Mártir Mª del Carmen Alejandra Cabrera Llergo (37)

Mª del Carmen Alejandra Cabrera Llergo (1886-1936), había nacido en Pozoblanco (Córdoba). De familia muy religiosa, era la mayor de tres hijos, demostrando desde muy joven una gran afición por la lectura y la escritura. Contrajo matrimonio en 1909 con Antonio Pascual Blanco Muñoz, agricultor, ganadero y yuntero, hombre noble y bueno, muy honrado en sus negocios.
Mª del Carmen pertenecía a la mayoría de las asociaciones religiosas de su Parroquia: Conferencias de San Vicente de Paúl, Marías de los Sagrarios-Calvarios, “Corazonas” o Cofradía del Sagrado Corazón de Jesús, Cofradía de Santa Rita y otras. Iba a Misa diariamente y nunca faltó a la Adoración del Santísimo de los Jueves Eucarísticos. Al mismo tiempo, era muy activa en promover y realizar todo tipo de obras de caridad y asistencia social a los más necesitados.
En una ocasión, designada para formar parte de una mesa electoral, denunció que algunos se acercaban a votar usurpando nombres de fallecidos, lo que le valió amenazas del tipo “A ti te tengo que cortar la cabeza”; a veces le dejaban en la puerta de su casa alguna gallina con la cabeza cortada.
El 22 de Agosto de 1936 se enteró de la detención de Teresa Cejudo, con la que le uní gran amistad, también joven muy religiosa, momento en que dijo: “Ya está cerca la hora”. Efectivamente, pocas horas después, milicianos frentepopulistas, algunos conocidos de Mª del Carmen por haberles asistido en sus necesidades económicas, junto con alguno de los que habitualmente la insultaban y amenazaban por la calle, irrumpieron brutalmente en su casa armados de fusiles y pistolas. Fue entonces cuando Mª del Carme dijo a los suyos allí presentes con absoluta serenidad “Ya me llegó la hora”.
Encerrada en la cárcel del Ayuntamiento junto con Teresa Cejudo y otra treintena de personas más, sufrió lo indecible en condiciones deplorables durante un mes.
El 19 de Septiembre, el Comité Popular frentepopulista del pueblo montó en la plaza de la localidad una gran mascarada disfrazada de juicio. Allí, expuestos a la ira, los insultos y malos tratos de la chusma, con acusaciones absurdas y siempre infundadas, como por ejemplo que Mª del Carme había vestido «mono militar» y llevaba armas, fueron dieciocho de ellos condenados a muerte entre aplausos, gritos, burlas y groserías sin fin.
Ese mismo día, por la tarde, Mª del Carmen se despidió de sus familiares haciendo gala de gran serenidad y presencia de ánimo, aprovechando para recomendarles el perdón para sus asesinos, asegurándoles que sus últimas palabras serían un gran grito de “¡Viva Cristo Rey!”.
Al día siguiente, 20 de Septiembre, sobre las seis de la madrugada, Mª del Carmen, Teresa Cejudo y dieciséis más fueron trasladados al cementerio de la localidad. Al llegar a él, Mª del Carmen se desmayó víctima de le tensión del momento, cayendo al suelo sin sentido, instante en que algunos de los frentepopulistas le descerrajaron varios tiros en las piernas para despertarla. Reanimada, entre inmensos dolores, pero repitiendo sin parar “¡Viva Cristo Rey!” como había prometido, fue arrastrada, siendo rematada en el suelo al tiempo que los demás eran fusilados. Uno de sus asesinos se jactó durante mucho tiempo púbicamente de que “Ya había matado a esa…”. Tenía 49 años.
NOTA.- Esta serie está dedicada a los mártires de la persecución anticatólica entre 1936 y 1939 del Frente Popular, coalición marxista-leninista revolucionaria formada por el PSOE, PCE, CNT, PNV y ERC.

Una mínima justicia debe prevalecer siempre sobre el sentimiento cristiano de perdón. Al menos, en todo lo que concierne a la multiplicidad de crímenes y fechorías que se cometen en este mundo que habitamos.
Otra rosa más… ¡y de las de verdad!
Mª del Carmen Alejandra Cabrera Llergo, era madre de 3 hijos y colaboradora parroquial, pertenecía a la mayoría de las asociaciones religiosas de la Parroquia de San Sebastián, y a la Adoración del Santísimo, siendo catequista de dicha parroquia. Tenía también grandes inquietudes sociales en cuanto a la ayuda cristiana a los pobres, siendo muy activa en el auxilio de los más necesitados, lo que le acarreó no pocos odios precisamente de los maridos de las familias a las que ayudaba: si una madre, cuyo marido se acababa de jugar y perder el jornal a las cartas en la taberna de la UGT o CNT, iba en su busca para pedirle ayuda para comer, y ella socorría a esta madre de familia, o salía de ella hacerlo viendo su situación, este marido, lleno de rencor y resentimiento, no se lo perdonaba.
Para colmo de males, designada en una mesa electoral en las elecciones, denunció la ilegalidad de que algunos izquierdistas se acercaran a votar varias veces usurpando nombres de personas ya fallecidas. Por su honestidad en la mesa electoral, y su valentía en la defensa de la limpieza y legalidad del proceso electoral, fue amenazada de muerte, y este incidente le trajo ya amenazas e intimidaciones en lo sucesivo. Con frecuencia le cogían una gallina de su corral y en su presencia le retorcían el pescuezo y le decían que eso mismo tenían que hacer con ella.
Al caer Pozoblanco en manos de los rojos, fue detenida, y «juzgada» junto con otros cautivos en el patio de la prisión”, entre gritos y blasfemias del populacho, todos ellos fueron condenados a muerte, y asesinados al día siguiente, víspera de su 49 cumpleaños.
La mayoría de estos crímenes han quedado impunes por partida triple: en cuanto a la impunidad de la que han gozado sus asesinos en la mayoría de los casos, pero han quedado más impunes todavía cuando se ha aceptado primero en la Europa salida de la segunda Guerra Mundial, y después en la propia España donde estos crímenes fueron cometidos, una segunda leyenda negra análoga a la Leyenda Negra contra los Reyes Católicos, Carlos V y Felipe II, la Leyenda negra contra el Fascismo primero y contra el Franquismo después, y con ella los asesinos son presentados como héroes y los mártires como asesinos, y víctimas como ésta tapadas para que no se conozca la verdad, cuando no presentados bajo la caricatura de la falsedad.
Todo esto con la complicidad de todos, la dos colaboraciones más abyectas de todas la de los profesores que se han prestado en los centros escolares a falsear la Historia por razones puramente ideológicas, y las de los obispos y curas, que han vendido a sus mártires por las 30 monedas de vivir burguesamente y de que no les cobren el IBI.
Estar por escribir la historia de los Obispos como Tarancón y otros muchos que literalmente se han cargado la Religión Católica en España, y han puesto ladinamente las condiciones para que millones de españoles desde entonces y sin solución de continuidad se precipiten de cabeza al Infierno, en el que espero, si existe al menos la Justicia Divina (a falta de Justicia terrena), que ellos también se encuentren.
Suele afirmar el cantautor canario Pedro Guerra, afincado desde hace varias décadas en Madrid, que él es ateo por causa de la injusticia imperante en el mundo; por causa, se entiende -o por extensión-, del mal reparto de la riqueza.
De educación tradicional católica en el antaño de su adolescencia y apenas amanecida primera juventud tempraa, hogaño Pedro Guerra se confiesa ateo. De esa clase de ateos dedicados a la canción de autor, el cine, el arte, el espectáculo y la creación literaria a quienes sin ningún impedimento convocan o contratan para los actos festivos en honor a la Virgen o a los santos -se entiende que en el marco de fiestas populares-, en tanto a otros autores sí confesantemente católicos ningunean, obvian, desprecian, marginan.
Dios no existe, que es en lo que tú crees, habrán ido al pudridero lo mismo María del Carmen Alejandra Cabrera Llergo que sus verdugos. De ser esto cierto, el mal tendría la última palabra, el desorden, la injusticia, la maldad, la ruindad moral. Y de ser finalmenter así, al menos yo no puede evitar una sensación radical de contrariedad o disconformidad porque toda vida humana a su paso por este planeta llamado Tierra tendría como único horizonte el guiño faltal del absurdo, de la injusticia radical, del sinsentido.
En fin: contradicciones e incoherencias de una sociedad que ha dado la espalda a Dios y que chapotea en el neopaganismo y la apostasía. Contradicciones e incoherencias de no pocas personas se supone que vinculadas a la Iglesia pero en verdad viculadas a la mundanidad. De modo que ante todo esto, distinguido Pedro Guerra, si la «última palabra» -como colofón de la terrenal historia hacia el apogeo de la beatífica eternidad- no la ha de tener Dios, que es el sumo bien, y sí el mal saldrá triunfador, el mal radical acabará teniendo la última palabra, esto es, se saldrá con la suya, esbozando por toda la eternidad como una suerte de burlona y mortal sonrisa de cinismo.
Porque no podrá haber una justicia para María del Carmen Alejandra Cabrera Llergo, celebrado Pedro Guerra, víctima que fue ella del odio contra la fe católica desatado con saña sin igual por movimientos de izquierda en cuyo seno yo mismo fui destetado para la lucha militante y con los que, es de suponer, tú sigues identificándote . Ni la habrá para millones de víctimas inocentes que a lo largo de los siglos de historia de la humanidad han sufrido la injusticia radical de ser abusadas, atropeyadas, vilmente asesinadas.
De manera que la existencia de Dios sería sobre todo una buena noticia para los que sufren todas esas injusticias, todo ese mal reparto de las riquezas, cosa que parece que a ti te quita el sueño, paisano. Que el sufrimiento, la injusticia, la enfermedad y la muerte pueden hacer que se tambalee nuestra fe en la bondad, justicia y providencia de Dios, pues sí, como que somos débiles y el Maligno nos tienta… Solo que sin Dios la muerte, la enfermedad, la injusticia, el sufrimiento y la múltiple explotación del hombre por el hombre tendrán la última palabra. Serían el sello definitivo de todas las respuestas.
Si Dios no existe, Pedro Guerra, que es en lo que tú crees y lo que cantas en tus canciones, todo tan progre, tan multiculturalista, tan políticamente correcto -al tiempo que a los autores más o menos literarios y artísticos que se confiesan católicos les cierran el paso hasta en los ambientes eclesiales, en los que tengo entendido que no te lo cierran a ti, ni a otros perroflautas del tamaño del galdense Arístides Moreno, por ejemplo-, tendrán como único destino final el pudridero lo mismo el más vil y no arrepentido asesino genocida que el pobre niño de cinco añitos muerto por hambre o por cualquier otra atroz injusticia.
Por último, me gustan tus canciones, y es de suponer que me seguirán gustando. Y de paso las canciones de la mayoría de los que son de tu cuerta (de la llamada canción de autor). Porque no en balde soy tan melómano que lo mismo me sigue fascinando John S. Bach que el llamado «rock» sinfónico, lo mismo el «blues» de todo tiempo y lugar que los clásicos del «jazz», lo mismo el folklore internacional que la música popular brasileña (MPB). Sin embargo, me permito decirte que tu ateísmo no tiene nada que hacer frente a la apologética católica de un joven tan deslumbrante y genial como el peruano Dante Urbina, cuyos vídeos en Youtube te recomiendo.