Las lágrimas de cocodrilo de Washington por la destrucción de Ucrania

Cuando escribo este artículo, el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky está acurrucado en su búnker en algún lugar de Kiev, mientras el sonido de la guerra se acrecienta. Una escena sombría, sin duda.
Todos los besos y rosas de EE. UU. y de la UE que condujeron a este fin se han convertido en polvo y alambre de púas, por lo que a Zelensky, profundamente amargado, no le ha quedado otro remedio que gritar con ira:
ASB News / MILITARY〽️@ASBMilitaryZelensky earlier: «Who is ready to fight with us? I do not see anyone. Who is ready to give Ukraine a guarantee of NATO membership? Everyone is afraid.» (¿Quién está listo para pelear con nosotros? No veo a nadie ¿Quién está dispuesto a dar a Ucrania una garantía de ingreso en la OTAN? Todos tienen miedo)
Kiev bien puede caer. Las tropas rusas ya están en la ciudad. Y Zelensky está en su búnker con cada vez menos posibilidades de que se atiendan sus llamadas de socorro. La caballería que creía que le habían prometido no vendrá a rescatarlo. Ucrania será desmilitarizada y Ucrania será neutral. Considerado un tiempo como gran aliado de Washington y Bruselas, Zelensky está solo.
Lo anterior, me recuerda esa gran cita que a menudo repito del asesor académico de Ron Paul Institute, John Laughland, escrita cuando las primeras «revoluciones de color» respaldadas por Estados Unidos arrasaron el antiguo mundo soviético a principios de la década de 2000:
«Es mejor ser enemigo de los estadounidenses que su amigo. Si eres su enemigo, es posible que intenten comprarte; pero si eres su amigo definitivamente te venderán».
Zelensky ahora ha aprendido la amarga verdad, la misma que antes que él aprendieron otros líderes. Bien que incluso para la mayoría de ellos sus lecciones fueron aún más duras que las de Zelensky (al menos hasta el momento).
La amarga verdad es que el establishment de la política exterior de Washington nunca consideró a Zelensky, ni a su predecesor Poroshenko, como aliados o socios de Estados Unidos. Rebosantes de una mezcla tóxica de ignorancia, arrogancia y cinismo extremo, las élites de Washington siempre han visto a Ucrania como una herramienta para «cambiar de régimen» a una Rusia que, tras su recuperación posterior a Yeltsin, ya no iba a seguir dejándose dirigir.
El establishment de la política exterior estadounidense quería una Rusia permanentemente de «yanquis al rescate», en la que los «consultores» y espías estadounidenses se aseguraran de que el candidato al Kremlin más dócil siguiera ganando y gobernando. Una serie de presidentes rusos que, al estilo de Shevardnadze y muchos otros líderes postsoviéticos, manejaran el país como un negocio familiar: muchos beneficios para los miembros de la propia familia… pero no menos del 10 por ciento para el «grande».
Los ciudadanos estadounidenses son víctimas (queriéndolo o no) de un sistema de medios masivos tan propagandístico como el que existió durante el comunismo soviético. La «línea del partido» está establecida y se sigue inquebrantablemente ya sea por la Fox, la MSNBC o cualquiera otros medios de comunicación. Cuando se hizo evidente que el suplente de Yeltsin, Vladimir Putin, no iba a jugar de esa manera, «el partido» rápidamente ordenó demonizarlo.
Putin debía ser satanizado y, en última instancia, había que «cambiar el régimen».
El discurso en los EE.UU. es tan infantil que el simple hecho de escribir esta verdad objetiva sin duda llevará a este autor al purgatorio de los considerados «títeres de Putin». No sería la primera vez.
La mayoría de los estadounidenses nunca han oído –y los que sí probablemente no les importe–, que las dos veces que el pueblo ucraniano eligió a un presidente que estaba a favor de mantener buenas relaciones con su vecino ruso, Estados Unidos intervino y los derrocó. Primero en la «Revolución Naranja» de 2004-5 y luego en la fatídica revuelta de «Maidan» de 2014, que fue explícita y abiertamente apoyada por altos funcionarios del gobierno de EE. UU. en Kiev, incluida Victoria («Que se joda la UE») Nuland y el difunto belicista neoconservador John McCain.
Mientras tanto, decenas de millones de dólares fluyen de los contribuyentes estadounidenses a grupos de expertos, organizaciones cívicas y medios de comunicación a través del National Endowment for Democracy (sic), al igual que a muchas otras organizaciones similares también financiadas por Estados Unidos. El objetivo de todo ello es el mismo y único: manipular a Ucrania para que permanezca en el camino que quiere y conviene a Washington (o sea, hacia el conflicto con Rusia).
Está de moda -particularmente en los últimos días- que incluso los escritorzuelos y chiflados que promueven el pacifismo y la «moderación» se pongan ahora a tono con el cancionero belicista de la «agresión rusa» como la única causa del reciente derramamiento de sangre y destrucción.
Si bien cualquiera con una pizca de decencia lamenta profundamente y se opone al uso de una fuerza militar tan masiva como la que estamos viendo en Ucrania, no por ello deja de haber una lección que aprender de todo este miserable capítulo (y por «capítulo» me refiero a la totalidad de la política exterior de los EE. UU. desde la Guerra Fría) que es esta: hay graves consecuencias cuando se considera que la clave para la paz y la prosperidad es rehacer el mundo a imagen y semejanza estadounidense mediante el uso de medios abiertos y encubiertos, violentos y no violentos. Esa lección debería haber sido aprendida con la caída del propio comunismo soviético, pero los «vencedores» estaban demasiado llenos de arrogancia para hacer gala de la necesaria humildad.
Desear que la realidad sea una y aceptar que es otra, son dos cosas muy diferentes. Debe, pues, distinguirse entre una y otra o la enconada enfermedad mental del «excepcionalismo estadounidense» nunca se curará. De lo contrario, las consecuencias, la próxima vez que cambien los contendientes en liza, pueden producirse mucho más cerca de casa.
Le guste o no a los Estados Unidos y a la Unión Europea, la era de «ahora somos un imperio, y cuando actuamos, creamos nuestra propia realidad» ha terminado definitivamente. Su final no debe ser lamentado sino celebrado. La única política exterior americana debe ser la no intervención en los asuntos de los demás.
Es poco probable que el presidente ucraniano Zelensky sobreviva para seguir siendo herramienta de los Estados Unidos en su pugna contra Rusia. Mientras se sienta en su búnker contemplando su destino, puede muy bien que se le aparezcan los fantasmas de Saddam y Gaddafi y de todos aquellos que le precedieron en esa misma posición. Dios le ayude.
NOTA.- EEUU, el ejercito más poderoso del mundo, invadió Iraq en el 2003. La invasión de Iraq comenzó el 19 de marzo del 2003 y termino 1 de mayo. Más de 35 días de operaciones. En el 2003, Iraq tenía unos 26 millones de habitantes. Ucrania tiene una población de 44 millones y es 1,4 veces mas grande que Iraq. Ningún experto militar espera que Rusia conquiste Ucrania en 5 días. Eso es físicamente imposible para cualquier ejercito. Ni Rusia ni EEUU ni China ni ningún ejercito del mundo puede hacer eso. Si Rusia consigue conquistar Ucrania en 20 o 25 días entonces superará con mucho lo que hizo EEUU en Iraq en el 2003. Conquistar un país mucho más grande y con 18 millones de personas más será una proeza histórica.
Para Ron Paul Institute

Excelente artículo que va directamente al fondo del asunto..Una precisión: Zelenski no está en Kiev desde hace dias.Se le sitúa en Polonia y otra informaciones en el limite fronterizo de Rumanía y Ucrania.Han cometido un error garrafal: En la reproduccion del despacho sea donde esté se les ha olvidado colocar el cuadro habitual..Es de suponer que lo que tratan es de instalar un gobierno «en el exilio» repitiendo ya fórmulas usadas en 1939 con Polonia y 1940 con Francia.
Elena Loginova
El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, llegó al poder con la promesa de limpiar el país de Europa del Este, pero los Documentos de Pandora revelan que él y su círculo cercano eran los beneficiarios de una red de compañías extraterritoriales, incluidas algunas que poseían costosas propiedades en Londres.
Resultados clave
El presidente ucraniano Volodymyr Zelensky y sus socios en la producción de comedia poseían una red de empresas extraterritoriales relacionadas con su negocio con sede en las Islas Vírgenes Británicas, Chipre y Belice.
El actual asistente principal de Zelensky, Serhiy Shefir, así como el jefe del Servicio de Seguridad del país, formaban parte de la red extraterritorial.
Shefir y otro socio comercial utilizaron compañías extraterritoriales para comprar propiedades inmobiliarias costosas en Londres.
Alrededor del momento de su elección en 2019, Zelensky entregó sus acciones en una empresa offshore clave a Shefir, pero los dos parecen haber hecho un arreglo para que la familia de Zelensky continúe recibiendo dinero de la offshore.
El actor Volodymyr Zelensky llegó a la presidencia de Ucrania en 2019 en una ola de ira pública contra la clase política del país, incluidos los líderes anteriores que usaron compañías secretas para esconder su riqueza en el extranjero.
Ahora, los documentos filtrados prueban que Zelensky y su círculo íntimo han tenido su propia red de empresas extraterritoriales. Dos pertenecientes a los socios del presidente se utilizaron para comprar costosas propiedades en Londres.
Las revelaciones provienen de documentos en Pandora Papers, millones de archivos de 14 proveedores de servicios en el extranjero filtrados al Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación y compartidos con socios de todo el mundo, incluido OCCRP.
Los documentos muestran que Zelensky y sus socios en una productora de televisión, Kvartal 95, establecieron una red de firmas extraterritoriales que se remonta al menos a 2012, año en que la empresa comenzó a producir contenido regular para estaciones de televisión propiedad de Ihor Kolomoisky, un oligarca perseguido por acusaciones de fraude multimillonario. Los asociados de Zelensky también utilizaron los offshore para comprar y poseer tres propiedades de primer nivel en el centro de Londres.
Los documentos también muestran que justo antes de ser elegido, regaló su participación en una empresa offshore clave, Maltex Multicapital Corp., registrada en las Islas Vírgenes Británicas, a su socio comercial, que pronto será su principal asesor presidencial. Y a pesar de renunciar a sus acciones, los documentos muestran que pronto se llegó a un acuerdo que permitiría a la offshore seguir pagando dividendos a una empresa que ahora pertenece a su esposa.
Un comediante y actor que había sido famoso desde la década de 2000, Zelensky comenzó su ascenso político unos años después de asumir un papel protagónico en la sátira política «Servant of the People», que comenzó a transmitirse en la red del oligarca en 2015. El programa lo protagonizó Zelensky como un humilde profesor de historia cuya diatriba anticorrupción en clase es filmada por un estudiante, se vuelve viral en línea y gana un cargo nacional.
En un caso de arte que imita la vida, Zelensky terminó ganando la presidencia ucraniana en el mundo real solo tres años y medio después del lanzamiento del programa, con más del 73 por ciento de los votos.
Zelensky aprovechó la ira pública generalizada por la corrupción, pero su campaña de 2019 estuvo plagada de dudas sobre su buena fe anticorrupción, dado que fue impulsada por los medios pertenecientes a Kolomoisky, quien está acusado de robar 5.500 millones de dólares de su propio banco canalizándolo en concierto con su socio, Hennadiy Boholiubov.
En el fragor de la campaña, un aliado político del actual presidente Petro Poroshenko publicó un gráfico en Facebook que pretendía mostrar que Zelensky y sus socios de producción de televisión eran beneficiarios de una red de firmas extraterritoriales que supuestamente recibieron $41 millones en fondos del Privatbank de Kolomoisky.
Ese aliado, Volodymyr Ariev, no proporcionó pruebas y sus acusaciones nunca han sido probadas. Pero los Documentos de Pandora muestran que al menos algunos de los detalles de este supuesto esquema corresponden a la realidad. Los documentos filtrados muestran información sobre 10 empresas de la red que coinciden con las estructuras detalladas en el gráfico de Ariev.
Offshore 95: los secretos financieros del presidente Zelensky
Los nuevos documentos muestran que parte de la red fue administrada con la ayuda de Fidelity Corporate Services, una consultora extraterritorial que fue una de las 14 firmas cuyos documentos forman parte de la filtración de Pandora Papers. Los documentos muestran que Zelensky y sus socios utilizaron empresas con sede en las Islas Vírgenes Británicas (BVI), Belice y Chipre.
Dos de los socios de Zelensky en la red offshore, que también formaban parte de su productora de televisión, ahora ocupan puestos poderosos. Serhiy Shefir es el principal asistente presidencial de Zelensky, mientras que Ivan Bakanov dirige el Servicio de Seguridad de Ucrania.
Estas posiciones poderosas también conllevan riesgos. Shefir escapó por poco de un aparente intento de asesinato cuando dispararon contra su automóvil en las afueras de Kiev el 22 de septiembre. Él resultó ileso, pero su conductor resultó herido.
Zelensky se ha comprometido repetidamente a controlar a los oligarcas. El día después del ataque a Shefir, el parlamento del país aprobó un proyecto de ley que crearía un registro de oligarcas y les prohibiría financiar partidos políticos o participar en privatizaciones. Zelensky dijo que el atentado contra la vida de Shefir recibirá una fuerte respuesta y no influirá en su lucha contra los intereses creados.
Un portavoz de Zelensky se negó a comentar. Shefir y Bakanov no respondieron a las preguntas.
El artículo no tiene desperdicio.
Se lo acabo de enviar a Luis del Pino (EsRadio), que es otro miembro de la «asociación periodística de la ballenita varada en la playa, ¡ay qué dolor!».
Ver a los aliados, que imponen la agenda 2030, con toda la manipulación , de medios financieros, audiovisuales, psicológicos, etc. Confirma que no son de fiar.
https://www.youtube.com/watch?v=d1C6pjG4Dak
https://www.youtube.com/watch?v=Pp0WWZbNGq4