Mártir Santiago Mosquera y Suárez de Figueroa (149)

Santiago Mosquera

Santiago Mosquera y Suárez de Figueroa (Villanueva de Alcardete/Toledo 1920 – 1936). De familia ilustre y muy buena posición económica. Al tiempo profundamente católicos. Santiago Mosquera era de natural muy extrovertido, simpático e incluso travieso. Eran ocho hermanos y él, como los tres mayores varones, pertenecía a la Congregación de San Luis Gonzaga de Madrid. Estudiaba en el Colegio que los PP. Jesuitas tenían en Estremoz (Portugal).

El inicio de la contienda le cogió de vacaciones en su pueblo natal, Villanueva de Alcardete. A los pocos días, en concreto el 25 de Julio, y debido a la inquina que los frentepopulistas tenían de siempre a la familia por doble motivo: por su posición económica, pero también por su profunda y pública fe, así como por las numerosas obras de caridad que con los más desfavorecidos hacían continuamente, con la excusa de buscar armas, invadieron el domicilio familiar una turba de desalmados. En realidad, lo que querían era detener al cabeza de familia para obligarle a entregarles todo el dinero que poseía. Pero dicha persona no estaba pues se encontraba en Portugal en viaje profesional, por lo que contrariados en extremo, y al encontrar dos escopetas de caza, optaron por detener a los dos hijos mayores, Ramón y Luis. Ante tal hecho, Santiago protestó enérgicamente aduciendo que en el pueblo todo el mundo tenía escopetas de caza. Fue tal su insistencia y valor al enfrentarse con los frentepopulistas, que finalmente decidieron también llevárselo detenido. Así pues, los tres fueron llevados a la iglesia parroquial, convertida en prisión, encerrados con otros varios en las capillas laterales de la misma todas ellas dotadas de fuertes enrejados. Allí los tenían durmiendo en el suelo, sin apenas facilitarles alimentos y en condiciones infrahumanas.

El 15 de Agosto, de madrugada, sacaron de la iglesia a un grupo de doce, entre ellos a los dos hermanos de Santiago Mosquera, y los fusilaron en las afueras del pueblo. Entretanto, y durante esos mismos días, bien que sin que la cosa llegar a oídos de Santiago, fue detenida su madre, a la que con la intención de sonsacarle el paradero de su marido, los frentepopulistas sometieron a malos tratos y coacciones, dejándola libre pero con la amenaza de que de no aparecer su marido matarían a Santiago, lo cual era sólo una artimaña, porque durante esos días los frentepopulistas habían tomado especial ojeriza con él, planeando su asesinato.

Pero antes se confabularon para que, vista su piedad, renegara de la Fe.

Con tal propósito, el 22 de Agosto, ataron a Santiago a una estaca y comenzaron a propinarle golpes y latigazos por doquier siempre con la misma canción:

-Blasfema.

-Nunca. Aunque me matéis.

-Blasfema.

-Puedes pegarme otra vez. Yo no blasfemo.

Allí lo tuvieron en tan penosa y dolorosa situación durante dos días, atado, sin comer ni beber y molido a golpes y latigazos.

Santiago gemía, sin que nadie tuviera con él la más mínima consideración.

-Si haces lo que nosotros hacemos… comes y te perdonamos la vida.

-No. (Musitaba)

-Abre los ojos o te pego un tiro.

-No quiero veros.

-¿Qué no quieres vernos? Ahora sí que vas a ver. Pero las estrellas.

Y volvían los golpes y latigazos que no pocas veces aplicaban especialmente en su cara.

La noche del 24 al 25 de Agosto, cansados de comprobar que Santiago no cedía, junto a otros seis detenidos, lo llevaron a la tapia del cementerio donde los fusilaron.

Pero debido a la oscuridad, los disparos sólo hirieron a Santiago en las piernas, quedando allí tenido inconsciente.

De madrugada, y vuelto en sí, Santiago se vio entre los cadáveres de los otros, con los dolores de las piernas ametralladas unidos a los de los malos tratos de los días pasados, gimiendo y sin fuerzas para moverse, cuando llegó el sepulturero junto con otros, advertido de que tenía que enterrar a los asesinados.

Al verlo llegar, Santiago, cobrando fuerzas de donde no las tenía le dijo: «¡Piedad, buen hombre, piedad!”.

Pero ante su asombro, el sepulturero intentó que blasfemara si quería que le ayudara, a lo que el joven se negó diciendo: «Prefiero morir antes que ofender a Dios”.

Y dicho y hecho, el sepulturero cogió un pico y sin más se lo clavo en el pecho acabando con su vida. Tenía 16 años.

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NOTA.- Esta serie está dedicada a los mártires de la persecución anticatólica entre 1936 y 1939 del Frente Popular, coalición marxista-leninista revolucionaria formada por el PSOE, PCE, CNT, PNV y ERC.


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