Le Figaro: el Alzamiento fue necesario y justificado para salvar a España

En esta España patética en que vivimos ¿por nuestros pecados? tienen que venir los de afuera para decirnos, y creernos, las verdades que, a estas alturas y desde siempre, son las del barquero. El diario francés Le Figaro ha dado el campanazo a raíz de la publicación en francés del éxito editorial de Pío Moa «Los mitos de la guerra civil», afirmando que conforme a lo que descubrió ya hace tanto dicho autor, el Alzamiento fue necesario y justificado (ver vídeo al final o AQUÍ). Les ofrecemos aquí la entrevista que con el proliguista de la edición francesa, Arnaud Imatz, académico correspondiente de la Real Academia de la Historia de España, historiador, autor de numerosos libros sobre la historia de España ha realizado Hadrien Desuin. Lo dicho, todo un bombazo a favor de la verdad histórica y contra la «memoria» y mentira histórica que se prodiga en España desde hace décadas de la mano de la izquierda, aquí toda ella PSOE incluido extrema, revolucionaria y marxista-leninista –y del separatismo–, y gracias al silencio cómplice y cobarde, lo que es peor, de la derecha… pepera.

Ha accedido a prologar la traducción al francés del último libro superventas del historiador español Pio Moa. ¿Es riguroso su trabajo? De ser así, ¿por qué suscita polémica en Francia tras una entrevista en Le Figaro histoire ?
AI: Escribí el prefacio de este libro por una variedad de razones, generales y específicas. La primera se debe, creo, a la concepción de la historia de las ideas y de los hechos que me transmitieron mis maestros en una época ya lejana -la década de 1970- cuando preparaba mi tesis de doctorado de Estado. Mis maestros me enseñaron entonces que la calidad de la investigación histórica (que no debe confundirse con la memoria histórica, una visión emotiva y reduccionista de la historia) depende tanto de la formación del autor, de su curiosidad intelectual, de su capacidad de discernimiento, de su creatividad, de su conciencia y su integridad moral. Me habían inculcado la idea de que el historiador debe buscar seriamente la verdad sabiendo que sólo lo logrará parcialmente.
Habiendo sido primero, en cierto modo, víctima colateral del linchamiento mediático sufrido por Moa en España, tardé años en decidirme a superar mis prejuicios para leer a este autor tildado de “sulfuroso”. Un planteamiento que los censores de Moa -en su mayoría académicos socialo-marxistas favorables al Frente Popular, pero también «especialistas» preocupados por su promoción, por no hablar de las legiones de neoinquisidores que hoy campan a sus anchas en las redes sociales- se niegan obstinadamente a hacer. ¡No nos comprometemos con el diablo! Por mi parte, salí, lo reconozco, impresionado y sorprendido por esta lectura de Moa, y sobre todo con la firme convicción de que a diferencia de muchos de sus críticos, cumple con los criterios de un historiador honrado, honrado y desinteresado.
Por supuesto, debo mencionar aquí mi especial interés en la Guerra Civil Española. Este interés nunca ha flaqueado durante casi medio siglo. Me llevó a publicar primero una tesis doctoral estatal sobre el fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera, prologada después por el prestigioso economista y académico español Juan Velarde Fuertes; luego publicar un libro con un prefacio de Pierre Chaunu, miembro del Institut de France (La guerre d’Espagne revisitée, 1989), luego, prologarme el libro de uno de los mejores especialistas en el tema, injustamente victimizado en Francia de verdadera omertá durante casi cuarenta y cinco años, el estadounidense Stanley Payne (La guerra española. La historia ante la confusión de la memoria, 2010), y finalmente, multiplicar los artículos sobre el tema durante los años 2000-2020. Dicho esto, hay por supuesto, entre los motivos de mi interés, aquellos que se relacionan específicamente con el caso particular de la vida y obra de Moa.

Moa es la pesadilla de la izquierda, la extrema izquierda y gran parte de la derecha. El odio y los insultos a los que es sometido periódicamente, en los círculos periodísticos, pero también en las universidades, son verdaderamente asombrosos. Es «la encarnación del mal», un «negacionista», un «peligroso revisionista», un «fascista», un «nazi camuflado», un «autor mediocre», un «historiador desprovisto de metodología», «un pseudo-historiador que no es académico”, “escritor sin visión ni cultura”, “provocador”, “mentiroso” cuya “indigencia intelectual se reconoce”, peor, “agente camuflado de la policía franquista”. Los defensores del ataque ad hominemdiviértete con él. Para los más emocionados, es nada menos que un “apologista de los crímenes de la humanidad”. Los atajos infames, los insultos, las invectivas y las calumnias, todo sirvió para silenciarle en la Península y las polémicas que suscita hoy en Francia, tras su interesante y completa entrevista en la Figaro histoire (verano de 2022), sólo pueden dar una idea. débil eco.
Pero la cuestión de Moa no es tan simple como pretenden sus numerosos detractores, que tienden a confundir, más o menos conscientemente, la diatriba con el debate. Declarado demócrata-liberal, Pío Moa ha mostrado en reiteradas ocasiones su respeto y defensa de la Constitución de 1978. Es por tanto en realidad su pasado y su atípica trayectoria –sacrilegio absoluto a los ojos de los socialista-marxistas y otros criptomarxistas– los que están secreta e invariablemente le reprochaba. Primero fue comunista-maoísta bajo el régimen de Franco. Pertenecía entonces al movimiento terrorista del brazo armado GRAPO del PCr (Partido Comunista reconstituido). No fue un militante antifranquista de opereta, como lo son hoy tantos intelectuales y políticos consagrados, sino un resistente armado y decidido, dispuesto a morir por su causa. Es además en su calidad de marxista, luchador contra el franquismo, hombre insospechado de izquierdas y bibliotecario del Ateneo de Madrid, que tuvo acceso a la documentación de la Fundación Socialista Pablo Iglesias. Esta investigación fue la fuente principal de su primer libro, una auténtica bomba mediática: Los orígenes de la guerra civil española (1999).
Tras despojar y estudiar detenidamente estos archivos socialistas, Moa cambió radicalmente sus ideas, sin dudar en sacrificar por ellas su futuro profesional y su vida social. Descubrió la abrumadora responsabilidad del partido socialista y de la izquierda en general en el golpe de Estado de 1934 y en los orígenes de la guerra civil. Hablamos hasta entonces de «Huelga de Asturias» o «Revolución de Asturias», después de su libro hablamos de «Revolución socialista de 1934». He contado en detalle en mi prefacio la asombrosa historia de su primer libro superventas. Pero es su bestseller , Los mitos de la guerra civil ., publicado en 2003, reimpreso o reeditado una veintena de veces, vendió más de 300.000 ejemplares, número uno en ventas en España durante más de seis meses, lo que despertó el enfado verdaderamente increíble de los medios de comunicación «mainstream». A través de la voz del historiador democristiano Javier Tussell, el diario socialista El País exigió censura para el insoportable «revisionista», los sindicatos protestaron ante las Cortes, una histérica campaña de propaganda sugirió incluso el encarcelamiento y la reeducación de el culpable. Dado que Moa es persona non grata en Universidades Estatales y medios de comunicación de servicio público.
Desde entonces, pocos eruditos, académicos e historiadores independientes se han atrevido a ponerse del lado de Moa. Algunos, sin embargo, son famosos. Estos incluyen: Hugh Thomas, José Manuel Cuenca Toribio, Carlos Seco Serrano, César Vidal, José Luis Orella, Jesús Larrazábal, José María Marco, Manuel Álvarez Tardío, Alfonso Bullón de Mendoza., José Andrés Gallego, David Gress, Robert Stradling, Richard Robinson, Sergio Fernández Riquelme, Ricardo de la Cierva, etc. También está uno de los más prestigiosos especialistas, el estadounidense Stanley Payne, que escribió estas pocas palabras particularmente acertadas e instructivas:
“La obra de Pío Moa es innovadora. Introduce un poco de aire fresco en un área vital de la historiografía española contemporánea, que durante demasiado tiempo ha estado encerrada en monografías estrechas, formales, obsoletas, estereotipadas, sujetas a corrección política. Quienes divergen de Moa deben confrontar su obra con seriedad. Deben demostrar su disconformidad mediante la investigación histórica y el análisis riguroso y dejar de denunciar su obra mediante la censura, el silencio y la diatriba, métodos más propios de la Italia fascista y la Unión Soviética que de la España democrática».
Pero esta exhortación, limpia de una mente abierta y razonable, obviamente nunca ha sido escuchada .
Hay otra razón importante que explica mi interés por publicar la versión francesa del best-seller de Pío Moa: la defensa de la libertad de expresión, la lucha contra todas las formas de censura y verdad oficial, la resistencia al auge del maniqueísmo totalitario. Pío Moa no oculta su simpatía por Gil Robles , líder de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) bajo la II República. Una simpatía por el líder del partido liberal conservador español de los años treinta que no comparto, como tampoco comparto su justificación, en mi opinión excesiva, de los largos años de la dictadura franquista. Es cierto que francés, no soy ni franquista ni antifranquista, sino historiador de las ideas y de los hechos, apasionado de la historia del mundo hispánico. Pero dicho esto, no confundo las investigaciones del historiador Moa con sus análisis políticos, sus interpretaciones y sus comentarios cotidianos en los que da rienda suelta a su espíritu de lucha, su afición a la polémica y el gusto por la diatriba, heredado, para siempre. o para mal, de su pasado clandestino y su sólida formación marxista. Coincido con él en que la Guerra Civil y el franquismo son hechos separados que, como tales, pueden ser juzgados e interpretados de formas muy diferentes. También coincido con él en denunciar el razonamiento fundamentalmente subjetivo y falso según el cual la Segunda República, que sería el mito fundacional de la democracia española posfranquista, habría sido un régimen casi perfecto en el que todos los partidos de izquierda habrían tuvo un acto irreprochable.
Finalmente, hay una última razón que me llevó a invertirme directamente en la publicación del best-seller de Moa. En 2005, Éditions Tallandier adquirió los derechos de Los mitos de la Guerra Civil . La publicación de la versión francesa estaba prevista para 2006. Se había contratado al traductor, el libro y su ISBN anunciados en las librerías. Pero extrañamente se pospuso la fecha de lanzamiento y, finalmente, se canceló la edición sin explicación alguna. En febrero de 2008, durante una emisión en el canal francés Histoire (entonces dirigida por Patrick Buisson), dedicada a la Guerra Civil Española, en la que participé en compañía de Anne Hidalgo, Éric Zemmour, Bartholomé Bennassar y François Godicheau, me sorprendió saber que acababa de publicarse otro libro sobre La Guerra Española. sido publicado por Tallandier. Estas fueron las actas del coloquio Pasado y actualidad de la Guerra Civil Española , a cargo del especialista del PCF, exdirector de redacción de la revista de inspiración marxista Les Cahiers d’histoire, Roger Bourderon, precedido por el discurso de apertura de Anne Hidalgo, entonces primera teniente de alcalde de París. Fue mucho después de enterarme de esta increíble experiencia que decidí involucrarme directamente en la búsqueda de una nueva editorial. Por lo tanto, el lector francófono habrá esperado quince años más para tener finalmente acceso a esta obra. Apostamos a que probablemente no habría visto la luz sin la apertura de miras, la independencia y el coraje intelectual de la dirección de Éditions l’Artilleur/Toucan.

¿Eres también un especialista en el período?¿Qué novedades aporta el libro a la historiografía de la guerra civil?
A menudo oímos decir que Moa no aporta nada nuevo, nada más que lo dicho ante él por autores favorables al campo nacional o al campo franquista, como el primer ministro de cultura del rey Juan Carlos, Ricardo de la Cierva, o Jesús Larrazábal y Enrique Barco Teruel , o incluso por autores antifranquistas, como Gabriel Jackson, Antonio Ramos Oliveira, Claudio Sánchez Albornoz o Gerald Brenan. Quizás, pero ninguno de ellos ha tenido jamás el aura de Pío Moa en la opinión pública. También hay que destacar su labor investigadora [con sus primeros libros muy bien documentados y documentados de la trilogía, Los orígenes de la Guerra Civil, Los personajes de la República vistos por ellos mismos y El derrumbe de la República y la Guerra Civil/ Los orígenes de la Guerra Civil, Los personajes de la República vistos por sí mismos y El derrumbe de la República] de su exitoso intento de síntesis que constituye Los mitos de la guerra española .
Pero el elemento más novedoso de su obra, el que no dejó de estremecer a sus adversarios, es, repitamos, la divulgación de los archivos del Partido Socialista, partido totalmente bolchevique de finales de 1933, y que es Principal responsable del golpe de Estado de 1934. Muchos autores habían tenido la intuición antes que él. El antifranquista Salvador de Madariaga llegó a escribir: “Con la rebelión de 1934, la izquierda española perdió hasta la sombra de autoridad moral para condenar la rebelión de 1936”.Y estas duras afirmaciones habían sido corroboradas por los padres fundadores de la República, Marañón, Ortega y Gasset y Pérez d’Ayala, e incluso por el filósofo vasco Unamuno. También sabíamos que Largo Caballero, el principal líder socialista, apodado el Lenin español por las juventudes socialistas (que se fusionaron con las juventudes comunistas en la primavera de 1936) había declarado «No éramos en nada diferentes de los comunistas» «Lo principal , la conquista del poder no se puede lograr a través de la democracia burguesa” “Las elecciones son sólo una etapa en la conquista del poder y su resultado sólo se acepta a beneficio de inventario… si gana la derecha tendremos que ir a la guerra civil” , o bien, Lea cuidadosamente: “Cuando el Frente Popular se derrumbe, como sin duda ocurrirá, el triunfo del proletariado será indiscutible. Entonces instauraremos la dictadura del proletariado”. Pero desde la sistemática explotación y divulgación pública de los archivos de la Fundación Socialista Pablo Iglesias por parte de Moa, en 1999, no cabe duda.
Se retrata a Franco entrando en la guerra casi en contra de su voluntad, ¿no es un poco exagerado, tienen los comunistas el monopolio de la responsabilidad histórica de la guerra?
Están en la orden los tres principales responsables de la guerra de España: el líder socialista Largo Caballero y los presidentes Azaña y Alcalá-Zamora que tendrán a partir de entonces terribles palabras para calificar al Frente Popular. Franco fue durante mucho tiempo, al menos hasta principios de julio de 1936, el general que rechazó la idea del golpe de Estado. Parece que el asesinato de uno de los líderes de la derecha, Calvo Sotelo, fue el hecho decisivo en su decisión final de participar. El papel de los comunistas, que luego fue fundamental, fue relativamente marginal en vísperas del levantamiento. La tesis de Moa sobre los antecedentes y el curso de la guerra civil es correcta en términos generales. Los principales partidos y dirigentes de izquierda, supuestamente defensores de la República, violaron la legalidad republicana en 1934. Luego planearon la guerra civil en toda España. Luego terminaron de destruirla en las elecciones fraudulentas de febrero de 1936, aplastando la libertad apenas tomaron el poder. Os remito aquí a las obras esenciales de Roberto Villa García y Manuel Álvarez (1936: Fraude y violencia en las elecciones del Frente popular, 2019), sobre el fraude y la violencia del Frente Popular durante las elecciones de febrero de 1936 (sin los 50 escaños cuya derecha fue despojada por un verdadero golpe parlamentario, la izquierda nunca hubiera podido gobernar solo).
La guerra civil no fue una lucha de los demócratas contra los fascistas más de lo que fue la lucha de los rojos contra los defensores del cristianismo. De hecho, había tres fuerzas desiguales en el campo republicano o más bien en el Frente Popular: la primera, con mucho la más importante, estaba compuesta por los comunistas, los trotskistas, los socialistas bolcheviques y los anarquistas, que aspiraban a establecer un régimen del tipo popular. democracia de modelo soviético y/o colectivista anarquista; la segunda reunía a los nacionalistas-separatistas (catalanos, vascos, gallegos, etc.), que querían la independencia de sus pueblos; y por último, la tercera, mucho más minoritaria, que agrupaba a los partidos de izquierda burguesa-jacobina o socialdemócrata, que voluntaria o involuntariamente jugaron el juego de la primera fuerza. Nunca se insistirá lo suficiente en que el Frente Popular francés era muy moderado en comparación con el Frente Popular español, una coalición de izquierda dominada en vísperas del levantamiento por un partido bolchevique, extremista, violento, golpista y socialista revolucionario.
Había también en el otro campo, el campo nacional y no el campo nacionalista, como repiten los medios franceses por ignorancia o reflejo pavloviano, varias tendencias políticas que iban desde centristas-radicales (incluyendo un grupo de ex ministros ejecutados por el Frente Popular), a los republicano-demócratas, agrarios, liberales y conservadores, pasando por los liberales monárquicos, los carlistas-monárquicos/tradicionalistas, los falangistas y los nacionalistas. El conflicto enfrentó a los “totalitarios” de izquierda contra los “autoritarios” de derecha, y en ambos lados los verdaderos demócratas brillaron por su ausencia.

El movimiento Vox trata de defender los aspectos positivos de la herencia franquista y el libro de Moa vende muy bien. ¿Está España en proceso de rehabilitación de Franco, está madura para mirar su historia con objetividad?
Los aspectos positivos y negativos del franquismo son conocidos por los historiadores. Entre los errores que se pueden achacar al Caudillo y a los franquistas, se encuentran en particular: la drástica censura aplicada hasta principios de los años 60, la dureza de la represión inmediatamente después de la guerra civil (no los 100.000 ni siquiera los 200.000 ejecutados según la propaganda del Komintern, sino 14.000 ejecutados judicialmente y cerca de 5.000 ajustes de cuentas o asesinatos políticos extrajudiciales) y la inflexible voluntad del Caudillo de mantenerse en el poder hasta el final. El movimiento Vox, generalmente calificado de populista, aunque en realidad es un partido liberal-conservador europeísta, es precisamente en la actualidad el único partido que trata de defender los aspectos positivos del franquismo que son: de las naciones industrializadas, mientras que hoy es el 14ª; luego, el hecho de que Franco y los franquistas derrotaron al comunismo (minoritario al inicio de la guerra civil, pero hegemónico durante el conflicto), que también permitieron a España (primero neutral luego no beligerante) escapar de la Segunda Guerra Mundial y finalmente , que acabaron con el separatismo y salvaron la unidad del país. Es, además, la derecha moderada franquista la que tomó la iniciativa de instaurar la democracia, habiendo tenido la izquierda la inteligencia política para adaptarse y contribuir a consolidar la democracia.
No hay 36 salidas a una guerra civil, solo hay una: la amnistía total y sin reservas. Así lo sabían los actores de la transición democrática (1975-1986). Por ello, las Cortes Democráticas (en las que se encontraban la Pasionaria, Santiago Carrillo y Rafael Alberti, por citar sólo algunos) habían aprobado el 15 de octubre de 1977 una ley de amnistía para todos los delitos políticos y actos terroristas de derecha e izquierda (en particular los de ETA y la extrema izquierda). Dos principios animaban entonces a la gran mayoría de la clase política: el perdón recíproco y la consulta entre gobierno y oposición. No se trataba de imponer el silencio a historiadores y periodistas, sino de dejarlos debatir libremente entre ellos, cuidando de no utilizar su trabajo con fines políticos. Desde entonces, ha pasado mucha agua bajo el puente. Leyes de memoria (“ley de memoria histórica” de Zapatero en 2007 y el inminente proyecto de “ley de memoria democrática” de la coalición de Pedro Sánchez –PSOE/PSC, Podemos/CatComú, PCE/IU, en 2022), se adoptaron teóricamente para luchar contra “la apología del franquismo, la violencia y el odio”, pero en realidad siendo de esencia totalitaria son prácticamente liberticidas. Las autoridades españolas ya no parecen querer buscar la paz social sino a través de la división, la agitación, la provocación, el resentimiento y el odio. España está lejos de intentar curar definitivamente sus heridas y mirar su historia con honestidad, rigor y objetividad. Por culpa de su casta política, singularmente mediocre, sectaria e irresponsable, reactiva el espíritu de guerra civil y se hunde lenta, pero inexorablemente, en una crisis económica, política, cultural, demográfica y moral global de alarmante magnitud.
Los historiadores saben que en la historia hay hechos, a veces ocultos, a menudo infravalorados o sobrevalorados, según los autores, y que sus análisis e interpretaciones no son menos diferentes según las convicciones y sensibilidades de cada uno. Pero los historiadores también saben que nadie puede acaparar la palabra y hacer un uso terrorista del llamado argumento “científico” sin colocarse fuera del espacio de la investigación seria y, en última instancia, de la democracia. Pío Moa sabe todo esto y lo proclama y por eso no podemos recomendar mucho la lectura de su hermoso libro, argumentado, valiente y cáustico.
Fuente Conflictos en revisión

Magnífico artículo por el que felicito efusivamente a El Español Digital.
Ha tenido el acierto -y el valor- de divulgarlo.
¿Que la publicación de la obra de Pío Moa en Francia ha provocado indignación en la izquierda, tanto española como francesa?
La mejor señal.
¿Ladran?… luego cabalgamos.
¿Chillan las ratas?…. señal de que les han pisado el rabo.
O como decía el conocido libro ¡VENCER! para la instrucción militar del soldado:
¿Cómo sabemos si nuestro fuego es eficaz?
Y uno de los indicios era “por la actitud de enemigo”
Pues eso.
Mi triple enhorabuena; al autor, por su éxito editorial, aunque le haya llegado con tanto retraso.
Al prologuista…. y por supuesto a El Español Digital.
Excelente la obra de Pio Moa y que Francia ha difundido en los medios por su rigor y objetividad.
Su difusión en España para conocimiento de todos los españoles que no saben nada sobre la guerra civil daría como resultado que la ley de memoria termine en la nada y sin ser aprobada por lo infame de su contenido, la falta de rigor científico y el no aportar nada a la unidad de España.
En fin, el futuro nos dirá si con el «tacita a tacita»… fue suficiente, para evitar la caída en el precipicio que ya andamos bordeando.
Resulta inevitable, aunque sólo sea por la salud social de este país, que toda la escoria que se ha vertido desde hace cuarenta años a esta parte, sea contrarrestada con la auténtica verdad de la historia. O lo que es lo mismo, ya está bien de enfangar a una proporción muy alta de España y los españoles, mientras se ensalza a otro sector minoritario y del cual conocemos sobradamente su inquina contra todo lo que significa nuestra Patria.
Anoche mismamente escuchaba en un programa de la cadena de televisión Telemadrid como un presentador, para mi desconocido, se refería a la antigua cárcel de Carabanchel, ya desaparecida (en realidad sustituida por la de Soto del Real y tan polémica como la otra) y añadía la coletilla de símbolo de la dictadura franquista.
Tal manipulación intencionada en una cadena pública que pagan de sus bolsillos todos los madrileños que viven en dicha Comunidad o provincia, con independencia de tendencias y colores, y de los cuales dicho presentador cobra todos los meses.
Lo justo sería hablar antes de las casi doscientas cincuenta checas que los rojos mantuvieron durante la II República y en el transcurso de la guerra civil, que esa misma izquierda provocó. Porque en Carabanchel el que entraba lo hacía mediante sentencia judicial y a sabiendas de que transcurrido el tiempo asignado, salía por la misma puerta por la que había entrado.
Mientras que todos los que entraron en las checas, sin garantías procesales de ninguna clase, ni procedimiento judicial alguno, sabía que su salida terminaba invariablemente ante un paredón para ser asesinado en nombre de lo que esa izquierda que plantó sus zarpas en España entendía por democracia. Y no olvidemos que sólo han cambiado las maneras aparentes y por conveniencia.
Y es que tiene bemoles que no se hable de otra cosa que de lo que se hizo durante la dictadura franquista, «dictadura» analizada sobradamente por juristas e historiadores y en su conjunto más bien «dictablanda», menos para algunos muy interesados en dar otra imagen y como si hoy no padeciesemos el totalitarismo democratista, y se esté ocultando lo que en modo alguno jamás se podrá tapar, la barbarie asesina y claramente genocida de esa misma izquierda y de todos sus compinches separatistas.
Magnífico artículo de Le Fígaro y, como no, grande Pío Moa, y muy oportuno porque todos los demás tenemos la obligación moral y el deber patriótico de no consentir que se olvide la memoria de todos los asesinados por esta horda, ni permitir que nos sigan insultando a la cara, mientras practican su incansable ingenieria social convirtiendoba los españoles en auténticos borregos. Recordemos que se han repartido 25.000 mil millones para «presuntas» víctimas del franquismo, y CERO euros a las objetivamente demostrables víctimas de la Segunda República, y es que todas sus medidas son clara y abiertamente inconstitucionales, pero luego resulta que «la ley hay que cumplirla», ya, también la de la amnistía que aprobó el parlamento por unanimidad hace más de cuarenta años? o esa no?