Llanto de Callosa
Callosa de Segura es la historia dolorosa de una radical injuria a Dios y a España.
Llanto de Callosa 
Lloro de rabia contenida, asumo el rubor y la vergüenza,
Pido perdón a Dios porque mi vida, no he querido entregar en Su presencia.
Siento que algo más murió en mi patria, se extingue por no morir luchando.
Que agoniza de hastío y apatía, que languidece en traiciones y nefandos.
Y mientras yo lamento mi tibieza, siete hombres, ejemplos de la pura
Raza que brilló con mil proezas, se forjan en Callosa del Segura.
Anclados por Dios y por España, a la Cruz que honraba a sus caídos,
A la Cruz que en mares y montañas, proclama que la muerte es un suspiro.
Lo cantó un día Pemán, y sigue vivo: Que férreas cruces doblará la hoguera;
Que barrerán de campos y de suelos, a cientos, las cruces de madera.
El que tuvo por amigo al Gran Ausente, ya avisaba que la Nuestra no es aquella,
Que en los cielos se recorta, o en potente, estructura se alza, aunque sea bella.
Nuestra Cruz no es de piedra ni de leño, no hay volumen, remaches. ¡Ningún perno!
Es acaso poesía, inviolable cual sueño. Nuestra Cruz, tu Cruz, Maciá, está en lo eterno.
Creías ser capaz de herir a Cristo, quitando de tu vista la evidencia,
De que a Caifás, Pilato y a ti mismo, os abruma la duda y la impotencia.
Sois la muestra del odio que al Amor, profesa la diestra y la siniestra,
Del debe y del haber con el Maligno; de las leyes que rubrica con su signo.
De toda autoridad vendida a los mediocres. De cuanto picoleto partícipe en el crimen.
Si por gritar por Dios, arrestaron a un héroe, ¿se puede aún dudar de quienes nos oprimen?
Sesenta mercenarios contra un solo patriota, ausentes de vigor, de firmeza y constancia.
¿Será que en Manresa arrojaron sus dotes? ¿Valor y gloria en pos…? En pos de la pitanza.
Sesenta contra siete, pendón airoso ese. Ni siquiera Pilatos necesitó tal turba.
Y él se enfrentaba a Dios, vosotros ¿qué temíais? ¿Qué el Capitán Cortés saliera de su tumba?
¿Qué os enseñara a voces cuál es la Luz Perpetua? ¿Qué os mostrara su sangre, esa sí, noble y fiera?
¿Qué el honor, y la paz, y el blasón, y la guerra, se ganan con justicia y la Verdad por bandera?
Y vuelvo con Pemán, con las siete trompetas, como esos falangistas, los Siete de Callosa.
No fueron siete obispos, fueron siete virtudes. Dios y España harán, de lo vuestro, su glosa:
“La Cruz basta soñarla:
Y basta con un trazo,
De espíritu o de luz.
Dónde exista un suspiro y un abrazo,
Allí, existirá una Cruz”.
