María en lo más alto
Nuestra Madre es madre de misericordia e intercede infatigablemente por nosotros a pesar de que somos la causa principal, con nuestros pecados, ofensas y negligencias, de los dolores de su Hijo y de los suyos propios; no nos tiene nada de ello en cuenta, sino todo lo contrario, nos quiere con una pasión sin límites, como sólo lo saben hacer las madres.
En el mes de Mayo, mes de María
Hace no mucho oímos en una homilía a un sacerdote en referencia a Nuestra Madre Santísima decir dijo que sí, que sí, claro, que es importantísima, pero que “tan alto, tan alto como se la coloca, no”.
Reconocemos que el corazón nos dio un vuelco y que hubo unos segundos en que poco, nada, faltó para saltar y exterioriza la íntima rebeldía que tal frase, prácticamente herética, nos provocó. Pero el respeto humano, ese gusano que con tanta facilidad a veces nos corroe, consiguió, con excusas, en este caso la de que “estás en la Iglesia”, ganarnos la mano y… callamos.
Nuestra Madre Santísima sí está donde está, en lo más alto. No hay, ni habrá un ser humano como ella. Nuestra Madre fue concebida sin pecado original, don de Dios cuyo alcance no podemos llegar todavía hoy en día ni a intuir. Fue inmaculada siempre. Dechado de virtudes. Plena de Gracia. Asunta al Cielo. ¡Cómo no colocarla donde se merece! ¡Cómo no reconocerle que está donde está, en lo más alto! ¡Qué católico, más aún si es sacerdote, puede incluso en lo más mínimo disminuir el lugar, el más alto, que le corresponde y en el que está Nuestra Madre!
Al mismo tiempo ¿quién, después de Nuestro Señor, ha sufrido tanto como ella? ¿Alguno de ustedes ha meditado alguna vez, ha intentado ponerse en su lugar, en las siguientes circunstancias? Le profetizaron que una espada le atravesaría el corazón. Sufrió las tremendas incertidumbres de la huida a Egipto en aquellos tiempos; durante tres días su queridísimo Hijo estuvo perdido. Asistió a la Pasión de Nuestro Señor acompañándole en todo momento; sufrió contemplar su maltrato terrible y su agonía en la cruz; vio directamente como expiraba; se destrozó lo poco entero que le quedaba de su corazón al asistir a su descendimiento. Finalmente, fue mujer también de dolores al tener que dejar que lo sepultaran. Repetimos ¿Son ustedes capaces de ponerse en su lugar si quiera unos minutos en cualquiera de los sufrimientos que hemos reseñado? ¿Se imaginan que sólo un mínimo de lo dicho tuvieran ustedes que contemplarlo en alguno de sus hijos o en cualquier otro familiar?
Pues aún con todo, Nuestra Madre es madre de misericordia e intercede infatigablemente por nosotros a pesar de que somos la causa principal, con nuestros pecados, ofensas y negligencias, de los dolores de su Hijo y de los suyos propios; no nos tiene nada de ello en cuenta, sino todo lo contrario, nos quiere con una pasión sin límites, como sólo lo saben hacer las madres.
Pues sí, sí, Nuestra Madre, por todo ello, está en lo más alto, que es además donde Nuestro Señor la ha puesto al coronarla Reina de los Cielos, al darle la llave de su doliente y ofendido Corazón. Porque ella es co-Redentora, co-Salvadora nuestra, porque si ella no hubiera dicho sí y asumido sin rechistar sus tremendas cruces, hoy nosotros estaríamos perdidos sin remisión.
Por todo ello, les ruego que no cedan, como hicimos nosotros, nunca, al roer del gusano del respeto humano, y ante barbaridad como la que nosotros oímos, como la que dijo aquel mal pastor, liberen su íntima rebeldía e impidan tamaña ofensa.

Si en algo se han distinguido especialmente los católicos a través de los siglos, ha sido en la extraordinaria veneración tributada a la Madre de Nuestro Señor Jesucristo.
Sin embargo, desde la entrada en la Iglesia del «humo de Satanás» de la mano del «concilio» y de sus principales promotores, los católicos no paramos de encontrarnos con sorpresas desagradables en nuestro diario caminar.
Por ello, a partir de aquel fatídico momento en que se inició el proceso de autodemolición de la otrora Iglesia Católica Apostólica y Romana, cada vez son más numerosos los que se creen con derecho a vivir su «fe» como si se tratara de un ‘self-service’. Es decir, cogemos lo que nos parezca y en la cantidad que nos apetezca, hasta quedar saciados de todo lo que la religión «católica» pone a nuestra disposición para ser «felices» mientras dure nuestro paso por el mundo. Y ahora, para colmo, contamos con el muy generoso y misericordioso hermano Jorge Mario Bergoglio para mayor abundancia de «productos» entre los que escoger.
Yo también he tenido que morderme la lengua en más de una ocasión, por respeto al lugar y a los presentes, para evitar exteriorizar de modo contundente mi disconformidad con algunas prédicas de quienes -antiguamente- se consagraban a la cura de almas.
extracto de una entrevista al padre Gabrielle Amorth en aciprensa
6. “El intercesor más efectivo de todos es la Virgen María”
En mayo de 2002, al ser preguntado sobre el intercesor más efectivo de todos, el P. Amorth dijo a ACI Prensa, que «por supuesto que la Virgen es la más efectiva. ¡Y cuando la invocas como María!»
«Una vez le pregunté a Satanás. ‘¿Pero por qué te asustas más cuando invoco a Nuestra Señora que cuando invoco a Jesucristo?’ Me contestó ‘porque me humilla más ser derrotado por una criatura humana que ser derrotado por Él».
Curiosamente el «incendio» de Notre Dame trajo estas palabras del padre Gabrielle al recuerdo.
Notre Dame…Nuestra Señora…
Curiosamente la catedral de Notre Dame fué construida sobre una antigua iglesia Templaria…
Curiosamente los Templarios no solamente veneraban a …Jesus de Nazareth también a su madre la Señora…
Difamados y calumniados hasta la saciedad se hizo creer que adoraban una imagen de un tal baphomet…todo falso.
Probablemente fueron Ellos quienes rescataron la Síndone y la trajeron a Europa…
Curiosamente la imagen que veneraban se parecía muchísimo al rostro que aparece en la Síndone
El sacerdote de la homilía que decía, en referencia a la Virgen María, que es importantísima, pero que “tan alto, tan alto como se la coloca, no”; debe de desconocer lo que significa o calibrar y medir muy mal lo que es ser la Reina del Cielo y de la Tierra, Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo, Esposa de DIOS Espíritu Santo, Templo de la Santísima Trinidad, Madre y Señora de todos nosotros. Lo de las Letanías (en referencia a Nuestra Madre y Señora) ya casi no lo menciono ante la inmensidad de todos los atributos anteriormente mencionados.
De hecho, sin ser DIOS, no está: “tan alto, tan alto”; sino que La Virgen María está mucho más alto que todo lo alto, está en el Trono Celestial.
Como Madre y Señora Nuestra es para nosotros el máximo lujo de honor y prestigio tenerla como tal y dado por DIOS N. S. JESUCRISTO.
Estimado seguidor: maravilloso comentario. Emocionante. Profundo. Pleno de piedad y amor a Ntra. Santísima Madre y a Su Hijo que, sin duda, se lo recompensarán. Bravo. sí da gusto. Amén. Saludos cordiales