social (Ong,s). No están cumpliendo su función primaria de evangelización como organización católica.
CUATRO: Debe alentarse la cooperación con la Asociación Patriótica por el ecumenismo:

En su carta encíclica MORTALIUM ANIMOS del 6 de enero de 1928, el Papa Pío XI condenó ciertos errores de falso ecumenismo «Dado que el Cuerpo Místico de Cristo, de la misma manera que su cuerpo físico, es uno, compactado y bien unido, fue insensato y estuvo fuera de lugar decir que el Cuerpo Místico está formado por miembros que están desunidos y dispersos en el exterior. El que no está unido con el Cuerpo no es miembro de él, ni está en comunión con Cristo, su cabeza «.
Obviamente, la Asociación, que se niega a reconocer la autoridad administrativa, legislativa y judicial del Papa, como hemos explicado repetidamente más arriba, encaja perfectamente con la descripción anterior como «desunida» y por lo tanto «insensato» al decir que se une con el «Cuerpo».
Ningún Concilio Ecuménico de la Iglesia ha contradicho una doctrina propuesta por los concilios anteriores. Todos los documentos de la Iglesia demuestran la evolución del dogma, pero nunca se involucran en una innovación tan radical que contradice las enseñanzas anteriores. Por lo tanto, las encíclicas MORTALIUM ANIMOS y AD SINARUM GENTEM son enseñanzas sólidas independientemente de su edad.
En su última encíclica UT UNUM SINT, el Papa Juan Pablo II se refirió al documento del Concilio Vaticano II titulado DIGNITATIS HUMANAE y dijo: «El ecumenismo… no es cuestión de alterar el depósito de la fe, cambiar el significado de los dogmas, eliminar las palabras esenciales de ellos, acomodar la verdad a las preferencias de una edad en particular, o suprimir ciertos artículos del CREDO bajo el falso pretexto de que ya no se entienden hoy… En cuestiones de fe, el compromiso está en contradicción con Dios que es la Verdad… Un «estar juntos» que traicione la verdad se opondría tanto a la naturaleza de Dios que ofrece Su comunión, como a la necesidad de la verdad que se encuentra en las profundidades de cada corazón humano «.
El verdadero ecumenismo es, por lo tanto, un matrimonio a menudo difícil entre el amor y la verdad. Uno no puede existir sin el otro. El Papa Juan Pablo II enfatizó en la cita anterior que «el compromiso está en contradicción con Dios». Un diálogo sincero requiere una expresión de buena voluntad. Como la Asociación Patriótica está directamente bajo el control del gobierno comunista, ¿no sería la expresión más apropiada de buena voluntad para los líderes de la Asociación influir activamente en el gobierno comunista para que otorgue a la Iglesia Católica Romana perseguida en China la misma libertad religiosa de la que la Asociación Patriótica disfruta? Lamentablemente, no hay evidencia de tal buena voluntad.
CINCO: Es muy arriesgado trabajar con la leal Iglesia Católica Romana (clandestina) porque es ilegal en China:
Los simpatizantes de la Asociación suelen argumentar que ayudar a una «iglesia ilegal», sometida a muchas restricciones hace que los esfuerzos misioneros no sean efectivos e incluso arriesgados.

Si bien debemos hacer un gran esfuerzo misionero, el fruto de la misión es don del Espíritu Santo. Desde la iglesia primitiva, la iglesia católica ha sido considerada ilegal en muchos países y en diversos momentos. Muchos santos se convirtieron en tales porque fueron detenidos por predicar ilegalmente el Evangelio y martirizados. La sangre de los mártires es la semilla de la Iglesia a pesar del estatus «ilegal» de dichos mártires.
Uno de los requisitos previos para convertirse en misionero es su disposición a morir por Cristo. Aquellos misioneros que están del lado de la Asociación Patriótica debido al estatus ilegal de la leal Iglesia Católica Romana deben ser conscientes de que el mandato misionero, dado que proviene de Cristo mismo, es de un orden superior (véase Mateo 28: 16- 20; Juan 20: 21-23). La iglesia leal en China ha crecido de 3 millones a 8 millones, incluso con su «estatus ilegal», la falta de iglesias, las finanzas en bancarrota y la persecución continua durante 68 años.
El milagro aún por certificar en el Santuario de Nuestra Señora de Dong Lu, el 23 de mayo de 1955, es quizás un importantísimo mensaje de aliento de Nuestra Santísima Madre a la Iglesia Católica ilegal y no oficial. Ante 30.000 católicos leales y clandestinos, el Sol, igual que en Fátima, osciló de un lado para otro durante veinte minutos, estando presentes también cuatro obispos, demostrando Dios que, a pesar de su estado y actividades «ilegales», los fieles leales permanecen cerca de Su corazón. Este milagro ha sido confirmado por el Ordinario local.
SEIS: No podemos trabajar con la leal Iglesia Católica Romana, porque no podemos encontrarlos, están todos «bajo tierra»:
«Clandestina» como se describe a la leal Iglesia Católica Romana leal se ha convertido en un término genérico. Estuvieron realmente ocultos hasta hace unos veinte años. Desde 1990, cuando la Iglesia leal pudo organizar su Conferencia Episcopal, se ordenó a los obispos leales a que se aventuraran a darse a conocer. Desde entonces, el paradero de los obispos leales es bien conocido por la policía china. Si bien sigue siendo difícil y arriesgado para un turista visitar a los obispos leales y al clero, ya no es un problema para las comunidades misioneras llegar a ellos.
Gentileza de la Fundación Cardenal Kung

Pues ya ha pactado.
Eso, junto con Amoris Laetitia, Comunión a los protestantes, protección a los obispos/cardenales homosexuales agresivos, alentación de la homosexualidad, «¿quién soy yo para juzgar?», persecución a los institutos y congregaciones «integristas», nombramiento de cardenales amancebados, no arrodillarse en la Consagración y sí ante pastores protestantes y homosexuales «transgénero», aproximación a los masones (Parolín-Bilderberg, B´nai, etc) y sionistas, negación del Infierno, enaltecimiento de Lutero y el protestantismo, loa del Islam y olvido de los mártires que este crea, etc, etc, etc, dá un panorama que cuadra perfectamente con «Pastor Inicuo» de “el fin de los tiempos” profetizado por Daniel y otros profetas, además de nuestro Señor Jesucristo en los evangelios y su Santísima Madre en las revelaciones privadas (Sallette, Fátima, Garabandal, Akita, etc).
El que tenga ojos para ver, que vea.
Y quien no quiera ver, que Dios se apiade de él.