Más sobre la falsedad de los «topos» del «franquismo»
En Diciembre de 2019 publiqué un artículo en el que recogía la incuestionable verdad sobre los mal denominados “topos” del «franquismo» (VER AQUÍ).
Debido a la inserción de varios comentarios negacionistas de lo que en él constato, a pesar de la evidencia de las pruebas, bien que provenientes de los recalcitrantes que siguen todavía hoy leyendo y viendo aquel pasado con sus orejeras ideológicas marxistas-revolucionarias más que caducas y falsas, viene bien remachar algunas de las claves de tal fenómeno, a ver si conseguimos que tales personas se den por enteradas; aunque por estar infectadas de tan grave mal, no tenemos muchas esperanzas, no por ello vamos a dejar de intentarlo.
Hay tres hechos incuestionables a tener en cuenta antes de entrar en los casos particulares de cada “topo”: 1) fueron 800.000 los prisioneros frentepopulistas hechos por los nacionales al terminar la guerra (todo su ejército), la inmensa mayoría de los cuales, tras una rápida labor informativa, en apenas seis meses estaban en sus casas al comprobar que no tenían delitos de sangre, incorporándose a la vida normal; 2) el 9 de Octubre de 1945 se hacía público un Decreto del Gobierno, presidido por Franco, claro está, por el que «se concedía indulto total a los condenados por delitos de rebelión militar y otros cometidos hasta el 1.º de abril de 1939», un paso más, de los varios ya dados, bien que este sustancial, hacia el “punto final”, al que seguirían otros muchos más; 3) las numerosas rebajas de penas e indultos que desde el mismo fin de la guerra se venían concediendo, y seguirían concediéndose, con la mínima excusa, gracias a los cuales la práctica totalidad de los condenados, incluso por graves delitos de sangre, quedarían en libertad para mediados de los 50; 4) desde mediados de los cuarenta, y sobre todo durante la década de los cincuenta, regresaron a España, a la «España de Franco», numerosos exiliados con graves responsabilidades en su haber sin problema alguno. Por supuesto, todo ello fue siempre público y notorio. El decreto de 1969 por el que se consideraron extinguidas todas las posibles penas por delitos antes y durante la guerra, no fue nada más que el último “punto final” que colmaba los incontables anteriores; para entonces, 1969, en realidad virtual, burocrático, propagandístico, para favorecer al sucesor a título de rey, el entonces Príncipe, pues todo estaba mucho antes más que extinguido.
Si analizamos cada “topo” en concreto y a la luz de lo dicho, es incuestionable que, si bien algunos pudieron tener motivos para esconderse hasta 1945 –ni mucho menos todos, como fue el caso de los combatientes de base que veremos–, no los tuvieron después de dicho año. Veamos:
Eulogio de Vega Colodrón. En 1933 secretario de UGT de Rueda (Valladolid); alcalde entre 1931 y 1934; se sumó a la Revolución de Octubre siendo detenido y encarcelado; en Febrero de 1936, al acceder al poder el Frente Popular, fue liberado y repuesto como alcalde. Tras el Alzamiento, triunfante en dicha provincia, se escondió en su casa. En 1944 dejó embarazada a su mujer. Su hija, veinte años después, se casó en otro pueblo, lo que hizo que la policía diera con él. Juzgado por un tribunal militar fue puesto en libertad en tan sólo dos días; era Septiembre de 1964 ¿Por qué entonces 28 años de “topo”?

Juan Jiménez Sánchez, (a) «Cazallero». Combatiente voluntario frentepopulista. Hecho prisionero al final de la guerra fue condenando a trabajos forzados. Evadido, se alistó en la Legión, de la cual desertó, incorporándose a una partida terrorista; mal llamados «maquis». Terminó dicha etapa escondiéndose en casa de su novia en Alhaurín el Grande. En Septiembre de 1957 fue detenido y condenado a siete años de prisión únicamente por sus delitos como terrorista. ¿Por qué entonces 13 años de “topo”? Fue indultado y puesto en libertad en 1965.
Manuel y Juan Hidalgo. Militantes de la UGT. Combatientes frentepopulistas en varios frentes durante la guerra. En vez de entregarse, regresaron a sus domicilios donde fueron escondidos por sus respectivas esposas. Decidieron salir en 1966 ¿Por qué entonces 28 años de “topos”?
Antonio Urbina (a) «El desertor». Combatiente frentepopulista durante la guerra, a su final se exilió, vagando durante una década por diferentes países sin conseguir acomodo estable en ninguno, decidió volver a su casa, permaneciendo oculto en ella. Denunciado por un vecino, huyó a Francia, desde donde iba y venía a su casa en la que pasaba temporadas escondido. No puede considerársele un “topo”, aunque la propaganda marxista lo incluye.
Miguel Villarejo, (a) «Miguelico». Combatiente frentepopulista, al final de la guerra huyó. Al enterarse del fusilamiento de tres de sus compañeros que como él habían huido, decidió «echarse al monte», donde, armado con una escopeta, se escondió en la Sierra de Despeñaperros sobreviviendo como cazador furtivo durante diez años, hasta que cansado de tal vida decidió esconderse en la casa de su mujer en Bailén hasta 1969 ¿Por qué entonces 20 años de “topo”?

Protasio Montalvo. Fue el último «topo» en salir, haciéndolo nada más y nada menos que en 1977. Como alcalde de Cercedilla, su pueblo natal, fue responsable directo de los crímenes cometidos contra falangistas y gentes de “derechas” en tal municipio. Tales fueron, que ni siquiera el indulto absoluto de 1969 le sirvió para dejar su encierro, llegando a exigir que fuera el mismísimo Felipe González quien le entregara el carnet de afiliado del PSOE para creerse seguro, motivo por el cual alargó su encierro hasta 1977. Es el caso más evidente de “topo” por razón de sus crímenes, así como de su fanatismo al no creer que se le hubiera podido perdonar.
Saturnino de Lucas Gilsanz. Abogado. Afiliado a UGT y PSOE. Presidente de UGT de 1933 a Julio de 1936 y en Marzo de 1936 alcalde de San Martín y Mudrían. Triunfante el Alzamiento, durante toda la guerra permaneció oculto por el cura en la propia parroquia. Desde 1940 se ocultó en el desván de la casa de sus padres, de donde no salió hasta la muerte de éstos ¿Por qué entonces 30 años de “topo”?
Teodomira Gallardo. Casada con Valerio Fernández, ambos militantes comunistas, alcalde de Zarza del Tajo, voluntario frentepopulista en la guerra. Regresó a escondidas a su pueblo, siendo informado de que el alcalde de Santa Cruz había sido detenido. Valerio, entonces, junto con Teodomira, huyeron, vagando hasta que en 1940 fueron detenidos; a él lo ingresaron en la cárcel de Santa Rita, en Carabanchel, y a ella en la de las Ventas, ambas en Madrid. A los cuatro años se les juzgó acusándoseles de la muerte de un sacerdote; en realidad estaba vivo, pues apareció en 1947, bien que en esos instantes todo apuntaba a su asesinato. A Valerio le sentenciaron a muerte, siendo fusilado en Marzo de 1945. Teodomira permaneció en la cárcel hasta 1947, año en que fue puesta en libertad.

Manuel Cortés Quero, (a) “El topo de Mijas». El más célebre por mediático. Alcalde de Mijas de Marzo a Noviembre de 1936. Liberada Málaga huyó sirviendo como voluntario frentepopulista. Al finalizar la guerra regresó a su casa. Su intención original era entregarse a las autoridades, pero su mujer le convenció para permanecer oculto. En Marzo de 1969 escuchó la noticia del indulto. Se presentó al alcalde de Mijas que le acompañó a la Comandancia de la Guardia Civil de Málaga, quedando de inmediato en libertad. ¿Por qué entonces 30 años de “topo”?
Si analizamos los casos descritos, diez en total, y no hubo más, llama la atención lo siguiente.
- Cinco de ellos fueron simples combatientes, como aquellos 800.000, los cuales, al no tener delitos de sangre, hubieran sido puestos en libertad en seis meses.
- Teodomira no puede ser considerada “topo”, como tampoco su marido.
- Cinco fueron alcaldes, lo que no cabe duda que sí que hacía que recayera sobre ellos un alto nivel de responsabilidad, de los cuales, a su vez:
- Eulogio y Saturnino no participaron en la guerra, por lo que desde 1945 nada tenían que temer.
- Valerio, pagó con su vida, bien que por error.
- Protasio y Manuel Cortés fueron los únicos que con casi toda seguridad hubieran sido fusilados en el periodo 1939 a 1945, pero no después, ni mucho menos desde mediados de los 50, a pesar de sus crímenes; que el propio Protasio reconoció con su empeño (además de las pruebas que había) de permanecer oculto hasta 1977.
- Mucho jugaron en su empecinada actitud sus propias paranoias, la de sus familiares y, tal vez, los para nosotros insondables egoísmos y vínculos personales.
- Lo que queda claro es que en todos los casos nunca puede achacarse al “régimen” sus voluntarios “encarcelamientos”, al menos, y no nos cansaremos de repetirlo, desde Octubre de 1945 o como mucho desde mediados de los 50.
