Mártir Alfonso Muñoz Tejada (103)
Alfonso Muñoz Tejada (1886 ¿? – Madrid 1936). Hijo de una familia especialmente practicante, recibió de sus padres una profunda y firme formación católica, la cual él ahondo durante toda su vida.
El 5 de Noviembre de 1911 contrajo matrimonio con Rosario Bernal teniendo varios hijos de los cuales la mayor era Esperanza y el menor Alfonso.
Alfonso Muñoz vivía con su familia en la calle Postas de Madrid y regentaba una droguería. El tiempo libre lo dedicaba a colaborar con la parroquia, así como a un intenso apostolado con los más desfavorecidos a los cuales ayudaba siempre que podía. Pertenecía a la Adoración Nocturna, siendo también cofundador del Sindicato de Obreros Católicos de Madrid.
Cuando estalló la guerra, y debido a su activismo católico –por «oler a cera» término despectivo utilizado por los revolucionarios del Frente Popular para calificar a los católicos– y dedicar atenciones especiales a varias familias de religiosas, fue denunciado al Comité del Frente Popular de su barrio por alguno de sus propios empleados, así como por el propietario de otra droguería muy cercana a la suya.
Durante algún tiempo logró esconderse en la casa de una portera amiga, Lucía Guzmán, mujer también muy católica, la cual testimonió después que durante los días que Alfonso Muñoz pasó escondido en su casa pasaba largas horas en intensa oración y recogimiento, observando la portera en algunas ocasiones en su rostro expresiones y una especie de luminosidad especial que ella siempre creyó que podía deberse a que Alfonso Muñoz debía estar cerca del éxtasis; también dio testimonio de que Alfonso Muñoz ofreció su vida a Dios, aceptando el martirio su fuera Su voluntad, rezando siempre varias veces la oración de preparación para la muerte martirial.
El día 5 de Noviembre de 1936, Alfonso Muñoz, por cumplirse las bodas de plata de su matrimonio, acudió a su domicilio. Estando en la celebración de tan importante fecha, la cual su mujer había preparado con gran ilusión, máxime dadas las circunstancias y sabiendo que su marido acudiría a ella, se presentaron en la puerta un grupo de cinco frentepopulistas que, con malas caras, groserías y gestos amenazantes, preguntaron por Alfonso; debían saber que se encontraba allí, fuera por alguna denuncia o por tener la casa vigilada.

El caso es que Alfonso Muñoz se dio a conocer, mientras su mujer e hijos, asustados y temblorosos, lloraban encañonados sin piedad por las armas de los frentepopulistas.
El miliciano que mandaba el grupo espetó entonces a Alfonso Muñoz: «Queda detenido en nombre de la República», a lo que aquél respondió inquiriendo por el motivo, obteniendo la siguiente desabrida respuesta: «¿No es usted católico practicante? ¿No le parece suficiente motivo? Acompáñenos».
Alfonso Muñoz fue llevado a una checa en la que permaneció varios días. Durante ellos, un grupo de frentepopulistas de los que la regentaban estuvo deliberando qué hacer con él y con otros, hasta que decidieron darles un «trato especial». En fecha que se desconoce, Alfonso Muñoz, junto con otros diez presos, fue llevado a la Casa de Fieras (zoológico) que por entonces estaba en el parque del Retiro madrileño en la cual había, entre otros animales salvajes, unos leones enjaulados con los barrotes de la jaula dando a la senda por la que paseaban habitualmente los madrileños de forma que pudieran ver a los animales; que por motivo de la guerra en Noviembre de 1936 apenas si eran alimentados.

Llegados frente a la jaula del león, uno de los guardas del zoológico entregó a los frentepopulistas las llaves de la misma. Frente a ella pusieron a Alfonso Muñoz con las manos atadas a la espalda. Entre gritos, insultos, bofetadas, blasfemias y escupitajos le azuzaban contra los barrotes de la jaula incitándole a blasfemar, lo que no consiguieron. Tras un tiempo, cansados del escarnio, y ante la mirada atónita del guarda, abrieron la jaula y rápidamente empujaron a Alfonso Muñoz a su interior, contemplando todos el feroz ataque de los hambrientos animales, en una escena dantesca, terrible e inimaginable, émula de las que protagonizaron tantos cristianos en los circos romanos en época que se creía ya imposible de volver a repetirse. Alfonso Muñoz murió despedazado por las bestias, siendo a continuación engullido por ellas dejando de él tan sólo algunos huesos que fueron al día siguiente retirados por los guardas del zoológico y tirados a la basura junto con otros restos de comida. Alfonso Muñoz tenía unos 50 años.
PD 1- Los otros 10 presos que acompañaron a Alfonso Muñoz en aquella tan terrible jornada fueron también arrojados a las jaulas de otros animales, entre ellos un oso, muriendo todos de forma tan horrenda.
PD 2.- El hijo menor, Alfonso, que entonces tenía 12 años, llegó a ordenarse sacerdote después de terminada la guerra.
NOTA.- Esta serie está dedicada a los mártires de la persecución anticatólica entre 1936 y 1939 del Frente Popular, coalición marxista-leninista revolucionaria formada por el PSOE, PCE, CNT, PNV y ERC.

Terrible. Y esto se ha callado durante cuarenta años. Vergonzoso. Madre mía. Pobre hombre. Y la Iglesia también en silencio.
Pero llamar democracia a la República en guerra, donde no hubo una sola elección, ni una sola sesión de Cortes (salvo un par de reuniones de pura e inútil fachada), es un sarcasmo y una tomadura de pelo (R. DE LA CIERVA)