Mártir Prudencia Cañellas Ginesta (108)

Prudencia Cañellas conoció en un momento dado a Ezequiel Aguadé, de quien se enamoró perdidamente. Su familia le desaconsejó el matrimonio por estar Ezequiel afectado por la tuberculosis, lo que no impidió a Prudencia Cañellas casarse con él, cuidarle con esmero y asistirle en sus últimos momentos cuando, al cabo de tan sólo un año murió.
Prudencia Cañellas continuó regentando la fábrica de camisas y su labor de asistencia a los más necesitados, lo que hacía junto con su más íntima amiga, Teresa Roca, también muy religiosa como ella.
El Jueves, 23 de Julio, por la mañana, celebraron Misa, consumiendo todas las sagradas formas porque esa noche creyeron que podrán salir hacia Mallorca. Prudencia Cañellas fue a la fábrica para proveer a los religiosas de camisas y otras ropas, regresando a Torre Alsina sobre las 13,30.
Pero a las 16,30 llegó un camión cargado de frentepopulistas fuertemente armados que rodearon la villa, penetrando en ella unos cuantos, mientras otros se quedaron fuera de sus muros. Prudencia Cañellas salió al jardín y abrió la puerta de la casa, momento en el que uno de los frentepopulistas le espetó: «¿Hay tres religiosos en la casa?», a lo que ella contesta afirmativamente. Le ordenaron que salieran, lo que Prudencia Cañellas comunicó a los religiosos que así lo hicieron y, sin mediar más palabras, y allí mismo, fueron acribillados a balazos. Uno cayó desplomado y se ensañaron con él de tal manera que su rostro quedó desfigurado. El segundo recibió cuatro disparos y también cayó muerto en el acto. El tercero recibió un disparo en el estómago y cayó herido. Entonces, los frentepopulistas insultaron y amenazaron a Prudencia y Teresa, que horrorizadas habían presenciado lo ocurrido, ordenándolas que no dijeran nada a nadie de lo sucedido, marchándose por donde habían venido.
Pero, mientras tanto, los que habían quedado fuera, al oír los disparos, creyeron que se debía a que los religiosos iban armados y habían opuesto resistencia, por lo que, iracundos, comenzaron a hacer fuego en todas direcciones sin ton ni son. Ante tanto revuelo, los milicianos que habían comenzado a salir de la villa volvieron sobre sus pasos. Entraron de nuevo en la casa, vieron al religioso herido y lo remataron sin piedad.

Asimismo, comenzaron a saquear la casa, tomando presa a Prudencia por haber albergado en su casa a los religiosos, evitando un vecino, que había acudido al ver lo que ocurría, que no hicieran lo mismo con Teresa; la cual salvaría la vida y daría posteriormente testimonio de todo lo ocurrido hasta ese instante
Prudencia Cañellas, cuando ya eran sobre las seis de la tarde de ese 23 de Julio, llegó detenida a la sede del Comité Popular instalado en el número 93 del Paseo de Nuestra Señora del Coll, presenciado escenas dantescas: dos monjas franciscanas, atadas a sendas sillas, completamente desnudas pero conservando el velo, eran sometidas a todo tipo de vejámenes y crueles torturas; un religioso, también desnudo y maniatado, era brutalmente golpeado sin piedad, y otras dos monjas a las que nada más llegar en un vehículo custodiadas por varios frentepopulistas, las desnudaron y violaron varia veces tras de lo cual comenzaron a torturarlas. Todo ello mientras Prudencia era obligada, sujeta por varios, a contemplar tan execrables actos.
Cuando ya bien entrada la noche los frentepopulistas se habían cansado de golpear y torturar a sus víctimas, y dado el lamentable estado a que habían sido reducidas, las hicieron subir a un camión en el cual incluyeron a Prudencia, todos los cuales comenzaron a rezar, espetándoles entonces con saña el cabecilla frentepopulista: «Rezad, rezad, que os voy a meter la bayoneta por la boca».
Tras unos minutos llegaron a la Arrabassada, los hicieron bajar del camión y los ametrallaron sin mediar más palabras en el kilómetro 5 de dicha carretera. Prudencia Cañellas tenía 52 años.
PD.- A las siete de la mañana un lechero encontró cuatro cadáveres: el del religioso, dos de las monjas y el de Prudencia. De las otras dos monjas, una, heridas, consiguió llegar a una casa cercana donde en un primer momento le dieron leche y le dijeron que se sentara en el jardín, tras de lo cual su propietario, que era activo comunista, la delató, llegó una ambulancia, la recogió, y a mitad de camino le descerrajaron un tiro en la sien. La otra monja, sor Joaquina de Miguel, también herida, consiguió llegar a otra casa, donde la atendieron e incluso, debido a que era de nacionalidad portuguesa, la pusieron en contacto con su Consulado, que se ocupó de repatriarla a Portugal. Gracias a su testimonio se conocieron los hechos relatados desde que Prudencia ingresó en la cheka.
