La verdadera cara de algunos de los «partidos democráticos» de hoy
Muchos de los partidos políticos consagrados por el actual régimen alardean de demócratas, tolerantes, dialogantes, de cien años de honradez, de luchadores por la justicia y la libertad y de muchas otras cosas que suenan muy bien. Tales partidos no son sólo PSOE, PCE/IU, ERC y el PNV, sino también los de nueva creación que se jactan de profesar aquellas ideologías marxistas y revolucionarias, mil veces fracasadas, pero que ante el asombro de muchos siguen erre que erre; nos referimos a PODEMOS, BILDU, CUP, JxSÍ, PxCAT, COMPROMÍS y otros por igual.
Conviene recordar lo que fueron, ellos y sus ideologías, para no olvidar, pues quien no aprende de la historia sin duda la repetirá en sus peores hechos y, por desgracia, uno de nuestros grandes defectos, de los españoles, es que tenemos memoria de pez. Tal defecto está especialmente arraigado en el PP, cuyos líderes y votantes, por su ceguera, estupidez, corrupción, cobardía y mediocridad fueron y son sustento de aquéllos, siguiendo la estela de aquella CEDA tan estúpida como él.
Ahora, que tras cuatro décadas de «reconciliación», «democracia» y «diálogo», cuando incluso el clero y en especial su jerarquía se enorgullecen abiertamente de haber colaborado activamente a esta maravilla de sociedad que… sufrimos, conviene recordar quiénes fueron y, porque no se han apeado del burro, quiénes son.
- «Hay que destruir la Iglesia y todo lo que tenga rastro de ella. ¿Qué importa que las iglesias sean monumentos del arte? El buen miliciano no se detendrá ante ellos. Hay que destruir la Iglesia» (Radio Barcelona, el 20 de Julio de 1936).
«No queda ninguna iglesia ni convento en pie, pero apenas han sido suprimidos de la circulación un dos por ciento de los curas y monjas. La hidra religiosa no ha muerto. Conviene tener esto en cuenta y no perderlo de vista para ulteriores objetivos» (Solidaridad Obrera, el 26 de Julio de 1936).
- «Había muchos problemas en España… El problema de la Iglesia… Nosotros lo hemos resuelto totalmente, yendo a la raíz: hemos suprimido los sacerdotes, las iglesias y el culto» (Andrés Nin, líder del POUM en un discurso en Barcelona el 8 de Agosto de 1936).
- «Creemos son exagerados los escrúpulos que hacemos ante la quema de las iglesias. Vale la pena sacrificar el poco patrimonio que eso pueda representar pues si dejamos en pie los templos, a la larga volverán a salir las procesiones» (Diario de Barcelona, órgano oficioso de ERC el 16 de Agosto de 1936).
- «No se trata de incendiar iglesias y de ejecutar a los eclesiásticos, sino de destruir a la Iglesia como institución social» (La Batalla, órgano de prensa oficial del POUM el 19 de Agosto de 1936).
- «¡Oh!, este problema (se refería a la posibilidad de que se reanudara el culto católico en Cataluña) no se plantea siquiera, porque todas las iglesias han sido destruidas» (Luís Companys, en declaraciones a una periodista de L’Oeuvre en Agosto de 1936).
- «Hay que extirpar a esa gente. La Iglesia ha de ser arrancada de cuajo de nuestro suelo» (Solidaridad Obrera, diario socialista-anarquista el 15 de Agosto de 1936).
- «Al portador de este salvoconducto no puede ocupársele en ningún otro servicio, porque está empleado en la destrucción de iglesias» (En la Comisaría de Policía de Bilbao fue hallado un documento con los sellos de la CNT y de la FAI fechado en Gijón en Octubre de 1936).
«La situación de hecho de la Iglesia, a partir de julio pasado, en todo el territorio leal, excepto el vasco, es la siguiente: a) Todos los altares, imágenes y objetos de culto, salvo muy contadas excepciones, han sido destruidos, los más con vilipendio. b) Todas las iglesias se han cerrado al culto, el cual ha quedado total y absolutamente suspendido. c) Una gran parte de los templos, en Cataluña con carácter de normalidad, se incendiaron. d) Los parques y organismos oficiales recibieron campanas, cálices, custodias, candelabros y otros objetos de culto, los han fundido y aun han aprovechado para la guerra o para fines industriales sus materiales. e) En las iglesias han sido instalados depósitos de todas clases, mercados, garajes, cuadras, cuarteles, refugios y otros modos de ocupación diversos, llevando a cabo -los organismos oficiales los han ocupado en su edificación obras de carácter permanente. f) Todos los conventos han sido desalojados y suspendida la vida religiosa en los mismos. Sus edificios, objetos de culto y bienes de todas clases fueron incendiados, saqueados, ocupados y derruidos. g) Sacerdotes y religiosos han sido detenidos, sometidos a prisión y fusilados sin formación de causa por miles, hechos que, si bien amenguados, continúan aún, no tan sólo en la población rural, donde se les ha dado caza y muerte de modo salvaje, sino en las poblaciones. Madrid y Barcelona y las restantes grandes ciudades suman por cientos los presos en sus cárceles sin otra causa conocida que su carácter de sacerdote o religioso. h) Se ha llegado a la prohibición absoluta de retención privada de imágenes y objetos de culto. La policía que practica registros domiciliarios, buceando en el interior de las habitaciones, de vida íntima personal o familiar, destruye con escarnio y violencia imágenes, estampas, libros religiosos y cuanto con el culto se relaciona o lo recuerda» (Informe de Manuel de Irujo Ollo, dirigente del PNV –ministro sin cartera (Septiembre 1936-Mayo 1937) y ministro de Justicia (18 de Mayo de 1937)–, en el consejo de ministros del gobierno frentepopulista celebrado en Valencia el 9 de Enero de 1937).
- «En las provincias en que dominamos, la Iglesia ya no existe. España ha sobrepasado en mucho la obra de los soviets, porque la Iglesia, en España, está hoy día aniquilada» (José Díaz, Secretario General del PCE y de la III Internacional en Valencia el 5 de Marzo de 1937).
- «¿Qué quiere decir restablecer la libertad de cultos? ¿Qué se puede volver a decir misa? Por lo que respecta a Barcelona y Madrid, no sabemos dónde se podrá hacer esta clase de pantomimas. No hay un templo en pie ni un altar donde colocar un cáliz… Tampoco creemos que haya muchos curas por este lado… capaces de esta misión» (Solidaridad Obrera, diario socialista-anarquista el 25 de Mayo de 1937).
- «¡Ya vivimos tranquilos! Porque hemos matado a todos los curas, a todos los que parecían curas, y a todos aquellos que nos parecían curas» (L ‘Esquella de la Torratxa en Julio de 1937).
- «Su carácter religioso es precisamente lo que desencadenó un vandalismo destructor contra esas grandes obras de arte. Las degradaciones, mutilaciones, profanaciones que en ellas contemplamos manifiestamente, no son debidas a ninguna acción de guerra… Esas obras de arte, casi en su totalidad, han sido reducidas al estado en que se hallan, de una manera voluntaria, sin objetivo alguno militar, lejos de la zona de combate, y aun a menudo, en momentos en que el Gobierno tenía pleno dominio de las regiones en que se hallaban… Los vándalos no han obrado por un inconsciente y brusco frenesí. Han obedecido órdenes recibidas de los comités» (L’Illustration, revista francesa el 5 de Febrero de 1938).
«¡Qué espectáculo!… desde hace cerca de dos años y después de afrentosas masacres en masa de miembros del clero, las iglesias siguen devastadas, vacías, abiertas a todos los vientos. Ningún cuidado, ningún culto. Nadie se atreve a aproximarse a ellas. En medio de calles bulliciosas o de parajes desiertos, los edificios religiosos parecen lugares pestíferos. Temor, desprecio o indiferencia, las miradas se desvían. Las casas de Cristo y sus heridas permanecen como símbolos permanentes de la venganza y del odio. En las calles, ningún hábito religioso, ningún servidor de la Iglesia, ni secular ni regular. Todos los conventos han sufrido la misma suerte. Monjes, hermanas, frailes, todos han desaparecido. Muchos murieron de muerte violenta. Muchos pudieron pasar a Francia gracias a los meritorios esfuerzos de nuestros cónsules, puerto de gracia y aspiración de refugio para tantos españoles desde los primeros días de la tormenta. Por decreto de los hombres, la religión ha dejado de existir. Toda vida religiosa se ha extinguido bajo la capa de la opresión del silencio. A todo lo largo de las declaraciones gubernamentales, ni una palabra; en la prensa, ni una línea. Sin embargo, la España republicana se dice democrática. Sus aspiraciones, sus preocupaciones políticas esenciales, la empujan hacia las naciones democráticas de Occidente. Su Gobierno desea sinceramente, así lo proclama, ganar la audiencia del mundo, hacer evolucionar a España según sus principios y siguiendo sus vías. Como ellas, se declara partidario de la libertad de pensamiento, de la libertad de conciencia, de la libertad de expresión. Hace mucho tiempo ha aceptado el ejercicio del culto protestante y del culto israelita. Pero permanece mudo hacia el catolicismo y no lo tolera en absoluto. Para él el catolicismo no merece ni la libre conciencia, ni el libre ejercicio del culto. El contraste es tan flagrante que despierta dudas sobre su sinceridad, que arrastra el descrédito sobre todas sus restantes declaraciones y hasta sobre sus verdaderos sentimientos. Sus enemigos parecen tener derecho a acusarle de duplicidad o de impotencia. Como su interés, como infinitas ventajas le llevarían con toda evidencia a volverse hacia la Iglesia, se le acusa sobre todo de impotencia. A pesar de sus denegaciones, a pesar de todas las pruebas aducidas de su independencia y de su autonomía, se le cree ligado a las fuerzas extremistas, a los ateísmos militantes, a las ideologías extranjeras. Si fuera verdaderamente libre, se dice, si su inspiración e influencias procedieran efectivamente de Inglaterra o de Francia, ¿cómo ese Gobierno no ha atemperado el rigor de sus exclusivismos, olvidando su venganza, y reniega de su ideología?» (Erik Pierre Labonne, protestante, embajador de Francia en Barcelona desde Diciembre de 1937, en un informe reservado a su ministro de asuntos exteriores el 16 de Febrero de 1938).
- «Éste no fue el producto ciego y espontáneo de la furia popular, sino que fue ejercido por pequeños grupos de los partidos revolucionarios que se constituyeron específicamente para esta tarea, con la aprobación en muchos casos, y la iniciativa algunas veces, de los dirigentes de las organizaciones. Tampoco todas las «escuadras de la muerte» estaban constituidas por elementos de las organizaciones revolucionarias. En Madrid, por ejemplo, algunas fueron organizadas como unidades regulares de policía, dependientes del Ministerio de la Gobernación, dirigido por la Izquierda Republicana durante los meses de julio y agosto de 1936″.
