Curas sodomitas de la diócesis de Madrid

Lo que vamos a contar no es nuevo, pero conviene recordarlo porque el asunto sigue… vivo, porque el cardenal Osoro así lo quiere; luego que no diga.
Hace meses, por no decir algún año, comenzaron a pulular por la diócesis de Madrid los rumores de que había algún que otro cura que perdía aceite de forma ostentosa. Los parroquianos de aquí y de allí, nos referimos a los que de verdad se preocupan por la salud de sus parroquias, porque las mismas irradien nuestra Santa Fe, así como algunos sacerdotes que están en la misma línea, comenzaron a protestar y a facilitar datos. Ante tal cúmulo de información, y como viene siendo la costumbre de esta «Iglesia de salida» –de salida porque no va a quedar ni el tato–, la actitud de Osoro y su curia fue la de mirar para otro lado, es decir, para el tendido, cantando aquello de pío, pío, que yo no he sido… ni me interesa.

Los datos comenzaron a llegar a los digitales que más hacen por llevar a efecto el mandato evangélico de corrección fraterna, alguno de los cuales, puntero en estas lides, comunicó al arzobispado que o tomaba cartas en el asunto o comenzaba a repartir estopa electrónica. Ante más pío, pío, que yo no he sido, comenzaron a publicarse los datos y las fotografías de lo que estaba pasando delante de las narices de Osoro y sus muchachos, verdaderos sacrilegios, profanaciones y abusos sacramentales monumentales.
Pues bien, sólo entonces, con el escándalo, que se pudo haber evitado, como se han evitado otros —¿hablamos de lo ocurrido en cierto monasterio?–, llegó por fin la reacción de Osoro, ese patético cardenal que tan mal ejemplo nos da, la cual fue… coger a los curas sodomitas y largarlos… ¿a la calle?… no, faltaría más, ¡a un seminario! que es lo mismo que poner a la zorra a cuidar a las gallinas o al lobo las ovejas, o… al menos, a su lado; esperemos que, como muchos otros, dicho seminario esté vacío, porque si no es así, la negligencia de Osoro es mayúscula y de lo que allí pueda pasar sólo él será responsable.
¡No queremos curas sodomitas en nuestra Santa Iglesia!
¡A ver si se entera Osoro y los demás!
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Aterrador
Tanto lo conocido como el resto del iceberg y, por supuesto, el frío eclesial que lo consiente y parece que impulsa
Estimado seguidor: es verdad. Aterrador, algo que no debemos olvidar, en especial la protección que se les ha dado y que parece que se sigue prestando. Saludos cordiales