La vacunación contra el Covid-19: el crimen perfecto (III/V)

LA DERIVA TOTALITARIA

¿Por qué asistimos en el mundo entero a tal derroche de medios para un virus que en resumidas cuentas mata apenas más que una gripe estacional? En efecto, no mataría más que al 0,05 % de las personas infectadas y en su inmensa mayoría a personas mayores con una edad media de 84 años, cuando la esperanza de vida es de 82 años. Es lo nunca visto en toda la historia de la humanidad…

¿Merece esto un cambio total de civilización, trastocar nuestro modo de vida, nuestras relaciones e interacciones sociales? En suma, ¿perder para siempre lo que constituye la esencia misma de la vida y de nuestra humanidad? ¿Un “Gran reseteo” como les gusta decir a los dirigentes del “Foro Económico Mundial”?

¿Por qué no han hecho la más mínima consulta popular para gestionar toda esta crisis que compromete e impacta en profundidad en las vidas de todos nosotros? Esta elección radical de una nueva sociedad, incluso de una civilización, ¿no es ante todo una elección ciudadana que debería incumbir al pueblo y no a una camarilla de tecnócratas mundialistas elegidos por nadie?

¿Cómo puede ser que la salud de millones de personas en el mundo dependa de la voluntad única de un puñado de poderosos megalómanos y en particular de un tal Bill Gates, ese informático y temible hombre de negocios poco escrupuloso, ese falso filántropo que nada tiene que ver con el campo médico y sanitario? Ironías de la vida, antes de interesarse tan de cerca por nuestra salud, ¡era especialista en virus, pero informáticos!

¿Por qué desplegar tal derroche de medios coercitivos, represivos y de vigilancia para un asunto que sería relativo a la salud pública? Así, en plena Pandemia nos sorprenderemos de cruzarnos paradójicamente con más patrullas de policía o más drones que ambulancias.

Otra odiosa deriva totalitaria de este nuevo mundo absolutamente invivible e infernal: se fomenta también la división de la población, se alienta la delación, como en una de las más oscuras y funesta épocas de nuestra historia. Por ejemplo, algunos ayuntamientos consideraron conveniente organizar patrullas mal llamadas ciudadanas con actores locales y asociativos para vigilar la Nochebuena y la Nochevieja y asegurarse como buenos capos de la brigada sanitaria que se respetaran al pie de la letra las consignas gubernamentales… Algo que recuerda mucho el experimento social que se llevó a cabo en la prisión de Stanford, en el que se daba autoridad a todo un grupo de individuos corrientes sobre otro grupo, con poder para vigilar y castigar a estos últimos… Algunos, llenos de esta nueva autoridad que les era conferida, se prestaban entonces perfectamente al juego, convirtiéndose en celosos guardianes del poder.

¡Ahora todo el mundo vigila a todo el mundo, y todo el mundo desconfía de todo el mundo! Es decir, que se ha organizado una sociedad paranoica y kafkiana alcanzada mediante un contagio delirante.

Por añadidura, desde el principio de la pandemia, ya no se cuentan los abusos de poder y la violencia gratuita de las fuerzas del orden, o de simples seguratas. Y así hemos podido asistir incrédulos a escenas surrealistas como:

  • Una señora mayor con Alzheimer sancionada por haber consignado mal la hora en su ficha de salida; ¡un médico en una urgencia multado por no respetar el toque de queda!
  • Un padre obligado a bajarse con su familia de un tren antes de ser bloqueado en el suelo delante de su hijita deshecha en llanto, por llevar simplemente una mascarilla considerada demasiado floja.
  • En nuestro país vecino (en España) hemos visto incluso a una señora inmovilizada en plena calle con una pistola eléctrica y abucheada por no llevar mascarilla.
  • En Australia, hemos visto también al guardia de seguridad de un hotel de Melbourne agarrar a un adolescente sin mascarilla y apretarle literalmente la garganta para asfixiarlo hasta que perdió el sentido y lo arrastró por el suelo como una muñeca de trapo totalmente inerte.
  • En Bélgica, donde las medidas en Nochebuena y Nochevieja fueron particularmente drásticas, vimos, tras la odiosa denuncia de los vecinos, a un escuadrón de policías desembarcar manu militari en el domicilio de un particular que había cometido el crimen de invitar a demasiados comensales, saltándose las instrucciones oficiales sobre el confinamiento. Tras un intercambio de palabras muy tenso y filmado, la propietaria de la casa, una mujer de cierta edad, fue víctima del desencadenamiento de una violencia inaudita y acabó tirada en el suelo y aporreada por un policía desatado, con el rostro tumefacto por efecto de los golpes… ¡Inimaginable!
  • En Quebec, en plena Nochebuena, cinco policías intervinieron muy agresivamente en un domicilia particular, llegando incluso a sacar al hijo más joven fuera de la vivienda, antes de golpearlo y rociarlo con gas pimienta.
  • En Bélgica, un propietario y sus invitados, entre los cuales estaban un profesor y su pareja, fueron literalmente molidos a palos, aporreados y esposados por la policía. Su único crimen: haber tenido la osadía de pasar la Nochebuena cuatro adultos y dos niños… El hombre, padre de familia, juzgado poco cooperante, fue incluso apuntado directamente con un arma de servicio ante su hijo aterrorizado que gritaba “¡No matéis a mi papá!” Un acto de terrorismo sanitario intolerable que merecía sin lugar a dudas una buena corrección. Pero tranquilos: por el bien y la seguridad de todos, aquellos dos criminales en potencia, verdaderos peligros públicos para el bienestar de la sociedad y la salud de sus conciudadanos, terminaron la velada en una celda de la comisaría, bien vigilados…

Es obligado constatar que desgraciadamente estos hechos tan surrealistas y chocantes parecen multiplicarse ahora por todos los rincones del mundo, no siendo pues epifenómenos. Las más elementales libertades son pisoteadas y puestas en tela de juicio. Los policías parecen poder actuar con toda impunidad, sin duda protegidos por sus mandos. Semejantes desmanes son tanto más alarmantes cuanto que conciernen manifiestamente a ciudadanos corrientes y a familias sin problemas particulares ni antecedentes con la policía… Nadie se libra de este derroche de violencia que puede abatirse hasta en la intimidad de nuestro domicilio. ¿Será acaso el regreso de las “SS”, rebautizadas para la ocasión como “Servicios Sanitarios”? En cualquier caso, no deja de ser paradójico y totalmente inconcebible que se empiece a tener más miedo de las fuerzas del orden que de los delincuentes… Se supone que los policías deben ante todo proteger a sus ciudadanos y no actuar como milicias para servir y proteger a no se sabe quién.

Rémi Salomon

Por lo demás, es legítimo también inquietarnos viendo cómo el estado se inmiscuye en nuestra vida privada, en nuestra intimidad para manifestar veleidades de vigilancia, de regulación y de control, como por ejemplo en Nochebuena y Nochevieja, ordenando que no seamos más de 6 en la mesa, que no cantemos durante la fiesta y que no compartamos el roscón con los abuelos, los cuales, para no exponerse, deberían quedarse confinados en la cocina, como sugiere el nefrólogo pediatra Rémi Salomon.

¿Cuál será la próxima etapa de esta locura furiosa, de estas insoportables injerencias: prohibirnos que hablemos demasiado alto o simplemente que hablemos, para no difundir micropartículas del virus en el ambiente? ¿O prohibirnos que pronunciemos determinadas consonantes y otros sonidos que serían susceptibles de expulsar más gotículas de saliva a la atmósfera? ¿La salpicadura de saliva se convertirá en un acto terrorista? ¿Hay que condenar ciertas palabras del diccionario por constituir un alto factor de riesgo? O mejor aún, para cortar por lo sano todo potencial riesgo de propagación, ¿va el estado a imponernos en un futuro próximo un implante cerebral que nos permita comunicarnos telepáticamente con nuestros interlocutores? O incluso ¿nos van a prohibir hacer el amor al modo convencional, salvo por supuesto en modo “Gloryhole”, con una placa de plexiglás obligatoria que haga de pantalla de protección? ¿No habrá que privilegiar ciertas posturas sexuales como la sodomía, al no implicar el vis-à-vis con la pareja? ¿Dónde podemos encontrar la lista oficial del gobierno de las posturas autorizadas del Coronasutra?

En relación con el “distanciamiento social”, algunas empresas están pensando ahora en equipar a sus empleados con una caja antiacercamiento físico, como el grupo sueco “Essity”, que desencadenaría un sonido de 68 decibelios en cuanto se traspasara la zona… O sea, salvando las distancias, un dispositivo comparable al que disuade a los perros de ladrar…  ¿La etapa siguiente será la de infligir descargas eléctricas a los más rebeldes y recalcitrantes de nosotros? ¿Hemos entrado en una fase de domesticación terminal del ser humano? Recordemos que lo propio del ser humano es, como decía Aristóteles, ser ante todo un animal social.

En Inglaterra, los ministros han llegado a debatir la necesidad de impedir a las personas que se hablen en la calle, en los supermercados, e incluso impedirles que salgan de su domicilio más de una vez por semana. Esta locura es imparable.

No nos engañemos: todas estas medidas no son una lucha para salvaguardar la salud y la vida, sino para destruirlas…

Esta confusión entre lo que pertenece a la esfera privada y a lo público, así como las veleidades del Estado de regirlo todo, desde el modo de vida a las interacciones sociales y familiares llevan la firma del totalitarismo.

Una cosa es segura, con esta crisis sanitaria, asistimos por parte del estado a una demostración de poder omnímodo y a una mezcla particularmente malsana de infantilización total de sus conciudadanos y de culpabilización y represión en todo momento.

Alexandra Henrion-Claude

Como dice muy acertadamente la genetista Alexandra Henrion-Claude, en un vuelco extraordinario, a todos se nos supone enfermos y contagiosos, hemos perdido nuestro derecho a que en principio se nos suponga sanos. Un poco como si en la justicia la presunción de inocencia quedara definitivamente desterrada y fuéramos considerados por naturaleza criminales en potencia. ¿Qué sociedad puede seguir funcionando basándose en semejante postulado?

¿Cuál es el sentido de esta nueva vida que tratan ahora de imponernos? ¿Vivir plenamente no supone afrontar los imprevistos, la inseguridad de los accidentes, de las enfermedades e incluso, en última instancia, de la muerte? ¿Vivir no implica asumir aquello que nunca podremos controlar? ¿La mayor lección de filosofía que nos ofrece la vida no es precisamente aprender a morir? ¿La sabiduría suprema no es integrar la muerte como parte de la compleja ecuación de la vida?

¿Cómo puede uno resignarse a dejar de vivir por miedo a morir?

Como diría el cantante Jacques Higelin: “Los que tienen miedo a morir suelen tener miedo a vivir. Respiran con prudencia esperando el fin.”

¿Qué sentido tiene una vida privada de todo lo que la dota de valor, de lo que la hace tan preciosa, única y auténtica, a saber: las emociones, las risas y las sonrisas, la despreocupación, el amor, el compartir, los encuentros, la evasión, los descubrimientos, el ocio?

Desde ahora estamos sumidos en un programa de muerte, conducidos por estas élites psicópatas, supuestamente filantrópicas en una sociedad ultracontrolada, artificial, aséptica y deshumanizada. En este mundo, la única actividad humana que parece tolerarse aún es el trabajo.

En el futuro, en esta nueva forma de dictadura digital,  ¿nos van a obligar a vivir nuestras vidas por poderes, como si ya hubiésemos muerto? Forzados a comunicarnos con los nuestros exclusivamente por las redes sociales con pantallas interpuestas, a viajar o a hacer deporte con casco virtual, a ir al cine en nuestro salón o viendo series de Netflix, a ir de compras en línea con Amazon?

Por otra parte, desde hace meses, hemos visto cómo se ha pisoteado la libertad de expresión en muchos temas. ¡Ésta ha sido la primera gran víctima del virus, junto a la razón y el buen juicio. Se han censurado todas las voces disidentes que se elevaban por el mundo para denunciar las numerosas disfunciones en la gestión de esta crisis sanitaria y en particular en las redes sociales y en las plataformas como YouTube y Facebook, so pretexto de luchar contra las “Fake News”. ¿Es ese el papel conferido  a estas plataformas sociales que por el contrario deberían empeñarse en asegurar una perfecta neutralidad, sirviendo simplemente de canal a las informaciones que vehiculan? En realidad, no podemos sino constatar tristemente que los algoritmos de las redes sociales y  los “fast-checkers” se han convertido en instrumentos de censura y de propaganda, mucho más que en garantes independientes de la verdad. Recuerdan muy mucho al ministerio de la verdad de la novela “1984” de Georges Orwell… Sirven de coartada para imponer una censura masiva y generalizada. Y así, Facebook se permite censurar cualquier postura crítica con respecto a las vacunas. Este nivel de censura en las redes sociales no tiene precedente y nadie se libra, ni siquiera el anterior Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, el cual vio cómo le bloqueaban su cuenta oficial de Twitter tras los agitados incidentes ocurridos en el Capitolio. ¡Lo nunca visto, una situación inaceptable, independientemente de lo que cada uno piense del personaje!

Una de las características principales de un sistema totalitario es la omnipresencia de la propaganda y hay que reconocer que en esto vamos bien servidos… Desde hace meses somos el blanco de una propaganda permanente, con mensajes incesantes, intempestivos y en todas partes. Es decir un martilleo de la mente, un verdadero lavado de cerebro, tanto en las ondas de radio, en los carteles de las tiendas, en los transportes públicos, en las noticias, en las cadenas de información continua, en los anuncios de televisión, en los dibujos animados para niños. No nos ahorran nada y algunas veces culpabilizan de manera insoportable a los individuos, como en ese spot del Estado francés, en el que vemos a una señora que celebra un cumpleaños, un momento de convivencia familiar, y acaba en cuidados intensivos…

Una violencia simbólica extraordinaria, insoportable, destinada a condicionar e influir en las mentes durante mucho tiempo.

«La propaganda es el brazo ejecutivo del gobierno invisible» (Edward Bernays)

Y con respecto a la vacuna, se siguen los grandes principios de la propaganda del marketing y de las relaciones públicas de los que gusta Edward Bernays, utilizando a influencers, a celebridades y personajes públicos para empujar a la población a dar el paso. De este modo, más de 200 personalidades del mundo de la cultura, Arielle Dombasle, Daniel Auteuil, Nagui, o Grand Corps Malade entre otros, hicieron el jueves 7 de enero una llamada en favor de la vacunación contra el COVID-19.

También los médicos están cada vez más amordazados, a pesar de que en una crisis “sanitaria”, su voz debería ser escuchada y respetada con prioridad. Ya no pueden hablar libremente, en particular sobre la cuestión de las vacunas, tras un decreto absolutamente inicuo publicado por el gobierno la víspera de Navidad para limitar su libertad de expresión. ¡A partir de ahora les está prohibido hablar fuera de la Doxa emitida por el Colegio de médicos! ¡Para colmo, se ha lesionado su libertad de prescripción con ocasión de la crisis sanitaria, concretamente de la hidroxicloroquina! ¡Gravísimo!

Eso sin hablar de algunos médicos a los que la dirección de su hospital ha despedido sin más, en plena crisis pandémica, cuando es precisamente más inaceptable. ¡Locura total! Es el caso del médico anestesista y reanimador Pascal Sacré, el cual, por haber denunciado la calamitosa gestión de la crisis sanitaria, poniendo en evidencia numerosos fallos, fue despedido de un día para otro de un centro en el que llevaba trabajando 9 años sin problema alguno, por delito de opinión, como un impresentable.

profesor Jean Bernard Fourtillan

Y hay casos peores, como el del profesor Jean Bernard Fourtillan, experto en farmacología y toxicología, que fue detenido arbitrariamente e internado en un hospital psiquiátrico. Este profesor había intervenido en el documental tachado de conspiracionista “Hold-Up”, que fue censurado en todas las plataformas de difusión. En él Fourtillan acusaba directamente al laboratorio farmacéutico Pasteur de estar implicado en la creación del virus, que sería según él artificial, en lo que coincide con las declaraciones del premio Nobel Luc Montagnier y las de la genetista Alexandra Henrion-Claude. Tendría en su genoma secuencias enteras del VIH.

Por cierto que esta hipótesis de un virus creado por el hombre está muy lejos de ser absurda, pues está claro que tiene unas propiedades absolutamente inéditas y extraordinarias. En efecto, al contrario que los virus habituales, no parece ser en modo alguno estacional, de forma que se da a lo largo de todo el año, en verano como en invierno. La fuga del virus del laboratorio de Wuhan parece ser la hipótesis más verosímil para explicar su origen, como afirma Matthew Pottinger, uno de los más altos responsables del gobierno americano de la administración Trump. Incluso los dirigentes chinos admiten ahora que la historia del mercado de animales de Wuhan era falsa. Ese laboratorio P4 de virología de alta seguridad, fruto de la cooperación entre Francia y China, fue inaugurado en 2017 por Yves Lévi, marido de Agnès Buzyn… Es importante saber que por todo el mundo muchos laboratorios de alta seguridad de nivel P3 o P4 están jugando literalmente con fuego y a aprendices de brujo, modificando y recombinando a placer virus mutantes para hacerlos más mortales y transmisibles al hombre, como quedó confirmado en un intercambio televisual surrealista del magazin “Science et Vie TV” presentado por Gérôme Bonaldi. Los científicos habrían manipulado el temible virus H5N1 de la gripe aviar, para alterar su patrimonio genético y permitir que infectara más fácilmente al hombre, pudiendo traspasar la barrera de las especies para pasar de los pájaros a los humanos. Uno no puede dejar de preguntarse cuál es la verdadera finalidad y pertinencia de tales investigaciones, con el supuesto objetivo de anticiparse a los riesgos de la madre naturaleza y ¡que encima exigen de paso financiaciones públicas extemadamente caras!

Volviendo al Pr. Fourtillan, ¡las fuerzas del orden se presentaron en su domicilio confiscándole todos los ordenadores y tras ser convocado ante un juez por procedimiento urgente, fue internado contra su voluntad en un hospital psiquiátrico! Métodos dignos de la Stasi, policía política de la RDA, en tiempos de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, que encerraba a los opositores al régimen en centros especializados para acallarlos.

Aún más preocupante es que empiezan a hablar de la posibilidad de ingresar a los casos positivos Covid en campos de internamiento, a pesar de que los tests carecen de fiabilidad. En efecto, en la cadena LCI se sugirió la hipótesis de separar a los miembros de una misma familia, incluso a los niños de sus padres! ¡Delirante!

En Canadá se trató en el parlamento de la implementación y la construcción de cuarenta campos de confinamiento, cuya finalidad es muy obscura, aunque oficialmente se presenten como lugares de aislamiento para viajeros procedentes de otros destinos. Perfectamente podrían tratarse por ejemplo de lugares de detención para los recalcitrantes a la vacuna. Lo cierto es que todo ello interpela y preocupa verdaderamente, sobre todo cuando se comprueba el abismal desequilibrio entre la radicalidad de las medidas tomadas y la virulencia efectiva del virus…

En realidad, paradójicamente, en el discurso oficial se habla muy poco de tratamientos curativos. Y en cambio se observa una deriva totalitaria cuyo fin sería la seguridad, con un ejecutivo desatado que se atribuye plenos poderes so pretexto de urgencia sanitaria. Como un golpe de estado pero sin llamarlo así.

Jacques Attali

Jacques Attali, este hacedor de reyes que murmura al oído de los Presidentes desde hace décadas, verdadero cerebro gris agazapado entre las bambalinas del poder, también nos habla de un “estado de emergencia permanente”, en nombre del principio de precaución. Pero entonces ¿qué diferencia hay con un régimen dictatorial si el régimen de excepción se convierte en norma? Y ¿por qué ese mismo principio de precaución alegado para esto, no vale cuando se trata de las vacunas, las cuales sin embargo van a tener un impacto directo sobre nuestra salud, amenazando nuestra integridad física?

En esta dinámica liberticida, el gobierno ha adoptado también una escandalosa y mal llamada ley de seguridad global que impide filmar a la policía en el ejercicio de sus funciones cuando interviene en un espacio público. Evidentemente esto les asegura la mayor impunidad para las futuras acciones represivas… Nótese que al mismo tiempo que se instaura esta opacidad para el poder y sus manos ejecutoras, se exige una cada vez mayor transparencia al ciudadano de a pie, al cual se sigue, se rastrea, se espía, se escucha permanentemente. Y en materia de salud, se trata de acabar con el secreto médico en relación a la vacuna.

Paralelamente a esta nueva ley inicua, a principios de diciembre el gobierno autorizó discretamente el registro de las opiniones políticas o la pertenencia a organizaciones sindicales, mediante la publicación de decretos que amplían el campo de acción de tres ficheros a los que tienen acceso determinados servicios de información así como las fuerzas del orden. Los individuos considerados peligrosos para la “seguridad pública” podrán ser clasificados en tres ficheros. A partir de ahora podrá constar en ellos las opiniones políticas, filosóficas y religiosas, los comportamientos y los hábitos de vida, los desplazamientos, las prácticas deportivas o las actividades en las redes sociales.

Y cuando en una entrevista se le hace ver a nuestro malquerido reyezuelo, a este triste sire de Macron, a este tirano en potencia de Júpiter, que ha entrado de lleno en una deriva totalitaria y que está transformando progresivamente el país en una dictadura, se encoge de hombros desdeñosamente con soberano desprecio, antes de sacudirse el polvo de la chaqueta, como el agua que resbala por el plumaje de un pato… Dando a entender así claramente que le importa un bledo, y contestando con la ordinariez que le caracteriza “Me la refanfinfla”…

Por lo demás, ¿por qué, salvo alguna que otra excepción, semejante uniformidad a lo largo y ancho del mundo en la gestión de esta crisis sanitaria, las mismas incoherencias en todas partes, las mismas mentiras y manipulaciones, los mismos métodos, como si todos los países obedecieran a una misma estrategia y a un plan de conjunto, con una hoja de ruta bien precisa dictada por instancias supranacionales?

De hecho, todo anuncia que un inmenso peligro amenaza no sólo nuestra salud, sino también nuestras libertades fundamentales e inalienables, pues se habla cada vez más de introducir un pasaporte de vacunación… Instrumento totalitario donde los haya y verdadero salvoconducto que nos permitiría seguir viviendo más o menos normalmente en esta nueva sociedad aséptica, hipernormalizada y vigilada. El acceso a la escuela, a los transportes, los comercios y los empleos estaría entonces condicionado por este carnet subcutáneo de vacunación. ¡Qué odioso chantaje! En términos jurídicos se trata pura y llanamente de una extorsión del consentimiento. ¿Cómo pueden entonces invocar la democracia, con la implementación de semejante sociedad de dos velocidades, relegando a determinados individuos al estado de infraciudadanos, de parias, cuya única e imperdonable falta, su mayor crimen, sería haber querido seguir siendo humanos auténticos e incorruptibles. Estos, que habrán rechazado este tipo de progreso a marchas forzadas, serán los chimpancés del futuro, el último eslabón de la evolución, infrahombres, frente a los superhombres aumentados. Hay que entender que en el mundo que ambicionan, en esa nueva edad de oro, ya no habrá sitio para lo humano, todo estará robotizado y automatizado, habiéndose hecho superfluos los trabajadores laboriosos. Un mundo dividido en Dioses e inútiles, estos últimos seres sustituibles, según el odioso papa francés del transhumanismo, Laurent Alexandre. Un mundo furibundamente parecido al de la sociedad descrita en la profética película “Elysium”, en la que sólo hay dos clases, los megarricos y los demás. Esta casta de privilegiados por encima del mundo vive en órbita, en “Elysium”, una estación espacial con forma de pentagrama, una tranquila arca celestial preservada del caos. Se trata de un gueto espacial para ricos, ultramoderno y de alta tecnología, totalmente separado de las ruinosas ciudades dormitorio terrestres y del resto de la población, que se debate como puede envuelta en todo tipo de tráficos para asegurarse su supervivencia cotidiana.

Todo hace pensar que vamos a asistir a la extensión global del modelo chino de control de la población, con la instauración de un sistema de crédito social, apoyado por una nueva moneda electrónica desmaterializada, asociada a un control digital integral y permanente de nuestras vidas y de nuestros comportamientos. O sea, la emergencia de un temible y tiránico sistema tecnocrático, capaz de cortar los víveres de un día para otro al menor disidente u opositor a este sistema despiadado.

Quedando así el poder de compra y la libertad de desplazamiento subordinados a su comportamiento y a su sumisión a las normas dictadas e impuestas por el sistema.

Todo ello recuerda exageradamente a muchas novelas distópicas de anticipación como “1984” de Georges Orwell o “Un mundo feliz” de Aldous Huxley o incluso al texto profético y bíblico del “Apocalipsis” de San Juan, con su famosa “marca de la bestia” sin cuya imposición “nadie podría comprar ni vender”. Tanto más cuanto que la enzima luminescente de la vacuna “Moderna”, un colorante fluorescente de puntos cuánticos, que indicaría o no la vacunación en regla ¡se llama “Luciferasa”! Se trata de minúsculos cristales semiconductores que reflejan la luz y brillan bajo los infrarrojos.

Rudolf Steiner

A este respecto, recordemos el asombroso aviso del ocultista Rudolf Steiner: En el futuro, eliminaremos el alma con la medicina. Con el pretexto de un “punto de vista sanitario”, habrá una vacuna mediante la cual se tratará al cuerpo humano lo antes posible directamente al nacer, para que el ser no pueda desarrollar el pensamiento de la existencia del alma y el Espíritu. (…) Una vez desprendido el cuerpo etéreo, la relación entre el universo y el cuerpo etéreo se haría extremadamente inestable, y el hombre se convertiría en un autómata, pues el cuerpo físico del hombre ha de estar vinculado a la Tierra por la voluntad espiritual.”

Robert Francis Kennedy Jr.

En cualquier caso ¡qué maravillosa herramienta de sometimiento una pandemia que permite imponer una tiranía bajo la cobertura de obrar por humanismo en pro de la salud del prójimo!… Tal y como afirmó Robert Francis Kennedy Jr., sobrino de JFK, en su histórico discurso de Berlín pronunciado con ocasión de la marcha contra los ataques a las libertades fundamentales: “A los gobiernos les gustan las pandemias. Y les gustan las pandemias por la misma razón que les gustan las guerras. Porque les dan la posibilidad de imponer a la población unos controles que jamás aceptarían de otro modo.” Gracias a las medidas sanitarias, las concentraciones y manifestaciones se hacen más difíciles, cuando no se prohíben, y a la gente le cuesta cada vez más intercambiar informaciones. El virus, como el terrorismo, constituye un precioso aliado del poder, ya que ambos son enemigos invisibles e inaprehensibles. Estas dos amenazas permiten, pues, instilar y mantener un miedo constante en los individuos. Un miedo que los sume en un estado de sideración permanente, que paraliza su capacidad de reflexión y reacción. El virus puede estar por todas partes y todo se vuelve peligroso, incluidos sus hijos o sus padres. Esto es algo ideal para implementar medidas liberticidas inéditas de control social sobre la población. La gente asustada es mucho más dócil. Tiene tendencia a ponerse totalmente en manos de su gobierno, el cual es visto entonces como el salvador providencial, el único que puede conjurar el peligro y resolver el problema. Y con la sociedad de lo digital y del teletrabajo a ultranza que se instaura, tienen ya el poder para vigilar y controlarlo todo. Klaus Schwab lo ha dicho: “Para contener la pandemia de Coronavirus será necesaria una red de vigilancia mundial.”

Y lo que es particularmente pernicioso y perverso es que, gracias al tótem intocable de la salud, aquellos que se oponen a esta deriva totalitaria son culpabilizados, tachados de conspiracionistas, de egoístas irresponsables, e incluso de peligro público. ¡Todo es absolutamente maquiavélico!

Goering

A propósito del pensador Maquiavelo, ya decía en su época que: “¡Aquel que controla el miedo de las gentes se convierte en el señor de sus almas!” ¿No es acaso a esto a lo que estamos asistiendo: una sociedad que pierde toda su alma, porque el miedo ha invadido los corazones y envenenado los espíritus? Tal y como relata Robert Kennedy Jr., hace 75 años Herman Goring declaró en el proceso de Nuremberg; le preguntaron: “¿Cómo consiguió que los alemanes aceptaran todo esto?” Y respondió: “Es fácil, no tiene nada que ver con el nazismo. Tiene que ver con la naturaleza humana. Se puede hacer en un régimen nazi, en un régimen socialista, en un régimen comunista, se puede hacer en una monarquía y en una democracia. Lo único que un gobierno necesita para transformar a las personas en esclavos es el miedo. Y si se puede encontrar algo con lo que asustarlos, se les puede hacer lo que se quiera”.

Y esta avalancha totalitaria, esta irrefrenable marea de fondo no está próxima a detenerse, pues Macron ya ha anunciado en una entrevista sobre las próximas elecciones presidenciales: “Quizá no pueda ser candidato. Quizá tenga que hacer cosas duras durante el último año, en los últimos meses, porque las circunstancias lo exijan, que hagan imposible que pueda ser candidato.” He aquí una declaración de lo más inquietante y cargada de implícitos y que sin embargo no tiene sentido, dado que la vacuna que se presenta como la solución milagrosa está a punto de llegar…

¿Estas decisiones tan duras e impopulares podrían ser la separación de los hijos de los padres de la que habló la Organización Mundial de la Salud, y también la reina de Inglaterra en una de sus alocuciones? Por su parte, Jacques Attali no se anduvo con rodeos cuando declaró el 11 de abril de 2020 en France 24: “En todos los países habrá que aislar al contagiado de su propia familia.”

Drosten

El renombrado abogado alemán Reiner Fuellmich, que en el pasado se dio a conocer por acusar a la Volkswagen y también al Deutschbank de fraude y corrupción, refiriéndose a esta Pandemia no duda en hablar de la posibilidad de un crimen contra la humanidad de gran amplitud. Califica a esta crisis sanitaria de “Escándalo del Corona”, considerándola el mayor asunto de delito civil de todos los tiempos. En particular subraya la dudosa fiabilidad de las pruebas PCR de Drosten, en las cuales se basan sin embargo todas las medidas sanitarias y las privaciones de libertad que se derivan de ellas, confinamientos, distanciamiento social y uso obligatorio de la mascarilla. Causa todo ello de unos daños colaterales y unos perjuicios inconmensurables para las poblaciones del mundo entero con quiebras en cascada, dramas humanos, traumas y un retroceso de las libertades públicas sin precedente.

Para terminar este capítulo sobre la deriva totalitaria, no olvidemos nunca que una libertad suspendida temporalmente suele perderse para siempre y que las medidas provisionales no tardan en imponerse a todo el mundo como nueva norma. Recordemos, para terminar, la tan acertada advertencia de Benjamin Franklin: “Un pueblo dispuesto a sacrificar un poco de libertad por un poco de seguridad no merece ni la una ni la otra y acaba perdiendo las dos.”

Es obligado constatar que se dan todos los ingredientes del totalitarismo: mentiras y propaganda de estado, fichaje y vigilancia de la población, pérdida de la vida privada y del secreto médico, amenazas, presiones, chantaje, censura, campañas difamatorias, represión y violencia gratuita, abusos de poder, así como casi total ausencia de contrapoder en la prensa y a nivel político. Todas las luces de alarma están encendidas…

Pueblos del mundo, con esta crisis sanitaria, que no es en realidad más que la pantalla de una crisis sistémica mucho más profunda, hemos llegado claramente a una encrucijada. Es el momento de abrir los ojos, de tomar postura, de implicarse, de resistir y de levantarse para volver a tomar las riendas de nuestro destino colectivo, para decir definitivamente no a todas estas locuras y proyectos mortíferos, que ya no tienen nada de humano.

Es el momento de optar por una forma de desobediencia civil  masiva, porque cuando el poder entra en tal dinámica totalitaria, cual rodillo compresor o engranaje infernal, que actúa de manera tan irresponsable y desproporcionada en la toma de decisiones impuestas unilateralmentel, es la única salida para poner fin a esta implacable huida hacia adelante.

Tengamos siempre presente que toda crisis contiene en sí el germen de la renovación y constituye un tiempo de oportunidad, un punto de inflexión histórico, la posibilidad de elegir una nueva sociedad más humana y menos tecnocrática. Pero sólo a condición de que el pueblo se conciencie con urgencia.

Primera Parte   Segunda Parte

Traducción: Almudena Montojo Micó

De Média-Presse-Info


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