Los obispos tan alucinados como siempre
La Conferencia Episcopal Española (CEE) no podía estar callada. Tenía que tomar protagonismo y, como siempre, hacer el ridículo. Con motivo de la fuga del emérito, puede que uno de sus últimos actos repleto de la indignidad que ha caracterizado su vida personal e institucional, la CEE se ha descargado con un escueto comunicado en el que, oraciones aparte, dice:
«…ante la noticia de la salida de España de S.M. D. Juan Carlos I, quiere expresar el respeto por su decisión y el reconocimiento por su decisiva contribución a la democracia y a la concordia entre los españoles.
También quiere manifestar su adhesión y agradecimiento al actual Rey por el fiel cumplimiento de los principios constitucionales y su contribución a la convivencia y bien común de todos los españoles.»
Los obispos españoles, esos que alardean de no «meterse en política», emplean la mitad de su comunicado enfangándose en ella y, además, para llenarse de lodo, llegar al fondo del pozo y… seguir escarbando.
Ante todo, no es una «salida», sino una cobarde, indigna, vulgar, barriobajera y repugnante huida una vez que las pruebas de sus fechorías son tan evidentes que ni su propio hijo ha podido dulcificarlas. No ha tenido este «señor» ni un gramo de hombría para quedarse y dar la cara aunque fuera ya no por España y los españoles, que siempre le han importado un bledo, sino por su propio hijo al que todos miramos ya preguntándonos: ¿no sabía nada? ¿su padre se lo ocultaba todo? ¿no estaba en el ajo? Pues Urdangarín, el yerno enjaulado, dijo que «Yo sólo hice lo que veía». Juan Carlos I, como su abuelo, después de destrozarlo todo huye y deja a España a los pies de la antiEspaña, algo muy Borbón.
Luego los prelados todavía a estas alturas le agradecen y alaban por su «decisiva contribución a la democracia y a la concordia entre los españoles». ¿Pero en qué país viven estos curas? ¿Qué democracia? ¿La del Estado de la impunidad, la corrupción, decadencia y degeneración en todos los órdenes, instituciones y demás? ¿Y qué concordia? ¿Pero no ven a los asesinos y mangantes en el poder, en las instituciones, y a las víctimas perseguidas? ¿Concordia? ¿La de la falsedad histórica y la mentira cochina que ha vuelto a resucitar las «dos Españas»? De verdad que mejor se hubieran ido a rezar y callarse.
Lo relativo a Felipe VI es también de traca, toda vez que éste sigue los pasos de su padre y está demostrando que de tal palo borbónico tal astilla inepta y traidora, porque si la CEE se cree que con su actitud de querer quedar bien con todos, especialmente con los que le odian hasta lo indecible, y no dar la cara por los españoles de bien, le van a perdonar, que es lo mismo a lo que jugó su padre toda su vida con el resultado que vemos, entonces es que están locos. Se creen estos obispos, como el propio Felipe VI, que dejándose avasallar y con ello humillar a España, a la cual representa, van a conseguir algo de esa antiEspaña recalcitrante que todavía algunos, como al parecer los obispos, no se atreven a creer que no tiene remedio y que lo único que entienden es el palo y tente tieso.
En fin, para qué más, pues en realidad no nos ha sorprendido, dado el estado también de decadencia, adocenamiento, mundanidad y falta de fe de la mayoría de nuestro clero. Pero sí es verdad que en esta ocasión albergamos una mínima esperanza de que, al menos, fueran a mantener el pico cerrado; ingenuos nosotros aún hoy.
Si se creen, como los borbones, que con estas cosas y otras que hacen, van a conseguir algo de los hijos de la mentira y de la oscuridad, es que alucinan.

No nos estamos apercibiendo de que estos «curas» defienden y amparan lo que ellos consideran como suyo, realmente. Quienes crean, ¡todavía!, que ellos procuran la promoción de lo verdaderamente católico… es que andan por las nubes.