La situación de la iglesia católica en España
“Bienaventurada la Nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que Él se escogió como heredad”. (Salmos 33, 12)
Estoy seguro que no soy la persona más indicada para abordar el tema de la situación actual de la Iglesia en España. Sólo soy un católico de a pie, que por amor a Cristo y a su Iglesia, ni quiero ni puedo quedarme indiferente ante el panorama que contemplo dentro y fuera de mi entorno.
Pero la verdad es que millares de católicos españoles estamos “como ovejas sin pastor”, sumergidos en un abandono incomprensible, que afecta seriamente a la vida de fe y a la dejadez de la práctica cristiana y, digamos claramente, a la galopante apostasía reinante. Me quema el alma el ver y constatar la pasividad, el silencio y la inhibición de los responsables. Me duele el colapso eclesial viendo a los pastores que tienen el deber como maestros de iluminar la conciencia de los fieles, como en múltiples ocasiones lo incumplen y callan como perros mudos que o no sabe o no quieren ladrar, infringiendo uno de sus deberes más graves».
De antemano pido perdón, si mi opinión hiere la sensibilidad de algún lector, pues no es esa mi intención, ya que mi única pretensión es la de concienciar a quienes me lean para, entre todos, en las medidas de nuestras posibilidades podamos poner remedio, al abandono y ausencia de la Jerarquía española ante esta situación de crisis que estamos atravesando y que amenaza anegarnos a todos.
No quiero pecar de pesimismo, pues siempre nos queda la esperanza, pero sí que quiero denunciar como muy grave la situación actual.
La crisis de la Iglesia es notoria, casi 4.500 parroquias sin cura. La iglesia envejece al tiempo que pierde efectivos y adeptos en España, un país cuya población se muestra cada vez menos católica. La celebración dominical pierde un millón de asistentes en una década mientras desciende el número de sacerdotes y un tercio de los autónomos religiosos causa baja en la Seguridad Social, en una década 9.000 frailes y monjas han dejado de cotizar.
Junto con la reducción y el envejecimiento de sus miembros consagrados, la crisis de la iglesia católica tiene un tercer foco en la pérdida de adeptos y seguidores entre la ciudadanía. La Iglesia se vacía de seminaristas, sacerdotes y religiosos. La cantidad de matriculaciones en los seminarios españoles baja cada año. Este curso solo han ingresado 236 alumnos, 46 menos que hace un año. Una caída que repercute en la ordenación sacerdotal: el año pasado cantaron misa por primera vez 135 curas, 60 menos que hace una década.
Más allá de lo formal –casi dos de cada tres españoles se declaran católicos, y más de tres cuartas partes han sido bautizados–, la práctica religiosa y sacramental en nuestro país ha vivido un brusco descenso en los últimos años. Un descenso que se convierte en auténtico desplome cuando cruzamos los datos de bodas, bautizos o comuniones, las grandes celebraciones que históricamente han llenado los 23.000 templos católicos de nuestro país, y que hoy su desplome es un hecho histórico.
Seamos realistas, España ha dejado de ser católica: ya hay más ateos y no creyentes que católicos practicantes. Según indican los barómetros Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) dos de cada tres españoles se declaran católicos, de los cuales un 16,3% acude a misa, algo que, teniendo en cuenta la variación al alza de población y la de creencia a la baja, supone que más de un millón de personas han dejado de ir a misa de manera asidua en los últimos años, mientras que quienes se muestran como ateos o no creyentes supera el 30 %, y un 23 % afirma pertenecer a otra religión distinta.
¡Nunca! ¡Nunca en dos mil años, jamás, ha estado tan ausente el catolicismo español de una crisis tan brutal como la que padece hoy España! Posiblemente porque la crisis empezó cuando la CEE (no digo la Iglesia porque la formamos todos los católicos) se arrepiente, y se hace reto público del hombre que les había salvado la vida, que se llamaba Francisco Franco, ese es el momento.
Después de la quema de las iglesias, el fusilamiento del Sagrado Corazón de Jesús, de la persecución religiosa implacable durante la II República y el Frente Popular y el asesinato de más de siete mil curas, religiosos y monjas, muchas de ellas salvajemente violadas…, resulta que por arte de birlibirloque, a partir de los años 60, los gerifaltes de la Iglesia se pusieron al lado de los que les mataban, pero no para perdonarlos como manda el evangelio. ¡No!, no, se pasaron al otro lado en pura contradicción incomprensible de los que son mal nacidos, prostituyéndose al miedo y la cobardía para apoyar una Constitución atea de la que además de crear las autonomías, verdadero caldo del separatismo y de la segregación de la Patria, salieron las leyes inicuas del divorcio, el adulterio, aborto, despenalización de la blasfemia, los matrimonios de hecho, etc. Es el modelo travesti, políticamente hablando, de todos los desagradecidos y mal nacidos, que son hoy lo que son gracias Franco.
Hemos de ver algún cardenal pronto transexual porque casi obispos trasvertis es lo único que no dejamos de ver, políticamente hablando. El padre Ángel es la avanzadilla de esta degradación total de la Iglesia en España. Naturalmente es ejemplo del trastorno acaecido, a partir de ahí, ¡que quieren ustedes!
¡Vaya, vaya!, yo pensaba que la CEE tras haber propiciado con su apoyo a la Constitución atea del 78 y haber causado la perdida de la Unidad Católica de España, se encontraba a gusto con su separación del Estado, pero veo con pasmo que no, ya que después de ofrecer su sustentáculo a la apostasía nacida de la Constitución, y al colaborar ayer dando cobijo en sus sacristías al nacimiento de ETA negándose a dar funerales a las víctimas, hoy siguen enganchados con los separatistas, colgando esteladas en los campanarios de sus iglesias y alineándose con ellos firmando un manifiesto en defensa de la celebración de un referéndum ilegal, y que no es precisamente una pastoral, sino políticamente un delito de sedición y rebelión para legitimar unas aspiraciones separatistas que quieren romper la Unidad Territorial de nuestra Patria.
Es una vergüenza que gente que vive de la Iglesia Católica, y, que tenía que ser ejemplo de sensatez y unidad, manifieste estas opiniones para apoyar la división desde unas razones secesionistas, llenas de odio, resentimiento y violencia, … ¡Todo muy evangélico!
Estos 282 sacerdotes -y el obispo de Solsona, si es verdad que les ha apoyado- están desobedeciendo y saltándose a la torera el mandato de San Pablo a sus hermanos cristianos acerca de la obediencia a los legítimos gobernantes, a las autoridades establecidas (Rom. 13,1-2: “Todos han de someterse a las potestades superiores; porque no hay potestad que no esté bajo Dios, y las que hay han sido ordenadas por Dios. Por donde el que resiste a la potestad, resiste a la ordenación de Dios; y los que resisten se hacen reos de juicio.”).
Además, la desobediencia que propugnan estos clérigos, no es para gloria de Dios, sino más bien para entronizar un estado masónico -su bandera lo prueba- y anticristiano. Es decir, es satánico.
Contestad clero separatista, si el amor viene de Dios y el odio del demonio, ¿a quién servís de los dos señores, a Jesús o a la CUP y ERC? Lo único que me da a entender vuestras posturas es que sois más sediciosos que cristianos, y formáis parte de esa cantidad de clérigos que están viviendo sin fe, dentro de la Iglesia, porque no valéis para otra cosa. Así que, dejaos de politiqueos, sed hombres de Dios, comportaros como tales, convertíos y anunciad el evangelio. Sed ejemplos de caridad y no de odio, porque, a pesar de vuestras petulancias nacionalistas, se os pedirá cuentas, como a todos, de vuestras acciones.
Quisiera lanzar una pregunta a jerarquías superiores: Con todo lo que está cayendo en España últimamente por el problema catalán, la apostasía reinante y todo lo que está por venir ¿ni la Conferencia Episcopal Española ni el Vaticano tienen nada que decir?

De algunos años para acá, especialmente, se están viviendo muchos particulares «camino de Damasco» entre los católicos. Motivados, sobre todo, por la constatación -más evidente cada día que pasa- de las desastrosas consecuencias que ha tenido -y tiene- para la Iglesia de Roma el infeliz Concilio Vaticano II.
Pero, me pregunto, ¿son sinceras esas «neoconversiones», o están forzadas por las tristes circunstancias que se detallan en este artículo?, ¿sucedería lo mismo, permaneciendo todo lo malo exactamente igual, si los templos y seminarios estuviesen llenos a rebosar?, ¿Judas Iscariote hubiera sido considerado menos o más traidor, si el pago por su felonía hubiese tenido un montante diferente al que conocemos?
«El que tenga oídos, que oiga.» (Mateo 13 : 9)
¿De verdad hay alquien que se extrañe de que una institución que se ha dedicado durante 2000 a enriquecerse gracias a promover la ignorancia del pueblo, y que en nuestra historia más reciente ha dado muestras de la actitud más miserable al dar cobijo y protección a los crímenes de pederastas con sotana -lease curas catolicos-que han destrozado la vida de cientos de miles de niños inocentes a lo largo y ancho del mundo, esté perdiendo el favor del ciudadano de a pie?.
Solamente cuando la gente puede elegir en plena libertad(no cuando se impone la fé por la fuerza como ocurrió aquí durante 40 años) es cuando se ve el grado de interés de la gente hacia la religión católica.Es decir ninguna!!.
La religión católica tuvo su momento gracias a que era impuesta obligatoriamente.
Tranquilos,con la riqueza acumulada en estos años tienen para vivir otros 2000 a cuerpo de rey..
Estimado seguidor: ¿Pero de verdad hay todavía alguien que sostenga ese discurso plagado de afirmaciones sin argumentos ni menos aún documentos’ ¡Qué pena, de verdad! Saludos cordiales
No sé si les sirve como documento:
https://www.diariosur.es/sociedad/principales-casos-sacerdotes-espanoles-abusos-sexuales-menores-20190220145059-ntrc.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.google.com%2F
https://www.20minutos.es/minuteca/pederastia-en-la-iglesia/
Debe ser que la Justicia está equivocada o peor aún, vendida sin remedio a las fuerzas ateas del mal.
No hay pero ciego que el que no quiere ver.
saludos