Mártir Teresa Cejudo Redondo (38)

Teresa Cejudo Redondo, había nacido en 1890 en Pozoblanco (Córdoba). Estudió en el Colegio de las religiosas Concepcionistas. Contrajo matrimonio con el arquitecto Juan Caballero Cabrera en 1925, fruto del cual fue una única niña. Ejemplo de esposa y de madre. Muy activa cooperadora salesiana, al erigirse la Asociación de María Auxiliadora, fue elegida secretaria. También presidenta de las Mujeres de Acción Católica, de las Conferencias de San Vicente de Paúl y de las Marías de los Sagrarios. Íntima amiga de Mª del Carmen Alejandra Cabrera Llergo (AQUÍ), junto con la cual sería asesinada, fue activísima en obras de caridad y asistencia social a los más necesitados.
Cuando en Julio de 1936 estalló la guerra, se ofreció al Señor como víctima por el triunfo de su causa. Seis días después del asesinato del párroco del lugar, el P. Antonio Rodríguez Blanco, el 22 de Agosto de 1936, fue detenida por milicianos frentepopulistas por su reconocida condición de católica comprometida. Después de despedirse de su familia, fue conducida a prisión. Allí se mantuvo serena y tranquila, animando a quienes con ella estaban en la cárcel, dando un ejemplo sublime de caridad. Un compañero de prisión dirá después que daba ánimos a los que con ella estaban en la cárcel. Muchos la oyeron recitar repetidas veces la siguiente jaculatoria: “Jesús en el ara/ Jesús en la cruz/ Jesús en el alma/ mil veces Jesús”. Al llegar la hora de las comidas, servía primero a los demás y sólo después comía ella. “Se sacrificó mucho, como siempre”, declara otra persona que vio su comportamiento en tan difíciles momentos.

El 16 de Septiembre, el Comité del Frente Popular organizó en la plaza del pueblo una mascarada de juicio «popular» que transcurrió entre insultos, gritos, abucheos y aplausos contra los acusados, veinte personas, entre ellas Teresa Cejudo que fue acusada de «prácticas de piedad y propaganda política contra las ideas marxistas», acusación a la que ella respondió: “No es por defender al capital, sino la ley de Jesucristo”.
Fue condenada a muerte. Al oír la sentencia, dijo muy tranquila: “Esto lo esperábamos nosotros. Nos reclama Jesucristo y nos vamos con él, que estaremos mejor que aquí entre esta familia”. Su sentencia, como la de los otros diecisiete más, fue recibida con aplausos por el populacho allí concentrado.
El 19 de Septiembre se despidió de sus dos hermanas y de su hija por entonces de diez años de edad. A sus dos hermanas les dijo: “Nos encontraremos en el cielo”. A su hija, que se le abrazaba desesperadamente, le dijo: “Te quedarás con las tías. Todos te querrán mucho, incluso estos milicianos que nos rodean. Tú tienes a tu madre en el cielo”.
En la madrugada del día 20 fue trasladada, junto con los otros condenados, al cementerio de la localidad donde serían fusilados. Saliendo de la cárcel, decía a sus compañeras de prisión: “Hasta el cielo”. Teresa Cejudo quiso ser la última en morir para poder animar a sus compañeros de martirio. Se negó a que le vendaran los ojos. “¡Os perdono, hermanos! ¡Viva Cristo Rey!” fueron sus últimas palabras. Tenía 45 años.
Su esposo, Juan Caballero, había sido asesinado unos días antes que Teresa, pero ésta nunca llegó a saberlo.
NOTA.- Esta serie está dedicada a los mártires de la persecución anticatólica entre 1936 y 1939 del Frente Popular, coalición marxista-leninista revolucionaria formada por el PSOE, PCE, CNT, PNV y ERC.

Pozoblanco fue inicialmente nacional, el alzamiento triunfó inicialmente en la localidad gracias a un valiente capitán de la Guardia civil, que era falangista, D. José Rañal Lorenzo, que después fusilaron los rojos en el barco/prisión Legazpi atracado en el puerto de Valencia, el 17 de agosto de 1936. La localidad cayó en manos de los rojos no sólo por las enormes fuerzas para recuperarla que lanzó el General rojo Miaja, incluida artillería y un bombardeo diario del que no se hacen películas ni sale en los telediarios, sino también por la acción traidora de una Compañía de la Guardia civil traída de Jaén al mando del Capitán Reparaz, que mediante «engaño» y falsas promesas de respetar vidas, «convenció» para que las fuerzas nacionales se rindieran. Las consecuencias de la redición fueron estas, el asesinato de esta mujer entre otras muchas, por el delito de ser cristianas, de ir a misa, o de muchos hombres acusados de «fascistas» porque en lugar de gastarse el jornal de trabajo jugando a las cartas en la «Casa del Pueblo» o en la taberna de la CNT, procuraban un mejor destino a ese dinero, como darle estudios a sus hijos o llevar una vida más digna. Lo que no se entiende es que tiempo después el Capitán traidor de la Compañía de Jaén se pasara a los nacionales y no fuera juzgado.
Esta zona llamada «Valle de los Pedroches», al norte de la provincia de Córdoba, tuvo para el Ejército rojo una gran importancia. En la Localidad de Villanueva de Córdoba se situó una academia rusa de formación de saboteadores y guerrilleros.
En marzo de 1937 el General Queipo de Llano intentó liberar Pozoblando, con la idea de continuar hasta Villanueva de Córdoba, y desde aquí a Andújar, ya en la provincia de Jaén, y liberar a las fuerzas de la Guardia civil del Capitán Cortés que resistían en el Santuario de la Virgen de la Cabeza. Sin embargo fue tal la cantidad de Brigadas Internacionales que los rojos mandaron a la zona desde Jaén, Almería y Valencia, incluidos carros de combate traídos de la Unión Soviética, que los planes de liberación de Queipo de Llano no pudieron prosperar, y Pozoblanco quedó en manos rojas hasta el final de la guerra.
El destino de la población cristiana en los pueblos de la España Roja, fue infernal. Todo esto se ha venido tapando durante 40 años, porque las beatificaciones, que debieron hacerse nada más acabar la guerra, se congelaron, y hasta Juan Pablo Segundo, 70 años después, no se tramitaron, lo que da idea de la complicidad de Tarancón y todo su entramado, en tapar los crímenes sufridos por los cristianos por razón de su Fe.
Leo cada domingo la nota sobre los mártires de la FE que publicáis, y lo hago las más de las veces con lágrimas en los ojos pero me las trago porque lo que quisiera es vengar su muerte, y es la rabia, inmediatamente después de la piedad, lo que me atenaza por estas víctimas. Los detalles de su martirio, el número de los inocentes masacrados es tal que, a veces, piensa uno en la rutina y en que esos detalles del horror, del mal ¿para qué saberlos? Aún así lo leo porque creo que haciéndolo, de algún modo, siguen vivos en el recuerdo y su testimonio de católicos y de españoles permanece.
Pero siento como si en vuestra conmemoración de estos mártires se hablara de otra galaxia, de otro mundo en un tiempo muy lejano, cuando la piedad y la FE todavía estaban presentes y brillaban por si solas entre las miserias y los afanes de esta España nuestra. Porque ahora, cuando de nuevo se pretende condenar y asesinar a mujeres como esta adornada por la belleza de la Gracia de Dios, pero igualmente a todos los miles de españoles inocentes que perecieron entre el dolor y el escarnio a manos de aquella inmunda horda marxista, legislando hasta lo que se debe sentir, recordar y pensar, por los que se proclaman orgullosos sucesores de aquellos criminales satánicos a los que para más escarnio ensalzan como «luchadores por la libertad y la democracia»; los propios gerifaltes de esta escoria, este desecho inmundo cuyas «hazañas» vemos y oímos cada día en su propagación incesante de la barbarie, además de vivir como nababs, se ríen de aquellos mártires, se mofan de la Patria y de las tradiciones que nuestros padres nos legaron, y, como puercos, junto con los dignatarios de una iglesia que son de idéntica condición a ellos, hozan y se revuelcan en este corral que es en lo que han convertido lo que queda de una antigua nación admirada, si no la que más, entre las del mundo. La desgraciada España, que si antes temida y respetada, ahora que ha decidido suicidarse tan solo da pena y sobre todo ¡asco!
Esa horda inmunda satànica continùa existiendo hoy en dìa en los pueblos de la España profunda y no tanto.Vivo en uno de ellos,los observo como una subespecie demoniaca maligna que no dudaràn en repetir si se les presenta la oportunidad.Crèame…esa escoria sigue existiendo y solo entienden un idioma…las ostias como panes y el miedo.
De eso no nos cabe duda a nadie que conozca al enemigo.
D. Patricio Montero, todos hemos derramado lágrimas al conocer los detalles de la crueldad con la que que personas cristianas, a años luz de la brutalidad de sus verdugos, fueron torturadas y asesinadas, y sufrieron hasta la muerte durante el tremendo holocausto sufrido por los españoles durante la mal llamada guerra civil española.
Terribles crímenes en masa, donde los pueblos quedaban diezmados de gentes cristianas que eran lo mejor de dichos pueblos. Este fue el caso de la mujer de este artículo y de muchísimas más, como Herminia Sánchez Moraleda, Piedad Suárez de Figueroa, Mª Encarnación Arenas Orea, Visitación Marcela Morán Otero, Cecilia Serrano Díaz, Apolonia Guerrero Millán, y tantísimas otras.
La tragedia de la persecución religiosa en España está plagada de hechos heroicos y tremendos.
Ese fue el caso de Dñª Apolonia Guerrero Millán, que ante el pánico general, tuvo el valor de hacerse cargo y esconder la imagen de la Virgen de Yeste para evitar que cayera en manos de los rojos y fuera profanada y destruida. Fue detenida y el día 3 de noviembre de 1936 por la tarde la sacaron con el pretexto de llevarla a un lugar más seguro. En el grupo de milicianos iban varias mujeres, una de ellas que había servido en su casa, la persuadió de que no temiera nada. Sin embargo en la carretera de Hellín detienen el vehículo y la sacan a la rastra de su cordón de terciaria. Las mujeres van provistas de almaradas (una especie de punzón, típico de esta zona, con un mango y un ojal en la punta utilizado en las labores del esparto) y con ellas la cosieron a puñaladas dolorosísimas. La mutilan y le arrancan las uñas. Uno de sus asesinos, horrorizado por tanta crueldad y la dura agonía de una pobre anciana de 63 años, se “compadeció” (?) de ella, moribunda ya, y con un disparo acabó con su vida, no expirando sin perdonar antes a sus asesinos. Su cuerpo quedó allí abandonado. Sin embargo tuvo el heroísmo de no desvelar donde había escondido la imagen de la Virgen, que fue salvada a tan alto y heroico precio.
Otro caso lo encontramos en los detalles del asesinato del sacerdote D. Diego Balmaseda López, fusilado inicialmente en la tapia del cementerio de Cabeza del Buey (Badajoz) el 13 de agosto de 1936, sobrevivió a dicho fusilamiento (no obstante la gravedad de sus heridas), siendo ayudado a huir por otro superviviente, D. Jacinto Gómez, que cargó con él hasta la finca El Enjugadero, donde se escondieron para restablecerse de sus heridas, siendo delatados por un campesino, y asesinados el 17 de agosto de 1936.
La madrugada del día 13 de agosto de 1936 los rojos sacaron a unas 40 personas que tenían encerradas en la iglesia, (gentes consideradas de derechas, catequistas, etc.) y entre ellas el cura párroco D. Julián Rivas, el Capellán de las Carmelitas de la caridad D. Andrés Serrano, y el coadjutor de la parroquia que era D. Diego Balmaseda, y los llevaron a la tapia del cementerio para asesinarlos sin más. El párroco y el capellán, entre otros, resultaron muertos, pero D. Diego Balmaseda aunque resultó gravemente herido, no estaba muerto, de ello se percató el falangista D. Jacinto Gómez, que había sobrevivido también él al fusilamiento. Éste, en lugar de huir, se compadeció de su compañero de infortunio, una persona además muy querida en el pueblo, y cargó a cuestas con el sacerdote, a pesar de estar también herido, durante kilómetros y al fin consiguieron llegar a una finca (El Enjugadero) donde ambos se escondieron, y donde con los pocos medios de que contaban D. Jacinto Gómez trató de curar las graves heridas del sacerdote. Así aguantaron hasta el 17 de agosto en que un jornalero los denunció, y de nuevo fueron apresados.
D. Jacinto Gómez pudo haber huido, pero no quiso hacerlo abandonando al Sacerdote herido, los rojos lo mataron como a un perro. El destino del Sacerdote fue aún peor, todavía malherido por el fusilamiento, se lo echaron de comer vivo a las ratas del cementerio. Un miliciano quedó tan horrorizado que después de unos minutos no pudo soportarlo más y lo acabó de matar a golpes en la cabeza con un escardillo. Nunca se hizo Justicia, como en la mayoría de los casos nadie quiso delatar a los asesinos, cuyos actos quedaron impunes. De esto no se hacen películas, y la “memoria histórica” que pretende la izquierda es que quede prohibido que de esto pueda hablarse jamás.
El anciano sacerdote D. Pablo Figuerola Rovira fue asesinado en un descampado próximo al cruce de las carreteras de Espluga Calva con la de Lérida a Tarragona. Le torturaron con tal crueldad que unos vecinos de la localidad de Borjas que pasaban la noche en una era relativamente próxima, se despertaron en la noche por los gritos desgarradores de dolor del sacerdote, que pronunciaba una y otra vez la jaculatoria: “Corazón de Jesús, en Vos confío”, mientras le acribillaban las piernas a balazos, después de haber sufrido todo tipo de brutales agresiones. A continuación le cortaron los genitales y se los metieron en la boca para acallar sus jaculatorias, después entre escupitajos y blasfemias le rociaron de gasolina y le pegaron fuego. Los testigos que dormían en la era quedaron completamente horrorizados de por vida con lo que furtivamente habían visto aquella noche.
Antonia y Julia Durán Palacios, catequistas de la Parroquia de Santa Mª de las Flores de la localidad de Posadas (Córdoba), fueron asesinadas a la afueras de dicha localidad el día 27 de agosto de 1936, por un nutrido grupo de milicianos venidos de la cercana Palma del Río. Las muchachas, antes de ser asesinadas y tiradas a un pozo, fueron violadas en presencia de su madre, Dñª Antonia Palacios Bonilla, que fue atada a un árbol para obligarla a presenciar la escena. Con ellas tres fueron asesinadas también sus primas hermanas Josefa y Mª Luisa Bonilla Benavides por el “delito” de ir a misa todos los domingos, y Dñª Mª Brígida Toledano Oza, que era guardiana, junto a su marido, de la ermita de Santiago Apóstol de Posadas. Su marido fue asesinado abatido a tiros cuando trataba de huir por el tejado. Tras ser detenidas todas ellas, fueron recluidas junto a los demás presos, entre ellos los dos sacerdotes del pueblo, todos ellos, las mujeres, los dos sacerdotes y los demás detenidos, fueron bárbaramente torturados y asesinados a tiros, quedando algunas de ellas aún vivas y malheridas cuando fueron arrojadas a un pozo, según narró más tarde uno de los asesinos.
Según cuenta el libro «Causa General» (página 44), de cuando España tenía Ministerio de Justicia:
“En el pueblo de Villacañas (Toledo) fueron sacados de la Hermita de Santo Cristo, donde se encontraban detenidos, D. Julián García Zaragoza, los hermanos Antonio, Angel, Calixto, José y Moisés Marín López, D. Francisco y D. Jesús Granada Marín (la lista continúa) quienes después de haber sido maltratados bárbaramente hasta el punto de haberles sido arrancados los ojos, fueron conducidos en camiones y pasados a cuchillo por los milicianos que los custodiaban. Antes de la consumación del asesinato, como D. Ángel Marín, a causa de su ceguera, pisase sin querer a uno de los milicianos que iban en el coche, este le mutiló de un hachazo el pié con que le había pisado”.
Un caso aún peor sufrió el sacerdote D. José Ayala Garrido, asesinado por los rojos el 28 de julio de 1936 en Castro del Río (Córdoba). Le hicieron andar 12 kilómetros para llevarlo al cementerio donde lo iban a asesinar, como lo llevaban a las cuatro de la tarde, con todo el calor, dándole empellones, iba fatigado y dijo que le apretaban los zapatos y le dolían mucho los piés (que llevaba ensangrentados por las rozaduras), los milicianos, anarquistas y comunistas, no tuvieron otra cosa que hacer que cortarle los piés a hachazos y hacerle andar con los muñones.
Otro caso espeluznante es el de D. Tomás Capdevila Miquel, sacerdote de Conesa, martirizado con todo tipo de crueldades por el Comité rojo de Sarreal, durante las cuales se quejó de sed, y sus verdugos le trajeron un vaso de agua que se lo tiraron por la cara con salivazos cuando iba a tomárselo. Se lo llevaron en dos coches al pueblo de Fores de Solivella, y durante la hora y media que duró el trayecto entre ambos pueblos el sacerdote fue sometido a martirios de tal inhumanidad, que parecían un viaje en el tiempo a la Baja Edad Media: le cortaron la lengua para que no chillara y para que no pudiera dar alabanzas a Dios o a la Virgen María, le amputaron a lo vivo el pene y los testículos, lo que le provocó una tremenda hemorragia. No contentos con ello le sacaron también los ojos, y de un culatazo le fracturaron la clavícula izquierda. Cuando llegaron a la plaza del pueblo de Fores de Solivella el sacerdote iba tan mal, y había perdido tanta sangre por las amputaciones genitales, que quedó sin conocimiento más de media hora, tras la cual le obligaron a marchar a la rastra hasta el cementerio, entre blasfemias, insultos soeces, y golpes cobardes de la chusma embriagada en la orgía colectiva de crueldad, vileza y miseria moral contra un pacífico cura que sólo había hecho el bien, y que en ese momento estaba ya más muerto que vivo. Lo despeñaron por un terraplén y lo remataron con once tiros a quemarropa.
O el caso del joven Sacerdote D. Carlos Giner Martínez, cura de Albalat de la Ribera, asesinado el 17 de septiembre de 1936, fue torturado en el mismo pueblo, seguido de su anciana madre, que pedía lastimosamente compasión por él, y, después de haberle atravesado el cuerpo con agujas saqueras, y cortada la lengua, fue colgado de un árbol, todo ello entre insultos soeces, blasfemias y burlas obscenas.
No mucho muy diferente fue el destino del anciano sacerdote D. José González Huguet, párroco de Cheste, asesinado en Ribarroja (Valencia), el 12 de octubre 1936. Milicianos de Cheste fueron a buscarlo a Alaquás, su pueblo natal, donde se había refugiado. Sufrió un periplo de torturas de todas las clases hasta llegar a Cheste, culminando aquí su cruentísimo calvario que fue dantesco. Paseado por toda la población entre los gritos de la gente más baja, que le lanzaba salivazos, insultos y blasfemias, e invitando a las “beatas” (aterrorizadas) a que salieran a verle, rasgaron sus vestidos y sus carnes de la forma más espantosa, pinchando su cuerpo a navajazos y toreándole como si fuera un toro, y como tal le cortaron las orejas y le provocaron las mayores mutilaciones y tormentos, públicamente, en la plaza del pueblo. El párroco callaba, sufría y oraba por sus verdugos. Después lo sacaron del pueblo y camino de Ribarroja lo acabaron de matar a tiros.
Así era la vida en los pueblos sometidos a las “autoridades” rojas y sus comités antifascistas.
Pero más allá del dolor que puede provocar la lectura de estas biografías, su conocimiento resulta imprescindible, por varios motivos:
– primero para valorar moralmente la intrínseca maldad e hipocresía de leyes como la de
Desmemoria, Falsificación y Manipulación Históricas de Zapatero (Zapatero y todo su entramado de cómplices y de colaboracionistas: Policias, Militares Jueces, Fiscales y Medios de comunicación incluidos) , que pretenden hacer lo blanco negro y lo negro blanco.
– y segundo porque precisamente el error o la maldad de pasar página de estos crímenes contribuyó de un modo decisivo a la aculturización politización de la sociedad española en la extrema izquierda en los años 70, que permitió su manipulación durante la Transición. Si estos crímenes se tapan , por un sentido de la reconciliación mal entendido, (porque los asesinos y los herederos de los asesinos jamás han tenido ninguna intención de reconciliación, sino que muy al contrario buscan de nuevo el enfrentamiento para ganar ahora la guerra que entonces perdieron y poder terminar su trabajo de destruir a la Nación Española), se deja a la población española y no española a expensas de la mentira de la propaganda roja.
Hay muchas historias que están por escribir, no pocas de las cuales ya será muy difícil recuperarlas, porque ya han muerto quienes pudieran ser testigos de cargo de lo ocurrido, (los procesos de beatificación , en lugar de hacerse nada más terminar la guerra que que podían recabar los testimonio de los supervivientes y testigos, allí donde hubo supervivientes o testigos que vivieran para contarlo, lo cual no ocurrió siempre, los procesos se paralizaron ante el temor de que quienes habían ganado la 2ª Guerra mundial eran los asesinos o los que al final de la guerra civil le habian dado cobijo a los asesinos de la persecución religiosa, y se demoraron luego 70 años, con Juan Pablo II) pero lo poco o mucho que se conoce debe ser preservado para que los asesinos no puedan seguir engañando a la gente , por ejemplo ¿cuál fue la participación de las Brigadas y los Brigadistas Internacionales en la persecución religiosa en España? muchos de estos brigadistas eran de un grupo social que desde hace 70 años se presenta ante el mundo como una víctima inocente de crímenes de guerra y contra la humanidad. Y ellos, ¿cuándo se atreverá alguien a estudiar su participación en el genocidio y en los crímenes de guerra y contra la Humanidad cometido contra las mejores personas que había en los pueblos sólo porque eran cristianas?.
No pierda de vista el lector que mientras estos crímenes se cometían y era rutina dramática diaria de los pueblos sometidos a las autoridades del Frente Popular y sus bandas de malhechores, los periódicos comunistas, como el Diario «Stampa «publicaban noticias mentirosas como la hipócritamente aparecida en su página 1 del 30 de octubre de 1937:
“Una de las más fuertes campañas de difamación que los fascistas españoles han desarrollado contra el Gobierno del Frente Popular español ha estado basada en la cuestión religiosa. Se ha dicho en los diarios fascistas que se editan en terreno español que los republicanos cometían toda clase de atropellos contra los católicos. Se ha hablado incluso de fusilamiento de curas y monjas (…). Contra esta sarta de mentiras, tejida sin el menor ingenio, se alza la realidad auténtica de los hechos (…)”.
Semanario comunista “Estampa”. Noticia mentirosa del semanario comunista Estampa, publicada en su página 1, del 30 de octubre de 1937.
Zapatero y los que colaboran con Zapatero, son herederos de todo este complot para exterminar el Cristianismo en España mediante la prohibición por un lado y la mentira por otro, y para combatir este complot y esta farsa es preciso saber y conocer lo realmente acontecido, para no sucumbir al engaño. Aunque este saber nos cueste derramar muchas lágrimas por esta pobre gente hoy olvidada e ignorada por la propia Iglesia Española y Vaticana que ha desertado, lo cual se califica por sí mismo.
Un saludo D. Patricio
Estimado seguidor: efectivamente. Publicamos cada Domingo una breve reseña de alguno de los miles de mártires porque es indignante, injusto y perjudicial que se les haya olvidado, lo que ha favorecido esa irritante victoria por la que los verdugos son declarados y enaltecidos como héroes y se les hace pasar por víctimas y viceversa. Magnífico comentario el suyo. Salidos cordiales
A todos los que leemos los relatos de estos mártires de la Iglesia de Cristo se nos llenan los ojos de lágrimas y el alma se nos entristece de tanta maldad satánica que persiste hoy en día.
Habrá que ir preparándonos para nuestras muertes que no serán muy diferentes a las escritas en estos artículos.
Sin que exista un paralelismo entre estos asesinatos y los del barco Cabo Quilates fondeado en el puerto de Bilbao entre 1936 y 1937, me gustaría que algún lector pudiera aportar datos de lo sucedido.
Solo recuerdo que en él se encontraba mi tío José María que sobrevivió y fue tal el horror vivido que no quería hablar de sus sufrimientos.
Mi madre contaba que solo le daban de comer cáscaras de naranjas y otras frutas. Le sacaban a fusilar junto a otros presos y realizaban un simulacro asesinando unos pocos y dejando vivos a los demás. La perversa maniobra se repetía todos los días.
Entre los carceleros se encontraba uno del PNV que tuvo la suerte de no ser fusilado al caer Bilbao.
Recuerdo siendo muy pequeño que, yendo al colegio en San Sebastián con mi madre vimos a un hombre de cierta edad y que señaló al cruzarse con él y en voz muy alta : «Este es el que sacaba a fusilar a tu tío José María».
Al asesino del PNV se le perdonó la vida por los Sublevados, mientras que sus víctimas no recibieron el mismo trato, sino torturas, violaciones y al final, la muerte,
Íñigo Caballero
Carlista desde que nací
Don Íñigo,
Hay entre los lectores y autores de artículos de esta página personas mucho más autorizadas y preparadas que yo para responder a lo que usted pregunta, pero si le sirve de algo, mientras recibe una respuesta mejor y más autorizada y detallada lo que fue el barco prisión y cheka «Cabo Quilates» y las peripecias que pudo presenciar y sufrir su propio tío D. José María, a través del testimonio de personas que presenciaron
el asesinato en dicho barco de D. Gregorio Balparda, que fue asesinado el 31 de agosto de 1936.
Esta persona era un historiador y jurista que había sido alcalde de Bilbao. El 24 de agosto de 1936 fue nombrado Fiscal auditor por el Gobierno Rojo en los tribunales sumarios que se formaban en Guipúzcoa para asesinar a todo el que no fuera rojo.
Entonces D. Gregorio Balparda denunció la falsedad y la injusticia de unos juicios que eran una auténtica patraña (la famosa «legalidad republicana») , jueces que en realidad eran sindicalistas analfabetos en evidente estado de embriaguez, etc, sin garantías ni pruebas de ninguna clase para condenar a muerte sin más motivo que el no pertenecer a un partido político de izquierdas o a un sindicato, o llevar los zapatos limpios o haber sido apresado con una estampida de la Virgen en el bolsillo. Renunciando a su cargo de Fiscal y dándose de baja del Colegio de Abogados de Bilbao, porque no quería tener nada que ver con aguélla deshonra de la verdadera Justicia.
Inmediatamente fue detenido e interrogado en el Gobierno civil rojo de Bilbao por el dirigente de la UGT Paulino Beltrán, -un animal medio analfabeto que era panadero-,
en presencia del Gobernador civil rojo Echevarría Novia.
Al manifestar D. Gregorio que él no podía participar en unas parodias de juicios donde la Ley y el Derecho carecían de ningún valor, Paulino Beltrán respondió: «Está bien, si el Gobernador no ordena otra cosa , que lo fusilen en el acto» .
Lo llevaron primero a la comisaria-cheka de Elcano, de dónde salió trasladado con otros detenidos al buque prisión «Cabo Quilates», donde también estuvo el tío de usted.
Allí fue bárbaramente torturado : lo molieron primero a palos hasta que perdió el conocimiento , luego lo desnudaron para repartirse su ropa y sus zapatos, , y lo ataron de los pies cabeza a bajo a la grúa del barco, y atado de pies y manos lo zambulleron en la cloaca del Nervión, mientras un miliciano daba la orden de !al agua con este cabrón!, así una vez y otra , hasta que se cansaron y lo sacaron prácticamente ahogado, rematandolo después a tiros en la cubierta del barco.
Muy posiblemente este relato no fuera preciso contárselo a su tío José María, porque él estaba allí para verlo, aunque fuera desde donde lo tenían encerrado en ese mismo barco . Este era el día a día de ese barco/cheka. Puede usted hacerse una idea de lo que vió y padeció su tío en aquellos fatídicos días.
Si no recuerdo mal en el cementerio de Bilbao había a la entrada una placa en memoria de los asesinados en los barcos prisión Cabo Quilates y Altuna Mendi , que fue retirada como tantas otras tras la Transicion, y una cripta con los nichos de más de 300 personas que fueron sacadas de estos barcos y de la cárcel de Larrínaga, y del colegio-convento de los Ángeles custodios y asesinadas a sangre fría el 4 de enero de 1937 , en represalia de un ataque de aviones alemanes a las posiciones del cinturón de hierro de Bilbao ( que poco después Franco convirtió en cinturón de mantequilla), donde dos pilotos alemanes tuvieron que saltar en paracaídas y al llegar al suelo fueron linchados hasta la muerte.
Del relato de esta persona se puede hacer una idea de los sufrimientos que presenció y fue sometido su tío.
La fama de crueldad quizás la tengan los pueblos rojos de Andalucía y la Mancha, pero en el norte no fue menos terrible. En Santander además de los asesinatos en el barco prisión «Alfonso Pérez» los asesinatos se perpetraban arrojando a los detenidos vivos por los acantilados del faro de Cabo Mayor de Santander.
Sobre que su madre identificó a uno de los asesinos que sacaba a fusilar a su tío y otros detenidos, que andaba suelto como si tal cosa. Bueno desgraciadamente la Justicia Nacional dejo en términos generales bastante que desear, (aunque la propaganda roja hipócritamente diga que fue cruel) por muchos motivos , no sé si su madre denunció a esta persona formalmente o no pero por ejemplo la madre del historiador Ricardo de la Cierva sabía quién había delatado a su marido (detenido cuando trataba de huir por el aeropuerto de Barajas) y sin embargo acabada la guerra no solo sabía quién era y no lo denunció sino que jamás desveló su nombre a sus hijos para que no tuvieran la tentación de vengar a su padre.
Esto fue un error de mucha gente porque ella no tenía ningún derecho a dejar impune una muerte por muy esposa que fuera, 5 años de cárcel de esta señora, o la pena que hubiera correspondido, le habrían bajado los humos y la religión mal entendida para disponer de lo que no era suyo, que es la Justicia como ideal y como política de un nuevo Estado que ella vino a boicotear, porque lo que ella hizo en realidad era encubrir la autoría de un delito y la identidad de unos malhechores que probablemente habrían matado a más personas, todos cuyos crimenes quedaron impunes.
En otros casos la desidia de las autoridades porque no podemos olvidar que como dice el refrán Salamanca no presta lo que la naturaleza no da, y en el bando nacional la mayoría de los héroes habían muerto y sociológicamente lo que más abundaban era lo que hoy conocemos por peperos, porque si todos hubieran sido falangistas o carlistas no hubiera hecho falta la guerra , con las elecciones hubiera bastado, en aquellos lugares donde había gente a cargo de estas cuestiones con un sentido de Justicia, se hacía Justicia, en aquellos otros lugares que los resortes del Estado quedaban en manos de trepas y advenedizos, las cosas se hicieron bastante mal. También en muchas ocasiones la impunidad vino porque no quedaron supervivientes para poder señalar a los asesinos
En el caso de Paulino Beltrán, «administró» los recursos para atender a los vascos rojos refugiados en Cataluña, con lo que se hizo con un buen botín y huyó Francia, donde como tantos otros asesinos de la persecución religiosa pudo vivir tranquilamente, y murió el 1963.
Si mira en internet en las páginas de la UGT s se hace apología de este canalla sin que la Fiscalía del odio nueva un dedo .
Un saludo